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JORNADA MUNDIAL DE PAZ 2018

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MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA 
51 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

1 DE ENERO DE 2018

 

Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz

 

1. Un deseo de paz

Paz a todas las personas y a todas las naciones de la tierra. La paz, que los ángeles anunciaron a los pastores en la noche de Navidad[1], es una aspiración profunda de todas las personas y de todos los pueblos, especialmente de aquellos que más sufren por su ausencia, y a los que tengo presentes en mi recuerdo y en mi oración. De entre ellos quisiera recordar a los más de 250 millones de migrantes en el mundo, de los que 22 millones y medio son refugiados. Estos últimos, como afirmó mi querido predecesor Benedicto XVI, «son hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos que buscan un lugar donde vivir en paz»[2]. Para encontrarlo, muchos de ellos están dispuestos a arriesgar sus vidas a través de un viaje que, en la mayoría de los casos, es largo y peligroso; están dispuestos a soportar el cansancio y el sufrimiento, a afrontar las alambradas y los muros que se alzan para alejarlos de su destino.

Con espíritu de misericordia, abrazamos a todos los que huyen de la guerra y del hambre, o que se ven obligados a abandonar su tierra a causa de la discriminación, la persecución, la pobreza y la degradación ambiental.

Somos conscientes de que no es suficiente sentir en nuestro corazón el sufrimiento de los demás. Habrá que trabajar mucho antes de que nuestros hermanos y hermanas puedan empezar de nuevo a vivir en paz, en un hogar seguro. Acoger al otro exige un compromiso concreto, una cadena de ayuda y de generosidad, una atención vigilante y comprensiva, la gestión responsable de nuevas y complejas situaciones que, en ocasiones, se añaden a los numerosos problemas ya existentes, así como a unos recursos que siempre son limitados. El ejercicio de la virtud de la prudencia es necesaria para que los gobernantes sepan acoger, promover, proteger e integrar, estableciendo medidas prácticas que, «respetando el recto orden de los valores, ofrezcan al ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes del espíritu»[3]. Tienen una responsabilidad concreta con respecto a sus comunidades, a las que deben garantizar los derechos que les corresponden en justicia y un desarrollo armónico, para no ser como el constructor necio que hizo mal sus cálculos y no consiguió terminar la torre que había comenzado a construir[4].

2. ¿Por qué hay tantos refugiados y migrantes?

Ante el Gran Jubileo por los 2000 años del anuncio de paz de los ángeles en Belén, san Juan Pablo II incluyó el número creciente de desplazados entre las consecuencias de «una interminable y horrenda serie de guerras, conflictos, genocidios, “limpiezas étnicas”»[5], que habían marcado el siglo XX. En el nuevo siglo no se ha producido aún un cambio profundo de sentido: los conflictos armados y otras formas de violencia organizada siguen provocando el desplazamiento de la población dentro y fuera de las fronteras nacionales.

Pero las personas también migran por otras razones, ante todo por «el anhelo de una vida mejor, a lo que se une en muchas ocasiones el deseo de querer dejar atrás la “desesperación” de un futuro imposible de construir»[6]. Se ponen en camino para reunirse con sus familias, para encontrar mejores oportunidades de trabajo o de educación: quien no puede disfrutar de estos derechos, no puede vivir en paz. Además, como he subrayado en la Encíclica Laudato si’, «es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental»[7].

La mayoría emigra siguiendo un procedimiento regulado, mientras que otros se ven forzados a tomar otras vías, sobre todo a causa de la desesperación, cuando su patria no les ofrece seguridad y oportunidades, y toda vía legal parece imposible, bloqueada o demasiado lenta.

En muchos países de destino se ha difundido ampliamente una retórica que enfatiza los riesgos para la seguridad nacional o el coste de la acogida de los que llegan, despreciando así la dignidad humana que se les ha de reconocer a todos, en cuanto que son hijos e hijas de Dios. Los que fomentan el miedo hacia los migrantes, en ocasiones con fines políticos, en lugar de construir la paz siembran violencia, discriminación racial y xenofobia, que son fuente de gran preocupación para todos aquellos que se toman en serio la protección de cada ser humano[8].

Todos los datos de que dispone la comunidad internacional indican que las migraciones globales seguirán marcando nuestro futuro. Algunos las consideran una amenaza. Os invito, al contrario, a contemplarlas con una mirada llena de confianza, como una oportunidad para construir un futuro de paz.

3. Una mirada contemplativa

La sabiduría de la fe alimenta esta mirada, capaz de reconocer que todos, «tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia. Aquí encuentran fundamento la solidaridad y el compartir»[9]. Estas palabras nos remiten a la imagen de la nueva Jerusalén. El libro del profeta Isaías (cap. 60) y el Apocalipsis (cap. 21) la describen como una ciudad con las puertas siempre abiertas, para dejar entrar a personas de todas las naciones, que la admiran y la colman de riquezas. La paz es el gobernante que la guía y la justicia el principio que rige la convivencia entre todos dentro de ella.

Necesitamos ver también la ciudad donde vivimos con esta mirada contemplativa, «esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas [promoviendo] la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia»[10]; en otras palabras, realizando la promesa de la paz.

Observando a los migrantes y a los refugiados, esta mirada sabe descubrir que no llegan con las manos vacías: traen consigo la riqueza de su valentía, su capacidad, sus energías y sus aspiraciones, y por supuesto los tesoros de su propia cultura, enriqueciendo así la vida de las naciones que los acogen. Esta mirada sabe también descubrir la creatividad, la tenacidad y el espíritu de sacrificio de incontables personas, familias y comunidades que, en todos los rincones del mundo, abren sus puertas y sus corazones a los migrantes y refugiados, incluso cuando los recursos no son abundantes.

Por último, esta mirada contemplativa sabe guiar el discernimiento de los responsables del bien público, con el fin de impulsar las políticas de acogida al máximo de lo que «permita el verdadero bien de su comunidad»[11], es decir, teniendo en cuenta las exigencias de todos los miembros de la única familia humana y del bien de cada uno de ellos.

Quienes se dejan guiar por esta mirada serán capaces de reconocer los renuevos de paz que están ya brotando y de favorecer su crecimiento. Transformarán en talleres de paz nuestras ciudades, a menudo divididas y polarizadas por conflictos que están relacionados precisamente con la presencia de migrantes y refugiados.

4. Cuatro piedras angulares para la acción

Para ofrecer a los solicitantes de asilo, a los refugiados, a los inmigrantes y a las víctimas de la trata de seres humanos una posibilidad de encontrar la paz que buscan, se requiere una estrategia que conjugue cuatro acciones: acoger, proteger, promover e integrar[12].

«Acoger» recuerda la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes a lugares donde les espera la persecución y la violencia, y equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales. La Escritura nos recuerda: «No olvidéis la hospitalidad; por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles»[13].

«Proteger» nos recuerda el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación. En particular, pienso en las mujeres y en los niños expuestos a situaciones de riesgo y de abusos que llegan a convertirles en esclavos. Dios no hace discriminación: «El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda»[14].

«Promover» tiene que ver con apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados. Entre los muchos instrumentos que pueden ayudar a esta tarea, deseo subrayar la importancia que tiene el garantizar a los niños y a los jóvenes el acceso a todos los niveles de educación: de esta manera, no sólo podrán cultivar y sacar el máximo provecho de sus capacidades, sino que también estarán más preparados para salir al encuentro del otro, cultivando un espíritu de diálogo en vez de clausura y enfrentamiento. La Biblia nos enseña que Dios «ama al emigrante, dándole pan y vestido»; por eso nos exhorta: «Amaréis al emigrante, porque emigrantes fuisteis en Egipto»[15].

Por último, «integrar» significa trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales. Como escribe san Pablo: «Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios»[16].

5. Una propuesta para dos Pactos internacionales

Deseo de todo corazón que este espíritu anime el proceso que, durante todo el año 2018, llevará a la definición y aprobación por parte de las Naciones Unidas de dos pactos mundiales: uno, para una migración segura, ordenada y regulada, y otro, sobre refugiados. En cuanto acuerdos adoptados a nivel mundial, estos pactos constituirán un marco de referencia para desarrollar propuestas políticas y poner en práctica medidas concretas. Por esta razón, es importante que estén inspirados por la compasión, la visión de futuro y la valentía, con el fin de aprovechar cualquier ocasión que permita avanzar en la construcción de la paz: sólo así el necesario realismo de la política internacional no se verá derrotado por el cinismo y la globalización de la indiferencia.

El diálogo y la coordinación constituyen, en efecto, una necesidad y un deber específicos de la comunidad internacional. Más allá de las fronteras nacionales, es posible que países menos ricos puedan acoger a un mayor número de refugiados, o acogerles mejor, si la cooperación internacional les garantiza la disponibilidad de los fondos necesarios.

La Sección para los Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral sugiere 20 puntos de acción[17] como pistas concretas para la aplicación de estos cuatro verbos en las políticas públicas, además de la actitud y la acción de las comunidades cristianas. Estas y otras aportaciones pretenden manifestar el interés de la Iglesia católica al proceso que llevará a la adopción de los pactos mundiales de las Naciones Unidas. Este interés confirma una solicitud pastoral más general, que nace con la Iglesia y continúa hasta nuestros días a través de sus múltiples actividades.

6. Por nuestra casa común

Las palabras de san Juan Pablo II nos alientan: «Si son muchos los que comparten el “sueño” de un mundo en paz, y si se valora la aportación de los migrantes y los refugiados, la humanidad puede transformarse cada vez más en familia de todos, y nuestra tierra verdaderamente en “casa común”»[18]. A lo largo de la historia, muchos han creído en este «sueño» y los que lo han realizado dan testimonio de que no se trata de una utopía irrealizable.

Entre ellos, hay que mencionar a santa Francisca Javier Cabrini, cuyo centenario de nacimiento para el cielo celebramos este año 2017. Hoy, 13 de noviembre, numerosas comunidades eclesiales celebran su memoria. Esta pequeña gran mujer, que consagró su vida al servicio de los migrantes, convirtiéndose más tarde en su patrona celeste, nos enseña cómo debemos acoger, proteger, promover e integrar a nuestros hermanos y hermanas. Que por su intercesión, el Señor nos conceda a todos experimentar que los «frutos de justicia se siembran en la paz para quienes trabajan por la paz»[19].

Vaticano, 13 de noviembre de 2017.
Memoria de Santa Francisca Javier Cabrini, Patrona de los migrantes.

Francisco

 

[1] Cf. Lc 2,14.

[2] Ángelus, 15 enero 2012.

[3] Juan XXIII, Carta. enc. Pacem in terris, 57.

[4] Cf. Lc 14,28-30.

[5] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2000, 3.

[6] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2013.

[7] Laudato si', n. 25.

[8] Cf. Discurso a los Participantes en el Encuentro de Responsables nacionales de la pastoral de migraciones organizado por el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), 22 septiembre 2017.

[9] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2011.

[10] Exhort. ap. Evangelii gaudium, 71.

[11] Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris, 57 [en español, n. 106].

[12] Cf. Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018, 15 agosto 2017.

[13] Hb 13,2.

[14] Sal 146,9.

[15] Dt 10,18-19.

[16] Ef 2,19.

[17] «20 Puntos de Acción Pastoral» y «20 Puntos de Acción para los Pactos Globales» (2017). Cf. Documento ONU A/72/528.

[18] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2004, 6.

[19] St 3,18.

 



MENSAJE PARA 1 ENERO 2022

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PAPA FRANCISCO

MENSAJE DE SU SANTIDAD PAPA FRANCISCO PARA EL LV DÍA MUNDIAL DE LA PAZ 1 DE ENERO DE 2022 Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: herramientas para construir una paz duradera 1. "Cuán hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz en los montes" (Is 52,7) . Las palabras del profeta Isaías expresan el consuelo, el suspiro de alivio de un pueblo exiliado, agotado por la violencia y el abuso, expuesto a la indignidad y la muerte. Sobre él, el profeta Baruc se preguntaba: «¿Por qué estás en tierra enemiga y has envejecido en tierra extranjera? ¿Por qué te has contaminado con los muertos y estás entre los que descienden al infierno? " (3,10-11). Para estas personas, la llegada del mensajero de la paz significó la esperanza de un renacimiento de los escombros de la historia, el comienzo de un futuro brillante. Incluso hoy, el camino de la paz , que san Pablo VI llamó con el nuevo nombre de desarrollo integral , [1] lamentablemente queda lejos de la vida real de tantos hombres y mujeres y, por tanto, de la familia humana, que ahora está completamente interconectados. A pesar de los múltiples esfuerzos dirigidos al diálogo constructivo entre naciones, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica, mientras avanzan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del cambio climático y la degradación ambiental, el drama del hambre y la sed se agrava y continúa dominando un modelo económico basado en el individualismo más que en el compartir solidario. Como en los días de los antiguos profetas, incluso hoyel clamor de los pobres y de la tierra [2] nunca deja de levantarse para implorar justicia y paz. En todos los tiempos, la paz es tanto un regalo de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Existe, de hecho, una "arquitectura" de paz, donde intervienen las diversas instituciones de la sociedad, y hay una "artesanía" de paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente. [3] Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: desde el propio corazón y las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medio, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados. Aquí me gustaría proponer tres formas de construir una paz duradera. En primer lugar, el diálogo entre generaciones , como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, la educación , como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Finalmente, trabaje por la plena realización de la dignidad humana. Estos son tres elementos esenciales para "dar vida a un pacto social", [4] sin los cuales todo proyecto de paz resulta contradictorio. 2. Diálogo entre generaciones para construir la paz En un mundo todavía preso de la pandemia, que ha causado demasiados problemas, "algunos intentan escapar de la realidad refugiándose en mundos privados y otros la afrontan con violencia destructiva, pero entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta hay un 'siempre opción posible: diálogo. Diálogo entre generaciones ". [5] Cualquier diálogo sincero, si bien no está exento de una dialéctica correcta y positiva, siempre requiere una confianza básica entre los interlocutores. ¡Debemos recuperar la posesión de esta confianza mutua! La actual crisis de salud ha amplificado para todos la sensación de soledad y retraimiento en uno mismo. La soledad de las personas mayores va acompañada de una sensación de impotencia y una falta de una idea compartida del futuro en los jóvenes. Esta crisis es ciertamente dolorosa. En él, sin embargo, incluso las mejores personas pueden expresarse. De hecho, durante la pandemia encontramos, en todas partes del mundo, testimonios generosos de compasión, compartir, solidaridad. El diálogo significa escucharse, discutir, ponerse de acuerdo y caminar juntos. Fomentar todo esto entre generaciones significa labrar el duro y estéril suelo del conflicto y el desperdicio para cultivar las semillas de una paz duradera y compartida. Si bien el desarrollo tecnológico y económico a menudo ha dividido generaciones, las crisis contemporáneas revelan la urgencia de su alianza. Por un lado, los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los ancianos; por otro lado, las personas mayores necesitan el apoyo, el cariño, la creatividad y el dinamismo de los jóvenes. Los grandes desafíos sociales y los procesos de pacificación no pueden prescindir del diálogo entre los custodios de la memoria - los ancianos - y los que llevan la historia - los jóvenes -; ni de la voluntad de cada uno de dejar espacio al otro, de no pretender ocupar todo el escenario persiguiendo sus intereses inmediatos como si no hubiera pasado ni futuro. La crisis global que vivimos nos muestra en el encuentro y el diálogo entre generaciones el motor de una política sana, que no se contenta con administrar lo existente "con parches o soluciones rápidas", [6] sino que se ofrece como forma eminente del amor al otro, [7] en la búsqueda de proyectos compartidos y sostenibles. Si, en las dificultades, logramos practicar este diálogo intergeneracional «podremos estar bien arraigados en el presente y, desde esta posición, frecuentar el pasado y el futuro: atender al pasado, aprender de la historia y sanar las heridas que a veces nos condicionan; atender el futuro, alimentar el entusiasmo, hacer germinar los sueños, suscitar profecías, hacer florecer las esperanzas. De esta forma unidos podremos aprender unos de otros ». [8] Sin raíces, ¿cómo podrían crecer y dar frutos los árboles? Piense en el tema del cuidado de nuestra casa común. El medio ambiente en sí, de hecho, "es un préstamo que cada generación recibe y debe pasar a la siguiente". [9] Por tanto, conviene valorar y animar a los numerosos jóvenes comprometidos con un mundo más justo y atento para salvaguardar la creación, confiados a nuestro cuidado. Lo hacen con inquietud y entusiasmo, sobre todo con sentido de responsabilidad ante el urgente cambio de rumbo [10] que nos imponen las dificultades surgidas de la actual crisis ética y socioambiental [11] . Por otro lado, la oportunidad de construir juntos caminos de paz no puede ignorar la educación y el trabajo, lugares privilegiados y contextos de diálogo intergeneracional. Es la educación la que proporciona la gramática del diálogo entre generaciones y es en la experiencia del trabajo donde hombres y mujeres de diferentes generaciones se encuentran colaborando, intercambiando conocimientos, experiencias y habilidades con miras al bien común. 3. La educación y la educación como motores de la paz En los últimos años, el presupuesto para educación y educación, considerado gasto más que inversión, ha disminuido significativamente en todo el mundo. Sin embargo, son los principales vectores del desarrollo humano integral: hacen a la persona más libre y responsable y son indispensables para la defensa y promoción de la paz. En otras palabras, la educación y la crianza son los cimientos de una sociedad civil cohesionada, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso. El gasto militar, en cambio, se ha incrementado, superando el nivel registrado al final de la "guerra fría", y parece destinado a crecer exorbitantemente. [12] Por tanto, es oportuno y urgente que quienes tienen responsabilidades gubernamentales desarrollen políticas económicas que contemplen una inversión de la relación entre las inversiones públicas en educación y los fondos destinados a armamento. Por otro lado, la búsqueda de un proceso real de desarme internacional solo puede traer grandes beneficios para el desarrollo de los pueblos y naciones, liberando recursos financieros para ser utilizados de manera más adecuada para la salud, la escuela, la infraestructura, el cuidado del territorio. y etc. Espero que la inversión en educación vaya acompañada de un mayor compromiso para promover la cultura del cuidado. [13] Frente a las fracturas de la sociedad y la inercia de las instituciones, puede convertirse en el lenguaje común que derriba barreras y tiende puentes. “Un país crece cuando interactúan de manera constructiva sus diversas riquezas culturales: cultura popular, cultura universitaria, cultura juvenil, cultura artística y cultura tecnológica, cultura económica y cultura familiar y cultura mediática”. [14] Por lo tanto, es necesario forjar un nuevo paradigma cultural, a través de "un pacto educativo global para y con las generaciones más jóvenes, que involucre a las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, toda la humanidad, en la formación de personas maduras". . [15] Un pacto que promueve la educación en ecología integral, según un modelo cultural de paz, desarrollo y sustentabilidad, centrado en la fraternidad y la alianza entre el ser humano y el medio ambiente. [dieciséis] Invertir en la educación y formación de las generaciones más jóvenes es el camino principal que les lleva, a través de una preparación específica, a ocupar rentablemente el lugar que les corresponde en el mundo del trabajo. [17] 4. Promover y asegurar el trabajo construye la paz El trabajo es un factor indispensable para construir y preservar la paz. Es expresión de uno mismo y de sus dones, pero también de compromiso, esfuerzo, colaboración con los demás, porque siempre se trabaja con o para alguien. Desde esta perspectiva marcadamente social, el trabajo es el lugar donde aprendemos a hacer nuestra contribución a un mundo más habitable y bello. La pandemia Covid-19 ha agravado la situación en el mundo del trabajo, que ya enfrentaba múltiples desafíos. Millones de actividades económicas y productivas han fracasado; los trabajadores precarios son cada vez más vulnerables; muchos de los que prestan servicios esenciales están aún más ocultos de la conciencia pública y política; en muchos casos, la educación a distancia ha generado un retroceso en el aprendizaje y la escolarización. Además, los jóvenes que ingresan al mercado profesional y los adultos que han caído en el desempleo hoy enfrentan perspectivas dramáticas. En particular, el impacto de la crisis en la economía informal, que a menudo involucra a trabajadores migrantes, ha sido devastador. Muchos de ellos no están reconocidos por las leyes nacionales, como si no existieran; viven en condiciones muy precarias para ellos y sus familias, expuestos a diversas formas de esclavitud y sin un sistema de bienestarque los protege. Además, actualmente solo un tercio de la población mundial en edad de trabajar disfruta de un sistema de protección social, o solo puede beneficiarse de él en formas limitadas. La violencia y la delincuencia organizada están aumentando en muchos países, ahogando la libertad y la dignidad de las personas, envenenando la economía e impidiendo el desarrollo del bien común. La respuesta a esta situación solo puede pasar por una expansión de las oportunidades de trabajo decente. De hecho, el trabajo es la base sobre la que construir la justicia y la solidaridad en todas las comunidades. Por eso, «no debemos intentar sustituir cada vez más el trabajo humano por el progreso tecnológico: al hacerlo, la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, es parte del sentido de la vida en esta tierra, una forma de maduración, desarrollo humano y realización personal ». [18] Debemos aunar ideas y esfuerzos para crear las condiciones e inventar soluciones, para que todo ser humano en edad de trabajar tenga la posibilidad, con su trabajo, de contribuir a la vida de la familia y de la sociedad. Es más urgente que nunca promover unas condiciones de trabajo dignas y dignas en todo el mundo, orientadas al bien común y la salvaguardia de la creación. Es necesario asegurar y apoyar la libertad de iniciativa empresarial y, al mismo tiempo, fomentar una renovada responsabilidad social, para que el lucro no sea el único criterio rector. En esta perspectiva, las iniciativas que, a todos los niveles, instan a las empresas a respetar los derechos humanos fundamentales de los trabajadores y trabajadoras, deben ser estimuladas, acogidas y apoyadas, sensibilizando en este sentido no solo a las instituciones, sino también a los consumidores, la sociedad civil. y realidades empresariales. Cuanto más conscientes estos últimos de su papel social, más se convierten en lugares donde se ejerce la dignidad humana, participando así a su vez en la construcción de la paz. En este aspecto, la política está llamada a jugar un papel activo, promoviendo un justo equilibrio entre la libertad económica y la justicia social. Y todos los que trabajan en este campo, comenzando por los trabajadores y empresarios católicos, pueden encontrar pautas seguras en la doctrina social de la Iglesia.. ¡Queridos hermanos y hermanas! Mientras buscamos unir esfuerzos para salir de la pandemia, quisiera renovar mi agradecimiento a quienes se han comprometido y continúan dedicándose con generosidad y responsabilidad a garantizar la educación, la seguridad y la protección de los derechos, brindar atención médica, Facilitar el encuentro entre familiares y enfermos, para asegurar el apoyo económico de las personas necesitadas o que han perdido su empleo. Y aseguro mi recuerdo en oración por todas las víctimas y sus familias. A los gobernantes y a todos los que tienen responsabilidades políticas y sociales, a los pastores y animadores de las comunidades eclesiales, así como a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, les pido que caminemos juntos por estos tres caminos: diálogo entre generaciones, educación. y trabajo. Con valentía y creatividad. Y que cada vez sean más los que, en silencio, con humildad y tenacidad, se conviertan día a día en artesanos de la paz. ¡Y que la bendición del Dios de paz los preceda y acompañe siempre! Vaticano, 8 de diciembre de 2021 Francisco


Documento preparatorio de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos

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Documento preparatorio de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos , 07.09.2021 Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión Documento preparatorio Índice I. La llamada a caminar juntos II. Una Iglesia constitutivamente sinodal III. En la escucha de las Escrituras Jesús, la multitud, los apóstoles Una doble dinámica de conversión: Pedro y Cornelio (Hch 10) IV. La sinodalidad en acción: pistas para la consulta al Pueblo de Dios La pregunta fundamental Diversas articulaciones de la sinodalidad Diez núcleos temáticos para profundizar Para contribuir a la consultación 1. La Iglesia de Dios es convocada en Sínodo. El camino, cuyo título es «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión», se iniciará solemnemente el 9-10 de octubre del 2021 en Roma y el 17 de octubre siguiente en cada Iglesia particular. Una etapa fundamental será la celebración de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en el mes de octubre del 2023[1], a la cual seguirá la fase de actuación, que implicará nuevamente a las Iglesias particulares (cf. EC, art. 19-21). Con esta convocatoria, el Papa Francisco invita a toda la Iglesia a interrogarse sobre un tema decisivo para su vida y su misión: «Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio»[2]. Este itinerario, que se sitúa en la línea del «aggiornamento» de la Iglesia propuesto por el Concilio Vaticano II, es un don y una tarea: caminando juntos, y juntos reflexionando sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender, a partir de lo que irá experimentando, cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión. Nuestro “caminar juntos”, en efecto, es lo que mejor realiza y manifiesta la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero. 2. Una pregunta fundamental nos impulsa y nos guía: ¿cómo se realiza hoy, a diversos niveles (desde el local al universal) ese “caminar juntos” que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, de acuerdo a la misión que le fue confiada; y qué pasos el Espíritu nos invita a dar para crecer como Iglesia sinodal? Enfrentar juntos esta cuestión exige disponerse a la escucha del Espíritu Santo, que, como el viento, «sopla donde quiere: oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va» (Jn 3,8), permaneciendo abiertos a las sorpresas que ciertamente preparará para nosotros a lo largo del camino. De este modo, se pone en acción un dinamismo que permite comenzar a recoger algunos frutos de una conversión sinodal, que madurarán progresivamente. Se trata de objetivos de gran relevancia para la calidad de vida eclesial y para el desarrollo de la misión evangelizadora, en la cual todos participamos en virtud del Bautismo y de la Confirmación. Indicamos aquí los principales, que manifiestan la sinodalidad como forma, como estilo y como estructura de la Iglesia: • hacer memoria sobre cómo el Espíritu ha guiado el camino de la Iglesia en la historia y nos llama hoy a ser juntos testigos del amor de Dios; • vivir un proceso eclesial participado e inclusivo, que ofrezca a cada uno – en particular a cuantos por diversas razones se encuentran en situaciones marginales – la oportunidad de expresarse y de ser escuchados para contribuir en la construcción del Pueblo de Dios; • reconocer y apreciar la riqueza y la variedad de los dones y de los carismas que el Espíritu distribuye libremente, para el bien de la comunidad y en favor de toda la familia humana; • experimentar modos participados de ejercitar la responsabilidad en el anuncio del Evangelio y en el compromiso por construir un mundo más hermoso y más habitable; • examinar cómo se viven en la Iglesia la responsabilidad y el poder, y las estructuras con las que se gestionan, haciendo emerger y tratando de convertir los prejuicios y las prácticas desordenadas que no están radicadas en el Evangelio; • sostener la comunidad cristiana come sujeto creíble y socio fiable en caminos de diálogo social, sanación, reconciliación, inclusión y participación, reconstrucción de la democracia, promoción de la fraternidad y de la amistad social; • regenerar las relaciones entre los miembros de las comunidades cristianas, así como también entre las comunidades y los otros grupos sociales, por ejemplo, comunidades de creyentes de otras confesiones y religiones, organizaciones de la sociedad civil, movimientos populares, etc.; • favorecer la valoración y la apropiación de los frutos de las recientes experiencias sinodales a nivel universal, regional, nacional y local. 3. El presente Documento Preparatorio se ofrece como servicio al camino sinodal, en particular como instrumento para favorecer la primera fase de escucha y consultación de Pueblo de Dios en las Iglesias particulares (octubre de 2021 – abril de 2022), con la esperanza de contribuir a poner en movimiento las ideas, las energías y la creatividad de todos aquellos que participarán en el itinerario, y facilitar la coparticipación de los frutos de sus compromisos. Con este objetivo: 1) comienza trazando algunas características sobresalientes del contexto contemporáneo; 2) ilustra sintéticamente las referencias teológicas fundamentales para una correcta comprensión y actuación de la sinodalidad; 3) ofrece algunas indicaciones bíblicas que podrán alimentar la meditación y la reflexión orante a lo largo del camino; 4) ilustra algunas perspectivas a partir de las cuales releer las experiencias de sinodalidad vividas; 5) expone algunas pistas para articular este trabajo de relectura en la oración y en la coparticipación. Para acompañar concretamente la organización de los trabajos se propone un Vademecum metodológico, adjunto al presente Documento Preparatorio y disponible en el correspondiente sito[3]. El sito ofrece algunos recursos para profundizar el tema de la sinodalidad, como apoyo a este Documento Preparatorio; entre ellos indicamos dos, varias veces citados a continuación: el Discurso para la Conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, pronunciado por el Papa Francisco el 17 de octubre del 2015, y el documento La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, elaborado por la Comisión Teológica Internacional y publicado en el 2018. I. La llamada a caminar juntos 4. El camino sinodal se desarrolla dentro de un contexto histórico caracterizado por cambios “epocales” de la sociedad y por una etapa crucial de la vida de la Iglesia, que no es posible ignorar: es en los pliegues de este contexto complejo, en sus tensiones y contradicciones, donde estamos llamados a «escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio» (GS, n. 4). Se señalan aquí algunos elementos del escenario global más estrechamente vinculados con el tema del Sínodo, pero el cuadro deberá enriquecerse y completarse a nivel local. 5. Una tragedia global como la pandemia del COVID-19 «despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos» (FT, n. 32). Al mismo tiempo la pandemia ha hecho detonar las desigualdades y las injusticias ya existentes: la humanidad aparece cada vez más sacudida por procesos de masificación y de fragmentación; la trágica condición que viven los migrantes en todas las regiones del mundo atestiguan cuán altas y fuertes son aún las barreras que dividen la única familia humana. Las Encíclicas Laudato si’ y Fratelli Tutti explicitan la profundidad de las fracturas que marcan los caminos de la humanidad, y a esos análisis podemos hacer referencia para disponernos a la escucha del clamor de los pobres y del clamor la tierra y reconocer las semillas de esperanza y de futuro que el Espíritu continúa a hacer germinar también en nuestro tiempo: «El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común» (LS, n. 13). 6. Esta situación, que, no obstante las grandes diferencias, une a la entera familia humana, pone a prueba la capacidad de la Iglesia para acompañar a las personas y a las comunidades para que puedan releer experiencias de luto y de sufrimiento, que han encubierto muchas falsas seguridades, y para cultivar la esperanza y la fe en la bondad del Creador y de su creación. Sin embargo, no podemos escondernos: la misma Iglesia debe afrontar la falta de fe y la corrupción también dentro de ella. En particular, no podemos olvidar el sufrimiento vivido por personas menores y adultos vulnerables «a causa de abusos sexuales, de poder y de consciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas»[4]. Continuamente somos interpelados «como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu»[5]: por mucho tiempo el de las víctimas ha sido un clamor que la Iglesia no ha sabido escuchar suficientemente. Se trata de heridas profundas, que difícilmente se cicatrizan, por las cuales no se pedirá nunca suficiente perdón y que constituyen obstáculos, a veces imponentes, para proceder en la dirección del “caminar juntos”. La Iglesia entera está llamada a confrontarse con el peso de una cultura impregnada de clericalismo, heredada de su historia, y de formas de ejercicio de la autoridad en las que se insertan los diversos tipos de abuso (de poder, económicos, de conciencia, sexuales). Es impensable «una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios»[6]: pidamos juntos al Señor «la gracia de la conversión y la unción para poder expresar, ante estos crímenes de abuso, nuestra compunción y nuestra decisión de luchar con valentía»[7]. 7. No obstante nuestras infidelidades, el Espíritu continúa actuando en la historia y mostrando su potencia vivificante. Precisamente en los surcos excavados por los sufrimientos de todo tipo padecidos por la familia humana y por el Pueblo de Dios están floreciendo nuevos lenguajes de fe y nuevos caminos capaces, no sólo de interpretar los eventos desde un punto de vista teologal, sino también de encontrar en medio de las pruebas las razones para refundar el camino de la vida cristiana y eclesial. Es un motivo de gran esperanza que no pocas Iglesias hayan ya comenzado a organizar encuentros y procesos de consulta al Pueblo de Dios, más o menos estructurados. Allí donde tales procesos han sido organizados según un estilo sinodal, el sentido de Iglesia ha florecido y la participación de todos ha dado un nuevo impulso a la vida eclesial. Se confirman igualmente el deseo de protagonismo dentro de la Iglesia por parte de los jóvenes, y la solicitud de una mayor valoración de las mujeres y de espacios de participación en la misión de la Iglesia, ya señalados por las Asambleas sinodales de 2018 y de 2019. En esta misma línea se ha de considerar la reciente institución del ministerio laical de catequista y la apertura a las mujeres del acceso a los ministerios del lectorado y del acolitado. 8. No podemos ignorar la variedad de condiciones en las que viven las comunidades cristianas en las diversas regiones del mundo. Junto a países en los cuales la Iglesia reúne la mayoría de la población y representa una referencia cultural para toda la sociedad, existen otros países en los cuales los católicos son una minoría; en algunos de estos países, los católicos, junto con los otros cristianos, experimentan formas de persecución, incluso muy violentas, y a menudo el martirio. Si, por una parte, predomina una mentalidad secularizada que tiende a expulsar la religión del espacio público, por otra parte, existe un integrismo religioso, que no respeta la libertad de los otros, alimenta formas de intolerancia y de violencia, que se reflejan también en la comunidad cristiana y en sus relaciones con la sociedad. No es infrecuente que los cristianos asuman estas mismas actitudes, fomentando también las divisiones y las contraposiciones también en la Iglesia. Igualmente, es necesario tener presente el modo en que repercuten, dentro de la comunidad cristiana y en sus relaciones con la sociedad, las fracturas que caracterizan a esta última, por razones étnicas, raciales, de casta o por otras formas de estratificación social o de violencia cultural y estructural. Estas situaciones tienen un profundo impacto en el significado de la expresión “caminar juntos” y en las posibilidades concretas de ponerlas en acto. 9. En este contexto, la sinodalidad representa el camino principal para la Iglesia, llamada a renovarse bajo la acción del Espíritu y gracias a la escucha de la Palabra. La capacidad de imaginar un futuro diverso para la Iglesia y para las instituciones a la altura de la misión recibida depende en gran parte de la decisión de comenzar a poner en práctica procesos de escucha, de diálogo y de discernimiento comunitario, en los que todos y cada uno puedan participar y contribuir. Al mismo tiempo, la opción de “caminar juntos” es un signo profético para una familia humana que tiene necesidad de un proyecto compartido, capaz de conseguir el bien de todos. Una Iglesia capaz de comunión y de fraternidad, de participación y de subsidiariedad, en la fidelidad a lo que anuncia, podrá situarse al lado de los pobres y de los últimos y prestarles la propia voz. Para “caminar juntos” es necesario que nos dejemos educar por el Espíritu en una mentalidad verdaderamente sinodal, entrando con audacia y libertad de corazón en un proceso de conversión sin el cual no será posible la «perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad» (UR, n. 6; cf. EG, n. 26). II. Una Iglesia constitutivamente sinodal 10. «Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra “Sínodo”»[8], que «es una palabra antigua muy venerada por la Tradición de la Iglesia, cuyo significado se asocia con los contenidos más profundos de la Revelación»[9]. Es el «Señor Jesús que se presenta a sí mismo como “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6)», y «los cristianos, sus seguidores, en su origen fueron llamados “los discípulos del camino” (cf. Hch 9,2; 19,9.23; 22,4; 24,14.22)»[10]. La sinodalidad, en esta perspectiva, es mucho más que la celebración de encuentros eclesiales y asambleas de obispos, o una cuestión de simple administración interna en la Iglesia; la sinodalidad «indica la específica forma de vivir y obrar (modus vivendi et operandi) de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora»[11]. Se entrelazan así aquellos elementos que el título del Sínodo propone como ejes principales de una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. Ilustramos en este capítulo de manera sintética algunas referencias teológicas esenciales sobre las cuales se fundamenta esta perspectiva. 11. En el primer milenio “caminar juntos”, es decir, practicar la sinodalidad, fue el modo de proceder habitual de la Iglesia entendida como “un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»[12]. A quienes dividían el cuerpo eclesial, los Padres de la Iglesia opusieron la comunión de las Iglesias extendidas por todo el mundo, que San Agustín describía como «concordissima fidei conspiratio»[13], es decir, como el acuerdo en la fe de todos los Bautizados. Aquí echa sus raíces el amplio desarrollo de una praxis sinodal a todos los niveles de la vida de la Iglesia – local, provincial, universal –, que ha encontrado en el Concilio ecuménico su manifestación más alta. Es en este horizonte eclesial, inspirado en el principio de la participación de todos en la vida eclesial, donde San Juan Crisóstomo podrá decir: «Iglesia y Sínodo son sinónimos»[14]. También en el segundo milenio, cuando la Iglesia ha subrayado más la función jerárquica, no disminuyó este modo de proceder: si en el medievo y en época moderna la celebración de sínodos diocesanos y provinciales está bien documentada junto a la de los concilios ecuménicos, cuando se ha tratado de definir verdades dogmáticas, los papas han querido consultar a los obispos para conocer la fe de toda la Iglesia, recurriendo a la autoridad del sensus fidei de todo el Pueblo de Dios, que es «infalible “in credendo”» (EG, n. 119). 12. A este dinamismo de la Tradición se ha anclado el Concilio Vaticano II. Esto demuestra que «fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente» (LG, n. 9). Los miembros del Pueblo de Dios están unidos por el Bautismo y «aun cuando algunos, por voluntad de Cristo, han sido constituidos doctores, dispensadores de los misterios y pastores para los demás, existe una auténtica igualdad entre todos en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los Fieles en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo» (LG, n. 32). Por lo tanto, todos los Bautizados, al participar de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, «en el ejercicio de la multiforme y ordenada riqueza de sus carismas, de su vocación, de sus ministerios»[15], son sujetos activos de evangelización, tanto singularmente como formando parte integral del Pueblo de Dios. 13. El Concilio ha subrayado como, en virtud de la unción del Espíritu Santo recibida en el Bautismo, la totalidad de los Fieles «no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando “desde los Obispos hasta los últimos fieles laicos” presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres» (LG, n. 12). Es el Espíritu que guía a los creyentes «hasta la verdad plena» (Jn 16,13). A través de su obra «la Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia» porque todo el Pueblo santo de Dios crece en la comprensión y en la experiencia «de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón (cf. Lc 2,19.51), ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad» (DV, n. 8). En efecto, ese Pueblo, reunido por sus Pastores, se adhiere al sacro depósito de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia, persevera constantemente en la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en la oración, «y así se realiza una maravillosa concordia de Pastores y Fieles en conservar, practicar y profesar la fe recibida» (DV, n. 10). 14. Los Pastores, como «auténticos custodios, intérpretes y testimonios de la fe de toda la Iglesia»[16], no teman, por lo tanto, disponerse a la escucha de la grey a ellos confiada: la consulta al Pueblo de Dios no implica que se asuman dentro de la Iglesia los dinamismos de la democracia radicados en el principio de la mayoría, porque en la base de la participación en cada proceso sinodal está la pasión compartida por la común misión de evangelización y no la representación de intereses en conflicto. En otras palabras, se trata de un proceso eclesial que no puede realizase si no «en el seno de una comunidad jerárquicamente estructurada»[17]. Es en el vínculo profundo entre el sensus fidei del Pueblo de Dios y la función del magisterio de los pastores donde se realiza el consenso unánime de toda la Iglesia en la misma fe. Cada proceso sinodal, en el que los obispos son llamados a discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia no solos, sino escuchando al Pueblo de Dios, que «participa también de la función profética de Cristo» (LG, n. 12), es una forma evidente de ese «caminar juntos» que hace crecer a la Iglesia. San Benito subraya como «muchas veces el Señor revela al más joven lo que es mejor»[18], es decir, a quien no ocupa posiciones de relieve en la comunidad; así, los obispos tengan la preocupación de alcanzar a todos, para que en el desarrollo ordenado del camino sinodal se realice lo que el apóstol Pablo recomienda a la comunidad: «No extingan la acción del Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno» (1Ts 5,19-21). 15. El sentido del camino al cual todos estamos llamados consiste, principalmente, en descubrir el rostro y la forma de una Iglesia sinodal, en la que «cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, Colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el “Espíritu de verdad” (Jn 14,17), para conocer lo que Él “dice a las Iglesias” (Ap 2,7)»[19]. El Obispo de Roma, en cuanto principio y fundamento de la unidad de la Iglesia, pide a todos los Obispos y a todas las Iglesias particulares, en las cuales y a partir de las cuales existe la Iglesia católica, una y única (cf. LG, n. 23), que entren con confianza y audacia en el camino de la sinodalidad. En este “caminar juntos”, pedimos al Espíritu que nos ayude a descubrir cómo la comunión, que compone en la unidad la variedad de los dones, de los carismas y de los ministerios, es para la misión: una Iglesia sinodal es una Iglesia “en salida”, una Iglesia misionera, «con las puertas abiertas» (EG, n. 46). Esto incluye la llamada a profundizar las relaciones con las otras Iglesias y comunidades cristianas, con las que estamos unidos por el único Bautismo. La perspectiva del “caminar juntos”, además, es todavía más amplia, y abraza a toda la humanidad, con que compartimos «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias» (GS, n. 1). Una Iglesia sinodal es un signo profético sobre todo para una comunidad de las naciones incapaz de proponer un proyecto compartido, a través del cual conseguir el bien de todos: practicar la sinodalidad es hoy para la Iglesia el modo más evidente de ser «sacramento universal de salvación» (LG, n. 48), «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (LG, n. 1). III. En la escucha de las Escrituras 16. El Espíritu de Dios, que ilumina y vivifica este “caminar juntos” de las Iglesias, es el mismo que actúa en la misión de Jesús, prometido a los Apóstoles y a las generaciones de los discípulos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. El Espíritu, según la promesa del Señor, no se limita a confirmar la continuidad del Evangelio de Jesús, sino que ilumina las profundidades siempre nuevas de su Revelación e inspira las decisiones necesarias para sostener el camino de la Iglesia (cf. Jn 14,25-26; 15,26-27; 16,12-15). Por eso es oportuno que nuestro camino de construcción de una Iglesia sinodal se inspire en dos “imágenes” de la Escritura. Una emerge en la representación de la “escena comunitaria”, que acompaña constantemente el camino de la evangelización; la otra se refiere a la experiencia del Espíritu en la cual Pedro y la comunidad primitiva reconocen el riesgo de poner límites injustificados a la coparticipación de la fe. La experiencia sinodal del caminar juntos, siguiendo las huellas del Señor y en la obediencia al Espíritu, podrá recibir una inspiración decisiva de la meditación de estos dos momentos de la Revelación. Jesús, la multitud, los apóstoles 17. En su estructura fundamental, una escena originaria aparece como una constante del modo en que Jesús se revela a lo largo de todo el Evangelio, anunciando la llegada del Reino de Dios. Los actores en juego son esencialmente tres (más uno). El primero, naturalmente, es Jesús, el protagonista absoluto que toma la iniciativa, sembrando las palabras y los signos de la llegada del Reino sin hacer «acepción de personas» (cf. Hch 10,34). De diversas maneras, Jesús se dirige con especial atención a los que están “separados” de Dios y a los “abandonados” por la comunidad (los pecadores y los pobres, en el lenguaje evangélico). Con sus palabras y sus acciones ofrece la liberación del mal y la conversión a la esperanza, en nombre de Dios Padre y con la fuerza del Espíritu Santo. No obstante la diversidad de los llamados y de las respuestas de acogida al Señor, la característica común es que la fe emerge siempre como valoración de la persona: su súplica es escuchada, a su dificultad se da ayuda, su disponibilidad es apreciada, su dignidad es confirmada por la mirada de Dios y restituida al reconocimiento de la comunidad. 18. La acción evangelizadora y el mensaje de salvación, en efecto, no serían comprensibles sin la constante apertura de Jesús al interlocutor más amplio posible, que los Evangelios indican como la multitud, es decir el conjunto de personas que lo siguen a lo largo del camino, y a veces incluso van detrás de Él en la esperanza de un signo y de una palabra de salvación: he aquí el segundo actor de la escena de la Revelación. El anuncio evangélico no se dirige sólo a pocos iluminados o elegidos. El interlocutor de Jesús es “el pueblo” de la vida común, uno “cualquiera” de la condición humana, que Él pone directamente en contacto con el don de Dios y la llamada a la salvación. De un modo que sorprende y a veces escandaliza a los testigos, Jesús acepta como interlocutores a todos aquellos que forman parte de la multitud: escucha las apasionadas quejas de la mujer cananea (cf. Mt 15,21-28), que no puede aceptar ser excluida de la bendición que Él trae consigo; dialoga con la Samaritana (cf. Jn 4, 1-42), no obstante su condición de mujer comprometida social y religiosamente; pide el acto de fe libre y agradecido del ciego de nacimiento (cf. Jn 9), que la religión oficial había excluido del perímetro de la gracia. 19. Algunos siguen más explícitamente a Jesús, experimentando la fidelidad del discipulado, mientras a otros se les invita a volver a su vida ordinaria: todos, sin embargo, dan testimonio de la fuerza de la fe que los ha salvado (cf. Mt 15,28). Entre los que siguen a Jesús destaca la figura de los apóstoles que Él mismo llama desde el comienzo, destinándolos a la cualificada mediación en la relación de la multitud con la Revelación y con la llegada del Reino de Dios. El ingreso en la escena de este tercer actor no tiene lugar gracias a una curación o a una conversión, sino que coincide con la llamada de Jesús. La elección de los apóstoles no es el privilegio de una posición exclusiva de poder y de separación, sino la gracia de un ministerio inclusivo de bendición y de comunión. Gracias al don del Espíritu del Señor resucitado, ellos deben custodiar el lugar que ocupa Jesús, sin sustituirlo: no para poner filtros a su presencia, sino para que sea más fácil encontrarlo. 20. Jesús, la multitud en su variedad, los apóstoles: he aquí la imagen y el misterio que ha de ser contemplado y profundizado continuamente para que la Iglesia llegue a ser siempre más aquello que es. Ninguno de los tres actores puede salir de la escena. Si falta Jesús y en su lugar se ubica otro, la Iglesia se transforma en un contrato entre los apóstoles y la multitud, cuyo diálogo terminará por seguir los intereses del juego político. Sin los apóstoles, autorizados por Jesús e instruidos por el Espíritu, el vínculo con la verdad evangélica se interrumpe y la multitud queda expuesta a un mito o a una ideología sobre Jesús, ya sea que lo acepte o que lo rechace. Sin la multitud, la relación de los apóstoles con Jesús se corrompe en una forma sectaria y autorreferencial de la religión y la evangelización pierde entonces su luz, que proviene solo de Dios, el cual se revela directamente a cada uno, ofreciéndole su salvación. 21. Además existe otro actor “que se agrega”, el antagonista, que introduce en la escena la separación diabólica de los otros tres. Ante la desconcertante perspectiva de la cruz, hay discípulos que se alejan y gente que cambia de humor. La insidia que divide – y por lo tanto contrasta un camino común – se manifiesta indiferentemente en las formas del rigorismo religioso, de la intimación moral que se presenta más exigente que la de Jesús, y de la seducción de una sabiduría política mundana que pretende ser más eficaz que el discernimiento de espíritus. Para eludir los engaños del “cuarto actor” es necesaria una conversión continua. A este respecto resulta emblemático el episodio del centurión Cornelio (cf. Hch 10), antecedente de aquel “concilio” de Jerusalén (cf. Hch 15), que constituye una referencia crucial para una Iglesia sinodal. Una doble dinámica de conversión: Pedro y Cornelio (Hch 10) 22. El episodio narra ante todo la conversión de Cornelio, que recibe verdaderamente una suerte de anunciación. Cornelio es un pagano, presumiblemente un romano, centurión (oficial de bajo grado) del ejército de ocupación, que ejerce una actividad basada en la violencia y la prepotencia. Sin embargo, se dedica a la oración y a la limosna, es decir, cultiva su relación con Dios y se preocupa por el prójimo. Precisamente el ángel entra sorprendentemente en su casa, lo llama por su nombre y lo exhorta a enviar – ¡el verbo de la misión! – a sus siervos a Haifa para llamar – ¡el verbo de la vocación! – a Pedro. El texto se refiere, entonces, a la narración de la conversión de este último, que ese mismo día ha recibido la visión en la cual una voz le ordena matar y comer de los animales, algunos de los cuales son impuros. Su respuesta es decidida: «De ninguna manera, Señor» (Hch 10,14). Reconoce que es el Señor que le habla, pero le opone una neta resistencia, porque esa orden anula preceptos de la Torá, irrenunciables por su identidad religiosa, que expresan un modo de entender la elección como diferencia que implica separación y exclusión respecto a los otros pueblos. 23. El apóstol queda profundamente turbado y, mientras se pregunta acerca del sentido de lo ocurrido, llegan los hombres mandados por Cornelio, que el Espíritu le indica como sus enviados. A ellos Pedro responde con palabras que evocan las de Jesús en el huerto: «Yo soy el que buscan» (Hch 10,21). Es una verdadera y profunda conversión, un paso doloroso e inmensamente fecundo de abandono de las propias categorías culturales y religiosas: Pedro acepta comer junto con los paganos el alimento que siempre había considerado prohibido, reconociéndolo como instrumento de vida y de comunión con Dios y con los otros. Es en el encuentro con las personas, acogiéndolas, caminando junto a ellas y entrando en sus casas, como él descubre el significado de su visión: ningún ser humano es indigno a los ojos de Dios y la diferencia instituida por la elección no es preferencia exclusiva, sino servicio y testimonio de dimensión universal. 24. Tanto Cornelio como Pedro implican a otros en sus caminos de conversión, haciendo de ellos compañeros de camino. La acción apostólica realiza la voluntad de Dios creando comunidad, derribando muros y promoviendo el encuentro. La palabra asume un rol central en el encuentro entre los dos protagonistas. Cornelio comienza por compartir la experiencia que ha vivido. Pedro lo escucha y a continuación toma la palabra, comunicando a su vez lo que le ha sucedido y dando testimonio de la cercanía del Señor, que va al encuentro de cada persona para liberarla de aquello que la tiene prisionera del mal y la mortifica en su humanidad (cf. Hch 10,38). Este modo de comunicar es similar al que Pedro adoptará cuando, en Jerusalén, los fieles circuncidados le reprocharán y le acusarán de haber violado las normas tradicionales, sobre las que ellos parecen concentrar toda su atención, desatendiendo la efusión del Espíritu: «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos» (Hch 11,3). En ese momento de conflicto, Pedro cuenta lo que le ha sucedido y sus reacciones de desconcierto, incomprensión y resistencia. Justamente esto ayudará a sus interlocutores, inicialmente agresivos y refractarios, a escuchar y acoger aquello que ha ocurrido. La Escritura contribuirá a interpretar el sentido, como después sucederá también en el “concilio” de Jerusalén, en un proceso de discernimiento que es una escucha en común del Espíritu. IV. La sinodalidad en acción: pistas para la consulta al Pueblo de Dios 25. Iluminado por la Palabra y fundado en la Tradición, el camino sinodal está enraizado en la vida concreta del Pueblo de Dios. En efecto, presenta una particularidad que es también una extraordinaria riqueza: su sujeto – la sinodalidad – es también su método. En otras palabras, constituye una especie de taller o de experiencia piloto, que permite comenzar a recoger desde el comienzo los frutos del dinamismo que la progresiva conversión sinodal introduce en la comunidad cristiana. Por otra parte, no se puede evitar la referencia a las experiencias de sinodalidad ya vividas, a diversos niveles y con diferentes grados de intensidad: los puntos de fuerza y los éxitos de tales experiencias, así como también sus límites y dificultades, ofrecen elementos valiosos para el discernimiento sobre la dirección en la que continúan avanzando. Ciertamente se hace referencia a las experiencias realizadas por el actual camino sinodal, pero también a todas aquellas experiencias en las que se experimentan formas de “caminar juntos” en la vida ordinaria, incluso cuando ni siquiera se conoce o se usa el término sinodalidad. La pregunta fundamental 26. La pregunta fundamental que guía esta consulta al Pueblo de Dios, come se ha recordado en la introducción, es la siguiente: En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”? Para responder se invita a: a) preguntarse sobre las experiencias en la propia Iglesia particular que hacen referencia a la pregunta fundamental; b) releer más profundamente estas experiencias: ¿qué alegrías han provocado? ¿qué dificultades y obstáculos se han encontrado? ¿qué heridas han provocado? ¿qué intuiciones han suscitado? c) recoger los frutos para compartir: ¿dónde resuena la voz del Espíritu en estas experiencias? ¿qué nos está pidiendo esa voz? ¿cuáles son los puntos que han de ser confirmados, las perspectivas de cambio y los pasos que hay que cumplir? ¿dónde podemos establecer un consenso? ¿qué caminos se abren para nuestra Iglesia particular? Diversas articulaciones de la sinodalidad 27. En la oración, reflexión y coparticipación suscitadas por la pregunta fundamental, es oportuno tener presente tres planos en los cuales se articula la sinodalidad como «dimensión constitutiva de la Iglesia»[20]: • el plano del estilo con el cual la Iglesia vive y actúa ordinariamente, que expresa su naturaleza de Pueblo de Dios que camina unido y se reúne en asamblea convocado por el Señor Jesús con la fuerza del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio. Este estilo se realiza a través de «la escucha comunitaria de la Palabra y la celebración de la Eucaristía, la fraternidad de la comunión y la corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios, en sus diferentes niveles y en la distinción de los diversos ministerios y roles, en su vida y en su misión»[21]; • el plano de las estructuras y de los procesos eclesiales, determinados también desde el punto de vista teológico y canónico, en los cuales la naturaleza sinodal de la Iglesia se expresa en modo institucional a nivel local, regional y de la Iglesia entera; • el plano de los procesos y eventos sinodales en los cuales la Iglesia es convocada por la autoridad competente, según procedimientos específicos determinados por la disciplina eclesiástica. Aunque son distintos desde el punto de vista lógico, estos tres planos se interrelacionan y deben ser considerados juntos en modo coherente, de lo contrario se trasmite un testimonio contraproducente y se pone en peligro la credibilidad de la Iglesia. En efecto, si no se encarna en estructuras y procesos, el estilo de la sinodalidad fácilmente decae del plano de las intenciones y de los deseos al de la retórica, mientras los procesos y eventos, si no están animados por un estilo adecuado, resultan una formalidad vacía. 28. Además, en la relectura de las experiencias, es necesario tener presente que “caminar juntos” puede ser entendido según dos perspectivas diversas, fuertemente interconectadas. La primera mira a la vida interna de las Iglesias particulares, a las relaciones entre los sujetos que las constituyen (en primer lugar la relación entre los fieles y sus pastores, también a través de los organismos de participación previstos por la disciplina canónica, incluido el sínodo diocesano) y a las comunidades en las cuales se articulan (en particular las parroquias). Considera, además, las relaciones de los obispos entre ellos y con el Obispo de Roma, también a través de los organismos intermedios de sinodalidad (Sínodos de los Obispos de las Iglesias patriarcales y arzobispales mayores, Consejos de los Jerarcas y Asambleas de los Jerarcas de las Iglesias sui iuris, Conferencias Episcopales, con sus respectivas expresiones nacionales, internacionales y continentales). Se extiende, además, al modo en el que cada Iglesia particular integra en ella la contribución de las diversas formas de vida monástica, religiosa y consagrada, de asociaciones y movimientos laicales, de instituciones eclesiales y eclesiásticas de diverso género (escuelas, hospitales, universidades, fundaciones, entes de caridad y asistencia, etc.). Finalmente, esta perspectiva abraza también las relaciones y las iniciativas comunes con los hermanos y las hermanas de las otras Iglesias y comunidades cristianas, con las cuales compartimos el don del mismo Bautismo. 29. La segunda perspectiva considera cómo el Pueblo de Dios camina junto a la entera familia humana. La mirada se concentrará así en el estado de las relaciones, el diálogo y las eventuales iniciativas comunes con los creyentes de otras religiones, con las personas alejadas de la fe, así como con ambientes y grupos sociales específicos, con sus instituciones (el mundo de la política, de la cultura, de la economía, de las finanzas, del trabajo, sindicatos y asociaciones empresarias, organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil, movimientos populares, minorías de varios tipos, pobres y excluidos, etc.). Diez núcleos temáticos para profundizar 30. Para ayudar a hacer emerger las experiencias y para contribuir de manera más enriquecedora a la consulta, indicamos aquí a continuación diez núcleos temáticos que articulan diversos aspectos de la “sinodalidad vivida”. Deberán ser adaptados a los diversos contextos locales y en cada caso integrados, explicitados, simplificados y profundizados, prestando particular atención a quienes tienen más dificultad en participar y responder: el Vademecum que acompaña este Documento Preparatorio ofrece al respecto instrumentos, caminos y sugerencias para que los diversos núcleos de preguntas inspiren concretamente momentos de oración, formación, reflexión e intercambio. I. LOS COMPAÑEROS DE VIAJE En la Iglesia y en la sociedad estamos en el mismo camino uno al lado del otro. En la propia Iglesia local, ¿quiénes son los que “caminan juntos”? Cuando decimos “nuestra Iglesia”, ¿quiénes forman parte de ella? ¿quién nos pide caminar juntos? ¿Quiénes son los compañeros de viaje, considerando también los que están fuera del perímetro eclesial? ¿Qué personas o grupos son dejados al margen, expresamente o de hecho? II. ESCUCHAR La escucha es el primer paso, pero exige tener una mente y un corazón abiertos, sin prejuicios. ¿Hacia quiénes se encuentra “en deuda de escucha” nuestra Iglesia particular? ¿Cómo son escuchados los laicos, en particular los jóvenes y las mujeres? ¿Cómo integramos las aportaciones de consagradas y consagrados? ¿Qué espacio tiene la voz de las minorías, de los descartados y de los excluidos? ¿Logramos identificar prejuicios y estereotipos que obstaculizan nuestra escucha? ¿Cómo escuchamos el contexto social y cultural en que vivimos? III. TOMAR LA PALABRA Todos están invitados a hablar con valentía y parresia, es decir integrando libertad, verdad y caridad. ¿Cómo promovemos dentro de la comunidad y de sus organismos un estilo de comunicación libre y auténtica, sin dobleces y oportunismos? ¿Y ante la sociedad de la cual formamos parte? ¿Cuándo y cómo logramos decir lo que realmente tenemos en el corazón? ¿Cómo funciona la relación con el sistema de los medios de comunicación (no sólo los medios católicos)? ¿Quién habla en nombre de la comunidad cristiana y cómo es elegido? IV. CELEBRAR “Caminar juntos” sólo es posible sobre la base de la escucha comunitaria de la Palabra y de la celebración de la Eucaristía. ¿Cómo inspiran y orientan efectivamente nuestro “caminar juntos” la oración y la celebración litúrgica? ¿Cómo inspiran las decisiones más importantes? ¿Cómo promovemos la participación activa de todos los fieles en la liturgia y en el ejercicio de la función de santificación? ¿Qué espacio se da al ejercicio de los ministerios del lectorado y del acolitado? V. CORRESPONSABLES EN LA MISIÓN La sinodalidad está al servicio de la misión de la Iglesia, en la que todos sus miembros están llamados a participar. Dado que todos somos discípulos misioneros, ¿en qué modo se convoca a cada bautizado para ser protagonista de la misión? ¿Cómo sostiene la comunidad a sus propios miembros empeñados en un servicio en la sociedad (en el compromiso social y político, en la investigación científica y en la enseñanza, en la promoción de la justicia social, en la tutela de los derechos humanos y en el cuidado de la Casa común, etc.)? ¿Cómo los ayuda a vivir estos empeños desde una perspectiva misionera? ¿Cómo se realiza el discernimiento sobre las opciones que se refieren a la misión y a quién participa en ella? ¿Cómo se han integrado y adaptado las diversas tradiciones en materia de estilo sinodal, que constituyen el patrimonio de muchas Iglesias, en particular las orientales, en vista de un eficaz testimonio cristiano? ¿Cómo funciona la colaboración en los territorios donde están presentes diferentes Iglesias sui iuris diversas? VI. DIALOGAR EN LA IGLESIA Y EN LA SOCIEDAD El diálogo es un camino de perseverancia, que comprende también silencios y sufrimientos, pero que es capaz de recoger la experiencia de las personas y de los pueblos. ¿Cuáles son los lugares y las modalidades de diálogo dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cómo se afrontan las divergencias de visiones, los conflictos y las dificultades? ¿Cómo promovemos la colaboración con las diócesis vecinas, con y entre las comunidades religiosas presentes en el territorio, con y entre las asociaciones y movimientos laicales, etc.? ¿Qué experiencias de diálogo y de tarea compartida llevamos adelante con los creyentes de otras religiones y con los que no creen? ¿Cómo dialoga la Iglesia y cómo aprende de otras instancias de la sociedad: el mundo de la política, de la economía, de la cultura, de la sociedad civil, de los pobres…? VII. CON LAS OTRAS CONFESIONES CRISTIANAS El diálogo entre los cristianos de diversas confesiones, unidos por un solo Bautismo, tiene un puesto particular en el camino sinodal. ¿Qué relaciones mantenemos con los hermanos y las hermanas de las otras confesiones cristianas? ¿A qué ámbitos se refieren? ¿Qué frutos hemos obtenido de este “caminar juntos”? ¿Cuáles son las dificultades? VIII. AUTORIDAD Y PARTICIPACIÓN Una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa y corresponsable. ¿Cómo se identifican los objetivos que deben alcanzarse, el camino para lograrlos y los pasos que hay que dar? ¿Cómo se ejerce la autoridad dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cuáles son las modalidades de trabajo en equipo y de corresponsabilidad? ¿Cómo se promueven los ministerios laicales y la asunción de responsabilidad por parte de los fieles? ¿Cómo funcionan los organismos de sinodalidad a nivel de la Iglesia particular? ¿Son una experiencia fecunda? IX. DISCERNIR Y DECIDIR En un estilo sinodal se decide por discernimiento, sobre la base de un consenso que nace de la común obediencia al Espíritu. ¿Con qué procedimientos y con qué métodos discernimos juntos y tomamos decisiones? ¿Cómo se pueden mejorar? ¿Cómo promovemos la participación en las decisiones dentro de comunidades jerárquicamente estructuradas? ¿Cómo articulamos la fase de la consulta con la fase deliberativa, el proceso de decisión (decision-making) con el momento de la toma de decisiones (decision-taking)? ¿En qué modo y con qué instrumentos promovemos la transparencia y la responsabilidad (accountability)? X. FORMARSE EN LA SINODALIDAD La espiritualidad del caminar juntos está destinada a ser un principio educativo para la formación de la persona humana y del cristiano, de las familias y de las comunidades. ¿Cómo formamos a las personas, en particular aquellas que tienen funciones de responsabilidad dentro de la comunidad cristiana, para hacerlas más capaces de “caminar juntos”, escucharse recíprocamente y dialogar? ¿Qué formación ofrecemos para el discernimiento y para el ejercicio de la autoridad? ¿Qué instrumentos nos ayudan a leer las dinámicas de la cultura en la cual estamos inmersos y el impacto que ellas tienen sobre nuestro estilo de Iglesia? Para contribuir a la consultación 31. El objetivo de la primera fase del camino sinodal es favorecer un amplio proceso de consulta para recoger la riqueza de las experiencias de sinodalidad vividas, con sus diferentes articulaciones y matices, implicando a los pastores y a los fieles de las Iglesias particulares a en todos los diversos niveles, a través de medios más adecuados según las específicas realidades locales: la consulta, coordinada por el obispo, está dirigida «a los presbíteros, a los diáconos y a los fieles laicos de sus Iglesias, tanto individualmente como asociados, sin descuidar las preciosas aportaciones que pueden venir de los Consagrados y Consagradas» (EC, n. 7). De modo particular se pide la aportación de los organismos de participación de las Iglesias particulares, especialmente el Consejo presbiteral y el Consejo pastoral, a partir de los cuales verdaderamente «puede comenzar a tomar forma una Iglesia sinodal»[22]. Será igualmente valiosa la contribución de las otras realidades eclesiales a las que se enviará el Documento Preparatorio, como también de aquellos que deseen enviar directamente su propia aportación. Finalmente, será de fundamental importancia que encuentre espacio también la voz de los pobres y de los excluidos, no solamente de quien tiene algún rol o responsabilidad dentro de las Iglesias particulares. 32., La síntesis, que cada una de las Iglesias particulares elaborará al final de este trabajo de escucha y discernimiento, constituirá su aportación al camino de la Iglesia universal. Para hacer más fáciles y sostenibles las fases sucesivas del camino, es importante tratar de condensar los frutos de la oración y de la reflexión en una síntesis de unas diez páginas al máximo. Si fuera necesario para contextualizarlas o explicarlas mejor, se podrán adjuntar otros textos como anexos. Recordamos que la finalidad del Sínodo, y por lo tanto de esta consulta, no es producir documentos, sino «hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos»[23] Siglas CTI Comisión Teológica Internacional DV Concilio Vaticano II, Const. Dogm. Dei Verbum (18 de noviembre de 1965) EC Francisco, Const. Ap. Episcopalis communio (15 de septiembre de 2018) EG Francisco, Exhort. Ap. Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013) FT Francisco, Cart. Enc. Fratelli tutti (3 de octubre de 2020) GS Concilio Vaticano II, Const. Past. Gaudium et spes (7 de diciembre de 1965) LG Concilio Vaticano II, Const. Dogm. Lumen gentium (21 de noviembre de 1964) LS Francisco, Cart. Enc. Laudato si’ (24 de mayo de 2015) UR Concilio Vaticano II, Decr. Unitatis redintegratio (21 de noviembre de 1964) ______________________ [1] Se indican a continuación, en forma esquemática, las etapas del camino sinodal [2] Francisco, Discurso para la Conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos (17 de octubre de 2015). [3] Cf. http://www.synod.va/ [4] Francisco, Carta al Pueblo de Dios (20 de agosto de 2018), preámbulo. [5] Ivi, n. 2. [6] Ivi. [7] Ivi. [8] Francisco, Discurso para la Conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos (17 de octubre de 2015). [9] CTI, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia (2 de marzo de 2018), 3. [10] Ivi. [11] Ivi, n. 6. [12] Cipriano, De Oratione Dominica, 23: PL 4, 553. [13] Agustín, Epistola 194, 31: PL 33, 885. [14] Juan Crisóstomo, Explicatio in Psalmum 149: PG 55, 493. [15] CTI, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, n. 6. [16] Francisco, Discurso para la Conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos. [17] CTI, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, n. 69. [18] Regula S. Benedicti, III, 3. [19] Francisco, Discurso para la Conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos. [20] CTI, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, n. 70. [21] Ivi. [22] Francisco, Discurso para la Conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos. [23] Francisco, Discurso al inicio del Sínodo dedicado a los jóvenes (3 de octubre de 2018). ________________________________________ • Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión: Vademécum para el Sínodo sobre la Sinodalidad • Conferencia de presentación del Documento Preparatorio y el Vademécum para el Sínodo sobre la Sinodalidad en vista de la celebración de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema: "Por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión • Mensaje conjunto para la protección de la Creación del Santo Padre Francisco, Su Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico y arzobispo de Constantinopla, y Su Gracia Justin Welby, arzobispo de Canterbury • Comunicado de prensa: El Papa Francisco, el Patriarca Ecuménico Bartolomé y el Arzobispo de Canterbury se unen por primera vez en un llamamiento urgente por el futuro del planeta


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

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VATICANO

ÍNDICE GENERAL

 

CARTA APOSTÓLICA
«LAETAMUR MAGNOPERE»
POR LA QUE SE APRUEBA LA EDICIÓN TÍPICA LATINA DEL 
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
 

CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
« FIDEI DEPOSITUM »  PARA LA PUBLICACIÓN DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

PRÓLOGO  (1-25)

  1. La vida del hombre : conocer y amar a Dios
  2. Transmitir la fe: la catequesis
  3. Fin y destinatarios de este Catecismo
  4. La estructura del "Catecismo de la Iglesia Católica"
  5. Indicaciones prácticas para el uso de este Catecismo
  6. Las adaptaciones necesarias

PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE

PRIMERA SECCIÓN: «CREO» - «CREEMOS»  (26)

CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS  (27-49)

  1. El deseo de Dios
  2. Las vias de acceso al conocimiento de Dios  
  3. El conocimiento de Dios según la Iglesia  
  4. ¿Cómo hablar de Dios? 
    Resumen

CAPÍTULO SEGUNDO: DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

 Artículo 1: La Revelación de Dios  (51-73)

  1. Dios revela su designio amoroso  
  2. Las etapas de la Revelación  
  3. Cristo Jesús, «mediador y plenitud de toda la Revelación»  
    Resumen

 Artículo 2: La transmisión de la Revelación divina  (74-100)

  1. La tradición apostólica  
  2. La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura  
  3. La interpretación del depósito de la fe
    Resumen

 Artículo 3: La Sagrada Escritura  (101-141)

  1. Cristo - Palabra unica de la Sagrada Escritura  
  2. Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura  
  3. El Espíritu Santo, intérprete de la Escritura  
  4. El canon de las escrituras  
  5. La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia 
    Resumen

 CAPÍTULO TERCERO: LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS (142-143)

Artículo 1: Creo (144-165)

  1. La obediencia de la fe  
  2. "Yo sé en quién tengo puesta mi fe" (2 Tm 1, 12)  
  3. Las características de la fe

Artículo 2: Creemos (166-184)

  1. "Mira, Señor, la fe de tu Iglesia" 
  2. El lenguaje de la fe  
  3. Una sola fe  
    Resumen  
    El Credo

SEGUNDA SECCIÓN: LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA (185-197)

Los Símbolos de la fe

CAPÍTULO PRIMERO: CREO EN DIOS PADRE (198)

Artículo 1: « Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra »

Párrafo 1: Creo en Dios (199-231)

  1. « Creo en un solo Dios »  
  2. Dios revela su Nombre  
  3. Dios, « El que es », es verdad y amor  
  4. Consecuencias de la fe en el Dios único 
    Resumen

Párrafo 2: El Padre (232-267)

  1. « En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo »  
  2. La revelación de Dios como Trinidad  
  3. La Santísima Trinidad en la doctrina de la fe  
  4. Las obras divinas y las misiones trinitarias 
    Resumen

Párrafo 3: El Todopoderoso (268-278)
Resumen

Párrafo 4: El Creador (279-324)

  1. La catequesis sobre la Creación  
  2. La Creación: obra de la Santísima Trinidad  
  3. “El mundo ha sido creado para la gloria de Dios”  
  4. El misterio de la Creación  
  5. Dios realiza su designio: la divina providencia 
    Resumen

Párrafo 5: El cielo y la tierra (325-354)

  1. Los ángeles  
  2. El mundo visible
    Resumen

Párrafo 6: El hombre (355-384)

  1. « A imagen de Dios »  
  2. « Corpore et anima unus »  
  3. « Hombre y mujer los creó »  
  4. El hombre en el Paraíso 
    Resumen

Párrafo 7: La caída (385-421)

  1. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia  
  2. La caída de los ángeles  
  3. El pecado original  
  4. « No lo abandonaste al poder de la muerte »
     Resumen

CAPÍTULO SEGUNDO: CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS  (422-429)

Artículo 2: « Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor » (430-455)

  1. Jesús  
  2. Cristo  
  3. Hijo único de Dios  
  4. Señor  
    Resumen

Párrafo 1: El Hijo de Dios se hizo hombre

  1. Por qué el Verbo se hizo carne  
  2. La Encarnación  
  3. Verdadero Dios y verdadero hombre  
  4. Cómo es hombre el Hijo de Dios  
    Resumen

Párrafo 2: « ...Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen » (484-511)

  1. Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo...  
  2. ...nació de la Virgen María  
    Resumen

Párrafo 3: Los misterios de la vida de Cristo (512-570)

  1. Toda la vida de Cristo es misterio  
  2. Los misterios de la infancia y de la vida oculta de Jesús  
  3. Los misterios de la vida pública de Jesús  
    Resumen

Artículo 4: « Jesucristo padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado » (571-594)

Párrafo l: Jesús e Israel

  1. Jesús y la Ley  
  2. Jesús y el Templo  
  3. Jesús y la fe de Israel en el Dios único y Salvador  
    Resumen

Párrafo 2: Jesús murió crucificado (595-623)

  1. El proceso de Jesús  
  2. La muerte redentora de Cristo en el designio divino de salvación  
  3. Cristo se ofreció a su Padre por nuestros pecados  
    Resumen

Párrafo 3: Jesucristo fue sepultado (624-630)
Resumen

Artículo 5: « Jesucristo descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos » (631-637)

Párrafo 1: Cristo descendió a los infiernos
Resumen

Párrafo 2: Al tercer día resucitó de entre los muertos (638-658)

  1. El acontecimiento histórico y transcendente  
  2. La Resurrección, obra de la Santísima Trinidad  
  3. Sentido y alcance salvífico de la Resurrección  
    Resumen

Artículo 6: « Jesucristo subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso » (659-667)
Resumen

Artículo 7: « Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos » (668-682)

  1. Volverá en gloria  
  2. Para juzgar a vivos y muertos
    Resumen

CAPÍTULO TERCERO: CREO EN EL ESPÍRITU SANTO (683-686)

Artículo 8: « Creo en el Espíritu Santo » (687-747)

  1. La misión conjunta del Hijo y del Espíritu  
  2. Nombre, apelativos y símbolos del Espíritu Santo  
  3. El Espíritu y la Palabra de Dios en el tiempo de las promesas  
  4. El Espíritu de Cristo en la plenitud de los tiempos  
  5. El Espíritu y la Iglesia en los últimos tiempos  
    Resumen

Artículo 9: « Creo en la Santa Iglesia Católica » (748-750)

Párrafo l: La Iglesia en el designio de Dios (751-780)

  1. Los nombre y las imágenes de la Iglesia  
  2. Origen, fundación y misión de la Iglesia  
  3. El misterio de la Iglesia  
    Resumen

Párrafo 2: La Iglesia, Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo (781-810)

  1. La Iglesia, Pueblo de Dios  
  2. La Iglesia, Cuerpo de Cristo  
  3. La Iglesia, Templo del Espíritu Santo  
    Resumen

Párrafo 3: La Iglesia es una, santa, católica y apostólica (811-870)

  1. La Iglesia es una  
  2. La Iglesia es santa  
  3. La Iglesia es católica  
  4. La Iglesia es apostólica  
    Resumen

Párrafo 4: Los fieles de Cristo: jerarquía, laicos,
vida consagrada (871-945)

  1. La constitución jerárquica de la Iglesia  
  2. Los fieles cristianos laicos  
  3. La vida consagrada
    Resumen

Párrafo 5: La comunión de los santos (946-962)

  1. La comunión de los bienes espirituales  
  2. La comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra
    Resumen

Párrafo 6: María, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia (963-975)

  1. La maternidad de María respecto de la Iglesia  
  2. El culto a la Santísima Virgen  
  3. María, icono escatológico de la Iglesia  
    Resumen

Artículo 10: « Creo en el perdón de los pecados » (976-987)

  1. Un solo Bautismo para el perdón de los pecados  
  2. La potestad de las llaves  
    Resumen

Artículo 11: « Creo en la resurrección de la carne » (988-1019)

  1. La Resurrección de Cristo y la nuestra  
  2. Morir en Cristo Jesús  
    Resumen

Artículo 12: « Creo en la vida eterna » (1020-1065)

  1. El juicio particular  
  2. El cielo  
  3. La purificación final o Purgatorio  
  4. El infierno  
  5. El Juicio final  
  6. La esperanza de los cielos nuevos y de la tierra nueva  
    Resumen 
    « Amén »

SEGUNDA PARTE
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO (1066-1075)

PRIMERA SECCIÓN: LA ECONOMÍA SACRAMENTAL (1076)

CAPÍTULO PRIMERO: EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA (1077-1112)

Artículo 1: La liturgia, obra de la Santísima Trinidad

  1. El Padre, fuente y fin de la Liturgia
  2. La obra de Cristo en la Liturgia  
  3. El Espíritu Santo y la Iglesia en la Liturgia  
    Resumen

Artículo 2: El misterio pascual en los sacramentos de la Iglesia (1113-1134)

  1. Sacramentos de Cristo  
  2. Sacramentos de la Iglesia  
  3. Sacramentos de la fe  
  4. Sacramentos de la salvación  
  5. Sacramentos de la vida eterna  
    Resumen

CAPÍTULO SEGUNDO: LA CELEBRACIÓN SACRAMENTAL DEL MISTERIO PASCUAL (1135)

Artículo 1: Celebrar la Liturgia de la Iglesia (1136-1199)

  1. ¿Quién celebra?  
  2. ¿Cómo celebrar?  
  3. ¿Cuándo celebrar?  
  4. ¿Dónde celebrar?  
    Resumen

Artículo 2: Diversidad litúrgica y unidad del misterio (1200-1209)

Resumen

SEGUNDA SECCIÓN: « LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA » (1210-1211)

CAPÍTULO PRIMERO: LOS SACRAMENTOS DEL LA INICIACIÓN CRISTIANA (1212)

Artículo l: El sacramento del Bautismo (1213-1284)

  1. El nombre de este sacramento  
  2. El Bautismo en la economía de la salvación  
  3. La celebración del sacramento del Bautismo  
  4. Quién puede recibir el Bautismo  
  5. Quién puede bautizar  
  6. La necesidad del Bautismo  
  7. La gracia del Bautismo  
    Resumen

Artículo 2: El sacramento de la Confirmación (1285-1321)

  1. La Confirmación en la economía de la salvación  
  2. Los signos y el rito de la Confirmación  
  3. Los efectos de la Confirmación  
  4. Quién puede recibir este sacramento  
  5. El ministro de la Confirmación  
    Resumen

Artículo 3: El sacramento de la Eucaristía 1322-1419)

  1. La Eucaristía,  fuente y culmen de la vida eclesial  
  2. El nombre de este sacramento  
  3. La Eucaristía en la economía de la salvación  
  4. La celebración litúrgica de la Eucaristía  
  5. El sacrificio sacramental: acción de gracias, memorial, presencia  
  6. El banquete pascual  
  7. La Eucaristía,  « Pignus futurae gloriae »  
    Resumen

CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN (1420-1421)

Artículo 4: El sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación (1422-1498)

  1. El nombre de este sacramento  
  2. Por qué un sacramento de la reconciliación después del bautismo  
  3. La conversión de los bautizados  
  4. La penitencia interior  
  5. Diversas formas de penitencia en la vida cristiana  
  6. El sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación  
  7. Los actos del penitente  
  8. El ministro de este sacramento  
  9. Los efectos de este sacramento  
  10. Las indulgencias 
  11. La celebración del sacramento de la Penitencia  
    Resumen

Artículo 5: La Unción de los enfermos (1499-1532)

  1. Fundamentos en la economía de la salvación  
  2. Quién recibe y quién administra este sacramento  
  3. La celebración del sacramento  
  4. Efectos de la celebración de este sacramento  
  5. El viático, último sacramento del cristiano  
    Resumen

CAPÍTULO TERCERO: LOS SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD  (1533-1535)

Artículo 6: El sacramento del Orden  (1536-1600)

  1. El nombre del sacramento del Orden  
  2. El sacramento del Orden en la economía de la salvación  
  3. Los tres grados del sacramento del Orden  
  4. La celebracion de este sacramento  
  5. El ministro de este sacramento 
  6. Quien puede recibir este sacramento  
  7. Efectos del sacramento del Orden   
    Resumen

Artículo 7: El sacramento del Matrimonio  (1601-1666)

  1. El Matrimonio en el plan de Dios  
  2. La celebracion del Matrimonio  
  3. El consentimiento matrimonial  
  4. Los efectos del sacramento del Matrimonio  
  5. Los bienes y las exigencias del amor conyugal  
  6.   Resumen de la iglesia domestica

CAPÍTULO CUARTO: OTRAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS  (1667-1679)

Artículo 1: Los sacramentales

Resumen

Artículo 2: Las exequias cristianas  (1680-1690)

  1. la ultima pascua del cristiano  
  2. La celebracion de las exequias

TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO  (1691-1698)

PRIMERA SECCIÓN:
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE: LA VIDA EN EL ESPÍRITU  (1699)

CAPÍTULO PRIMERO: LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA  (1700)

Artículo 1: El hombre, imagen de Dios  (1701-1715)

Resumen

Artículo 2: Nuestra vocación a la bienaventuranza  (1716-1729)

  1. Las bienaventuranzas  
  2. El deseo de felicidad  
  3. La bienaventuranza cristiana   
    Resumen

Artículo 3: La libertad del hombre  (1730-1748)

  1. libertad y responsabilidad  
  2. La libertad humana en la economía de la salvación   
    Resumen

Artículo 4: La moralidad de los actos humanos  (1749-1761)

  1. Fuentes de la moralidad  
  2. Los actos buenos y los actos malos   
    Resumen

Artículo 5: La moralidad de las pasiones  (1762-1775)

  1. Las pasiones  
  2. Pasiones y vida moral   
    Resumen

Artículo 6: La conciencia moral  (1776-1802)

  1. El dictamen de la conciencia  
  2. La formacion de la conciencia  
  3. decidir en conciencia  
  4. El juicio erróneo   
    Resumen

Artículo 7: Las virtudes  (1803-1845)

  1. Las virtudes humanas  
  2. Las virtudes teologales  
  3. Dones y frutos del Espíritu Santo   
    Resumen

Artículo 8: El pecado  (1846-1876)

  1. La misericordia y el pecado  
  2. Definición de pecado  
  3. La diversidad de pecados  
  4. La gravedad del pecado: pecado mortal y venial  
  5. La violación del pecado   
    Resumen

CAPÍTULO SEGUNDO: LA COMUNIDAD HUMANA  (1877)

Artículo 1: La persona y la sociedad  (1878-1896)

  1. Carácter comunitario de la vocación humana  
  2. Conversión y la sociedad   
    Resumen

Artículo 2: La participación en la vida social  (1897-1927)

  1. la autoridad  
  2. el bien comun  
  3. Responsabilidad y participación   
    Resumen

Artículo 3: La justicia social  (1928-1948)

  1. El respeto de la persona humana  
  2. Igualdad y diferencias entre los hombres  
  3. La solidaridad humana   
    Resumen

CAPÍTULO TERCERO: LA SALVACIÓN DE DIOS: LA LEY Y LA GRACIA  (1949)

Artículo 1: La ley moral  (1950-1986)

  1. la ley moral natural  
  2. La Ley antigua  
  3. La Ley nueva o Ley evangélica   
    Resumen

Artículo 2: Gracia y justificación  (1987-2029)

  1. La justificación  
  2. La gracia  
  3. El merito  
  4. La santidad cristiana   
    Resumen

Artículo 3: La Iglesia, madre y maestra  (2030-2051)

  1. Vida moral y magisterio de la Iglesia  
  2. Los Mandamientos de la Iglesia  
  3. Vida moral y testimonio misionero   
    Resumen   
    Los Diez Mandamientos

SEGUNDA SECCIÓN:
LOS DIEZ  MANDAMIENTOS (2052-2082)

Resumen

CAPÍTULO PRIMERO: «AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN,
CON TODA TU ALMA Y CON TODAS TUS FUERZAS»  (2083)

Artículo 1: El primer mandamiento  (2084-2141)

  1. « Adorarás al Señor tu Dios, y le servirás »  
  2. « A Él sólo daréis culto »  
  3. « No habrá para ti otros dioses delante de mí »  
  4. « No te harás escultura alguna... »   
    Resumen

Artículo 2: El segundo mandamiento  (2142-2167)

  1. El Nombre del Señor es santo  
  2. Tomar el Nombre del Señor en vano  
  3. El nombre cristiano   
    Resumen

Artículo 3: El tercer mandamiento  (2168-2195)

  1. El dia del sabado  
  2. El día del Señor   
    Resumen

CAPÍTULO SEGUNDO: «AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO»  (2196)

Artículo 4: El cuarto mandamiento  (2197-2257)

  1. La familia en el plan de Dios  
  2. La familia y la sociedad  
  3. Deberes de los miembros de la familia  
  4. La familia y el Reino de Dios  
  5. Las autoridades en la sociedad civil   
    Resumen

Artículo 5: El quinto mandamiento  (2258-2330)

  1. El respeto de la vida humana  
  2. El respeto a la dignidad de las personas  
  3. La defensa de la paz   
    Resumen

Artículo 6: El sexto mandamiento  (2331-2400)

  1. « Hombre y mujer los creo... »  
  2. La vocación a la castidad  
  3. El amor de los esposos  
  4. Las ofensas a la dignidad del matrimonio   
    Resumen

Artículo 7: El séptimo mandamiento  (2401-2463)

  1. El destino universal y la propiedad privada de los bienes  
  2. El respeto de las personas y de sus bienes  
  3. La doctrina social de la Iglesia  
  4. actividad economica y justicia social  
  5. Justicia y solidaridad entre las naciones  
  6. El amor de los pobres   
    Resumen

Artículo 8: El octavo mandamiento  (2464-2513)

  1. Vivir en la verdad  
  2. «Dar testimonio de la verdad»  
  3. ofensas a la verdad  
  4. El respeto a la verdad  
  5. El uso de los medios de comunicacion social  
  6. Verdad, belleza y arte sacro   
    Resumen

Artículo 9: El noveno mandamiento  (2514-2533)

  1. La purificacion del corazon  
  2. El combate por la pureza   
    Resumen

Artículo 10: El décimo mandamiento  (2534-2557)

  1. El desorden de la concupiscencia  
  2. Los deseos del Espiritu  
  3. la pobreza de corazon  
  4. «Quiero ver a Dios»   
    Resumen

CUARTA PARTE
LA ORACIÓN CRISTIANA  (2558-2565)

PRIMERA SECCIÓN: LA ORACIÓN EN LA VIDA CRISTIANA

¿Qué es la oración?

CAPÍTULO PRIMERO: LA REVELACIÓN DE LA ORACIÓN  (2566-2567)

Vocación universal a la oración

Artículo 1: En el Antiguo Testamento  (2568-2597)
Resumen

Artículo 2: En la plenitud de los tiempos  (2598-2622)
Resumen

Artículo 3: En el tiempo de la Iglesia  (2623-2649)

  1. La bendicion y la adoracion  
  2. La oración de petición  
  3. La oración de intercesión  
  4. La oración de acción de gracias  
  5. La oración de alabanza   
    Resumen

CAPÍTULO SEGUNDO: LA TRADICIÓN DE LA ORACIÓN  (2650-2651)

Artículo 1: Fuentes de la oración  (2652-2662)
Resumen

Artículo 2: El camino de la oración  (2663-2682)
Resumen

Artículo 3: Maestros de oración  (2683-2696)
Resumen

CAPÍTULO TERCERO: LA VIDA DE ORACIÓN  (2697-2699)

Artículo 1: Expresiones de la oración  (2700-2724)

  1. La oración vocal  
  2. La meditación  
  3. La oración contemplativa   
    Resumen

Artículo 2: El combate de la oración  (2725-2758)

  1. Obstáculos para la oración  
  2. La humilde vigilancia de la oracion  
  3. La confianza filial  
  4. Perseverar en el amor   
    La oración de la Hora de Jesús   
    Resumen

SEGUNDA SECCIÓN:
LA ORACIÓN DEL SEÑOR: «PADRE NUESTRO»  (2759-2760)

Artículo 1: «Resumen de todo el Evangelio»  (2761-2776)

  1. Corazón de las Sagradas Escrituras  
  2. «La oración del Señor»  
  3. Oración de la Iglesia   
    Resumen

Artículo 2: « Padre nuestro que estás en el cielo »  (2777-2802)

  1. Acercarse a Él con toda confianza  
  2. « ¡Padre! »  
  3. Padre «nuestro»  
  4. « Que estás en el cielo »   
    Resumen

Artículo 3: Las siete  peticiones (2803-2854)

  1. «Mar santificado tu nombre»  
  2. «Venga a nosotros tu reino»  
  3. «Hagase tu voluntad en la tierra como en el cielo»  
  4. « Danos hoy nuestro pan de cada día »  
  5. « Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden »
  6. «No nos dejes caer en la tentación»  
  7. « Y líbranos del mal »   
    La doxología final   
    Resumen


CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

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PAPA FRANCISCO

CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MATRIMONIOS
CON OCASIÓN DEL AÑO “FAMILIA AMORIS LAETITIA 

Queridos esposos y esposas de todo el mundo :

Con ocasión del Año “Familia Amoris laetitia ”, me acerco a ustedes para expresarles todo mi afecto y cercanía en este tiempo tan especial que estamos viviendo. Siempre he tenido presente a las familias en mis oraciones, pero más aún durante la pandemia, que ha probado duramente a todos, especialmente a los más vulnerables. El momento que estamos pasando me lleva a acercarme con humildad, cariño y acogida a cada persona, a cada matrimonio ya cada familia en las situaciones que están experimentando. 

Este contexto particular nos invita a hacer vida las palabras con las que el Señor llama a Abrahán a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que Él mismo le mostrará (cf. Gn 12,1). También nosotros hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados ??a salir de nuestra seguridades, de nuestros espacios de “control”, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no sólo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales.    

La relación con Dios nos moldea, nos acompaña y nos moviliza como personas y, en última instancia, nos ayuda a “salir de nuestra tierra”, en muchas ocasiones con cierto respeto e incluso miedo a lo desconocido, pero desde nuestra fe cristiana sabemos que no estamos solos ya que Dios está en nosotros, con nosotros y entre nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos.

Como Abrahán, cada uno de los esposos sale de su tierra desde el momento en que, sintiendo la llamada al amor conyugal, decide entregarse al otro sin reservas. Así, ya el noviazgo implica salir de la propia tierra, porque supone transitar juntos el camino que conduce al matrimonio. Las distintas situaciones de la vida: el paso de los días, la llegada de los hijos, el trabajo, las enfermedades son circunstancias en las que el compromiso que adquirieron el uno con el otro hace que cada uno tenga que abandonar las propias inercias, certidumbres , zonas de confort y salir hacia la tierra que Dios les promete: ser dos en Cristo, dos en uno . Una única vida, un “nosotros” en la comunión del amor con Jesús, vivo y presente en cada momento de su existencia. Dios los acompaña, los ama incondicionalmente. ¡No están solos! 

Queridos esposos, sepan que sus hijos —y especialmente los jóvenes— los observan con atención y buscan en ustedes el testimonio de un amor fuerte y confiable. «¡Qué importante es que los jóvenes vean con sus propios ojos el amor de Cristo vivo y presente en el amor de los matrimonios, que testimonian con su vida concreta que el amor para siempre es posible!» [1] . Los hijos son un regalo, siempre, cambian la historia de cada familia. Están sentados de amor, de reconocimiento, de estimación y de confianza. La paternidad y la maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse hijos de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada día. Este descubrimiento puede dar a sus hijos la fe y la capacidad de confiar en Dios. 

Ciertamente, educar a los hijos no es nada fácil. Pero no olvidemos que ellos también nos educan. El primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompañar los procesos de crecimiento, es estar presente de muchas maneras, de tal modo que los hijos pueden contar con sus padres en todo momento. El educador es una persona que “genera” en sentido espiritual y, sobre todo, que “se juega” poniéndose en relación. Como padre y madre es importante relacionarse con sus hijos a partir de una autoridad ganada día tras día. necesitan una seguridad que los ayude a experimentar la confianza en ustedes, en la belleza de sus vidas, en la certeza de no estar nunca solos, pase lo que pase.

Por otra parte, y como ya señaló, la conciencia de la identidad y la misión de los laicos en la Iglesia y en la sociedad ha sospechado. Ustedes tienen la misión de transformar la sociedad con su presencia en el mundo del trabajo y hacer que se tengan en cuenta las necesidades de las familias.

También los matrimonios deben “primerear” [2] dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial; en particular, los «cónyuges junto a los pastores, para caminar con otras familias, para ayudar a los más débiles, para anunciar que, también en las dificultades, Cristo se hace presente» [3] .   

Por tanto, los exhortos, queridos esposos, a participar en la Iglesia, especialmente en la pastoral familiar. Porque «la corresponsabilidad en la misión llama […] a los matrimonios ya los ministros ordenados, especialmente a los obispos, a cooperar de manera fecunda en el cuidado y la custodia de las Iglesias domésticas» [4] . Recuerden que la familia es la «célula básica de la sociedad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium , 66). El matrimonio es realmente un proyecto de construcción de la «cultura del encuentro» (Carta enc. Fratelli tutti , 216). Es por ello que las familias tienen el desafío de tender puentes entre las generaciones para la transmisión de los valores que conforman la humanidad. Se necesita una nueva creatividad       para expresar en los desafíos actuales los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, Pueblo de Dios.

La vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto —pero seguro por la realidad del sacramento— en un mar a veces agitado. cuántas veces, como los apóstoles, sintieron ganas de decir o, mejor dicho, de gritar: «¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?» ( Mc  4,38). No olvidemos que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca. Él se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar. En otro pasaje del Evangelio, en medio de las dificultades, los discípulos ven que Jesús se acerca en medio de la tormenta y lo reciben en la barca; así también ustedes, cuando la tormenta arrecia, dejen subir a Jesús en su barca, porque cuando subieron «donde estaban ellos, […] cesó el viento» ( Mc 6,51). Es importante que juntos mantengan la mirada fija en Jesús. Sólo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas. No porque estos vayan a desaparecer, sino porque podran verlos desde otra perspectiva.

Sólo abandonándose en las manos del Señor podrá vivir lo que parece imposible. El camino es reconocer la propia fragilidad y la impotencia que experimentan ante tantas situaciones que los rodean, pero al mismo tiempo tener la certeza de que de ese modo la fuerza de Cristo se manifiesta en su debilidad (cf. 2 Co 12,9). Fue justo en medio de una tormenta que los apóstoles llegaron a conocer la realeza y divinidad de Jesús, y aprendieron a confiar en Él.  

A la luz de estos pasajes bíblicos, quisiera aprovechar para reflexionar sobre algunas dificultades y oportunidades que han vivido las familias en este tiempo de pandemia. Por ejemplo, aumentó el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad única para cultivar el diálogo en familia. Claro que esto requiere un ejercicio especial de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar. Que el cansancio no les gane, que la fuerza del amor los anime para mirar más al otro —al cónyuge, a los hijos— que a la propia fatiga. Recuerden lo que les escribi en Amoris laetitia      retomando el himno paulino de la caridad (cf. nn. 90-119). Pidan este don con insistencia a la Sagrada Familia, vuelvan a leer el elogio de la caridad para que sea ella la que inspire sus decisiones y acciones (cf. Rm 8,15; Ga  4,6).   

De este modo, estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas. Que el hogar sea un lugar de acogida y de comprension. Guarden en su corazón el consejo a los novios que expresé con las tres palabras: «permiso, gracias, perdón» [5] . Y cuando surja algún conflicto, «nunca terminar el día en familia sin hacer las paces» [6] . No se avergüencen de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes.  

Sin embargo, para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difícil. Los problemas que ya existían se agravaron, rompiendo conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables. Muchos han vivido incluso la ruptura de un matrimonio que vino sobrellevando una crisis que no se supo o no se pudo superar. A estas personas también quiero expresarles mi cercanía y mi afecto.

La ruptura de una relación conyugal genera mucho sufrimiento debido a la decepción de tantas ilusiones; la falta de entendimiento provoca discusiones y heridas no fáciles de reparar. Tampoco a los hijos es posible salvarles el sufrimiento de ver que sus padres ya no están juntos. Aun así, no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes ya sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones. No dejen de invocarlo y de buscar en Él un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una «casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium , 47). 

Recuerden que el perdón sana toda herida. Perdonarse esas condiciones es el resultado de una decisión interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirige a Él. Cristo “habita” en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los discípulos en la barca. Nuestro amor humano es débil, necesita de la fuerza del amor fiel de Jesús. Con Él pueden de veras construir la «casa sobre roca» ( Mt  7,24).

A este propósito, permítanme que dirija una palabra a los jóvenes que se preparen al matrimonio. Si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incerteza laboral. Por ello invito a los novios a no desanimarse, a tener la “valentía creativa” que tuvo san José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él. Así ustedes también, cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que «a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener » (Carta ap. Patris corde , 5).No duden en apoyarse en sus propias familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes están comenzando.

Antes de despedirme, quiero enviar un saludo especial a los abuelos y las abuelas que durante el tiempo de aislamiento se vieron privados de ver y estar con sus nietos, a las personas mayores que sufrieron de manera aún más radical la soledad. La familia no puede prescindir de los abuelos, ellos son la memoria viviente de la humanidad, «esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor» [7] . 

Que san José inspire en todas las familias la valentía creativa, tan necesario en este cambio de época que estamos viviendo, y Nuestra Señora acompañe en sus matrimonios la gestación de la “cultura del encuentro”, tan urgente para superar las adversidades y oposiciones que oscurecen nuestro tiempo. Los numerosos desafíos no pueden robar el gozo de quienes saben que están caminando con el Señor. Vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su cónyuge necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los alienten. Los pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegría: ¡la alegría que viene del Señor!

Me despido con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús nos ha encomendado, perseverando en la oración y «en la fracción del pan» ( Hch  2,42).

Y por favor, no se olviden de rezar por mí, yo lo hago todos los días por ustedes.

Fraternalmente,

Francisco

 

Roma, San Juan de Letrán, 26 de diciembre de 2021, Fiesta de la Sagrada Familia.

 


[1]   Videomensaje a los participantes en el Foro «¿Hasta dónde hemos llegado con  Amoris laetitia  (9 junio 2021).

[2]  Cfr. Exhorto. Ap. Evangelii Gaudium , 24. 

[3]   Videomensaje a los participantes en el Foro «¿Hasta dónde hemos llegado con  Amoris laetitia  (9 junio 2021).

[4]   Ibíd .

[5]   Discurso a las familias del mundo con ocasión de su peregrinación a Roma en el Año de la Fe  (26 de octubre de 2013); cf. Exhortar. Ap. postsin. Amoris laetitia , 133. 

[6]  Catequesis del 13 de mayo de 2015 . Cf. Exhortar. Ap. postsin. Amoris laetitia , 104. 

[7]  Mensaje con ocasión de la I Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores “Yo estoy contigo todos los días”  (31 mayo 2021).


PRAEDICATE EVANGELIUM, 19-03-2022

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PAPA FRANCISCO

Costituzione Apostolica “Praedicate Evangelium” sulla Curia Romana e il suo servizio alla Chiesa e al Mondo, 19.03.2022

 

[B0189]

 

COSTITUZIONE APOSTOLICA SULLA CURIA ROMANA E IL SUO SERVIZIO ALLA CHIESA NEL MONDO

PREDICATE EVANGELIO

 ÍNDICE

yo preambolo   

II Principi e Criteri per il servizio della Curia Romana 

III Normas  generales (art. 1 – 43) 

IV Secretaría de Estado  (art. 44 – 52) 

V Dicasterio 

Dicastero per l'Evangelizzazione (art. 53 – 68)

Dicastero per la Dottrina della Fede (art. 69 – 78)

Dicastero per il Servizio della Carità (art. 79 – 81)

Dicastero per le Chiese orientali (art. 82 – 87)

Dicastero per il Culto Divino e la Disciplina dei Sacramenti (art. 88 – 97)

Dicastero delle Cause dei Santi (art. 98 – 102)

Dicastero per i Vescovi (art. 103 – 112)

Dicastero per il Clero (art. 113 – 120)

Dicastero per gli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica (art. 121 – 127)

Dicastero per i Laici, la Famiglia e la Vita (art. 128 – 141)

Dicastero per la Promozione dell'Unità dei Cristiani (art. 142 – 146)

Dicastero per il Dialogo Interreligioso (art. 147 – 152)

Dicastero per la Cultura e l'Educazione (art. 153 – 162)

Dicastero per il Servizio dello Sviluppo Umano Integrale (art. 163 – 174)

Dicastero per i Testi legislativi (art. 175 – 182)

Dicastero per la Comunicazione (art. 183 – 188)

VI Organismi di giustizia 

Organismi di giustizia (art. 189)

Penitenzieria Apostolica (art. 190 – 193)

Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica (art. 194 – 199)

Tribunale della Rota Romana (art. 200 – 204)

VII Organismos económicos 

Consiglio per l'economia (art. 205 – 211)

Segreteria per l'economia (art. 212 – 218)

Amministrazione del Patrimonio della Sede Apostolica (art. 219 – 221)

Ufficio del Revisore Generale (art. 222 – 224)

Comisión de Materia Reservada (art. 225 - 226)

Comitato per gli Investimenti (art. 227)

VIII Suficiencia 

Prefettura della Casa Pontificia (art. 228 – 230)

Ufficio delle Celebrazioni Liturgiche del Sommo Pontefice (art. 231 – 234)

Camarlengo de Santa Romana Chiesa (art. 235 - 237)

IX Avvocati  (art. 238 – 240) 

X Istituzioni colegiado con la Santa Sede  (art. 241 – 249) 

XI Norma transitoria  (art. 250) 

yo

PREÁMBOLO

1.          Praedicate evangelium  (cfr  Mc  16,15;  Mt  10,7-8): è il compito che il Signore Gesù ha affidato ai suoi discepoli. Questo mandato costituisce «il primo servizio che la Chiesa può rendere a ciascun uomo e all'intera umanità nel mondo odierno»[1]. A questo essa è stata chiamata: per annunciare il Vangelo del Figlio di Dio, Cristo Signore, e suscitare con esso in tutte le genti l'ascolto della fede (cfr  Rm  1,1-5; Ga  3,5  ). La Chiesa adempie il suo mandato soprattutto quando testimonia, in parole e opere, la misericordia che ella stessa gratuitamente ha ricevuto. Di ciò il nostro Signore e Maestro ci ha lasciato l'esempio quando ha lavato i piedi ai suoi discepoli e ha detto che saremo beati se faremo anche noi così (cfr  Gv  13,15-17). En este modo «la comunità evangelizzatrice si mette mediante opere e gesti nella vita quotidiana degli altri, accorcia le distanze, si abbassa fino all'umiliazione se è necessario, e asume la vita umana, tocando la carne sofferente di Cristo nel popolo»[2]. Facendo così, il popolo di Dio adempie al comando del Signore, il quale chiedendo di annunciare il Vangelo, sollecitò a prendersi cura dei fratelli e delle sorelle più deboli, malati e sofferenti.

La conversión misionera della Chiesa

2.         La  conversión misionera  della Chiesa[3] è destinata a rinnovare la Chiesa secondo l'immagine della missione d'amore propria di Cristo. I suoi discepoli e discepole sono quindi chiamati ad essere  “luce del mondo”  ( Mt  5,14). Questo è il modo con cui la Chiesa riflette l'amore salvifico di Cristo che è la Luce del mondo (cfr  Gv  8,12). Essa stessa diventa più radiosa quando porta agli uomini il dono soprannaturale della fede, «luce che orienta il nostro cammino nel tempo»  e servendo il Vangelo perché questa luce «cresca per illuminare il presente fino a diventare stella che mostra gli orizzonti del nostro cammino, in un tempo in cui l'uomo è particularmente bisognoso di luce»[4].

3.         Nel contesto della missionarietà della Chiesa si pone anche la riforma della Curia Romana. Fu così nei momenti in cui più urgente si avvertì l'anelito di riforma, come avvenuto nel XVI secolo, con la Costituzione apostolica  Immensa aeterni Dei  di Sisto V (1588) e nel XX secolo, con la Costituzione apostolica  Sapienti Consilio  di Pio X ( 1908). Celebrato il Concilio Vaticano II, Paolo VI, riferendosi esplicitamente ai desideri espressi dai Padri Conciliari[5], con la Costituzione apostolica  Regimini Ecclesiae universae  (1967), dispose e realizzò una riforma della Curia. Sucesivamente, Giovanni Paolo II promulgò la Costituzione apostolica  Pastor bonus  (1988), al fine di promuovere semper la comunione nell'intero organismo della Chiesa.

In continuità con queste due recenti riforme e conine per il servizio generoso e competente che nel corso del tempo tanti membri della Curia hanno offerto al Romano Pontefice e alla Chiesa universale, questa nuova Costituzione apostolica si propone di meglio armonizzare l'esercizio odierno del servizio della Curia col cammino di evangelizzazione, che la Chiesa, soprattutto in questa stagione, sta vivendo.

La Chiesa: señor de comunión

4. Per la riforma della Curia Romana è importante avere presente e valorizzare anche un altro aspetto del mistero della Chiesa: in essa la missione è talmente congiunta alla comunione da poter dire che scopo della missione è proprio quello «di far conoscere e di far vivere a tutti la «nuova» comunione che nel Figlio di Dio fatto uomo è entrata nella storia del mondo»[6].

Questa vita di comunione dona alla Chiesa il volto della  sinodalità ; una Chiesa, cioè, dell'ascolto recíproco «in cui ciascuno ha qualcosa da imparare. Popolo fedele, Collegio episcopale, Vescovo di Roma: l'uno in ascolto degli altri, e tutti in ascolto dello Spirito Santo, lo Spirito della verità (cfr Gv  14,17 ), per conoscere ciò che Egli dice alle Chiese (cfr Ap  2 ,7 )»[7]. Questa sinodalità della Chiesa, poi, la si intenderà come il  «camminare insieme del Gregge di Dio sui sentieri della storia incontro a Cristo Signore»[8]. Si tratta della missione della Chiesa, di quella comunione che è per la missione ed è essa stessa missionaria.

Il rinnovamento della Chiesa e, in essa, anche della Curia Romana, non può che rispecchiare questa fondamentale reciprocità perché la comunità dei credenti possa avvicinarsi il più possibile all'esperienza di comunione missionaria vissuta dagli Apostoli con il Signore durante la sua vita terrena (cfr.  Mc  3,14) e, dopo la Pentecostés, sotto l'azione dello Spirito Santo, dalla prima comunità di Gerusalemme (cfr  At  2,42).

El servicio del Primato y del Collegio dei Vescovi

5. Fra questi doni dati dallo Spirito per il servizio degli uomini, eccelle quello degli Apostoli, che il Signore scelse e costituì come “gruppo” stabile, del quale mise a capo Pietro, scelto di mezzo a loro[9]. Agli stessi Apostoli affidò una missione che durerà sino alla fine dei secoli. Per questo essi ebbero cura di istituire dei successori[10], sicché come Pietro e gli altri Apostoli costituirono, per volontà del Signore, un unico Collegio apostolico, così ancora oggi, nella Chiesa, società gerarchicamente organizzata[11], il Romano Pontefice, sucesor de Pietro, ei Vescovi, sucesores degli Apostoli, sono uniti tra loro in un unico corpo episcopale, al quale i Vescovi appartengono in virtù della consacrazione sacramentale e mediante la comunione gerarchica col capo del Collegio e con le sue membra, cioè con il Collegio stesso[12].

6. Insegna il Concilio Vaticano II:  «L'unione collegiale appare anche nelle mutue relazioni dei singoli Vescovi con le Chiese particolari e con la Chiesa universale. Il Romano Pontefice, quale sucesor de Pietro, è il perpetuo e visibile principio e fondamento dell'unità sia dei Vescovi, sia della moltitudine dei fedeli. I singoli Vescovi, invece, sono il visibile principio e fondamento di unità nelle loro Chiese particolari. Queste sono formate a immagine della Chiesa universale, ed è in esse ea partire da esse che esiste la Chiesa cattolica una e unica. Perciò i singoli Vescovi rappresentano la propria Chiesa, e tutti insieme col Papa rappresentano la Chiesa universale in un vincolo di pace, di amore e di unità»[13].

7. È importante sottolineare che grazie alla Divina Provvidenza nel corso del tempo sono state stabilite in diversi luoghi dagli Apostoli e dai loro successori varie Chiese, che si sono riunite in diversi gruppi, soprattutto le antiche Chiese patriarcali. L'emerge delle Conferenze episcopali nella Chiesa latina rappresenta una delle forme più recenti in cui la  communio Episcoporum  si è espressa al servizio della  communio Ecclesiarum  basata sulla  communio fidelium . Pertanto, ferma restando la potestà propria del Vescovo, quale pastore della Chiesa particolare affidatagli, le Conferenze episcopali, incluse le loro Unioni regionali e continentali, insieme con le rispettive Strutture gerarchiche orientali sono attualmente uno dei modi più significativi di esprimere e servire la comunione ecclesiale nelle diversity regioni insieme al Romano Pontefice, garante dell'unità di fede e di comunione[14].

El servicio de la Curia Romana

8. La Curia Romana è al servizio del Papa, il quale, in quanto sucesor de Pietro, è il perpetuo e visibile principio e fondamento dell'unità sia dei Vescovi sia della moltitudine dei fedeli[15]. In forza di tale legame l'opera della Curia Romana è pure in rapporto organico con il Collegio dei Vescovi e con i singoli Vescovi, e anche con le Conferenze episcopali e le loro Unioni regionali e continentali, e le Strutture gerarchiche orientali, che sono di grande utilità pastorale ed esprimono la comunione affettiva ed effettiva tra i Vescovi. La  Curia Romana non si colloca tra il Papa ei Vescovi, piuttosto si pone al servizio di entrambi secondo le modalità che sono proprie della natura di ciascuno.

9. L'attenzione che la presente Costituzione apostolica dà alle Conferenze episcopali e in maniera corrispondente ed adeguata alle Strutture gerarchiche orientali, si muove nell'intento di valorizzarle nelle loro potenzialità[16], senza che esse fungano da interposizione fra il Romano Pontefice ei Vescovi, bensì siano al loro pieno servizio. Le competenze che vengono loro assegnate nelle presenti disposizioni sono volte ad esprimere la dimensione collegiale del ministero episcopale e, indirettamente, a rinsaldare la comunione ecclesiale[17], dando concretezza all'esercizio congiunto di alcune funzioni pastorali per il bene dei fedeli delle rispettive nazioni o di un determinato territorio[18].

Ogni cristiano es un discepolo misionero

10       Il Papa, i Vescovi e gli altri ministri ordinati non sono gli unici evangelizzatori nella Chiesa. Essi  «sanno di non essere stati istituiti da Cristo per assumersi da soli tutto il peso della missione salvifica della Chiesa verso il mondo»[19]. Ogni cristiano, in virtù del Battesimo, è un discepolo-missionario  «nella misura in cui si è contrato con l'amore di Dio in Cristo Gesù»[20]. Non si può non tenerne conto nell'aggiornamento della Curia, la cui riforma, pertanto, deve prevedere il coinvolgimento di laiche e laici, anche in ruoli diverno e di responsabilità. La loro presenza e partecipazione è, inoltre, imprescindibile, perché essi cooperano al bene di tutta la Chiesa[21] e, per la loro vita familiare, per la loro conoscenza delle realtà sociali e per la loro fede che li porta a scoprire i cammini di Dio nel mondo, possono appportare validi contributi, soprattutto quando si tratta della promozione della famiglia e del rispetto dei valori della vita e del creato, del Vangelo come fermento delle realtà temporali e del discernimento dei segni dei tempi.

Significato della reforma

11. La riforma della Curia Romana sarà reale e possibile se germoglierà da una riforma interiore, con la quale facciamo nostro  «il paradigma della spiritualità del Concilio» , espressa dall' «antica storia del Buon Samaritano»[22], di quell'uomo, che devia dal suo cammino per farsi prossimo ad un uomo mezzo morto che non appartiene al suo popolo e che neppure conosce. Si tratta qui di una spiritualità che ha la propria fonte nell'amore di Dio che ci ha amato per primo, quando noi eravamo ancora poveri e peccatori, e che ci ricorda che il nostro dovere è servire come Cristo i fratelli, soprattutto i più bisognosi , e che il volto di Cristo si riconosce nel volto di ogni essere umano, specialmente dell'uomo e della donna che soffrono (cfr  Mt  25,40).

12. Deve pertanto essere chiaro che «la reforma non è fine a se stessa, ma un mezzo per dare una forte testimonianza cristiana; per favorire una più efficace evangelizzazione; per promuovere un più fecondo espíritu ecuménico; per incoraggiare un dialogo più costruttivo con tutti. La riforma, auspicata vivamente dalla maggioranza dei Cardinali nell'ambito delle Congregazioni generali prima del Conclave, dovrà perfezionare ancora di più l'identità della stessa Curia Romana, ossia quella di coadiuvare il sucesore di Pietro nell'esercizio del suo supremo Ufficio pastorale per il bene e il servizio della Chiesa universale e delle Chiese particolari. Esercizio col quale si rafforzano l'unità di fede e la comunione del popolo di Dio e si promueve la missione propria della Chiesa nel mondo. Ciertamente raggiungere una tale meta non è facile: richiede tempo, determinazione e soprattutto la collaborazione di tutti. Ma per realizzare questo dobbiamo innanzitutto affidarci allo Spirito Santo, che è la vera guida della Chiesa, implorando nella preghiera il dono dell'autentico discernimento»[23].

Yo

PRINCIPI E CRITERI PER IL SERVIZIO DELLA CURIA ROMANA

Per rendere possibile ed efficace la missione pastorale del Romano Pontefice ricevuta da Cristo Signore e Pastore, nella sua sollecitudine per tutta la Chiesa (cfr  Gv  21,51ss), e per mantenere e coltivare la relazione tra il ministero petrino e il ministero di tutti Vescovi , il Papa  «nell'esercizio della sua suprema, piena ed immediata potestà sopra tutta la Chiesa, si avvale dei Dicasteri della Curia Romana, che perciò compiono il loro lavoro nel suo nome e nella sua autorità, a vantaggio delle Chiese e al servizio dei sacri pastori»[24]. In tal modo la Curia è al servizio del Papa e dei Vescovi i quali  «col successore di Pietro reggono la casa del Dio vivente»[25]. La Curia esercita questo servizio ai Vescovi nelle loro Chiese particolari nel rispetto della responsabilità loro dovuta in quanto  successori degli Apostoli

1.          Servicio a la misión del Papa. La Curia Romana è in primo luogo uno strumento di servizio per il successore di Pietro per aiutarlo nella sua missione di  «perpetuo e visibile principio e fondamento dell'unità sia dei Vescovi sia della moltitudine dei fedeli»[26], ad utilità anche dei Vescovi, delle Chiese particolari, delle Conferenze episcopali e delle loro Unioni regionali e continentali, delle Strutture gerarchiche orientali e  di altre istituzioni e comunità nella Chiesa.

2.          Correspondencia en la  comunión .  Questa riforma si propone, nello spirito di una  “sana decentralizzazione”[27], di lasciare alla competenza dei Pastori la facoltà di risolvere nell'esercizio del  «loro proprio compito di maestri»  e di pastori[28] le questioni che conoscono bene[29] e che non toccano l'unità di dottrina, di disciplina e di comunione della Chiesa, semper agendo con quella corresponsabilità che è frutto ed espressione di quello specifico mysterium communionis  che è la Chiesa[30].

3.          Servizio alla missione dei Vescovi. Nell'ambito della collaborazione con i Vescovi, il servizio che la Curia offre loro consiste, in primo luogo, nel riconoscere e sosteniendoe l'opera che prestano al Vangelo e alla Chiesa, nel consiglio tempestivo, nell'incoraggiare la conversione pastorale che essi promuovono , nell'appoggio solidale alla loro iniziativa evangelizzatrice and alla loro opzione pastorale preferenziale per i poveri, alla protezione dei minori e delle persone vulnerabili e ad ogni contributo a favore della famiglia umana, dell'unità e della pace; in breve, alle loro iniziative affinché i popoli abbiano vita abbondante in Cristo. Questo servizio della Curia alla missione dei Vescovi e alla  communio si propone, anche mediante l'assolvimento, con espíritu fraterno, di compiti di vigilanza, sostegno ed incremento della comunione reciproca, affettiva ed effettiva, del sucesor di Pietro con i Vescovi.

4.          Sostegno alle Chiese particolari e alle loro Conferenze episcopali e Strutture gerarchiche orientali.  La Chiesa cattolica abbraccia nel mondo una moltitudine di popoli, lingue e culture e ha per questo a disposizione un grande tesoro di efficaci esperienze riguardo all'evangelizzazione, che non può andare perduto. La Curia Romana, nel suo servizio per il bene dell'intera  communio, è in grado di raccogliere ed elaborare dalla presenza della Chiesa nel mondo la ricchezza di tali conoscenze e delle esperienze delle migliori iniziative e proposte creative riguardanti l'evangelizzazione delle singole Chiese particolari, delle Conferenze episcopali e delle Strutture gerarchiche orientali e il modo di agire di fronte a problemi, sfide, come proposte creative. Raccogliendo tali esperienze della Chiesa nella sua universalità, ne rende partecipi, come sostegno, le Chiese particolari, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali. Per questo type di scambio e di dialogo, le visit  “ad limina Apostolorum”  and le relazioni presente dai Vescovi in ??ordine ad esse rappresentano a importante strumento.

5.          Indol vicaria della Curia Romana.  Ogni Istituzione curiale compie la propria missione in virtù della potestà ricevuta dal Romano Pontefice in nome del quale opera con potestà vicaria nell'esercizio del suo  munus  primaziale. Per tale ragione qualunque fedele può presiedere un Dicastero o un Organismo, attesa la peculiare competenza, potestà di gobernar e funzione di quest'ultimi.

6.          Espiritualidad. La Curia Romana contribuisce alla comunione della Chiesa con il Signore solo coltivando la relazione di tutti i suoi membri con Cristo Gesù, gastando si con ardore interiore a favore dei piani di Dio e dei doni che lo Spirito Santo consegna alla sua Chiesa, e adoperandosi a favore della vocazione di tutti i battezzati alla santità. È necesario, pertanto, che in tutte le Istituzioni curiali il servizio alla Chiesa-mistero permanga unito ad una esperienza dell'alleanza con Dio, manifestata dalla preghiera in comune, dal rinnovamento spirituale e dalla periodica celebrazione comune dell'Eucaristia. Allo stesso modo, partendo dall'incontro con Gesù Cristo, i membri della Curia adempiano il loro compito con la gioiosa consapevolezza di essere discepoli-missionari al servizio di tutto il popolo di Dio.

7.         Integridad personal y profesionalidad. Il volto di Cristo si riflette nella varietà dei volti dei suoi discepoli e delle sue discepole che con i loro carismi sono a servizio della missione della Chiesa. Pertanto, quanti prestano servizio nella Curia sono scelti tra Vescovi, presbiteri, diaconi, membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica e laici che si distinguono per vita spirituale, buona esperienza pastorale, sobrietà di vita e amore ai poveri, spirito di comunione e di servizio, competenza nelle materie loro affidate, capacità di discernimento dei segni dei tempi. Per questo si rende necessario dedicare attenta cura alla scelta and alla formazione del personale, così come all'organizzazione del lavoro and alla crescita personale and professionale di ciascuno.

8.         Collaborazione tra i Dicasteri.  La comunione e la partecipazione devono essere tratti distintivi del lavoro interno della Curia e di ogni sua Istituzione. La Curia Romana deve essere sempre più al servizio della comunione di vita e dell'unità operativa attorno ai Pastori della Chiesa universale. Per questo i responsabili dei Dicasteri si incontrano periodicamente con il Romano Pontefice, in maniera individuale e in riunioni congiunte. Le riunioni periodiche favoriscono la trasparenza e un'azione concertata per discutere i piani di lavoro dei Dicasteri e la loro applicazione.

9.          Riunioni interdicasteriali e intradicasteriali . In riunioni interdicasteriali, che esprimono la comunione e la collaborazione esistenti nella Curia, vengono affrontati i temi che coinvolgono più Dicasteri. Il compito di indire tali riunioni spetta alla Segreteria di Stato in quanto essa svolge la funzione di Segreteria papale. La comunione y la collaborazione sono manifestate anche dalle oportuno riunioni periodiche dei Membri di un Dicastero: plenarie, consulte e Congressi. Questo spirito deve animare parimenti gli incontri dei Vescovi con i Dicasteri, sia individualmente, sia collettivamente come in occasione delle visite  “ad limina Apostolorum” .

10.        Espressione della cattolicità.  Nella scelta dei Cardinali, dei Vescovi y degli altri colaboratori deve rispecchiarsi la cattolicità della Chiesa. Tutti coloro che sono invitati a prestare servizio nella Curia Romana sono un segno di communione e solidarietà con il Romano Pontefice da parte dei Vescovi e dei Superiori degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica che mettono a disposizione della Curia Romana qualificati collaboratori provenienti da una cultura diversa.

11.        Riduzione dei Dicasteri.  Si è reso necessario ridurre il numero dei Dicasteri, unendo tra loro quelli la cui finalità era molto simile o complementare, e razionalizzare le loro funzioni con l'obiettivo di evitare sovrapposizioni di competenze e rendere il lavoro più efficace.

12. La riforma, così come desiderava Paolo VI, intende in primo luogo far sì che nella Curia stessa e in tutta la Chiesa, la scintilla della divina carità possa  «dar fuoco ai principi, alle dottrine e ai propositi, che il Concilio ha predisposti , e che così infiammati di carità, possono davvero operare nella Chiesa e nel mondo quel rinnovamento di pensieri, di attività, di costumi e di forza morale e di gaudio e di speranza, ch'è stato lo scopo stesso del Concilio»[31].

tercero

NORMAS GENERALES

Nozione di Curia Romana

Arte. 1

La Curia Romana è l'Istituzione della quale il Romano Pontefice si avvale ordinariamente nell'esercizio del suo supremo Ufficio pastorale e della sua missione universale nel mondo. Essa è al servizio del Papa, sucesor de Pietro, e dei Vescovi, sucesores degli Apostoli, secondo le modalità che sono proprie della natura di ciascuno, adempiendo con espíritu evangelico la propria funzione, operando al bene e al servizio  della comunione, dell'unità e dell'edificazione della Chiesa universale ed attendendo alle istanze del mondo nel quale la Chiesa è chiamata a compiere la sua missione.

Indole pastorale delle attività curiali

Arte. 2

Poiché tutti i membri del popolo di Dio, ciascuno secondo la condizione propria, prendono parte alla missione della Chiesa, coloro che prestano servizio nella Curia Romana vi cooperano in modo proporzionato alla scienza e alla competenza di cui godono, nonché all'esperienza pastorale.

Arte. 3

Il personale che lavora presso la Curia Romana e le altre Istituzioni collegate con la Santa Sede svolge un servizio pastorale a sostegno della missione del Romano Pontefice e dei Vescovi nelle rispettive responsabilità verso la Chiesa universale. Questo servizio deve essere animato e svolto con il più alto senso di collaborazione, di corresponsabilità e di rispetto verso la competenza altrui.

Arte. 4

Il carattere pastorale del servizio curiale è alimentado ed arricchito da una peculiare spiritualità fondata sul rapporto di mutua interiorità che esiste tra la Chiesa universale e la Chiesa particolare.

Arte. 5

L'originalità propria del servizio pastorale della Curia Romana esige che ognuno avverta la sua vocazione all'esemplarità di vita davanti alla Chiesa e al mondo. Ciò comporta per tutti l'impegnativo dovere di essere discepoli-missionari, mostrando esempio di dedizione, spirito di pietà, di accoglienza a quanti ad essa si rivolgono e di servizio.

Arte. 6

Unitamente al servicio prestato nella Curia Romana, per quando possibile e senza pregiudicare il loro lavoro di ufficio, i chierici attendano anche alla cura d'anime, così come i membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica ed i laici collaborino alle attività pastorali delle proprie comunità o di altre realtà ecclesiali secondo le capacità e possibilità di ciascuno.

 

Principios operativos de la Curia Romana

Arte. 7

§ 1. Per il buon funzionamento di ciascuna delle los componentes della Curia Romana son indispensables para el che, oltre alla dedizione e alla rettitudine, chi vi opera sia calificato. Ciò comporta professionalità, ossia competenza e capacità nella materia in cui si è chiamati a prestare la propria attività. Essa si forma e si acquisisce col tempo, mediante esperienza, studio, aggiornamento; tuttavia è necessario che fin dall'inizio si riscontri un'adeguata preparazione al riguardo.

§ 2. Le diversity componentsi della Curia Romana, ciascuna per la sua natura e competenza, provvedano ad una formazione permanente del proprio personale.

Arte. 8

§ 1. L'attività di ciascuna delle componentsi della Curia Romana deve essere semper ispirata a criteri di razionalità e funzionalità, rispondendo alle situazioni che si creano nel tempo ed adattandosi alle necessità della Chiesa universale e delle Chiese particolari.

§ 2. La funzionalità, finalizzata ad offrire il servizio migliore e più efficace, esige che quanti prestano il loro servizio nella Curia Romana siano semper pronti a svolgere la propria opera a seconda delle necessità.

Arte. 9

§ 1. Ciascun Dicastero, Organismo o Ufficio, nello svolgere il suo peculiare servizio, è chiamato, per la ragione stessa della missione alla quale partecipa, a compierlo convergendo con gli altri Dicasteri, Organismi o Uffici, in una dinamica di mutual collaborazione, ciascuno secondo la propria competenza, in costante interdipendenza e interconnessione delle attività.

§ 2. Tale convergenza sia attuata anche all'interno di ciascun Dicastero, Organismo o Ufficio da parte di tutti, adempiendo il proprio ruolo in modo che l'operosità di ciascuno favorisca un funzionamento disciplinato ed efficace, al di là delle diversità culturali, languagehe e nazionali.

§ 3. Quanto disposto nei §§ 1 y 2 si riferisce altresì alla Segreteria di Stato con la specificità che le è propria in qualità di Segreteria papale.

Arte. 10

Ogni Dicastero, Organismo o Ufficio, nell'esercizio delle sue attività, faccia uso in modo regolare e fedele degli organi previsti da questa Costituzione apostolica, quali il Congresso, le Sessioni ordinarie e plenarie. Si tieneno anche, con regolarità, riunioni dei Capi Dicastero e interdicasteriali.

Arte. 11

Di tutto ciò che concerne le prestazioni di lavoro del personale alle dipendenze della Curia Romana e delle questioni ad esso connesse si occupa, secondo la propria competenza, l'Ufficio del Lavoro della Sede Apostolica, a tutela e promozione dei diritti dei collaboratori, secondo i principi della dottrina sociale della Chiesa.

Struttura della Curia Romana

Arte. 12

§ 1. La Curia Romana è composta dalla Segreteria di Stato, dai Dicasteri e dagli Organismi, tutti giuridicamente pari tra loro.

§ 2. Con la dicitura Istituzioni curiali si intentono le unità della Curia Romana di cui al § 1.

§ 3. Sono Uffici della Curia Romana la Prefettura della Casa Pontificia, l'Ufficio delle Celebrazioni Liturgiche del Sommo Pontefice e il Camerlengo di Santa Romana Chiesa.

Arte. 13

§ 1. Ogni Istituzione curiale è composta da un Prefetto, o equiparato, da un congruo numero di Membri, da uno o più Segretari che coadiuvano il Prefetto, insieme, ma in linea subordinata, a uno o più Sottosegretari, ai quali si affiancano i diversi Officiali ed i Consultori.

§ 2. In ragione della propria natura particolare, o di una legge speciale, un'Istituzione curiale può avere una struttura diversa da quella stabilita al § 1.

Arte. 14

§ 1. La institución curial è retta dal Prefetto, o equiparato, che la dirige e la rappresenta.

§ 2. Il Segretario, con la collaborazione del Sottosegretario o dei Sottosegretari, aiuta il Prefetto nel trattare gli affari dell'Istituzione curiale e nel dirigere il personale.

§ 3. Gli Officiali, che per quanto possibile provengono dalle diversity regioni del mondo così che la Curia Romana rispecchi l'universalità della Chiesa, sono assunti tra chierici, membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica e laici, che si distinguono per debita esperienza, scienza confermata da adeguati titoli di studio, virtù e prudencia. Siano scelti secondo criteri oggettivi e di trasparenza ed abbiano un congruo numero di anni di esperienza nelle attività pastorali.

§ 4. L'idoneità dei candidati ad Officiali sia verificata in modo appropriato.

§ 5. Nella scelta dei chierici in qualità di Officiali si cerchi, per quanto possibile, un adeguato equilibrio tra diocesani/eparchiali e membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica.

Arte. 15

I Membri delle Istituzioni curiali sono nominati tra i Cardinali dimoranti sia nell' Urbe  che fuori di essa, ai quali si aggiungono, in quanto particolarmente esperti nelle cose di cui si tratta, alcuni Vescovi, soprattutto diocesani/eparchiali, nonché, secondo la natura del Dicastero, alcuni presbiteri e diaconi, alcuni membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica ed alcuni fedeli laici.

Arte. dieciséis

I Consultori delle Istituzioni curiali e degli Uffici sono nominati tra i fedeli che si distinguono per scienza, comprovata capacità e prudenza. L'individuazione e la scelta degli stessi deve rispettare, il più possibile, il criterio dell'universalità.

Arte. 17

§ 1. Il Prefetto, o equiparato, i Membri, il Segretario, il Sottosegretario e gli altri Officiali maggiori assegnati a Capi Ufficio, equiparati ed esperti, come pure i Consultori, sono nominati dal Romano Pontefice per un quinquennio.

§ 2. Il Prefetto e il Segretario, raggiunta l'età prevista dal Regolamento Generale della Curia Romana, devono presentare la loro rinuncia al Romano Pontefice, il quale, ponderata ogni cosa, provvederà in merito.

§ 3. I Membri, raggiunta l'età di ottant'anni, decadono dall'incarico. Tuttavia, quelli che appartengono ad una delle Istituzioni curiali in ragione di altro incarico, decadendo da esso, cessano anche di essere Membri.

§ 4. Di regola dopo un quinquennio, gli Officiali chierici e membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica che hanno prestato servizio nelle Istituzioni curiali e negli Uffici fanno ritorno alla cura pastorale nella loro Diocesi/Eparchia, o negli Istituti o Sociedad de appartenenza. Qualora i Superiori della Curia Romana lo ritengano opportuno il servizio può essere prorogato per un altro periodo di cinque anni.

Arte. 18

§ 1. In caso di Sede Apostolica vacante tutti i Capi delle Istituzioni curiali ei Membri decadono dall'incarico. Fanno eccezione il Penitenziere Maggiore, il quale continua a sbrigare gli affari ordinari di sua competenza, proponendo al Collegio dei Cardinali quelli di cui riferirebbe al Romano Pontefice, e l'Elemosiniere di Sua Santità, che continua nell'esercizio delle opere di carità, secondo gli stessi criteri usati durante il pontificato, restando alle dipendenze del Collegio dei Cardinali, fino all'elezione del nuovo Romano Pontefice.

§ 2. Durante la Sede vacante i Segretari si occupano del gobierno ordinario delle Istituzioni curiali, curando soltanto gli affari di ordinaria amministrazione. Entro tre mesi dall'elezione del Romano Pontefice essi devono essere da lui confermati nel loro incarico.

§ 3. Il Maestro delle Celebrazioni Liturgiche Pontificie asume gli incarichi previsti dalla normativa riguardante la vacanza della Sede Apostolica e l'elezione del Romano Pontefice.

Arte. 19

Ciascuna delle Istituzioni curiali e degli Uffici ha il proprio archivio corrente, nel quale i documenti ricevuti e le copie di quelli spediti vengono protocollati e custoditi con ordine, sicurezza e secondo criteri adeguati.

Competencia y procedimiento delle Istituzioni curiali

Arte. 20

La competencia delle Istituzioni curiali si determina ordinariamente in ragione della materia. È possibile, tuttavia, che siano stabilite competenze anche in forza di altre ragioni.

Arte. 21

Ciascuna delle Istituzioni curiali, nell'ambito della propria competenza:

1. tratta gli affari che per loro natura o per disposizione del diritto sono riservati alla Sede Apostolica;

2. tratta gli affari assegnati dal Romano Pontefice;

3. esamina le questioni ei problemi che superano l'ambito di competenza dei singoli Vescovi diocesani/eparchiali o degliorgani organi episcopali (Conferenze o Strutture gerarchiche orientali);

4. studia i problemi più gravi del tempo present, allo scopo di promuovere l'azione pastorale della Chiesa in maniera più adeguata, coordinata ed efficace, semper d'intesa e nel rispetto delle competenze delle Chiese particolari, delle Conferenze episcopali, delle loro Unioni regionali e continentali e delle Strutture gerarchiche orientali;

5. Promuove, favorisce e incoraggia le iniziative e le proposte per il bene della Chiesa universale;

6. esamina e, se del caso, decide le questioni che i fedeli, usando del loro diritto, deferiscono direttamente alla Sede Apostolica.

Arte. 22

Eventuali conflitti di competenza tra i Dicasteri e tra questi e la Segreteria di Stato vanno sottoposti al Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica, a meno che il Romano Pontefice non intenda provvedere in altro modo.

Arte. 23

Ciascuna delle Istituzioni curiali tratta le questioni di su a competenza a norma del diritto universale e quello peculiare della Curia Romana e altresì secondo le normativa proprie, applicando il diritto semper con equità canonica, avendo riguardo e attenzione per la giustizia, per il bene della Chiesa e por la salvezza delle anime.

Arte. 24

I Capi delle Istituzioni curiali o, in loro vece, i Segretari, sono ricevuti personalmente dal Romano Pontefice nella forma da lui stabilita al fine di riferire with regolarità e frequenza sugli affari correnti, sulle attività e sui programmi.

Arte. 25

Spetta al Capo Dicastero, salva diversa disposizione per singoli Dicasteri, riunire il Congresso, composto dallo stesso, dal Segretario, dal Sottosegretario e, a giudizio del Capo Dicastero, di tutti o parte degli Officiali:

1. per esaminare specifiche questioni ed individuare la risoluzione con decisione immediata, oppure proponendo di sottoporle alla Sessione ordinaria o plenaria o ad una riunione interdicasteriale, o di presentarle al Romano Pontefice;

2. per assegnare ai Consultori o ad altri esperti le questioni che esigono uno studio particolare;

3. per esaminare richieste di facoltà e rescritti, secondo le competenze del Dicastero.

Arte. 26

§ 1. I Membri dei Dicasteri si radunano in Sessioni ordinariarie e in Sessioni plenarie.

§ 2. Per le Sessioni ordinarie, riguardanti gli affari consueti o frecuenti, è enoughe che siano convocati i Membri del Dicastero residenti in  Urbe .

§ 3. Alla Sessione plenaria sono convocati tutti i Membri del Dicastero. Essa è da celebrarsi ogni due anni, tranne che l' Ordo servandus  del Dicastero dispone de un período di tempo maggiore, e semper dopo che ne è stato informato il Romano Pontefice. Alla Sessione plenaria sono riservati gli affari e le questioni di maggiore importanza, che risultano tali in ragione dalla natura propria del Dicastero. Essa deve essere convocata oportunamente anche per le questioni aventi carattere di principio generale e per quelle che il Capo Dicastero ritenga necessario trattare in tal modo.

§ 4. Nella programmazione dei lavori delle Sessioni, soprattutto quelle plenarie che richiedono la presenza di tutti i Membri, si cerchi di razionalizzare gli spostamenti, utilizzando anche videoconferenze e altri mezzi di comunicazione enoughemente riservati e sicuri, che permettano un efficace lavoro comune indipendentemente dall 'effettiva presenza fisica nello stesso luogo.

§ 5. Il Segretario partecipa a tutte le Sessioni con diritto di voto.

Arte. 27

§ 1. Spetta ai Consultori, e ai loro equiparati, studiare la questione affidata e dare in merito, solitariamente per iscritto, il parere.

§ 2. Quando sia ritenuto necessario e secondo la natura propria del Dicastero, i Consultori – tutti o parte di loro, attese le specifiche competenze - possono essere convocati collegialmente per esaminare particolari questioni e dare il loro parere.

§ 3. In singoli casi, possono essere chiamate per una consulenza anche persone non annoverate tra i Consultori, che si segnalano per particolare competenza ed esperienza nella material che si deve trattare.

Arte. 28

§ 1. Gli affari, che sono di competenza mista, ossia di più Dicasteri, vengono esaminati congiuntamente dai Dicasteri coinvolti.

§ 2. Il Capo del Dicastero cui per primo è stata deferita la questione, convoca la riunione o d'ufficio o su richiesta di un altro Dicastero coinvolto, per confrontare i vari punti di vista e prendere una deliberazione.

§ 3. Nel caso in cui l'argomento lo richieda, la materia in questione deve essere deferita alla Sessione plenaria congiunta dei Dicasteri coinvolti.

§ 4. Presiede la riunione il Capo del Dicastero che l'ha convocata, o il Segretario, se vi intervengono i soli Segretari.

§ 5. Per trattare quegli affari di competenza mista che richiedono una consultazione reciproca e frecuence, quando è ritenuto necessario, il Capo del Dicastero che per primo ha cominciato a trattare o al quale per primo è stata deferita la questione, previa approvazione da parte del Romano Pontefice, istituisce un'apposita Commissione interdicasteriale.

Arte. 29

§ 1. L'Istituzione curiale che prepara un documento generale, prima di sottoporlo al Romano Pontefice, trasmetta il testo alle altre Istituzioni curiali coinvolte, per ricevere eventuali osservazioni, emendamenti e suggerimenti, al fine di perfezionarlo, cosicché, confrontate le diversity prospettive e valutazioni, si possa ottenere una concorde applicazione dello stesso.

§ 2. I documenti o le dichiarazioni su materie afferenti alle relazioni con gli Stati e con gli altri soggetti di diritto internazionale richiedono preventivamente il nulla osta della Segreteria di Stato.

Arte. 30

Un'Istituzione curiale non può emanare leggi o decreti generali aventi forza di legge, né può derogare alle prescrizioni del diritto universale vigente, se non in casi singoli e particolari e approvati in forma specifica dal Romano Pontefice.

Arte. 31

§ 1. È norma inderogabile che circa gli affari importanti o straordinari nulla deve essere fatto prima che il Capo di un'Istituzione curiale lo abbia comunicato al Romano Pontefice.

§ 2. Le decisioni e le risoluzioni riguardanti questioni di maggiore importanza devono essere sottoposte all'approvazione del Romano Pontefice, ad eccezione delle decisioni per le quali sono state attribuite all'Istituzione curiale facoltà speciali e delle Sentenze del Tribunale della Rota Romana e del Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica, emesse entro i limiti della competenza propria.

§ 3. Circa le facoltà speciali concesse a ciascuna Istituzione curiale, il Prefetto o equiparato è tenuto a  verificare e valutare periodicamente con il Romano Pontefice la loro efficacia, la praticabilità, l'attribuzione nell'ambito della Curia Romana e l'opportunità per la Chiesa universale.

Arte. 32

§ 1. I ricorsi gerarchici sono ricevuti, esaminati e decisi, a norma di diritto, dalle Istituzioni curiali competeti per materia. In caso di dubbio sulla determinazione della competenza dirime la questione il Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica.

§ 2. Le questioni, che devono essere trattate in via giudiziaria, si rimettono ai Tribunali competeti.

Arte. 33

Le Istituzioni curiali collaborano, secondo le rispettive specifiche competenze, all'attività della Segreteria Generale del Sinodo, atteso quanto stabilito nella normativa propria del Sinodo stesso, il quale presta un'efficace collaborazione al Romano Pontefice, secondo i modi dallo stesso stabiliti o da stabilirsi, nelle questioni di maggiore importanza, per il bene di tutta la Chiesa.

Reunión de los Capi delle Istituzioni curiali

Arte. 34

§ 1. Al fine di favorire maggiore coerenza e trasparenza nel lavoro della Curia, per disposizione del Romano Pontefice, i Capi delle Istituzioni curiali vengono convocati regolarmente per discutere insieme i piani di lavoro delle singole Istituzioni e la loro applicazione; por coordinare il lavoro comuna; per dare e Ricevere Informazioni ed esaminare questioni di Maggiore Importanza; offrere pareri e suggerimenti; prendere decisioni da proporre al Romano Pontefice.

§ 2. Le riunioni vengono convocate e coordina dal Segretario di Stato in accordo con il Romano Pontefice.

Arte. 35

Se il Romano Pontefice lo ritiene opportuno, gli affari più importanti di carattere generale, già oggetto di Discussione nella riunione dei Capi delle Istituzioni curiali, possono essere altresì trattati dai Cardinali riuniti in Concistoro, secondo la legge propria.

La Curia Romana al servizio delle Chiese particolari

Arte. 36

§ 1. Le Istituzioni curiali debbono collaborare nelle questioni più importanti con le Chiese particolari, le Conferenze episcopali, le loro Unioni regionali e continentali e le Strutture gerarchiche orientali.

§ 2. Quando la questione lo richieda, i documenti di carattere generale aventi rilevante importanza o quelli che riguardano in modo speciale alcune Chiese particolari siano preparati tenendo conto del parere delle Conferenze episcopali, delle Unioni regionali e continentali e delle Strutture gerarchiche orientali coinvolte.

§ 3. Le Istituzioni curiali accusino celermente ricevimento delle istanze presentate loro dalle Chiese particolari, le esaminino con diligenza e sollecitudine e offrano quanto prima risposta adeguata.

Arte. 37

In merito agli affari riguardanti le Chiese particolari, le Istituzioni curiali consultino i Rappresentanti Pontifici che ivi esercitano la loro funzione e non omettano di notificare agli stessi e alle Conferenze episcopali e alle Strutture gerarchiche orientali le decisioni prese.

Visita  “ad limina Apostolorum”

Arte. 38

Conformemente alla tradizione e secondo le disposizioni della legge canonica, i Pastori di ciascuna Chiesa particolare compiono nei tempi stabiliti la visita  “ad limina Apostolorum” .

Arte. 39

Tale visita ha un'importanza peculiare per l'unità e la comunione nella vita della Chiesa, in quanto costituisce il momento più alto delle relazioni dei Pastori di ciascuna Chiesa particolare e di ogni Conferenza episcopale e di ogni Struttura gerarchica orientale con il Vescovo di Roma . Egli, infatti, ricevendo i suoi fratelli nell'episcopato, tratta con loro delle cose concernenti il ??bene delle Chiese e la funzione pastorale dei Vescovi, li conferma e sostiene nella fede e nella carità. In tal modo si rafforzano i vincoli della comunione gerarchica e si evidenziano sia la cattolicità della Chiesa che l'unità del Collegio dei Vescovi.

Arte. 40

§ 1. I Pastori di ciascuna Chiesa particolare chiamati a partecipare alla visita devono prepararla con cura e diligenza, presentando alla Sede Apostolica, nei tempi da essa indicati, una relazione dettagliata sullo stato della Diocesi/Eparchia loro affidata, includendo un rapporto sulla situazione finanziaria y patrimonial.

§ 2. La relazione, conciliando la brevità con la chiarezza, si caratterizzi per precisione e concretezza nel descrivere la reale condizione della Chiesa particolare. Deve altresì contenere una valutazione del supporto ottenuto dalle Istituzioni curiali ed esprimere le aspettative verso la Curia stessa riguardo al lavoro da adempiere in collaborazione.

§ 3. Per facilitare i colloqui, i Pastori delle Chiese particolari alleghino alla dettagliata relazione un testo riassuntivo circa gli argomenti principali.

Arte. 41

La visita si articola in tre momenti principali: il pellegrinaggio ai sepolcri dei Principi degli Apostoli, l'incontro con il Romano Pontefice ed i colloqui presso i Dicasteri e gli Organismi di giustizia della Curia Romana.

Arte. 42

§ 1. I Prefetti, o equiparati, ei rispettivi Segretari dei Dicasteri e degli Organismi di giustizia si preparano con diligenza all'incontro con i Pastori delle Chiese particolari, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali esaminando attentamente le relazioni fatte pervenire dagli stessi.

§ 2. Contrando i Pastori di cui al § 1, i Prefetti, o equiparati, ei rispettivi Segretari dei Dicasteri e degli Organismi di giustizia, mediante un dialogo franco e cordiale, li consiglino, li incoraggino, diano loro suggerimenti ed oportuno indicazioni al fine di contribuire al bene e allo sviluppo della Chiesa intera, all'osservanza della disciplina comune, raccogliendo dagli stessi suggerimenti e indicazioni per offrire un servizio semper più eficacia.

Regolamenti

Arte. 43

§ 1. Circa il modo di procedere, ferme restando le prescrizioni dei Codici vigenti, i principi ei criteri delineati nella parte II e le norme stabilite in questa Costituzione apostolica, è da osservarsi il Regolamento Generale della Curia Romana, ossia l'insieme delle norme comuni con le quali sono stabiliti l'ordine e il modo di procedere e di trattare gli affari nella Curia e, ove sia espressamente previsto, nelle Istituzioni collegate con la Santa Sede, debitamente approvato dal Romano Pontefice.

§ 2. Ogni Istituzione curiale ed ogni Ufficio deve avere il suo Ordo servandus , ossia le norme proprie, approvate dal Romano Pontefice, secondo le quali trattare gli affari.

IV

SEGRETERIA DE ESTADO

Arte. 44

La Segreteria di Stato, in quanto Segreteria papale, coadiuva da vicino il Romano Pontefice nell'esercizio della sua suprema missione.

Arte. 45

§ 1. È retta dal Segretario di Stato.

§ 2. Comprende tre Sezioni: la Sezione per gli Affari Generali, sotto la direzione del Sostituto, con l'aiuto dell'Assessore; la Sezione per i Rapporti con gli Stati e le Organizzazioni Internazionali, sotto la direzione del proprio Segretario, con l'aiuto del Sottosegretario e di un Sottosegretario per il settore multilaterale; la Sezione per il Personale di ruolo diplomatico della Santa Sede, sotto la direzione del Segretario per le Rappresentanze Pontificie, con l'aiuto di un Sottosegretario.

Sezione per gli Affari Generali

Arte. 46

Alla Sezione per gli Affari Generali spetta in particular modo di attendere al disbrigo degli affari riguardanti il ??servizio quotidiano del Romano Pontefice; di esaminare quegli affari che occorra trattare al di fuori della competenza ordinaria delle Istituzioni curiali e degli altri Organismi della Sede Apostolica; di favorire il coordinamento fra i medesimi Dicasteri e Organismi ed Uffici senza pregiudizio della loro autonomia. Spetta ad essa espletare tutto ciò che riguarda i Rappresentanti degli Stati presso la Santa Sede.

Arte. 47

Ad essa compite puro:

1° redigere e inviare le Costituzioni apostoliche, le Lettere decretali, le Lettere apostoliche, le Epistole e gli altri documenti che il Romano Pontefice le affida;

2° curare la pubblicazione degli atti e dei pubblici documenti della Santa Sede nel Bollettino ufficiale  “Acta Apostolicae Sedis” ;

3° dare indicazioni al Dicastero per la Comunicazione circa le comunicazioni ufficiali riguardanti sia gli atti del Romano Pontefice, sia l'attività della Santa Sede;

4° custodire il sigillo di piombo e l'anello del Pescatore.

Arte. 48

A questa Sezione spetta parimenti di:

1° curare quanto attiene alle riunioni periodiche dei Capi delle Istituzioni curiali e all'attuazione delle relative disposizioni;

2° trattare tutti gli atti riguardanti le nomine che sono fatte o approvate dal Romano Pontefice circa il Prefetto, o equiparato, i Membri, il Segretario, il Sottosegretario oi Sottosegretari ei Consultori delle Istituzioni curiali e degli Uffici, delle Istituzioni collegate con la Santa Sede o che fanno riferimento ad essa e quelle del Personale di ruolo diplomatico;

3° preparare gli atti riguardanti le Onorificenze Pontificie;

4° raccogliere, coordinare e pubblicare le statistiche che riguardano la vita della Chiesa nel mondo intero.

Sezione per i Rapporti con gli Stati e le Organizzazioni Internazionali

Arte. 49

Compito proprio della Sezione Per i Rapporti con gli Stati e le Organizzazioni Internazionali è di attendere agli affari che devono essere trattati con le rispettive Autorità civili.

Ad essa compite di:

1° curare i rapporti diplomatici e politici della Santa Sede con gli Stati e con gli altri soggetti di diritto internazionale e trattare gli affari comuni per la promozione del bene della Chiesa e della società civile, anche mediante la stipula di Concordati e altri Accordi internazionali, tenendo conto del parere degli Organismi episcopali interessati;

2° relator de la Santa Sede presso le Organizzazioni Internazionali Intergovernative, nonché nelle Conferenze Intergovernative multilaterali, avvalendosi, se del caso, della collaborazione dei competeti Dicasteri ed Organismi della Curia Romana;

3° concedere il nulla osta ogniqualvolta un Dicastero o un Organismo della Curia Romana intenda pubblicare una dichiarazione o un documento afferenti alle relazioni internazionali o ai rapporti con le Autorità civili.

Arte. 50

§ 1. In particolari circostanze, per incarico del Romano Pontefice, questa Sezione, consultati i competeti Dicasteri della Curia Romana, svolge tutto ciò che riguarda la provvista delle Chiese particolari, nonché la costituzione e il mutamento di esse e dei loro Organismi.

§ 2. Negli altri casi, specialmente dove vige un regimen concordatario, spetta ad essa di attendere a quegli affari che devono essere trattati con i Governi civili.

Arte. 51

§ 1 La Sezione è assistita da un proprio Consiglio per la trattazione di specifiche questioni.

§. 2 Nella Sezione possono, all'occorrenza, essere opportunamente costituite Commissioni stabili per trattare determinete materie o questioni generali relativista ai diversi continentei e aree geografiche particolari.

Sezione per il Personale di ruolo diplomatico della Santa Sede

Arte. 52

§ 1. La Sezione per il Personale di ruolo diplomatico della Santa Sede si occupa delle questioni attinenti alle persone che prestano la loro opera nel servizio diplomatico della Santa Sede, in particolare delle loro condizioni di vita e di lavoro e della loro formazione permanente. Per espletare il suo compito, il Segretario rende visita alle sedi delle Rappresentanze Pontificie, convoca e preside le riunioni riguardanti le provviste delle stesse.

§ 2. La Sezione collabora con il President della Pontificia Accademia Ecclesiastica, per quanto riguarda la selezione e la formazione dei candidati al servizio diplomatico della Santa Sede e mantiene i contatti con il Personale diplomatico in quiescenza.

§ 3. La Sezione esercita le sue funzioni in stretta collaborazione con la Sezione per gli Affari Generali e con la Sezione per i Rapporti con gli Stati e le Organizzazioni Internazionali, le quali, ciascuna secondo i propri specifici ambiti, trattano pure di ciò che riguarda i Rappresentanti Pontifici.

V

DICASTERIO

Dicastero per l'Evangelizzazione

Arte. 53

§ 1. Il Dicastero è al servizio dell'opera di evangelizzazione affinché Cristo, luce delle genti, sia conosciuto e testimoniato in parole ed opere e si edifichi il Suo Corpo mistico, che è la Chiesa. Il Dicastero è competente per le questioni fondamentali dell'evangelizzazione nel mondo e per l'istituzione, l'accompagnamento e il sostegno delle nuove Chiese particolari, salva la competenza del Dicastero per le Chiese orientali.

§ 2. Il Dicastero è costituito da due Sezioni: quella per le questioni fondamentali dell'evangelizzazione nel mondo e quella per la prima evangelizzazione e le nuove Chiese particolari nei territori di sua competenza.

Arte. 54

Il Dicastero per l'Evangelizzazione è presieduto direttamente dal Romano Pontefice. Ciascuna delle due Sezioni è retta in suo nome e per sua autorità da un Pro-Prefetto, coadiuvato a norma dell'art. 14 § 2.

Sezione per le questioni fondamentali dell'evangelizzazione nel mondo

Arte. 55

§ 1. È compito della Sezione studiare, in collaborazione con el chiese particulari, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali, gli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica, le questioni fondamentali dell'evangelizzazione e dello sviluppo di un efficace annuncio del Vangelo individuandone forme, strumenti e linguaggio adeguati. La Sezione raccoglie le più significative esperienze nel campo dell'evangelizzazione mettendole a disposizione di tutta la Chiesa.

§ 2. La Sezione incoraggia la riflessione sulla storia dell'evangelizzazione e della missione, soprattutto nei loro rapporti con le vicende politiche, sociali e culturali che hanno segnato e condizionato la predicazione del Vangelo.

Arte. 56

§ 1. La Sezione, attraverso studi e scambi di esperienze, sostiene le Chiese particolari nel processo di inculturazione della Buona Novella di Gesù Cristo nelle diversity cultural ed etnie e della evangelizzazione delle stesse e presta particolare attenzione alla pietà popolare.

§ 2. Nel promouovere e sostenere la pietà popolare cura in particolare i Santuari internazionali. Spetta alla Sezione l'erezione di Santuari internazionali e l'approvazione dei rispettivi Statuti, in conformità con le disposizioni canoniche, e in collaborazione con i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali curar la promoción de una pastoral Organica dei Santuari quali centri propulsori dell'evangelizzazione permanente.

Arte. 57

Alla luce delle sfide politiche, sociali e culturali, la Sezione:

1° promove l'evangelizzazione attraverso il discernimento dei segni dei tempi e lo studio delle condizioni socio-economiche e ambientali dei destinatari dell'annuncio del Vangelo;

2° Studia e Promuove l'apporto rinnovatore del Vangelo nell'incontro con la cultura y con tutto ciò che riguarda la promozione della dignità umana e della libertà religiosa. In stretta collaborazione con le Chiese particolari, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali promuove e favorisce la diffusione e l'attuazione del Magistero ecclesiale relativo alle tematiche dell'incontro del Vangelo con le culture. Poiché l'evangelizzazione implica un'opzione fondamentale per i poveri, cura la  Giornata mondiale dei Poveri ;

3° assiste e sostiene le iniziative dei Vescovi diocesani/eparchiali, delle Conferenze episcopali e delle Strutture gerarchiche orientali per annunciare il Vangelo.

Arte. 58

§ 1. La Sezione è competente per la catechesi ponendosi al servizio delle Chiese particolari nel loro dovere di annunciare il Vangelo di Gesù Cristo a chi, ricevuto il Battesimo, conduce nella quotidianità una vita cristiana, a chi, pur mostrando una certa fede, non ne conosce adeguatamente i fondamenti, a chi sente il bisogno di approfondire più e meglio l'insegnamento ricevuto ea quanti hanno abbandonato la fede o non la professano.

§ 2. La Sezione vigila affinché l'insegnamento della catechesi sia impartito in modo conveniente e la formazione catechetica sia condotta secondo le indicazioni espresse dal Magistero della Chiesa. Ad essa spetta parimenti concedere la prescritta conferma della Sede Apostolica per i catechismi e gli altri scritti relativi all'istruzione catechetica, con il consenso del Dicastero per la Dottrina della Fede.

Arte. 59

§ 1. Poiché ogni membro del popolo di Dio, in virtù del Battesimo ricevuto, è discepolo-missionario del Vangelo, la Sezione sostiene la crescita di tale consapevolezza e responsabilità, affinché ciascuno collabori efficacemente all'opera missionaria con la vita quotidiana, mediante la preghiera, la testimonianza e le opere.

§ 2. L'evangelizzazione si attua in particolare attraverso l'annuncio della misericordia divina, mediante molteplici modalità ed espressioni. A tale fine contribuisce in modo peculiare l'azione specifica dei Missionari della Misericordia, per i quali la Sezione promueve e sostiene la formazione e offre criteri di azione pastorale.

Arte. 60

§ 1. Nel contesto dell'evangelizzazione, la Sezione afferma e promuove la libertà religiosa in ogni ambito sociale e politico nelle reali situazioni del mondo. Al riguardo si avvale anche della collaborazione della Segreteria di Stato.

§ 2. Come via per l'evangelizzazione, essa incoraggia e sostiene, en colaboración con il Dicastero per il Dialogo Interreligioso e il Dicastero per la Cultura e l'Educazione secondo le specifiche competenze, opportunità d'incontro e di dialogo con i membri di altre religioni e coloro che non professano alcuna religione.

Sezione per la prima evangelizzazione e le nuove Chiese particolari

Arte. 61

La Sezione contiene l'annuncio del Vangelo e l'approfondimento della vita di fede nei territori di prima evangelizzazione e tratta tutto quanto concerne sia l'erezione di Circoscrizioni ecclesiastiche o le loro modifiche, sia la loro provvista ed assolve gli altri compiti analogamente a quanto il Dicastero per i Vescovi compie nell'ambito della sua competenza.

Arte. 62

La Sezione, secondo il principio di giusta autonomia, sostiene le nuove Chiese particolari nell'opera di prima evangelizzazione e nella crescita, colaborando con le Chiese particolari, le Conferenze episcopali, gli Istituti di Vita Consacrata, le Società di Vita Apostolica, le associazioni, i movimenti ecclesiali, le nuove comunità e gli enti di assistenza ecclesiali .

Arte. 63

La Sezione collabora con i Vescovi, le Conferenze episcopali, gli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica nel suscitare le vocazioni missionarie di chierici, membri di Istituti di Vita Consacrata e di Società di Vita Apostolica e laici e nella formazione del clero secolare e dei catechisti nei territori che sono soggetti al Dicastero, salve le competenze di altri Dicasteri in specifiche materie quali: la formazione istituzionale dei chierici, gli Istituti superiori di studio, l'educazione e la cultura.

Arte. 64

§ 1. La Sezione promueve lo scambio di esperienze all'interno delle nuove Chiese particolari e tra queste e le Chiese erette da maggior tempo.

§ 2. Accompagna l'integrazione delle nuove Chiese particolari, incoraggiando le altre ad un sostegno solidale e fraterno.

§ 3. Dispone ed organizza corsi di formazione iniziale e permanente per i Vescovi, ed i loro equiparati, dei territori di sua competenza.

Arte. sesenta y cinco

Per incrementare la cooperazione missionaria, la Sezione:

1 procura di accompagnare le nuove Chiese particolari verso l'autonomia economica concorrendo a crearne i presupposti;

2 aiuta a costituire i Fondi necessari per sostenere le nuove Chiese particolari ea preparare il personale competente per la loro raccolta e per la cooperazione con le altre Chiese particolari;

3 promuove presso le nuove Chiese particolari ei loro raggruppamenti la creazione di organi amministrativi y di controllo dell'impiego delle risorse e della qualità degli investimenti;

4 sostiene le nuove Chiese particolari nella gestione del personale.

Arte. 66

La Sezione tratta tutto ciò che è stabilito circa le relazioni quinquennali e le visite  “ad limina Apostolorum”  delle Chiese particolari affidate alla sua cura.

Arte. 67

§ 1. Alla Sezione per la prima evangelizzazione e le nuove Chiese particolari sono affidate le Pontificie Opere Missionarie: la Pontificia Opera della Propagazione della Fede, la Pontificia Opera di San Pietro Apostolo, la Pontificia Opera dell'Infanzia Missionaria y la Pontificia Unione Missionaria, come strumenti di promozione della responsabilità missionaria di ogni battezzato e per il sostegno alle nuove Chiese particolari.

§ 2. La gestione dei sussidi economici destinati alla cooperazione missionaria e la loro equa distribuzione sono affidate al Segretario Aggiunto della Sezione con incarico di Presidente delle Pontificia Opere Missionarie.

 

Arte. 68

Il patrimonio destinato alle missioni è amministrato mediante un suo speciale Ufficio, diretto dal Segretario Aggiunto della Sezione, fermo restando l'obbligo di renderne debito conto alla Segreteria per l'economia.

Dicastero per la Dottrina della Fede

Arte. 69

Compito del Dicastero per la Dottrina della Fede è aiutare il Romano Pontefice ei Vescovi nell'annuncio del Vangelo in tutto il mondo, promuovendo e tutelando l'integrità della dottrina cattolica sulla fede e la morale, attingendo al deposito della fede e ricercandone anche una semper più profonda intelligenza di fronte alle nuove questioni.

Arte. 70

Il Dicastero è costituito da due Sezioni: quella Dottrinale e quella Disciplinare, ciascuna coordinata da un Segretario che coadiuva il Prefetto nell'ambito specifico di propria competenza.

Arte. 71

La Sezione Dottrinale favorisce e sostiene lo studio e la riflessione sulla comprensione della fede e dei costumi e sullo sviluppo della teologia nelle diversa cultura, alla luce della retta dottrina e delle sfide dei tempi, in modo da offrire risposta, alla luce della fede, alle questioni y alle argomentazioni che emergono con il progresso delle scienze e l'evolversi delle civiltà.

Arte. 72

§ 1. Sulle misure da adottare per la tutela della fede e dei costumi, al fine di preservarne l'integrità da errori in ogni modo divulgati, la Sezione Dottrinale opera in stretto contatto con i Vescovi diocesani/eparchiali, sia come singoli, sia riuniti nelle Conferenze episcopali o nei Concili particolari e nelle Strutture gerarchiche orientali, nell'esercizio della loro missione di autentici maestri e dottori della fede, per la quale sono tenuti a custodire e promuovere l'integrità della medesima fede.

§ 2. Tale cooperazione vale soprattutto per ciò che riguarda l'autorizzazione per l'insegnamento delle disciplina teologiche, per la quale la Sezione dà il suo parere nel rispetto della competenza propria  del Dicastero per la Cultura e l'Educazione.

Arte. 73

Per salvaguardare la verità della fede e l'integrità dei costumi, la Sezione Dottrinale:

1. esamina gli scritti e le opinioni che appaiono contrari o dannosi alla retta fede e ai costumi; cerca il dialogo con i loro autori e presenta i rimedi idonei da appportare, secondo la norma propia;

2. si adopera affinché non manchi un'adeguata confutazione degli errori e dottrine pericolosi, che vengono diffusi nel popolo cristiano.

Arte. 74

Spetta alla Sezione Dottrinale, attraverso l'Ufficio matrimoniale, esaminare, sia in linea di diritto che di fatto, tutto ciò che attiene al “privilegio fidei” .

Arte. 75

I documenti che debbono essere pubblicati da altri Dicasteri, Organismi ed Uffici della Curia Romana, per ciò che riguarda la dottrina circa la fede ei costumi, devono essere sottoposti precedentemente al parere della Sezione Dottrinale, che mediante un procedura di confronto e intesa aiuterà ad astakere decisioni oportuno.

Arte. 76

§ 1. La Sezione Disciplinare, attraverso l'Ufficio disciplinare, si occupa dei delitti riservati al Dicastero e da questo trattati mediante la giurisdizione del Supremo Tribunale Apostolico ivi istituito, procedendo a dichiarare o irrogare le sanzioni canoniche a norma del diritto, sia comune sia proprio, fatta salva la competenza della Penitenzieria Apostolica.

§ 2. Nei delitti di cui al § 1, la Sezione, per mandato del Romano Pontefice, giudicherà i Padri Cardinali, i Patriarchi, i Legati della Sede Apostolica, i Vescovi, nonché altre persone fisiche in conformità con le disposizioni canoniche.

§ 3. La Sezione promueve la iniciativa oportuna de formación del dicastero fuera de los órganos ordinarios y de los operadores del derecho, per favorire una retta comprensione e applicazione delle norme canoniche relativista al proprio ambito di competenza.

Arte. 77

Presso il Dicastero sono istituite la Pontificia Commissione Biblica e la Commissione Teologica Internazionale, entrambe presiedute dal Prefetto. Ciascuna opera secondo le proprie norme approvate.

Arte. 78

§ 1. Presso il Dicastero è istituita la Pontificia Commissione per la Tutela dei Minori il cui compito è fornire al Romano Pontefice consiglio e consulenza ed altresì proporre le più oportuna iniziative per la salvaguardia dei minori e delle persone vulnerabili.

§ 2. La Pontificia Commissione assiste i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali, i Superiori degli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica e le loro Conferenze nello sviluppare strategie e procedimiento oportuno, mediante Linee Guida, per proteggere da abusi sessuali i minori e le persone vulnerabili e fornire una risposta adeguata a tali condotte da parte del clero e di membri degli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica, secondo le norme canoniche e tenendo conto delle esigenze del Diritto civile.

§ 3. I Membri della Pontificia Commissione sono nominati dal Romano Pontefice per cinque anni e sono scelti tra chierici, membri di Istituti di Vita Consacrata e di Società di Vita Apostolica e laici di varie nazionalità che si distinguono per scienza, comprovata capacità ed esperienza pastorale .

§ 4. La Pontificia Commissione è presieduta da un President delegato e da un Segretario, entrambi nominati dal Romano Pontefice per un periodo di cinque anni.

§ 5. La Pontificia Commissione ha suoi propri Officiali e opera secondo le proprie norme approvate.

Dicastero per il Servizio della Carità

Arte. 79

Il Dicastero per il Servizio della Carità, chiamato anche Elemosineria Apostolica, è un'espressione speciale della misericordia e, partendo dall'opzione per i poveri, i vulnerabili e gli esclusi, esercita in qualsiasi parte del mondo l'opera di assistenza  e di aiuto verso di loro a nome del Romano Pontefice, il quale nei casi di particolare indigenza o di altra necessità, dispone personalmente gli aiuti da destinare.

Arte. 80

Il Dicastero, sotto la guida del Prefetto, l'Elemosiniere di Sua Santità, in contatto con altri Dicasteri competeti in materia, rende concreta, con la sua attività, la sollecitudine e la vicinanza del Romano Pontefice, quale Pastore della Chiesa universale, nei riguardi di coloro che vivono in situazioni di indigenza, di emarginazione o di povertà, come pure in occasione di gravi calamità.

Arte. 81

§ 1. Il Dicastero è competente a ricevere, cercare e sollecitare libere donazioni destinate alle opere di carità che il Romano Pontefice esercita verso i più bisognosi.

§ 2. L'Elemosiniere di Sua Santità ha altresì la facoltà di grante la Benedizione Apostolica a mezzo di diplomi su carta pergamena debitamente autenticati.

Dicastero per le Chiese orientali

Arte. 82

§ 1. Il Dicastero si occupa delle materie concernenti le Chiese cattoliche orientali  sui iuris , per quanto riguarda le persone e le cose.

§ 2. Poiché alcune di queste Chiese, soprattutto le antiche Chiese patriarcali, sono di tradizione antica, il Dicastero esaminerà di volta in volta, dopo aver consultato, se necessario, i Dicasteri interessati, quali questioni in materia relativa al gobierno interno possano essere lasciate alle loro superiori Autorità, in deroga al Codice dei Canoni delle Chiese orientali.

Arte. 83

§ 1. Sono Membri di diritto del Dicastero: i Patriarchi, gli Arcivescovi Maggiori delle Chiese orientali  sui iuris  e il Prefetto del Dicastero per la Promozione dell'Unità dei Cristiani.

§ 2. Per quanto è possibile, i Consultori e gli Officiali siano scelti sia tra i fedeli di rito orientale delle diversity Chiese  sui iuris , sia tra i fedeli di rito latino.

Arte. 84

§ 1. Il Dicastero è competente in merito a tutti gli affari propri delle Chiese orientali che debbono essere deferiti alla Sede Apostolica riguardanti: la struttura e l'ordinamento delle Chiese; l'esercizio delle funzioni di insegnare, di santificare e di gobernare; le persone, il loro stato, i loro diritti e doveri. Tratta altresì tutto ciò che è stabilito circa le relazioni quinquennali e le visite  “ad limina Apostolorum” .

§ 2. Atteso il § 1, rimane semper intatta la specifica ed esclusiva competenza dei Dicasteri per la Dottrina della Fede, delle Cause dei Santi, per i testi legislativi, della Penitenzieria Apostolica, del Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica y del Tribunale della Rota Romana.

§ 3. Circa gli affari che riguardano anche i fedeli della Chiesa latina, il Dicastero, se l'importanza della cosa lo richiede, prima di procedere deve consultare il Dicastero competencia per la stessa materia nei confronti dei fedeli della Chiesa latina.

Arte. 85

Il Dicastero segue con attenzione le comunità di fedeli orientali che si trovano nelle Circoscrizioni territoriali della Chiesa latina. Provvede alle loro necessità spirituali per mezzo di Visitatori e anche, per quanto possibile, mediante una propria Gerarchia laddove il numero dei fedeli e le circostanze lo esigono, dopo aver consultato il Dicastero competezione per la costituzione di Chiese particolari nel medesimo territorio.

Arte. 86

Nelle regioni in cui, da antica data, sono prevalenti i riti orientali, l'apostolato e l'azione missionaria dipendono esclusivamente da questo Dicastero, anche se vengono svolti da missionari della Chiesa latina.

Arte. 87

Il Dicastero procede di mutual intesa con il Dicastero per la Promozione dell'Unità dei Cristiani nelle questioni che possono riguardare i rapporti con le Chiese orientali non cattoliche ed anche con il Dicastero per il Dialogo Interreligioso e con il Dicastero per la Cultura e l'Educazione nella materia che li riguarda.

Dicastero per il Culto Divino e la Disciplina dei Sacramenti

Arte. 88

El dicastero per il Culto Divino e la Disciplina dei Sacramenti promueven la sacra liturgia secondo il rinnovamento intrapreso dal Concilio Vaticano II. Gli ambiti della sua competenza riguardano tutto ciò che per disposizione del diritto spetta alla Sede Apostolica circa la regolamentazione e la promozione della sacra liturgia e la vigilanza affinché le leggi della Chiesa e le norme liturgiche siano ovunque osservate fedelmente.

Arte. 89

§ 1. È compito del Dicastero provvedere alla redazione o alla revisione e aggiornamento delle edizioni tipiche dei libri liturgici.

§ 2. Il Dicastero conferma le traduzioni dei libri liturgici nelle lingue correnti e dà la  recongnitio  ai loro convenientei adattamenti alle culture locali, approvati legittimamente dalle Conferenze episcopali. Da pura la recognitio  ai Calendari particolari, ai Propri delle Messe e della Liturgia delle Ore delle Chiese particolari e degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica approvati dalla relativa Autorità competente.

§ 3. Il Dicastero assiste i Vescovi diocesani e le Conferenze episcopali nella promozione, con mezzi efficaci ed adeguati, dell'azione pastorale liturgica, in particolare per ciò che attiene alla celebrazione dell'Eucaristia e degli altri Sacramenti e atti liturgici, in modo che i fedeli vi partecipino sempre più attivamente. Insieme alle Conferenze episcopali incoraggia la riflessione su possibili forme di liturgie inculturate e accompagna la loro contestualizzazione.

Arte. 90

§ 1. Il Dicastero cura la disciplina dei Sacramenti e le implicazioni giuridiche attinenti alla loro valida e lecita celebrazione, come anche dei sacramentali, fatta salva la competenza del Dicastero per la Dottrina della Fede.

§ 2. Esamina e concede le richieste d'indulto e di dispensa che, a riguardo di tale materia, eccedono le competenze dei Vescovi diocesani.

Arte. 91

Il Dicastero promove ed anima la celebrazione periodica dei Congressi Eucaristici Internazionali ed offre la propria collaborazione alla celebrazione dei Congressi Eucaristici Nazionali.

Arte. 92

Il Dicastero si occupa degli ambiti concernenti la vita liturgica:

1. promuovendo la formazione liturgica a vari livelli, anche tramite convegni pluriregionali;

2. sostenendo le Commissioni o gli Istituti creati per promoovere l'apostolato liturgico, la musica, il canto e l'arte sacra;

3. erigendo associazioni che promuovano tali finalità aventi carattere internazionale, o approvandone gli Statuti.

Arte. 93

Il Dicastero si occupa della regolamentazione e della disciplina della sacra liturgia per quanto riguarda l'uso – concesso secondo le norme stabilite – dei libri liturgici precedente alla riforma del Concilio Vaticano II.

Arte. 94

Compite al Dicastero la tutela del culto delle sacre reliquie, la conferma dei Patroni celesti e la grante del titolo di Basilica minore.

Arte. 95

Il Dicastero colabora con i Vescovi diocesani affinché le espressioni cultuali dei pii esercizi del popolo cristiano siano incrementate conformemente alle norme della Chiesa e in armonia con la sacra liturgia, richiamandone i principi e dando orientamenti al fine di una loro fruttuosa attuazione nelle Chiese particolari.

Arte. 96

Il Dicastero coadiuva i Vescovi nell'ufficio loro proprio di essere i moderatori, i promotori ei custodi di tutta la vita liturgica della Chiesa a loro affidata, fornendo indicazioni e suggerimenti per promuovere una corretta formazione liturgica, in modo da prevenire ed eliminare eventuali abusi.

Arte. 97

Per svolgere al meglio i propri compiti il ??Dicastero, oltre che dei suoi Membri e Consultori, si avvale della collaborazione e del periodico confronto con le Commissioni episcopali per la Liturgia delle diversity Conferenze episcopali e con i Comitati Internazionali per le traduzioni dei libri liturgici nelle lingue comuni a più nazioni, valorizzando, altresì, con attenzione il contributo in materia liturgica degli Istituti di studi superiori ecclesiastici.

Dicastero delle Cause dei Santi

Arte. 98

Il Dicastero delle Cause dei Santi tratta, secondo la procedura prescritta, tutto quanto riguarda le cause di beatificazione e canonizzazione.

Arte. 99

§ 1. Il Dicastero dà norme speciali ed assiste con consigli e indicazioni i Vescovi diocesani/eparchiali, a cui compete l'istruzione della causa.

§ 2. Esamina gli atti delle cause già istruite, verificando che la procedura sia stata compiuta secondo le norme ed esprimendo un giudizio di merito sulle cause stesse al fine di sottoporle al Romano Pontefice.

Arte. 100

Il Dicastero vigila sull'applicazione delle norme che disciplinano l'amministrazione del Fondo dei beni delle cause.

Arte. 101

Il Dicastero stabilisce la procedura canonica da seguire per verificare e dichiarare l'autenticità delle sacre reliquie e per garantire la loro conservazione.

Arte. 102

Spetta al Dicastero giudicare in merito alla grante del titolo di  Dottore della Chiesa  da attribuire ad un Santo, dopo aver ottenuto il voto del Dicastero per la Dottrina della Fede circa la sua eminente dottrina.

Dicastero per i Vescovi

Arte. 103

Compete al Dicastero per i Vescovi tutto quanto si riferisce alla costituzione e alla provvista delle Chiese particolari e all'esercizio dell'ufficio episcopale nella Chiesa latina, fatta salva la competenza del Dicastero per l'Evangelizzazione.

Arte. 104

Spetta al Dicastero, dopo aver raccolto gli elementi necessari e in collaborazione con i Vescovi e le Conferenze episcopali, occuparsi di quanto concerne la costituzione delle Chiese particolari e dei loro raggruppamenti, la loro divisione, unificazione, soppressione ed altri cambiamenti, come pure ciò che riguarda l'erezione degli Ordinariati militari e l'erezione degli Ordinariati personali per i fedeli anglicani che entrao nella piena comunione con la Chiesa cattolica all'interno dei confini territoriali di una determinata Conferenza episcopale, dopo aver sentito il Dicastero per la Dottrina della Fede e consultato la Conferenza stessa.

Arte. 105

§ 1. Il Dicastero provvede a tutto ciò che attiene alla nomina dei Vescovi, diocesani e titolari, degli Amministratori apostolici e, in generale, alla provvista delle Chiese particolari. Lo fa tenendo in considerazione le proposte delle Chiese particolari, delle Conferenze episcopali e delle Rappresentanze Pontificie e dopo avere consultato i membri della Presidenza della rispettiva Conferenza episcopale e il Metropolita. En questo processo coinvolge in forme apropiado anche membri del popolo di Dio delle Diocesi interessate.

§ 2. Il Dicastero, d'intesa con le Conferenze episcopali e le loro Unioni regionali e continentali, indica i criteri per la scelta dei candidati. Tali criteri devono tener conto delle diversity esigenze culturali ed essere periodicamente valutati.

§ 3. Il Dicastero si occupa altresì della rinuncia dei Vescovi al loro ufficio, in conformità con le disposizioni canoniche.

Arte. 106

Ogniqualvolta che per la costituzione o la modifica delle Chiese particolari e dei loro raggruppamenti, così come per la provvista delle Chiese particolari, si debba trattare con i Governi, il Dicastero procederà solo dopo aver consultato la Sezione della Segreteria di Stato per i Rapporti con gli Stati e le Organizzazioni Internazionali e le Conferenze episcopali interessate.

Arte. 107

§ 1. Il Dicastero offre ai Vescovi ogni collaborazione per ciò che riguarda il retto e fruttuoso esercizio dell'ufficio pastorale loro affidato.

§ 2. Nei casi in cui per il retto esercizio della funzione episcopale diverno si richieda un intervento speciale, qualora il Metropolita o le Conferenze episcopali non siano in grado di risolvere il problema, spetta al Dicastero, se sarà necessario di comune accordo con gli altri Dicasteri competeti, indire le visit fraterne o apostoliche e, procedindo nello stesso modo, valutarne i risultati e proporre al Romano Pontefice le decisioni ritenute oportuna.

Arte. 108

Spetta al Dicastero predisporre tutto ciò che si riferisce alle visite “ ad limina  Apostolorum ” delle Chiese particolari affidate alla sua cura. A tal fine esamina le relazioni inviate dai Vescovi diocesani a norma dell'art. 40; assiste i Vescovi nella loro permanenza nell' Urbe  disponendo in modo adeguato l'incontro col Romano Pontefice, i pellegrinaggi alle Basiliche Papali e gli altri colloqui; infine, ultimata la visita, trasmette loro per iscritto le conclusioni, i suggerimenti e le proposte del Dicastero per le rispettive Chiese particolari e le Conferenze episcopali.

Arte. 109

§ 1. Il Dicastero, fatta salva la competenza del Dicastero per l'Evangelizzazione,  si occupa della formazione dei nuovi Vescovi avvalendosi dell'aiuto di Vescovi di comprovata saggezza, prudenza ed esperienza, oltre che di esperti provenienti dalle diversa zona della Chiesa universale.

§ 2. Il Dicastero offre periodicamente ai Vescovi occasioni di formazione permanente e corsi di aggiornamento.

Arte. 110

Il Dicastero svolge la sua attività in spirito di servizio e in stretta collaborazione con le Conferenze episcopali e le loro Unioni regionali e continentali. Si adopera verso le stesse per ciò che attiene alla celebrazione dei Concili particolari e alla costituzione delle Conferenze episcopali e la recongnitio  dei  loro Statuti. Dei summenzionati Organismi riceve gli atti ei decreti, li esamina e, consultati i Dicasteri interessati, dà ai decreti la necessaria  recongnitio . Compie, infine, quanto stabilito dalle disposizioni canoniche circa le Province e le Regioni ecclesiastiche.

Arte. 111

§ 1. Presso il Dicastero è istituita la Pontificia Commissione per l'America Latina il cui compito è attendere allo studio delle questioni che riguardano la vita e lo sviluppo delle medesime Chiese particolari in aiuto ai Dicasteri interessati in ragione della loro competenza e assisterle col consiglio e con mezzi economici.

§ 2. Ad essa spetta anche di favorire i rapporti tra le Istituzioni ecclesiastiche internazionali e nazionali, che operano per le regioni dell'America Latina, e le Istituzioni curiali.

Arte. 112

§ 1. Presidente della Commissione è il Prefetto del Dicastero per i Vescovi, il quale è coadiuvato da uno o più Segretari. A questi si affiancano come Consiglieri alcuni Vescovi scelti sia tra la Curia Romana, sia tra le Chiese dell'America Latina. Il Segretario ei Consiglieri sono nominati dal Romano Pontefice per cinque anni.

§ 2. I Membri della Commissione sono scelti all'interno delle Istituzioni curiali, il Consiglio episcopale Latino-americano, i Vescovi delle regioni dell'America Latina e le Istituzioni di cui all'articolo precedente. Sono nominati dal Romano Pontefice per cinque anni.

§ 3. La Commissione ha suoi propri Officiali.

Dicastero per il Clero

Arte. 113

§ 1. Il Dicastero per il Clero tratta di tutto quanto si riferisce ai presbiteri e ai diaconi del clero diocesano riguardo alle loro persone, al loro ministero pastorale ea ciò che è loro necessario per un suo fructtuoso esercizio. In tali questioni offre ai Vescovi l'aiuto opportuno.

§ 2. Il Dicastero manifiesta e attua la sollecitudine della Sede Apostolica per quanto attiene alla formazione dei candidati agli Ordini sacri.

Arte. 114

§ 1. Il Dicastero assiste i Vescovi diocesani affinché nelle loro Chiese si provveda alla pastorale vocazionale al ministero ordinato e nei seminari, istituiti e diretti a norma del diritto, gli alunni siano educati adeguatamente con una solida formazione umana, spirituale, intellettuale e pastorale.

§ 2. Per quanto per disposizione del diritto è di competenza della Santa Sede, il Dicastero vigila che la vita comunitaria ed ilborough dei seminari siano conformi alle esigenze della formazione sacerdotale e altresì che i Superiori ed educatori concorrano quanto più possibile, con l'esempio e la retta dottrina, alla formazione della personalità dei futuri ministri ordinati.

§ 3. Spetta al Dicastero la promozione di tutto ciò che riguarda la formazione dei futuri chierici tramite apposite norme quali la  Ratio fundamentalis Institutionis sacerdotalis  y la  Ratio fundamentalis Institutionis diaconorum permanentium , nonché altri documenti relativi alla formazione permanente.

§ 4. Compite al Dicastero confermare la  Ratio Institutionis sacerdotalis nationalis  emanata dalle Conferenze episcopali, nonché confermare l'erezione di seminari interdiocesani ed i loro Statuti.

§ 5. Per garantire e migliorare la qualità della formazione sacerdotale, il Dicastero promuove l'erezione di seminari interdiocesani laddove i seminari diocesani non possano garantire un'adeguata formazione con enoughe numero di candidati al ministero ordinato, la dovuta qualità dei formari, dei docenti e dei direttori spirituali, nonché il supporto delle altre strutture necessarie.

Arte. 115

§ 1. Il Dicastero offre assistenza ai Vescovi diocesani e alle Conferenze episcopali nella loro rispettiva attività di gobernar in tutto ciò che riguarda la vita, la disciplina, i diritti e gli obblighi dei chierici e collabora per la loro formazione permanente. Procura altresì che i Vescovi diocesani o le Conferenze episcopali provvedano al sostentamento e alla previdenza sociale del clero a norma del diritto.

§ 2. È competente ad esaminare in via amministrativa le eventuali controversie e ricorsi gerarchici presentati dai chierici, anche membri di Istituti di Vita Consacrata e Società di Vita Apostolica, per ciò che concerne l'esercizio del ministero, fatto salvo il prescriptto dell'art. 28 § 1.

§ 3. Studia, con l'aiuto dei Dicasteri competeti, le problematiche derivanti dalla mancanza di presbiteri che in diversity parti del mondo da un lato priva il popolo di Dio della possibilità di partecipare all'Eucaristia e dall'altro fa venir meno la struttura sacramental della Chiesa stessa. Incoraggia, quindi, i Vescovi e le Conferenze episcopali ad una più adeguata distribuzione del clero.

Arte. 116

§ 1. Spetta al Dicastero trattare, in conformità con le disposizioni canoniche, ciò che riguarda lo stato clericale in quanto tale di tutti i chierici, ivi compresi i membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica ei diaconi permanenti, d'intesa con i Dicasteri competeti quando la circostanza lo richieda.

§ 2. Il Dicastero è competente per i casi di dispensa dagli obblighi assunti con l'ordinazione al diaconato e al presbiterato da chierici diocesani e membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica, della Chiesa latina e delle Chiese orientali.

Arte. 117

Il Dicastero ha competenza su tutto ciò che spetta alla Santa Sede circa le Prelature personali.

Arte. 118

Il Dicastero tratta le questioni di competenza della Santa Sede riguardanti:

1. la disciplina generale riguardante il Consiglio diocesano per gli affari economici, il Consiglio presbiterale, il Collegio dei consultori, il Capitolo dei canonici, il Consiglio pastorale diocesano, le Parrocchie, le Chiese;

2. yoe associazioni dei chierici e le associazioni pubbliche clericali; a queste ultime può concedere la facoltà di incardinare, sentiti i Dicasteri competeti e ricevuta l'approvazione dal Romano Pontefice;

3. gli archi ecclesiastici;

4. l'estinzione delle pie volontà in genere e delle pie fondazioni.

Arte. 119

Per quanto attiene alla Santa Sede, il Dicastero si occupa di quanto concerne l'ordinamento dei beni ecclesiastici, in modo particolare della loro retta amministrazione, concedemos la licencia necesaria y la autorización, fatta salva la competenza dei Dicasteri per l'Evangelizzazione, per le Chiese orientali e per gli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica.

Arte. 120

Presso il Dicastero sono costituite la Pontificia Opera delle Vocazioni Sacerdotali e la Commissione interdicasteriale permanente per la formazione agli Ordini sacri, presiedute  ex officio  dal Prefetto.

Dicastero per gli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica

Arte. 121

È competenza del Dicastero promuovere, animare e regolare la prassi dei consigli evangelici, nel modo in cui viene vissuta nelle forme approvate di vita consacrata, ed altresì per quanto concerne la vita e l'attività delle Società di Vita Apostolica in tutta la Chiesa latina.

Arte. 122

§ 1. Spetta al Dicastero approvare gli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica, erigerli e altresì concedere la licenza per la validità dell'erezione di un Istituto di Vita Consacrata o Società di Vita Apostolica di diritto diocesano da parte del Vescovo.

§ 2. Sono altresì riservate al Dicastero le fusioni, le unioni e le soppressioni di tali Istituti di Vita Consacrata e Società di Vita Apostolica.

§ 3. Compete al Dicastero l'approvazione e la regolamentazione di forme di vita consacrata nuove rispetto a quelle già riconosciute dal diritto.

§ 4. È compito del Dicastero erigere e sopprimere unioni, confederazioni, federazioni di Istituti di Vita Consacrata e Società di Vita Apostolica.

Arte. 123

Il Dicastero si adopera affinché gli Istituti di Vita Consacrata e le Società di Vita Apostolica progrediscano nella sequela di Cristo come è proposta dal Vangelo, secondo il carisma proprio nato dallo spirito del fondatore e le sane tradizioni, perseguano fedelmente le finalità loro proprie e contribuiscano efficacemente alla edificazione della Chiesa e alla sua missione nel mondo.

Arte. 124

§ 1. In conformità con le normative canoniche, il Dicastero tratta le questioni di competenza della Sede Apostolica riguardanti la vita e l'attività degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica, in modo particolare per quanto attiene:

1. l'approvazione delle Costituzioni e le loro modifiche;

2. el gobierno ordinario y la disciplina de los miembros;

3. l'incorporazione e la formazione dei membri, anche by apposite norme e direttive;

4. i beni temporali e la loro amministrazione;

5. el apostolado;

6. i provvedimenti straordinari di gobernar.

§ 2. Sono altresì di competenza del Dicastero, a norma del diritto:

1. il passaggio di un miembro ad otra forma di vita consacrata approvata;

2. la proroga dell'assenza e dell'esclaustrazione oltre il termine concesso dai Moderatori supremi;

3. l'indulto di uscita dei membri di voti perpetui dagli Istituti di Vita Consacrata o dalle Società di Vita Apostolica di diritto pontificio;

4. l'esclaustrazione imposta;

5. l'esame dei ricorsi contro il decreto di dimissione dei membri.

Arte. 125

Compete al Dicastero erigere le Conferenze internazionali dei Superiori maggiori, approvarne gli Statuti e vigilare che la loro attività sia ordinata alle finalità proprie.

Arte. 126

§ 1. La vita eremitica e l' Ordo Virginum  sono forme di vita consacrata e come tali sono soggette al Dicastero.

§ 2. Spetta al Dicastero l'erezione di associazioni dell' Ordo Virginum  a livello internazionale.

Arte. 127

La competencia del Dicastero si estende anche ai Terzi Ordini e alle associazioni di fedeli erette in vista di ventare Istituto di Vita Consacrata o Società di Vita Apostolica.

Dicastero per i Laici, la Famiglia e la Vita

Arte. 128

§ 1. Il Dicastero per i Laici, la Famiglia e la Vita è competente per la valorizzazione dell'apostolato dei fedeli laici, la cura pastorale dei giovani, della famiglia e della sua missione secondo il disegno di Dio, degli anziani e per la promozione e la tutela della vita.

§ 2. Nel perseguire le proprie competenze, il Dicastero intrattiene relazioni con le Chiese particolari, con le Conferenze episcopali, le loro Unioni regionali e continentali, le Strutture gerarchiche orientali e altri Organismi ecclesiali, promovendo lo scambio tra essi e offrendo la sua collaborazione affinché siano promossi i valori e le iniziative connesse a tali materie.

Arte. 129

Nell'animare e incoraggiare la promozione della vocazione e della missione dei fedeli laici nella Chiesa e nel mondo, il Dicastero collabora con le diversity realtà ecclesiali laicali in modo che i fedeli laici condividano nella pastorale e nel Governmento della Chiesa sia le loro esperienze di fede nelle realtà sociali, sia le proprie competenze secolari.

Arte. 130

Il Dicastero esprime la particolare sollecitudine della Chiesa per i giovani, promovendone il protagonismo in mezzo alle sfide del mondo. Sostiene le iniziative del Romano Pontefice nell'ambito della pastorale giovanile e si pone al servizio delle Conferenze episcopali e delle Strutture gerarchiche orientali, delle associazioni e movimenti giovanili internazionali, favorendone la collaborazione e organizzando incontri a livello internazionale.

Arte. 131

Il Dicastero si adopera per approfondire la riflessione sul rapporto uomo-donna nella rispettiva specificità, reciprocità, complementarietà e pari dignità. Offre il suo contributo alla riflessione ecclesiale sull'identità e la missione della donna e dell'uomo nella Chiesa e nella società promovendone la partecipazione, valorizzando le peculiarità femminili e maschili ed anche elaborando modelli di ruoli guida per la donna nella Chiesa.

Arte. 132

Il Dicastero studia le tematicherelative alla cooperazione tra laici e ministri ordinati in forza del Battesimo e della diversità dei carismi e ministeri, per favorire in entrambi la coscienza della corresponsabilità circa la vita e la missione della Chiesa.

Arte. 133

È compito del Dicastero, d'intesa con gli altri Dicasteri interessati, valutare e approvare le proposte delle Conferenze episcopali relativista all'istituzione di nuovi ministeri e uffici ecclesiastici da affidare ai laici, secondo le necessità delle Chiese particolari.

Arte. 134

Nell'ambito della propria competenza, il Dicastero accompagna la vita e lo sviluppo delle aggregazioni di fedeli e dei movimenti ecclesiali; riconosce o erige in conformità con le disposizioni della legge canonica quelli che hanno un carattere internazionale e ne approva gli Statuti, salva la competenza della Segreteria di Stato; tratta altresì eventuali ricorsi gerarchici relativi alla vita associativa e all'apostolato dei laici.

Arte. 135

Il Dicastero promueve la pastoral del matrimonio y della famiglia sulla base degli insegnamenti del Magistero della Chiesa. Si adopera per garantire il riconoscimento dei diritti e dei doveri dei coniugi e della famiglia nella Chiesa, nella società, nell'economia e nella politica. Promuove incontri ed eventi internazionali.

Arte. 136

En coordinación con i Dicasteri per l'Evangelizzazione e per la Cultura e l'Educazione, il Dicastero sostiene lo sviluppo e la diffusione di modelli di trasmissione della fede nelle famiglie ed incoraggia i genitori ad una concreta vita di fede nella quotidianità. Promuove inoltre modelli di inclusione nella pastorale e nell'educazione scolastica.

Arte. 137

§ 1. Il Dicastero esamina, con l'apporto delle Conferenze episcopali e delle Strutture gerarchiche orientali, la varietà delle condizioni antropologiche, socioculturali ed economiche della convivenza nella coppia e nella famiglia.

§ 2. Il Dicastero studia ed approfondisce, con il supporto di esperti, le maggiori cause di crisi dei matrimoni e delle famiglie, con attenzione particolare alle esperienze delle persone coinvolte nei fallimenti matrimoniali, con riguardo specialmente ai figli, al fine di favorire una maggiore presa di coscienza del valore della famiglia e del ruolo dei genitori nella società e nella Chiesa.

§ 3. È compito del Dicastero, in collaborazione con le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali, raccogliere e proporre modelli di accompagnamento pastorale, di formazione della coscienza e di integrazione per i divorziati civilmente risposati e anche per chi, in alcune culture, vive in situazioni di poligamia.

Arte. 138

§ 1. Il Dicastero sostiene iniziative in favore della procreazione responsabile, come pure per la tutela della vita umana dal suo concepimento fino al suo termine naturale, tenendo presenti i bisogni della persona nelle diversity fasi evolutive.

§ 2. Il Dicastero promueve e incoraggia le organizzazioni e associazioni che aiutano la famiglia e le persone ad accogliere e custodire responsabilmente il dono della vita, especialmente en caso de dificultad para la gravidez y prevenir el ricorso all'aborto. Sostiene altresì programmi e iniziative delle Chiese particolari, delle Conferenze episcopali e delle Strutture gerarchiche orientali volti ad aiutare le persone coinvolte in un aborto.

Arte. 139

§ 1. Il Dicastero studia i principali problemi di biomedicina e di diritto relativi alla vita umana, in dialogo, sulla base del Magistero della Chiesa, con la diversa disciplina teológica y con otras ciencias pertinentes. Esamina le teorie che vanno sviluppandosi inerenti alla vita umana e alla realtà del genere umano. Nello studio delle suddette materie il Dicastero procede d'intesa con il Dicastero per la Dottrina della Fede.

§ 2. Allo stesso modo, riflette sui cambiamenti della vita sociale, al fine di promuovere la persona umana nel suo sviluppo pieno ed armonico, valorizzando i progressi e rilevando le derive che lo ostacolano a livello culturale e sociale.

Arte. 140

Il Dicastero segue l'attività delle istituzioni, delle associazioni, dei movimenti e delle organizzazioni cattoliche, nazionali e internazionali, il cui fine è servire il bene della famiglia.

Arte. 141

§ 1. Il Dicastero colabora con la Pontificia Accademia per la Vita in merito alle tematiche della tutela e della promozione della vita umana e si avvale della sua competenza.

§ 2. Il Dicastero collabora con il “Pontificio Istituto Teologico Giovanni Paolo II per le Scienze del Matrimonio e della Famiglia”, sia con la Sezione centrale che con le altre Sezioni ei Centri associati/collegati, per promuovere un comune indirizzo negli studi su matrimonio , familia e vita.

dicastero por la Promozione dell'Unità dei Cristiani

Arte. 142

Compite al Dicastero per la Promozione dell'Unità dei Cristiani applicarsi con oportune iniziative ed attività all'impegno ecumenico, sia all'interno della Chiesa cattolica, sia nelle relazioni con le altre Chiese e Comunità ecclesiali, per ricomporre l'unità tra i cristiani.

Arte. 143

§ 1. È compito del Dicastero attuare gli insegnamenti del Concilio Vaticano II e del Magistero postconciliare concernenti l'ecumenismo.

§ 2. Si ocupa della retta interpretazione e della fedele applicazione dei principi ecumenici e delle direttive stabilite per orientare, coordinare e sviluppare l'attività ecumenica.

§ 3. Favorisce incontri ed eventi cattolici, sia nazionali che internazionali, atti a promuovere l'unità dei cristiani.

§ 4. Coordina le iniziative ecumeniche delle altre Istituzioni curiali, degli Uffici e delle Istituzioni collegate con la Santa Sede con le altre Chiese e Comunità ecclesiali.

Arte. 144

§ 1. Sottoposte previamente le questioni al Romano Pontefice, il Dicastero cura le relazioni con le altre Chiese e Comunità ecclesiali. Promuove il dialogo teologico ed i colloqui per favorire l'unità con esse, avvalendosi della collaborazione di esperti.

§ 2. Spetta al Dicastero designare i membri cattolici dei dialoghi teologici, gli osservatori e delegati cattolici per i vari incontri ecumenici. Ogniqualvolta pare opportuno invita gli osservatori, o “delegati fraterni” delle altre Chiese e Comunità ecclesiali agli incontri e agli eventi maggiormente significativativi della Chiesa cattolica.

§ 3. Il Dicastero favorisce iniziative ecumeniche anche sul piano spirituale, pastorale e culturale.

Arte. 145

§ 1. Poiché il Dicastero, per sua natura, deve sovente trattare questioni inerenti alla fede, es necesario che esso proceda d'intesa con il Dicastero della Dottrina della Fede, soprattutto quando si tratta di emanare pubblici documenti o dichiarazioni.

§ 2. Nel trattare gli affari che riguardano le relazioni tra le Chiese orientali cattoliche e le Chiese ortodosse o ortodosse orientali, collabora con il Dicastero per le Chiese orientali e la Segreteria di Stato.

Arte. 146

todo bien di far progredire la relazione tra cattolici ed Ebrei, presso il Dicastero è costituita la Commissione per i rapporti religiosi con l'ebraismo. Essa è diretta dal Prefetto.

dicastero por el Diálogo Interreligioso

Arte. 147

Il Dicastero per il Dialogo Interreligioso favorisce e regola i rapporti con i membri ed i gruppi delle religioni che non sono comprese sotto il nome cristiano, ad eccezione dell'ebraismo la cui competenza spetta al Dicastero per la Promozione dell'Unità dei Cristiani.

Arte. 148

Il Dicastero opera affinché il dialogo con i seguaci di altre religioni si svolga in modo adeguato, con un atteggiamento di ascolto, di stima e di rispetto. Favorecer diversas formas de relación con loro affinché, mediante il contributo di tutti, si promuovano la pace, la libertà, la giustizia sociale, la protezione e la salvaguardia del creato, i valori spirituali e morali.

Arte. 149

§ 1. Consapevole che il dialogo interreligioso si concretizza mediante l'azione, lo scambio teologico e l'esperienza spirituale, il Dicastero promuove tra tutti gli uomini una vera ricerca di Dio. Favorisce studi e conferenze opportuni per sviluppare informazioni vicendevoli e stima reciproca, in modo che possano crescere la dignità umana e le ricchezze spirituali e morali delle persone.

§ 2. È compito del Dicastero aiutare i Vescovi diocesani/eparchiali nella formazione di coloro che si impegnano nel dialogo interreligioso.

Arte. 150

§ 1. Riconoscendo che vi sono diversity tradizioni religiose che cercano sinceramente Dio, il Dicastero dispone di personale specializzato per diversi ambiti.

§ 2. Allo scopo di promuovere relazioni con i membri di diversity credenze religiose, nel Dicastero, sotto la guida del Prefetto e in collaborazione con le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali interessate, sono costituite delle Commissioni, fra cui quella per promuovere i rapporti con i Musulmani dal punto di vista religioso.

Arte. 151

Nell'esercizio delle sue funzioni, il Dicastero, quando la materia lo richiede, procede di comune intesa con il Dicastero per la Dottrina della Fede e, se necessario, con i Dicasteri per le Chiese orientali e per l'Evangelizzazione.

Arte. 152

§ 1. Nell'assolvere le sue funzioni il Dicastero procede e programma le sue iniziative d'intesa con le Chiese particolari, le Conferenze episcopali, le loro Unioni regionali e continentali y le Strutture gerarchiche orientali.

§ 2. Il Dicastero incoraggia altresì le Chiese particolari a intraprendere iniziative in materia di dialogo interreligioso.

Dicastero per la Cultura e l'Educazione

Arte. 153

§ 1. Il Dicastero per la Cultura e l'Educazione opera per lo sviluppo dei valori umani nelle persone nell'orizzonte dell'antropologia cristiana, contribuyendo alla piena realizzazione della sequela di Gesù Cristo.

§ 2. Il Dicastero è costituito dalla Sezione per la Cultura, dedita alla promozione della cultura, all'animazione pastorale alla valorizzazione del patrimonio culturale, e dalla Sezione per l'Educazione, che sviluppa i principi fondamentali dell'educazione in riferimento alle scuole , agli Istituti superiori di studi e di ricerca cattolici ed ecclesiastici ed è competente per i ricorsi gerarchici in tali materie.

Arte. 154

La Sezione per la Cultura promueve y sostiene le relazioni tra la Santa Sede e il mondo della cultura, ponendosi a confronto con le molteplici istanze emergenti dallo stesso e favorendo specialmente il dialogo quale strumento imprescindibile di vero incontro, reciproca interazione e arricchimento vicendevole, cosicché le varie culture si aprano semper di più al Vangelo come anche la fede cristiana nei loro confronti, ei cultori delle arti, della letteratura e delle scienze, della tecnica e dello sport si sappiano e si sentano riconosciuti dalla Chiesa come persone a servizio della ricerca sincera del vero, del buono y del bello.

Arte. 155

La Sezione per la Cultura offre il suo aiuto e la sua collaborazione affinché i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali tutelino e conservino il patrimonio storico, particularmente i documenti e strumenti giuridici che riguardano ed attestano la vita e la cura pastorale delle realtà ecclesiali, come anche il patrimonio artistico e culturale, da custodirsi con la massima diligenza in archivi, biblioteche e musei, chiese ed altri edifici per essere a disposizione di tutti coloro che ne hanno interesse.

Arte. 156

§ 1. La Sezione per la Cultura promueve e incoraggia il dialogo tra le molteplici culture presenti all'interno della Chiesa, favorendo così il mutuo arricchimento.

§ 2. Si adopera affinché i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali valorizzino e proteggano le culture locali con il loro patrimonio di saggezza e di spiritualità come ricchezza per l'intera umanità.

Arte. 157

§ 1. La Sezione per la Cultura asumirá iniciativas apropiadas concernientes a la cultura; segue i progetti che sono intrapresi dalle apposite Istituzioni della Chiesa e, ove sia necessario, offre loro la sua collaborazione, fatta salva l'autonomia dei rispettivi programmi di ricerca.

§ 2. D'intesa con la Segreteria di Stato, s'interessa e segue i programmi di azione intrapresi dagli Stati e dagli Organismi internazionali volti a favorire la promozione della cultura e la valorizzazione del patrimonio culturale e, in tali ambiti, partecipa, secondo l'opportunità, ai consessi internazionali, ai convegni specializzati e promover o sostiene congresos.

Arte. 158

La Sezione per la Cultura stabilisce e promuove iniziative di dialogo con coloro che, pur non professando una religione particolare, close sinceramente l'incontro con la Verità di Dio, and mostra altresì la sollecitudine pastorale della Chiesa verso coloro che non professano alcun credo.

Arte. 159

§ 1. La Sezione per l'Educazione collabora con i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali affinché i  principi fondamentali dell'Educazione, specialmente quella cattolica, siano  recepiti ed approfonditi in modo che possano venire attuati contestualmente e culturalmente.

§ 2. Sostiene i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali che, per la promozione della identità cattolica delle scuole e degli Istituti di studi superiori, possono emanare norme che ne definiscono i criteri in un particolare contesto culturale. Insieme a loro vigila perché nell'insegnamento dottrinale sia salvaguardata l'integrità della fede cattolica.

Arte. 160

§ 1. La Sezione per l'Educazione sostiene i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali nello stabilire le norme secondo le quali debbono essere erette le scuole cattoliche di ogni ordine e grado e, in esse, si debba provvedere anche alla pastorale educativa come parte dell'evangelizzazione.

§ 2. Promuove l'insegnamento della religione cattolica nelle scuole.

Arte. 161

§ 1. La Sezione per l'Educazione collabora con i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali nel promuovere nella Chiesa intera la nascita e lo sviluppo di un numero enoughe e qualificato di Istituti di studi superiori ecclesiastici e cattolici e di altri Istituti di studio, nei quali siano approfondite e promosse le disciplina sacre, gli studi umanistici e Scientifici tenendo conto della verità cristiana, in modo che gli studenti siano adeguatamente formati all'adempimento dei propri ruoli nella Chiesa e nella società.

§ 2. È competencia per gli adempimenti necessari al riconoscimento da parte degli Stati dei gradi academici rilasciati a nome della Santa Sede.

§ 3. È l'Autorità competente ad approve ed erigere gli Istituti di studi superiori e le altre Istituzioni acadedemiche ecclesiastiche, approvarne gli Statuti e vigilare sulla loro osservanza, anche nei rapporti con le Autorità civili. Per quanto riguarda gli Istituti di studi superiori cattolici si occupa delle materie che per disposizione del diritto sono di competenza della Santa Sede.

§ 4. Promuove la cooperazione tra Istituti di studi superiori ecclesiastici e cattolici e le loro associazioni.

§ 5. È competencia per il rilascio del nulla osta di cui necessitano i docenti per poter accedere all'insegnamento delle disciplina teologiche, atteso l'art. 72 § 2.

§ 6. Collabora con gli altri Dicasteri competeti nel sostenere i Vescovi diocesani/eparchiali e gli altri Ordinari/Gerarchi, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali nella formazione accademica dei chierici, dei membri degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica e dei laici che si preparano per un servizio nella Chiesa.

Arte. 162

Il Dicastero per la Cultura e l'Educazione coordina anche l'attività di alcune Accademie Pontificie, talune di antica fondazione, nelle quali sono cooptate le maggiori personalità internazionali delle scienze teologiche e umanistiche, scelte fra credenti e non credenti. Attualmente esse sono: la Pontificia Insigne Accademia di Belle Arti e Lettere dei Virtuosi al Pantheon; la Pontificia Accademia Romana di Archeologia; la Pontificia Accademia di Teologia; la Pontificia Accademia di San Tommaso; la Pontificia Accademia Mariana Internazionale; la Pontificia Accademia  Cultorum Martyrum ;  la Pontificia Accademia di Latinità.

dicastero por il Servizio dello Sviluppo Umano Integrale

Arte. dieciséis3

§ 1. Il Dicastero per il Servizio dello Sviluppo Umano Integrale ha il compito di promuovere la persona umana e la sua dignità donatale da Dio, i diritti umani, la salute, la giustizia e la pace. Esso si interessa principalmente alle questioni relativista all'economia e al lavoro, alla cura del creato e della terra come «casa comune», alle migrazioni e alle emergenze umanitarie.

§ 2. Approfondisce e diffonde la dottrina sociale della Chiesa sullo sviluppo umano integrale e riconosce ed interpreta alla luce del Vangelo le esigenze e le preoccupazioni del genere umano del proprio tempo e del futuro.

§ 3. Sostiene le Chiese particolari, le Conferenze episcopali, le loro Unioni regionali e continentali y le Strutture gerarchiche orientali nel campo della promozione umana integrale riconoscendo il loro contributo.

§ 4. Si sirve dell'apporto di esperti appartenenti a Istituti di Vita Consacrata ea Società di Vita Apostolica e di Organismi di sviluppo e di intervento umanitario. Collabora con i rappresentanti della Società civile e gli Organismi internazionali, nel rispetto delle competenze della Segreteria di Stato.

Arte. 164

Il Dicastero, in collaborazione con le Conferenze episcopali, le loro Unioni regionali e continentali e le Strutture gerarchiche orientali, accompagna processi di attuazione del Magistero della Chiesa negli ambiti della protezione e dello sviluppo integrale dell'ambiente, cooperando con i membri delle altre confessioni cristiane e di altre religioni, con le Autorità e le Organizzazioni civili e gli Organismi internazionali.

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Nella propria attività di promozione della giustizia e della pace il Dicastero:

1. si adopera attivamente per la prevenzione e la risoluzione dei conflitti, anche individuando and analizzando, d'intesa con la Segreteria di Stato e il coinvolgimento delle Conferenze episcopali e delle Strutture gerarchiche orientali, possibili situazioni che possano provocarli;

2. si impegna a difendere e promuovere la dignità ei diritti fondamentali della persona umana e altresì quelli sociali, economici e politici;

3. sostiene iniziative contro la tratta di esseri umani, la prostituzione  forzata, lo sfruttamento dei minori e delle persone vulnerabili e le varie forme di schiavitù e di tortura e si adopera affinché la Comunità internazionale sia attenta e sensibile al tema del tratamiento dei carcerati e delle loro condizioni di vita e si impegna per l'abolizione della pena di morte;

4. si adopera perché nelle Chiese particolari sia offerta un'efficace e appropriata assistenza materiale e spirituale – se necessario anche mediante opportune strutture pastorali – ai migranti, ai rifugiati, agli sfollati e agli altri soggetti di mobilità umana bisognosi di una pastorale specifica.

Arte. 166

§ 1. Il Dicastero favorisce presso le Chiese particolari la cura pastorale dei marittimi, sia in navigazione che nei porti, specialmente per mezzo dell' Opera dell'Apostolato del mare , della quale esercita la direzione.

§ 2. Svolge la medesima sollecitudine verso coloro che hanno un impiego o prestano il loro lavoro negli aeroporti o negli aerei.

Arte. 167

Il Dicastero, in collaborazione con le Conferenze episcopali, le loro Unioni regionali e continentali e le Strutture gerarchiche orientali, promueve la lotta alla povertà, colaborando con gli Istituti di cooperazione nazionale ed internazionale per il raggiungimento di uno sviluppo umano integrale. Incoraggia le iniziative contro la corruzione e in favore del buen gobierno, così da servire l'interesse pubblico e accrescere la fiducia nella Comunità internazionale.

Arte. 168

Il Dicastero promueve y difende modelli equi di economia y di stili di vita sobri, soprattutto favorendo iniziative contro lo sfruttamento economico e sociale dei Paesi poveri, i rapporti commerciali asimmetrici, las especulaciones financieras e i modelli di sviluppo che creano esclusioni.

Arte. 169

Il Dicastero opera in collaborazione con i Vescovi diocesani/eparchiali, le Conferenze episcopali e le Strutture gerarchiche orientali affinché cresca la sensibilità per la pace, l'impegno per la giustizia e la solidarietà verso le persone più deboli e socialmente fragili, specialmente in occasione delle  Giornate mondiali  loro proprie.

Arte. 170

Il Dicastero analizza insieme alle Conferenze episcopali, alle loro Unioni regionali e continentali e alle Strutture gerarchiche orientali, le cause maggiori della migrazione e della fuga dai Paesi di origine, impegnandosi per la loro rimozione; Promover iniziative di solidarietà e integrazione nei Paesi d'accoglienza. Collabora, d'intesa con la Segreteria di Stato, con gli Organismi di sviluppo, di intervento umanitario e le Organizzazioni internazionali per la stesura e l'adozione di norme a favore dei rifugiati, dei richiedenti asilo e dei migranti.

Arte. 171

Il Dicastero promove ed incoraggia un'assistenza sanitaria giusta ed integrale. Sostiene le iniziative delle Diocesi/Eparchie, degli Istituti di Vita Consacrata, delle Società di Vita Apostolica, delle  Caritas  e delle associazioni laicali per evitare l'emarginazione dei malati e dei disabili, l'insufficienza di cure a causa della mancanza di personale, di attrezzatura ospedaliera e di fornitura di farmaci nei Paesi poveri. Presta atención a la mancanza di ricerca nella lotta contro le malattie.

Arte. 172

§ 1. Il Dicastero collabora con la Segreteria di Stato anche partecipando alle Delegazioni della Santa Sede in incontri intergovernativi nelle materie di propria competenza.

§ 2. Mantiene stretti rapporti con la Segreteria di Stato specialmente quando intende esprimersi pubblicamente, mediante documenti o dichiarazioni, su questioni afferenti alle relazioni con i Governi civili e con gli altri soggetti di diritto internazionale.

Arte. 173

Il Dicastero collabora con le Opere della Santa Sede per gli aiuti umanitari nelle aree di crisi, cooperando con gli Organismi ecclesiali di intervento umanitario e di sviluppo.

Arte. 174

§ 1. Il Dicastero mantiene un stretto rapporto con la Pontificia Accademia delle Scienze Sociali e con la Pontificia Accademia per la Vita, tenendo conto dei loro Statuti.

§ 2. La competencia nei confronti di  Caritas Internationalis  e della Commissione Cattolica Internazionale per le Migrazioni, secondo i loro Statuti.

§ 3. Esercita le competenze riservate dal diritto alla Santa Sede nell'erezione e la vigilanza di associazioni internazionali di carità e dei Fondi istituiti agli stessi fini, secondo quanto stabilito nei rispettivi Statuti e nel rispetto della normativa vigente.

Dicastero per i Testi legislativi

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§ 1. Il Dicastero per i Testi legislativi promueve e diffonde nella Chiesa la conoscenza e l'accoglienza del Diritto canonico della Chiesa latina e quello delle Chiese orientali e offre l'assistenza per la sua corretta applicazione.

§ 2. Assolve le proprie mansioni al servizio del Romano Pontefice, delle Istituzioni curiali e degli Uffici, dei Vescovi diocesani/eparchiali, delle Conferenze episcopali, delle Strutture gerarchiche orientali e altresì dei Moderatori supremi degli Istituti di Vita Consacrata e delle Società di Vita Apostolica di dirito pontificio.

§ 3. Nell'espletamento dei suoi compiti si avvale della collaborazione di canonisti appartenenti a culture diversity e operanti nei diversi continentali.

Arte. 176

Compite a questo Dicastero formulare l'interpretazione autentica delle leggi della Chiesa, approvata in forma specifica dal Romano Pontefice, quale Supremo Legislatore e Interprete, dopo aver sentito nelle questioni di maggiore importanza le Istituzioni curiali e gli Uffici della Curia Romana competeti circa le singole materie presente en el mismo.

Arte. 177

Nel caso in cui si configuri un dubbio di diritto tale da non richiedere un'interpretazione autentica, il Dicastero può offrire opportuni chiarimenti circa il significato delle norme mediante un'interpretazione formulata secondo i criteri previsti dalla normativa canonica. Questi chiarimenti possono prendere la forma di dichiarazioni o di note esplicative.

Arte. 178

Il Dicastero, studiando la legislazione vigente della Chiesa latina e delle Chiese orientali y secondo le sollecitazioni che gli pervengono dalla prasi ecclesiale, esamina l'eventuale presenza di  lacunae legis  e presenta al Romano Pontefice proposte adeguate per il loro superamento. Verifica, altresì, eventuali necessità di aggiornamento della normativa vigente e suggerisce emendamenti, assicurando l'armonia e l'efficacia del diritto.

Arte. 179

Il Dicastero assiste le Istituzioni curiali nella preparazione di decreti generali esecutivi, istruzioni e altri testi di carattere normativo, affinché siano conformi alle prescrizioni della legge universale vigente e redattti nella dovuta forma giuridica.

Arte. 180

I decreti generali emessi dai Concili plenari o dalle Conferenze episcopali e dalle Strutture gerarchiche orientali sono sottoposti a questo Dicastero da parte del Dicastero competente a grante la recongnitio  , per essere esaminati sotto l'aspetto giuridico.

Arte. 181

Il Dicastero, su richiesta degli interessati, determina se le leggi ei decreti generali emessi dai legislatori inferiori al Romano Pontefice siano conformi alla legge universale della Chiesa.

Arte. 182

§ 1. Il Dicastero promueve el estudio del Diritto canonico della Chiesa latina e delle Chiese orientali y di altri testi legislativi organizzando riunioni interdicasteriali, convegni e promuovendo associazioni di canonisti internazionali e nazionali.

§ 2. Il Dicastero pone particolare attenzione alla corretta prassi canonica, cosicché il diritto nella Chiesa sia adeguatamente inteso e correttamente applicato; ugualmente, quando necessario, avverte l'Autorità competente in riferimento al delinearsi di prassi illegittime e offre consigli al riguardo.

Dicastero per la Comunicazione

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Il Dicastero per la Comunicazione si occupa dell'intero sistema comunicativo della Sede Apostolica e, in unità strutturale e nel rispetto delle relative caratteristiche operative, unifica tutte le realtà della Santa Sede nell'ambito della comunicazione, affinché l'intero sistema risponda in modo coerente alle necessità della missione evangelizzatrice della Chiesa in un contesto caratterizzato dalla presenza e dallo sviluppo dei media digitali, dai fattori della convergenza e dell'interattività.

Arte. 184

Il Dicastero provvede alle necessità della missione evangelizzatrice della Chiesa utilizzando i modelli di produzione, le innovazioni tecnologiche e le forme di comunicazione attualmente disponibili e quelle che potranno svilupparsi nel tempo a venire.

Arte. 185

Il Dicastero, oltre alle funzioni espressamente operative che gli sono assegnate, approfondisce e sviluppa anche gli aspetti propriamente teologici e pastorali dell'agire comunicativo della Chiesa. In questo senso si adopera, anche a livello formativo, affinché la comunicazione non sia ridotta a concezioni prettamente tecnologiche e strumentali.

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È compito del Dicastero adoperarsi affinché i fedeli siano semper più coscienti del dovere, che spetta a ciascuno, di impegnarsi affinché i molteplici strumenti di comunicazione siano a disposizione della missione pastorale della Chiesa, a servizio dell'incremento della civiltà e dei costumi; si dedica un cuento sensibilizzazione specialmente en ocasione della celebrazione della  Giornata mondiale delle Comunicazioni Sociali.

Arte. 187

Per la sua attività il Dicastero si avvale delle infrastrutture di connettività e di rete dello Stato della Città del Vaticano, in conformità con la legislazione peculiare e gli impegni internazionali assunti dalla Santa Sede. Nell'adempimento delle sue funzioni agisce in collaborazione con le Istituzioni curiali competeti in materia e in particolare con la Segreteria di Stato.

Arte. 188

Spetta al Dicastero supportare le altre Istituzioni curiali e gli Uffici, le Istituzioni collegate con la Santa Sede, il Governatorato dello Stato della Città del Vaticano y gli altri Organismi che hanno sede nello Stato della Città del Vaticano, ovvero che dipendono dalla Sede Apostolica, nella loro attività di comunicazione.

VI

ORGANISMOS DE GIUSTIZIA

 

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§ 1. Il servizio degli Organismi di giustizia è una delle funzioni essenziali nel Government della Chiesa. L'obiettivo di questo servizio, perseguito da ciascuno degli Organismi per il foro di propria competenza, è quello della missione propria della Chiesa: anunciare ed inaugurare il Regno di Dio ed operare, mediante l'ordine della giustizia applicato con equità canonica, per la salvezza delle anime, che nella Chiesa è semper la legge suprema.

§ 2. Sono Organismi ordinari di giustizia: la Penitenzieria Apostolica, il Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica e il Tribunale della Rota Romana. I tre Organismi sono indipendenti l'uno dall'altro.

Penitenzieria Apostolica

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§ 1. La Penitenzieria Apostolica ha competenza su tutto quanto riguarda il foro interno e le Indulgenze quali espressioni della misericordia divina.

§ 2. È retta dal Penitenziere Maggiore, coadiuvato dal Reggente, ai quali si affiancano alcuni Officiali.

Arte. 191

Per il foro interno, sia sacramentale che non sacramentale, essa concede le assoluzioni dalle censure, le dispense, le commutazioni, le sanazioni, i condoni ed altre grazie.

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§ 1. La Penitenzieria Apostolica provvede a che nelle Basiliche Papali di Roma ci sia un numero enoughe di Penitenzieri, dotati delle opportune facoltà.

§ 2. Sovrintende alla corretta formazione dei Penitenzieri nominati nelle Basiliche Papali e di quelli nominati altrove.

Arte. 193

Alla Penitenzieria Apostolica è demandato quanto concerne la concesionaria e l'uso delle Indulgenze, fatte salve le competenze del Dicastero per la Dottrina della Fede per l'esame di tutto ciò che riguarda la dottrina e del Dicastero per il Culto Divino e la Disciplina dei Sacramenti in ambito rituale.

Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica

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La Segnatura Apostolica esercita la funzione di Supremo Tribunale della Chiesa e provvede altresì alla retta amministrazione della giustizia nella Chiesa.

Arte. 195

§ 1. Il Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica è costituito da Cardinali, Vescovi e presbiteri nominati dal Romano Pontefice per cinque anni ed è presieduto dal Cardinale Prefetto.

§ 2. Nel disbrigo degli affari del Tribunale il Prefetto è coadiuvato da un Segretario.

Arte. 196

La Segnatura Apostolica, quale Tribunale di giurisdizione ordinaria, giudica:

1. le querele di nullità e le richieste di  restitutio in integrum  contro le Sentenze della Rota Romana;

2. i ricorsi, nelle cause circa lo stato delle persone, contro il diniego di un nuovo esame della causa deciso dalla Rota Romana;

3. le eccezioni di sospechae ed altre cause contro i giudici della Rota Romana per atti posti nell'esercizio della loro funzione;

4. i conflitti di competenza tra Tribunali, che non dipendono dal medesimo Tribunale d'appello.

Arte. 197

§ 1. La Segnatura Apostolica, quale Tribunale amministrativo per la Curia Romana, giudica i ricorsi contro atti amministrativi singolari, sia posti dai Dicasteri e dalla Segreteria di Stato che da essi approvati, tutte le volte che si discuta se l'atto impugnato abbia violato una qualche legge, nel deliberare o nel procedere.

§ 2. In questi casi, oltre al giudizio sulla violazione di legge, la Segnatura Apostolica può anche giudicare, qualora il ricorrente lo chieda, circa la riparazione degli eventuali danni recati con l'atto di cui si tratta.

§ 3. Giudica anche di altre controversie amministrative, che sono ad essa deferite dal Romano Pontefice o dalle Istituzioni curiali. Infine, giudica dei conflitti di competenza insorti tra i Dicasteri e tra questi e la Segreteria di Stato.

Arte. 198

Alla Segnatura Apostolica, quale organo amministrativo di giustizia in materia disciplinare, compite anche di:

1. esercitare la vigilanza sulla retta amministrazione della giustizia nei vari Tribunali ecclesiastici e prendere misure, se necessario, nei confronti di ministri, di avvocati o di procuratori;

2. Giudicare circa le petizioni rivolte alla Sede Apostolica per ottenere il deferimento della causa alla Rota Romana;

3. giudicare circa qualsiasi richiesta relativa all'amministrazione della giustizia;

4. prorrogar la competencia dei Tribunali di grado inferiore;

5. concedere l'approvazione del Tribunale di appello, come pure, se riservata alla Santa Sede, l'approvazione dell'erezione di Tribunali interdiocesani/intereparchiali/interrituali, regionali, nazionali e, se necessario, anche sovranazionali.

Arte. 199

La Segnatura Apostolica è retta da una sua propria legge.

Tribunale della Rota Romana

Arte. 200

§ 1. Il Tribunale della Rota Romana funge ordinariamente da istanza superiore nel grado di appello presso la Sede Apostolica per tutelare i diritti nella Chiesa; provvede all'unità della giurisprudenza e, atraverso le proprie Sentenze, è di aiuto ai Tribunali di grado inferiore.

§ 2. Presso il Tribunale della Rota Romana è costituito l'Ufficio al quale compete giudicare circa il fatto della non consumazione del matrimonio e circa l'esistenza di una giusta causa per concedere la dispensa.

§ 3. Tale Ufficio è anche competente a trattare le cause di nullità della sacra ordinazione, a norma del diritto universale e proprio, secondo i diversi casi.

Arte. 201

§ 1. Il Tribunale ha una struttura collegiale ed è costituito da un certo numero di giudici, dotati di provata dottrina, competenza ed esperienza, scelti dal Romano Pontefice dalle varie parti del mondo.

§ 2. Al Collegio del Tribunale presiede, come  primus inter pares , il Decano, il quale viene nominato per cinque anni dal Romano Pontefice, che lo sceglie tra gli stessi giudici.

§ 3. L'Ufficio per i procedimenti di dispensa dal matrimonio rato e non consumato e le cause di nullità della sacra ordinazione è moderato dal Decano, assistito da propri Officiali, Commissari deputati e Consultori.

Arte. 202

§ 1. Il Tribunale della Rota Romana giudica in seconda istanza, le cause giudicate dai Tribunali ordinari di prima istanza e deferite alla Santa Sede per legittimo appello.

§ 2. Giudica in terza o ulteriore istanza, le cause già trattate dal medesimo Tribunale apostolico e da qualunque altro Tribunale, a meno che esse non siano passate in giudicato.

Arte. 203

§ 1. La Rota Romana, inoltre, giudica in prima istanza:

1. i Vescovi nelle cause contenziose, purché non si tratti dei diritti o dei beni temporali di una persona giuridica rappresentata dal Vescovo;

2. gli Abati primati, o gli Abati superiori di Congregazioni monastiche ei Moderatori supremi degli Istituti di Vita Consacrata e Società di Vita Apostolica di diritto pontificio;

3. le Diocesi/Eparchie o altre persone ecclesiastiche, sia fisiche sia giuridiche, che non hanno un Superiore al di sotto del Romano Pontefice;

4. le cause che il Romano Pontefice abbia affidato al medesimo Tribunale.

§ 2. Giudica le medesime cause anche in seconda ed ulteriore istanza, se non sia previsto altrimenti.

Arte. 204

Il Tribunale della Rota Romana è retto da una sua propria legge.

VII

ORGANISMOS ECONOMICOS

Consiglio per l'economia

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§ 1. Al Consiglio per l'economia compite la vigilancia sulle strutture e le attività administrativo y financiero delle Istituzioni curiali e degli Uffici, delle Istituzioni collegate con la Santa Sede o che fanno riferimento ad essa indicati nell'elenco allegato al proprio Statuto.

§ 2. Il Consiglio per l'economia esercita le sue funzioni alla luce della dottrina sociale della Chiesa attenendosi alle migliori prasi riconosciute a livello internazionale in materia di pubblica amministrazione, con il fine di una gestione amministrativa e finanziaria etica ed eficiente.

Arte. 206

§ 1. Il Consiglio consta di otto Cardinali o Vescovi, che rappresentano l'universalità della Chiesa, e sette laici, scelti tra esperti di varie nazionalità. I quindici membri sono nominati per cinque anni dal Romano Pontefice.

§ 2. Il Consiglio è convocato e presieduto dal Cardinale Coordinatore, coadiuvato da un Segretario.

§ 3. Il Prefetto della Segreteria per l'economia partecipa alle riunioni del Consiglio senza diritto di voto.

Arte. 207

Il Consiglio sottopone all'approvazione del Romano Pontefice indirizzi e norme volti ad assicurare che:

1. siano tutelati i beni degli Enti e delle Amministrazioni sottoposti alla sua vigilanza;

2. siano ridotti i rischi patrimoniales y financieros;

3. le risorse umane, materiali e finanziarie siano attribuite in maniera razionale e gestite con prudenza, efficienza e trasparenza;

4. gli Enti e le Amministrazioni svolgano i propri compiti in modo eficiente, secondo le attività, i programmi ei bilanci preventivi per essi approvati.

Arte. 208

Il Consiglio stabilisce i criteri, ivi incluso quello del valore, per determinare quali atti di alienazione, acquisto o straordinaria amministrazione realizzati dagli Enti da esso vigilati richiedano,  ad validitatem , l'approvazione del Prefetto della Segreteria per l'economia.

 

 

Arte. 209

§ 1. El Consiglio aprueba el bilancio preventivo anual y el bilancio consuntivo consolidati della Santa Sede y el sottopone al Romano Pontefice.

§ 2. Durante la Sede vacante il Consiglio per l'economia fornisce al Cardinale Camerlengo di Santa Romana Chiesa i più recenti bilanci consuntivi consolidati della Santa Sede e quelli preventivi per l'anno in corso.

Arte. 210

Il Consiglio, quando necessario e nel rispetto della sua autonomia operativa, richiede all'Autorità di Supervisione e Informazione Finanziaria informazioni rilevanti ai fini delle attività da essa svolte ed è informato con cadenza annuale riguardo alle attività dell'Istituto per le Opere di Religione.

Arte. 211

Il Consiglio esamina le proposte avanza dalla Segreteria per l'economia, nonché eventuali suggerimenti presentati dalle varie Amministrazioni della Santa Sede, dall'Autorità di Supervisione e Informazione Finanziaria e altri Enti indicati negli Statuti propri.

Segreteria per l'economia

Arte. 212

§ 1. La Segreteria per l'economia svolge la funzione di Segreteria papale per le materie economiche e finanziarie.

§ 2. Esercita il controllo e la vigilanza in materia amministrativa, economica e finanziaria sulle Istituzioni curiali, gli Uffici e le Istituzioni collegate con la Santa Sede o che fanno riferimento ad essa indica nell'elenco allegato allo Statuto del Consiglio per l'economia.

§ 3. Esercita pure un apposito controllo sull'Obolo di San Pietro e sugli altri Fondi papali.

Arte. 213

§ 1. La Segreteria per l'economia è presieduta da un Prefetto, asistencia de un secretario.

§ 2. L'Organismo si articola in due Aree funzionali: una per la regolazione, il controllo e la vigilanza in materia economica e finanziaria, l'altra per la regolazione, il controllo e la vigilanza in materia amministrativa.

Arte. 214

§ 1. La Segreteria per l'economia deve sentire il Consiglio per l'economia e sottoporre al suo esame le proposte e gli indirizzi riguardanti norme sulle materie di maggiore importanza o attinenti a principi generali.

§ 2. Nel corso dell'elaborazione delle proposte o degli indirizzi, la Segreteria per l'economia svolge le oportuna consultazioni, tenendo in debito conto l'autonomia e le competenze degli Enti e Amministrazioni.

§ 3. Per le materie afferenti alle relazioni con gli Stati e con altri soggetti di diritto internazionale la Segreteria per l'economia agisce in collaborazione con la Segreteria di Stato, la quale ha competenza esclusiva.

Arte. 215

La Segreteria per l'economia:

1. emana indirizzi in materia economica e finanziaria per la Santa Sede e controlla che le attività si svolgano nel rispetto dei piani operativi e dei programmi approvati;

2. monitora le attività amministrative, economiche e finanziarie delle Istituzioni affidate al suo controllo e vigilanza; propone e assicura eventuali azioni correttive;

3. predispone il bilancio preventivo anuale, controllando poi che venga rispettato, e il bilancio consuntivo consolidato della Santa Sede e li sottopone al Consiglio per l'economia;

4. Realizza la valutazione anuale del rischio della situazione patrimoniale e finanziaria della Santa Sede e la sottopone al Consiglio per l'economia.

Arte. 216

La Segreteria per l'economia:

1. formula linee guida, indirizzi, modelli e procedimiento en materia di appalti, volti ad assicurare che tutti i beni e servizi richiesti dalle Istituzioni curiali e dagli Uffici e dalle Istituzioni colegate con la Santa Sede o che fanno riferimento ad essa, siano acquisiti nel modo più prudente, eficiente ed economicamente vantaggioso, in conformità ad apropiado verifiche e procedimiento interno;

2. predispone los instrumentos informáticos apropiados para que sean eficaces y trasparentes la gestión administrativa, económica y financiera y asisicurino que gli archivi y la contabilità siano tenuti en modo federal, conforme a todas las normas y todos los procedimientos aprobados.

Arte. 217

§ 1. È istituita nella Segreteria per l'economia la Direzione per le Risorse Umane della Santa Sede, la quale provvede, in dialogo e cooperazione con gli Enti interessati, a tutto quanto riguarda la posizione e gestione lavorativa del personale ei collaboratori degli Enti soggetti alla legislazione propria della Santa Sede, fermo restando il disposto dell'art. 48, 2°.

§ 2. Fra le altre competenze, tramite questa Direzione, la Segreteria per l'economia autorizza le assunzioni, verificandone tutti i requisiti, e approva le tabelle organiche degli Enti.

Arte. 218

§ 1. La Segreteria per l'economia approva ogni atto di alienazione, acquisto o di straordinaria amministrazione realizzato dalle Istituzioni curiali e dagli Uffici e dalle Istituzioni collegate con la Santa Sede o che fanno riferimento ad essa, per il quale sia necessaria la sua approvazione  ad validitatem , in base ai criteri determinati dal Consiglio per l'economia.

§ 2. Durante la Sede vacante, la Segreteria per l'economia fornisce al Cardinale Camerlengo di Santa Romana Chiesa tutta l'informazione che sarà richiesta circa lo stato economico della Santa Sede.

Administración del Patrimonio della Sede Apostolica

Arte. 219

§ 1. L'Amministrazione del Patrimonio della Sede Apostolica è l'Organismo titolare dell'amministrazione e della gestione del patrimonio immobiliare e mobiliare della Santa Sede destinato a fornire le risorse necessarie all'adempimento della funzione propria della Curia Romana per il bene ea servizio delle Chiese particulari.

§ 2. Alla stessa compete amministrare il patrimonio immobiliare e mobiliare degli  Enti che hanno affidato alla Santa Sede i propri beni, nel rispetto della finalità specifica per la quale il patrimonio è stato costituito e degli indirizzi e delle politiche generali approvate dagli Organismi competeti.

§ 3. L'esecuzione delle operazioni finanziarie di cui ai §§ 1 y 2 avviene attraverso l'attività strumentale dell'Istituto per le Opere di Religione.

Arte. 220

§ 1. La administración del Patrimonio della Sede Apostolica provvede a quanto è necessario per l'attività ordinaria della Curia Romana, curando la tesoreria, la contabilità, gli acquisti e gli altri servizi.

§ 2. L'Amministrazione del Patrimonio della Sede Apostolica può svolgere i medesimi servizi di cui al § 1 anche per le Istituzioni collegate con la Santa Sede o che facciano riferimento ad essa nel case in cui ne facciano richiesta, oppure sia così disposto.

Arte. 221

§ 1. L'Amministrazione del Patrimonio della Sede Apostolica è presieduta da un Presidente. Egli è assistito da un Segretario e da un Consiglio, composto da Cardinali, Vescovi, presbiteri e laici, che lo aiuta nell'elaborazione delle linee estratégicahe dell'Ente e nella valutazione delle sue realizzazioni.

§ 2. L'organizzazione interna dell'Organismo si articola in tre Aree funzionali, che curano la gestione immobiliare, gli affari finanziari ei servizi.

§ 3. L'Organismo si avvale della consulenza di esperti nelle materie di competenza, nominati ai sensi degli artt. 16 - 17 § 1.

Ufficio del Revisore Generale

Arte. 222

All'Ufficio del Revisore Generale è affidato il compito della revisione contabile del bilancio consolidato della Santa Sede.

Arte. 223

§ 1. L'Ufficio ha il compito, secondo il programma annuale di revisione approvato dal Consiglio per l'economia, della revisione contabile dei bilanci annuali delle singole Istituzioni curiali e degli Uffici, delle Istituzioni collegate con la Santa Sede o che fanno riferimento ad essa, i quali confluiscono nei suddetti bilanci consolidati.

§ 2. II programa anual de revisión è comunicato dal Revisore Generale al Consiglio per l'economia per la sua approvazione.

Arte. 224

§ 1. L'Ufficio del Revisore Generale su richiesta del Consiglio per l'economia, o della Segreteria per l'economia, o dei responsabili degli Enti e delle Amministrazioni di cui all'art. 205 § 1, svolge revisioni su situazioni particolari connesse a: anomalie nell'impiego o nell'attribuzione di risorse finanziarie o materiali; irregolarità nella concesione di appalti o nello svolgimento di transazioni o alienazioni; atti di corruzione o frode. Le stesse revisioni possono essere avviate autonomamente dal Revisore Generale che informa preventivamente il Cardinale Coordinatore del Consiglio per l'economia, aducendone le motivazioni.

§ 2. Il Revisore Generale riceve dalle persone che ne sono a conoscenza in ragione dell'esercizio delle proprie funzioni le segnalazioni su situazioni particolari. Esaminate le segnalazioni, le presenta con una relazione al Prefetto della Segreteria per l'economia e, qualora lo ritenga necessario, anche al Cardinale Coordinatore del Consiglio per l'economia.

Comisión de Materia Reservada

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Alla Commissione di Materie Riservate compiten:

1. autorizzare qualsiasi atto di natura giuridica, economica o finanziaria che per un bene maggiore della Chiesa o delle persone debba essere coperto dal segreto e sottratto al controllo e alla vigilanza degli organi competeti;

2. controllare i contratti della Santa Sede che secondo la legge richiedono riservatezza e vigilare su di essi.

Arte. 226

La Commissione, secondo il proprio Statuto, è composta da alcuni Membri nominati per cinque anni dal Romano Pontefice. È presieduta da un Presidente, coadiuvato da un Segretario.

Comitato per gli Investimenti

Arte. 227

§ 1. Al Comitato per gli Investimenti compite di garantire la natura etica degli investimenti mobiliari della Santa Sede secondo la dottrina sociale della Chiesa e, nello stesso tempo, la loro redditività, adeguatezza e rischiosità.

§ 2. Il Comitato è composto, secondo il proprio Statuto, da Membri e da Professionisti di alto profilo nominati por cinque anni dal Romano Pontefice. È presieduto da un Presidente, coadiuvato da un Segretario.

viii

UFFICI

Prefectura de la Casa Pontificia

Arte. 228

§ 1. La Prefettura si occupa dell'ordine interno relativo alla Casa Pontificia e dirige, per quanto attiene alla disciplina and al servizio, tutti coloro che costituiscono la Cappella e la Famiglia Pontificia.

§ 2. È guidata da un Prefetto, coadiuvato dal Reggente, nominati per cinque anni dal Romano Pontefice, ai quali si affiancano alcuni Officiali.

Arte. 229

§ 1. La Prefettura della Casa Pontificia cura l'ordinamento e lo svolgimento delle cerimonie pontificie, esclusa la parte strettamente liturgica e stabilisce l'ordine di precedenza.

§ 2. È suo compito ordinare il servizio di anticamera e disporre le udienze pubbliche, speciali e private del Romano Pontefice e le visite delle persone, consultandosi, tutte le volte che lo esigano le circostanze, con la Segreteria di Stato. Predispone tutto quanto deve essere fatto quando dallo stesso Pontefice sono ricevuti in solenne udienza i Capi di Stato, i Capi di Governo, i Ministri degli Stati, le pubbliche Autorità ed altre eminenti Personalità, come pure gli Ambasciatori.

§ 3. Si occupa di quanto si riferisce agli Esercizi spirituali del Romano Pontefice, del Collegio Cardinalizio e della Curia Romana.

Arte. 230

§ 1. Spetta alla Prefettura disporre i preparativi ogni qual volta il Romano Pontefice si porta in visita nel territorio vaticano, in Roma o viaggia in Italia.

§ 2. Il Prefetto lo assiste solo in occasione di incontri e visite nel territorio vaticano.

Ufficio delle Celebrazioni Liturgiche del Sommo Pontefice

Arte. 231

§ 1. Spetta all'Ufficio delle Celebrazioni Liturgiche del Sommo Pontefice preparare tutto quanto è necessario per le celebrazioni liturgiche e le altre sacre celebrazioni in Vaticano alle quali presiede, partecipa o assiste il Romano Pontefice, oppure - in suo nome o per suo manda - un Cardinale o un Prelato, e dirigerle secondo le vigenti prescrizioni in ambito liturgico, predisponendo tutto ciò che è necessario o utile per il loro degno svolgimento e per l'attiva partecipazione dei fedeli.

§ 2. L'Ufficio cura altresì la preparazione e lo svolgimento di tutte le celebrazioni liturgiche pontificie che avvengono durante le visite pastorali del Romano Pontefice nei Viaggi Apostolici, tenendo presenti le peculiarità proprie delle celebrazioni papali.

Arte. 232

§ 1. All'Ufficio è preposto il Maestro delle Celebrazioni Liturgiche Pontificie, nominato per cinque anni dal Romano Pontefice. Lo coadiuvano nelle sacre celebrazioni i Cerimonieri pontifici, nominati per cinque anni dal Romano Pontefice.

§ 2. Nell'Ufficio affiancano il Maestro diversi Officiali e Consultori.

Arte. 233

§ 1. Il Maestro delle Celebrazioni Liturgiche Pontificie è anche responsabile della Sacrestia Pontificia e delle Cappelle del Palazzo Apostolico.

§ 2. È altresì responsabile della Cappella Musicale Pontificia, con il compito di guidare tutte le attività e gli ambiti liturgico, pastorale, spirituale, artistico ed educativo della medesima Cappella, inserita nell'Ufficio quale specifico luogo di servizio alle funzioni liturgiche papali e nel contempo a custodia e promozione della revelado eredità artistico-musicale prodotta nei secoli dalla Cappella stessa per le solenni liturgie dei Pontefici.

Arte. 234

Rientra nella competenza dell'Ufficio la celebrazione del Concistoro e la direzione delle celebrazioni liturgiche del Collegio Cardinalizio durante la Sede vacante.

Camarlengo de Santa Romana Chiesa

Arte. 235

§ 1. Il Cardinale Camerlengo di Santa Romana Chiesa svolge le funzioni che gli sono assegnate dalla legge speciale relativa alla Sede Apostolica vacante e l'elezione del Romano Pontefice.

§ 2. Il Cardinale Camerlengo di Santa Romana Chiesa e il Vice Camerlengo son nominati dal Romano Pontefice.

§ 3. Nell'adempimento degli uffici assegnati, il Cardinale Camerlengo di Santa Romana Chiesa è aiutato, sotto la sua autorità e responsabilità, da tre Cardinali Assistenti, di cui uno è il Cardinale Coordinatore del Consiglio per l'economia e gli altri due sono individuati secondo la modalità prevista dalla normativa circa la vacanza della Sede Apostolica e l'elezione del Romano Pontefice.

Arte. 236

Il compito di curare e amministrare i beni ed i diritti temporali della Sede Apostolica nel tempo in cui questa è vacante è affidato al Cardinale Camerlengo di Santa Romana Chiesa. Nel caso egli fosse impedito, la funzione sarà assunta dal Vice Camerlengo.

Arte. 237

Quando la Sede Apostolica è vacante, è diritto e dovere del Cardinale Camerlengo di Santa Romana Chiesa:

1. Richiedere a tutte le Amministrazioni dipendenti dalla Santa Sede le relazioni circa il loro stato patrimoniale ed economico, come pure le informazioni intorno agli affari straordinari, che siano in corso;

2. Richiedere al Consiglio per l'economia i bilanci preventivi e consolidati dalla Santa Sede dell'anno precedente, nonché il bilancio preventivo per l'anno seguente;

3. domandare, nella misura in cui sia necessario, alla Segreteria per l'economia qualsiasi informazione sullo stato economico della Santa Sede.

IX

AVVOCATI

Albo degli Avvocati presso la Curia Romana

Arte. 238

Oltre all'Albo degli Avvocati della Rota Romana, esiste un Albo degli Avvocati, abilitati ad assumere, a richiesta delle persone interessate, il patrocinio delle cause presso il Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica ed a prestare altresì la loro opera nei ricorsi gerarchici dinanzi alle Istituzioni curiali.

Arte. 239

§ 1. Possono essere iscritti in tale Albo quei Professionisti che si distinguono per adeguata preparazione, comprovata da gradi acadedemici, per l'esempio di vita cristiana, per l'onestà dei costumi e per la capacità professionale.

§ 2. El Secretario de Estado, udita una Commissione stabilmente costituita a tale scopo, provvede all'iscrizione all'Albo dei Professionisti in poseso dei requisiti di cui al § 1 che ne abbiano fatto adeguata richiesta. Qualora tali requisiti venissero a mancare, gli stessi decadono dall'Albo.

Corpo degli Avvocati della Santa Sede

Arte. 240

§ 1. Il Corpo degli Avvocati della Santa Sede è costituito di preferenza da quelli iscritti all'Albo degli Avvocati presso la Curia Romana. Essi potranno asume il patrocinio delle cause, a nome della Santa Sede o delle Istituzioni curiali, dinanzi ai Tribunali sia ecclesiastici che civili.

§ 2. Gli avvocati della Santa Sede sono nominati per un quinquennio, rinnovabile, dal Segretario di Stato, udita la Commissione di cui all'articolo 239 § 2; cessano dall'incarico al compimento del settantacinquesimo anno di età e, per gravi motivi, possono essere revocati.

§ 3. Gli avvocati della Santa Sede sono tenuti a condurre una vita cristiana integra ed ejemplare e ad adempiere gli incarichi loro affidati con la massima coscienza e per il bene della Chiesa.

X

COLEGIO ISTITUZIONI CON LA SANTA SEDE

Arte. 241

Esistono alcuni Istituti, sia di antica origine che di nuova costituzione, i quali, pur non facendo parte propriamente della Curia Romana e avendo propria personalità giuridica, prestano tuttavia diversi servizi necessari o utili allo stesso Romano Pontefice, alla Curia Romana e alla Chiesa universale ed in qualche modo sono collegati con la Curia stessa.

Arte. 242

L'Archivio Apostolico Vaticano è l'Istituto che svolge la propria specifica attività di custodia e valorizzazione degli atti e dei documenti che riguardano il gobernado della Chiesa universale, perché siano innanzitutto a disposizione della Santa Sede e della Curia Romana nel compimento della propria attività e , en segundo lugar, por concesión pontificia, possano rappresentare per tutti gli studiosi, senza distinzione di Paese e religione, fonti per la conoscenza, anche profana, delle vicende che nel tempo sono state strettamente connesse con la vita della Chiesa.

Arte. 243

Istituto di antica origine, la Biblioteca Apostolica Vaticana è un insigne strumento della Chiesa per lo sviluppo e la divulgazione della cultura, a supporto dell'attività della Sede Apostolica. Ha il compito, attraverso le sue varie Sezioni, di raccogliere e conservare un patrimonio ricchissimo di scienza e di arte e di metterlo a disposizione degli studiosi che richercano la verità.

Arte. 244

La Fabbrica di San Pietro si occupa di tutto quanto riguarda la Basilica Papale di San Pietro, che custodisce la memoria del martirio e la tomba dell'Apostolo, sia per la conservazione e il decoro dell'edificio, sia per la disciplina interna dei custodi e dei pellegrini e dei visitatori, secondo le norme proprie. Nei casi necessari il Presidente e il Segretario della Fabbrica agiscono d'intesa col Capitolo della stessa Basilica.

Arte. 245

La Pontificia Commissione di Archeologia Sacra ha il compito di studiare, conservare, tutelare e valorizzare le catacombe cristiane d'Italia, in cui le testimonianze di fede e di arte delle prime comunità cristiane continuano a trasmettere a pellegrini e visitatori il loro profondo messaggio.

Arte. 246

Per la ricerca e la diffusione della verità nei vari settori della scienza divina ed umana sono sorte in seno alla Chiesa cattolica diversity Accademie, tra le quali si distinguono la Pontificia Accademia delle Scienze, la Pontificia Accademia delle Scienze Sociali e la Pontificia Accademia per la Vita .

Arte. 247

Al fine di promoovere e sviluppare una cultura di qualità all'interno delle Istituzioni academiche direttamente dipendenti dalla Santa Sede e di assicurare loro criteri qualitativi validi a livello internazionale, è istituita l'Agenzia della Santa Sede per la Valutazione e la Promozione della Qualità delle Università e Facoltà Ecclesiastiche.

Arte. 248

L'Autorità di Supervisione e Informazione Finanziaria è l'Istituzione che, nei modi previsti dalla legge e dal proprio Statuto, svolge le funzioni di: vigilanza ai fini della prevenzione e del contrasto del riciclaggio e del finanziamento del terrorismo nei confronti degli Enti e dei soggetti sottoposti alla sua supervisione; vigilanza prudenziale sugli Enti che svolgono professionalmente attività di natura finanziaria; regolamentazione prudenziale degli Enti che svolgono professionalmente attività di natura finanziaria e, nei casi previsti dalla legge, in materia di prevenzione e contrasto del riciclaggio e del finanziamento del terrorismo. In tale veste svolge altresì la funzione di informazione finanziaria.

Arte. 249

Tutte le Istituzioni colegate con la Santa Sede sopra indica si reggono secondo proprie leggi quanto alla costituzione e all'amministrazione.

XI

NORMA TRANSITORIA

 

Arte. 250

§ 1. Quanto stabilito in via generale dalle norme della presente Costituzione apostolica si applica alla Segreteria di Stato, ai Dicasteri, agli Organismi, agli Uffici ed alle Istituzioni sia facenti parte della Curia Romana, che collegate con la Santa Sede. Quelle poi che dispongono anche di propri Statuti e Leggi, li osservino soltanto in quanto non si oppongano alla presente Costituzione apostolica, proponendone quanto prima l'adeguamento all'approvazione del Romano Pontefice.

§ 2. Le norme esecutorie attualmente vigenti per i soggetti di cui al § 1, così come il “Regolamento Generale della Curia Romana”, l' Ordo servandus  e il  modus procedendi  interni alle Istituzioni curiali e agli Uffici, siano osservate in tutto ciò che non risulti contrario alle norme della presente Costituzione apostolica fino all'approvazione del nuovo  Ordo servandus  e degli Statuti.

§ 3. Con l'entrata in vigore della presente Costituzione apostolica viene integralmente abrogata e sostituita la Costituzione  Pastor bonus  e, con essa, sono soppressi anche gli Organismi della Curia Romana in essa indicati e non più previsti, né riorganizzati nella present Costituzione.

Stabilisco che la present Costituzione apostolica sia, ora e in avvenire, stabile, valida ed efficace, consegua perfettamente i suoi effetti a partire dal giorno 5 giugno 2022, Solennità di Pentecoste, e che ne sia curata la piena osservanza, in tutti i particolari, da parte di coloro cui essa è diretta, per il present e per il futuro, nonostante qualsiasi circostanza in contrario, anche se meritevole di specialissima menzione.

Dato a Roma, presso San Pietro, nella Solennità di San Giuseppe Sposo della Beata Vergine Maria, il giorno 19 marzo 2022, decimo di Pontificato.

 

francesco

__________________________

[1] GIOVANNI PAOLO II, Lettera encíclica  Redemptoris missio , 2.

[2] FRANCESCO, Esortazione apostolica  Evangelii gaudium , 24.

[3] Cfr. ibídem , 30.

[4] FRANCESCO, Lettera encíclica  Lumen fidei , 4.

[5] Cfr. CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Decreto  Christus Dominus , 9 ss.

[6] GIOVANNI PAOLO II, Estartazione apostolica  Christifideles laici , 32.

[7] FRANCESCO,  Discorso en ocasión della commemorazione del 50° anniversario dell'istituzione del Sinodo dei Vescovi  (17 de octubre de 2015).

[8] Ibídem .

[9] Cfr CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Costituzione dogmatica  Lumen gentium , 19.

[10] Cfr  . ibídem , 20.

[11] Cfr  . ibídem , 8.

[12] Cfr.  ibídem , 22; cfr GIOVANNI PAOLO II, Esortazione apostolica  Pastores gregis , 8, 55, 56.

[13]  Ibídem , 23.

[14] Cfr. CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Costituzione dogmatica  Lumen gentium , 18 e CONCILIO ECUMENICO VATICANO I, Costituzione dogmatica  Pastor aeternus , Preambolo.

[15] Cfr  . ibídem , 23.

[dieciséis] Cfr. GIOVANNI PAOLO II, Esortazione apostolica  Pastores gregis , 63.

[17] Cfr  . ibídem , 63.

[18] Cfr. GIOVANNI PAOLO II, Lettera apostolica Motu proprio Apostolos suos , 12.

[19] CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Costituzione dogmatica  Lumen gentium , 30.

[20] FRANCESCO, Esortazione apostolica  Evangelii gaudium , 120.

[21] Cfr CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Costituzione dogmatica  Lumen gentium , 30.

[22] PAOLO VI,  Allocuzione per l'ultima Sessione pubblica del Concilio Ecumenico Vaticano II  (7 de diciembre de 1965).

[23] FRANCESCO,  Saluto rivolto ai Cardinali riuniti per il Concistoro  (12 de febrero de 2015).

[24] CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Decreto  Christus Dominus , 9.

[25] CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Costituzione dogmatica  Lumen gentium , 18.

[26]  Ibídem , 23.

[27] Cfr. FRANCESCO, Esortazione apostolica  Evangelii gaudium , 16.

[28] Cfr. CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Costituzione dogmatica  Dei verbum , 7.

[29] Cfr FRANCESCO, Esortazione apostolica  Evangelii gaudium , 31-32.

[30] Cfr. CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Costituzione dogmatica  Lumen gentium , 8.

[31] PAOLO VI, Epilogo del Concilio Ecumenico Vaticano II,  Omelia nella Solennità dell'Immacolata Concezione della BV Maria  (8 de diciembre de 1965).

[00404-IT.01] [Testo original: Italiano]

 


·        Comunicado de la Sala Stampa della Santa Sede

 


CARTA DESIDERIO DESIDERAVI

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PAPA FRANCISCO

La Santa Sede
CARTA APOSTOLICA
DESIDERIO DESIDERAVI
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
A LOS OBISPOS, A LOS PRESBÍTEROS
YA LOS DIÁCONOS,
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
YA TODOS LOS ARCHIVOS LAICOS
SOBRE LA FORMACIÓN LITÚRGICA
DEL PUEBLO DE DIOS
desiderio hoc pascua manducare vobiscum, antequam patiar (Lc 22, 15)
1. Queridos hermanos y hermanas:
con esta carta deseo llegar a todos –después de haber escrito a los obispos tras la publicación del
Motu Proprio Traditionis custodes– para compartir con vosotros algunas reflexiones sobre la
Liturgia, dimensión fundamental para la vida de la Iglesia. El tema es muy extenso y merece una
atenta consideración en todos sus aspectos: sin embargo, con este escrito no pretende tratar la
cuestión de forma exhaustiva. Quiero ofrecer simplemente algunos elementos de reflexión para
contemplar la belleza y la verdad de la celebración cristiana.
La Liturgia: el “hoy” de la historia de la salvación
2. “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer” (Lc 22,15) Las
palabras de Jesús con las cuales inicia el relato de la última Cena son el medio por el que se nos
da la asombrosa posibilidad de vislumbrar la profundidad del amor de las Personas de la
Santísima Trinidad hacia nosotros.
3. Pedro y Juan habían sido enviados a preparar lo necesario para poder comer la Pascua, pero,
mirándolo bien, toda la creación, toda la historia –que finalmente estaba a punto de revelarse
como historia de salvación– es una gran preparación de aquella Cena. pedro y los demas estan
en esa mesa, inconscientes y, sin embargo, necesario: todo don, para ser tal, debe tener alguien
dispuesto a recibirlo. En este caso, la desproporción entre la inmensidad del don y la pequeñez
de quien lo recibe es infinita y no puede dejar de sorprendernos. Sin embargo – por la
misericordia del Señor – el don se confía a los Apóstoles para que sea llevado a todos los
hombres
4. Nadie se ganó el puesto en esa Cena, todos fueron invitados, o, mejor dicho, convencieron por el
deseo ardiente que Jesús tiene de comer esa Pascua con ellos: Él sabe que es el Cordero de esa
Pascua, sabe que es la Pascua. Esta es la novedad absoluta de esa Cena, la unica y verdadera
novedad de la historia, que hace que esa Cena sea única y, por eso, “última”, irrepetible. Pecado
embargo, su infinito deseo de restaurar esa comunión con nosotros, que era y sigue siendo su
proyecto original, no se podrá saciar hasta que todo hombre, de toda tribu, lengua, pueblo y
nación (Ap 5,9) haya comido su Cuerpo y bebido su Sangre: por eso, esa misma Cena se hará
presente en la celebración de la Eucaristía hasta su vuelta.
5. El mundo todavía no lo sabe, pero todos están invitados al banquete de bodas del Cordero (Ap
19,9). Lo único que se necesita para acceder es el vestido nupcial de la fe que viene por medio de
la escucha de su Palabra (cfr. Rom 10,17): la Iglesia lo confecciona a medida, con la blancura de
una vestidura lavada en la Sangre del Cordero (cfr. Ap 7,14). No debemos tener ni un momento
de descanso, sabiendo que no todos han recibido aún la invitación a la Cena, o que otros la han
olvidado o perdido en los tortuosos caminos de la vida de los hombres. Por eso, dijo que
“sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los
estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierten en un cauce adecuado
para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (Evangelii gaudium,
norte. 27): para que todos puedan sentarse a la Cena del sacrificio del Cordero y vivir de Él.
6. Antes de nuestra respuesta a su invitación – mucho antes – está su deseo de nosotros: puede
que ni siquiera seamos conscientes de ello, pero cada vez que vamos a Misa, el motivo principal
es porque nos atrae el deseo que Él tiene de nosotros. Por nuestra parte, la respuesta posible, la
ascesis más exigente es, como siempre, la de entregarnos a su amor, la de dejarnos atraer por
Él. Ciertamente, nuestra comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo ha sido deseada por Él en
la ultima Cena.
7. El contenido del Pan partido es la cruz de Jesús, su sacrificio en obediencia amorosa al Padre.
Si no hubiéramos tenido la última Cena, es decir, la anticipación ritual de su muerte, no
habriamos podido comprender como la ejecucion de su sentencia de muerte podria ser el acto
2
de culto perfecto y agradable al Padre, el único y verdadero acto de culto. Unas horas más tarde,
los Apóstoles habrían podido ver en la cruz de Jesús, si hubieran soportado su peso, lo que
significaba “cuerpo entregado”, “sangre derramada”: y es de lo que hacemos memoria en cada
Eucaristía. Cuando regresa, resucitado de entre los muertos, para partir el pan a los discípulos de
Emaús ya los suyos, que habían vuelto a pescar peces y no hombres, en el lago de Galilea, ese
gesto les abre sus ojos, los cura de la ceguera provocada por el horror de la cruz, haciéndolos
capaz de “ver” al Resucitado, de creer en la Resurrección.
8. Si hubiésemos llegado a Jerusalén después de Pentecostés y hubiésemos sentido el deseo no
sólo de tener noticias sobre Jesús de Nazaret, sino de volver a encontrarnos con Él, no
habríamos tenido otra posibilidad que buscar a los suyos para escuchar sus palabras y ver sus
gestos, más vivos que nunca. No habriamos tenido otra posibilidad de un verdadero encuentro
con Él sino en la comunidad que celebra. Por eso, la Iglesia siempre ha custodiado, como su
tesoro más precioso, el mandato del Señor: “haced esto en memoria mía”.
9. Desde los inicios, la Iglesia ha sido consciente de que no se utilizó de una representación, ni
aunque sea sagrada, de la Cena del Señor: no habría tenido ningún sentido ya nadie se le habría
ocurrió “escenificar” – más aún bajo la mirada de María, la Madre del Señor – ese excelso
momento de la vida del maestro. Desde los inicios, la Iglesia ha comprendido, iluminada por el
Espíritu Santo, que aquello que era visible de Jesús, lo que se podía ver con los ojos y tocar con
las manos, sus palabras y sus gestos, lo concreto del Verbo encarnado, ha pasado a la
celebración de los sacramentos [1].
La Liturgia: lugar del encuentro con Cristo
10. Aquí está toda la poderosa belleza de la Liturgia. Si la Resurrección fuera para nosotros
concepto, una idea, un pensamiento; si el Resucitado fuera para nosotros el recuerdo del
recuerdo de otros, tan autorizados como los Apóstoles, si no se nos diera también la posibilidad
de un verdadero encuentro con Él, sería como declarar concluida la novedad del Verbo hecho
carne. En cambio, la Encarnación, además de ser el único y novedoso evento que la
historia conozca, es también el método que la Santísima Trinidad ha elegido para abrirnos el
camino de la comunión. La fe cristiana, o es un encuentro vivo con Él, o no es.
11. La Liturgia nos garantiza la posibilidad de tal encuentro. No nos sirve un vago recuerdo de la
última Cena, necesitamos estar presentes en aquella Cena, poder escuchar su voz, comer su
Cuerpo y beber su Sangre: le necesitamos a Él. En la Eucaristía y en todos los Sacramentos se
nos garantiza la posibilidad de encontrarnos con el Señor Jesús y de ser alcanzados por el poder
de su Pascua. El poder salvífico del sacrificio de Jesús, de cada una de sus palabras, de cada
uno de sus gestos, mirada, sentimiento, nos alcanza en la celebración de los Sacramentos. yo
soy Nicodemo y la Samaritana, el endemoniado de Cafarnaún y el paralítico en casa de Pedro, la
pecadora perdonada y la hemorroisa, la hija de Jairo y el ciego de Jericó, Zaqueo y Lázaro; el
ladron y pedro, perdonados. El Señor Jesús que inmolado, ya no vuelve a morir; y sacrificado,
3
vive para siempre [2], continúa perdonándonos, curándonos y salvándonos con el poder de los
Sacramentos. A través de la encarnación, es el modo concreto por el que nos ama; es el modo
con el que sacia esa sed de nosotros que ha declarado en la cruz( Jn 19,28).
12. Nuestro primer encuentro con su Pascua es el acontecimiento que marca la vida de todos
nosotros, los creyentes en Cristo: nuestro bautismo. No es una adhesión mental a su
pensamiento o la sumisión a un código de comportamiento impuesto por Él: es la inmersión en su
pasión, muerte, resurrección y ascensión. No es un gesto mágico: la magia es lo contrario a la
lógico de los Sacramentos porque pretende tener poder sobre Dios y, por esa razón, viene del
tentador En perfecta continuidad con la Encarnación, se nos da la posibilidad, en virtud de la
presencia y la acción del Espíritu, de morir y resucitar en Cristo.
13. El modo en que acontece es conmovedor. La plegaria de bendición del agua bautismal [3] nos
revela que Dios creó el agua precisamente en vista del bautismo. Quiere decir que mientras Dios
creaba el agua esperaba en el bautismo de cada uno de nosotros, y este pensamiento le ha
seguido en su actuar a lo largo de la historia de la salvacion cada vez que, con un designio
concreto, ha querido servirse del agua. Es como si, después de crearla, hubiera querido
perfeccionarla para llegar a ser el agua del bautismo. Y por eso la ha querido colmar del
movimiento de su Espíritu que se cernía sobre ella (cfr. Gén 1,2) para que contuviera en germen
el poder de santificar; la ha utilizado para regenerar a la humanidad en el diluvio (cfr. Gén 6,1-
9,29); la ha dominado separándola para abrir una vía de liberación en el Mar Rojo (cfr. Ex 14); la
ha consagrado en el Jordán sumergiendo la carne del Verbo, impregnada del Espíritu (cfr. Mt
3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22). Finalmente, la ha mezclado con la sangre de su Hijo, don del
Espíritu inseparablemente unido al don de la vida y la muerte del Cordero inmolado por nosotros,
y desde el costado traspasado la ha derramado sobre nosotros (Jn 19,34). En esta agua fuimos
sumergidos para que, por su poder, pudiéramos ser injertados en el Cuerpo de Cristo y, con Él,
resucitar a la vida inmortal (cfr. Rom 6,1-11).
La Iglesia: Sacramento del Cuerpo de Cristo
14. Como nos ha recordado el Concilio Vaticano II (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 5) citando la
Escritura, los Padres y la Liturgia –columnas de la verdadera Tradición– del costado de Cristo
dormido en la cruz brotó el admirable sacramento de toda la Iglesia [4]. El paralelismo entre el
primer y el nuevo Adán es sorprendente: así como del costado del primer Adán, tras haber dejado
caer un letargo sobre él, Dios formó a Eva, así del costado del nuevo Adán, dormido en el sueño
de la muerte, nace la nueva Eva, la Iglesia. El estupor esta en las palabras que tendremos
imaginar, el nuevo Adán hace suyas mirando a la Iglesia: “Esta sí que es hueso de mis huesos y
carne de mi carne” (Gén 2,23). Por haber creído en la Palabra y haber descendido en el agua del
bautismo, nos hemos convertido en hueso de sus huesos, en carne de su carne.
15. Sin esta incorporación, no hay posibilidad de experimentar la plenitud del culto a Dios. Delaware
hecho, uno sólo es el acto de culto perfecto y agradable al Padre, la obediencia del Hijo cuya
4
medida es su muerte en cruz. La única posibilidad de participar en su ofrenda es ser hijo en el
Hijo. Este es el don que hemos recibido. El sujeto que actúa en la Liturgia es siempre y solo
Cristo-Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo.
El sentido teológico de la Liturgia
16. Debemos al Concilio – y al movimiento litúrgico que lo ha precedido – el redescubrimiento de
la comprension teologica de la Liturgia y de su importancia en la vida de la Iglesia: los principios
enunciados generales por la Sacrosanctum Concilium, as como fueron fundamentales para la
reforma, encaja perfectamente para la promoción de la participación plena, consciente, activa y
fructuosa en la celebración (cfr. Sacrosanctum Concilium, nn. 11.14), “fuente primaria y necesaria
de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano” (Sacrosantum Concilium,
norte. 14). Con esta carta quisiera simplemente invitar a toda la Iglesia a redescubrir, custodio y vivir
la verdad y la fuerza de la celebración cristiana. Quisiera que la belleza de la celebracion cristiana
y de sus necesarias consecuencias en la vida de la Iglesia no se vieran desfiguradas por una
comprensión superficial y reductora de su valor o, peor aún, por su instrumentación al servicio
de alguna visión ideológica, sea cual sea. La oración sacerdotal de Jesús en la última cena para
que todos sean uno ( Jn 17,21), juzga todas nuestras divisiones en torno al Pan partido,
sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad [5].
17. He advertido en varias ocasiones sobre una tentación peligrosa para la vida de la Iglesia que
es la “mundanidad espiritual”: él habló de ella ampliamente en la Exhortación Evangelii
gaudium (nn. 93-97), identificando el gnosticismo y el neopelagianismo como los dos modos
vinculados entre sí, que la alimentan.
El primero reduce la fe cristiana a un subjetivismo que encierra al individuo “en la inmanencia de
su propia razón o de sus sentimientos” (Evangelii gaudium, n. 94).
El segundo anula el valor de la gracia para confiar sólo en las propias fuerzas, dando lugar a “un
elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y
clasificando a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en
controlar” (Evangelii gaudium, n. 94).
Estas formas distorsionadas del cristianismo pueden tener consecuencias desastrosas para la
vida de la Iglesia.
18. Resulta evidente, en todo lo que he querido recordar anteriormente, que la Liturgia es, por su
propia naturaleza, el antídoto más eficaz contra estos venenos. Evidentemente, hablo de la
Liturgia en su sentido teológico y – ya lo afirmaba Pío XII – no como un ceremonial decorativo… o
un mero conjunto de leyes y de preceptos… que ordena el cumplimiento de los ritos [6].
19. Si el gnosticismo nos intoxica con el veneno del subjetivismo, la celebración litúrgica nos
5
libera de la prision de una autorreferencialidad alimentada por la propia razon o sentimiento: la
acción celebrativa no pertenece al individuo sino a Cristo-Iglesia, a la totalidad de los fieles unidos
en Cristo. La Liturgia no dice “yo” sino “nosotros”, y cualquier limitación a la amplitud de este
“nosotros” es siempre demoníaca. La Liturgia no nos deja solos en la búsqueda de un presunto
conocimiento individual del misterio de Dios, sino que nos lleva de la mano, juntos, como
asamblea, para conducirnos al misterio que la Palabra y los signos sacramentales nos revelan. Y
lo hace, en coherencia con la acción de Dios, siguiendo el camino de la Encarnación, a través del
lenguaje simbólico del cuerpo, que se extiende a las cosas, al espacio y al tiempo.
Redescubrir cada día la belleza de la verdad de la celebración cristiana
20. Si el neopelagianismo nos intoxica con la presunción de una salvación ganada con nuestras
fuerzas, la celebración litúrgica nos purifica proclamando la gratuidad del don de la salvación
recibido en la fe. Participar en el sacrificio eucarístico no es una conquista nuestra, como si
pudiéramos presumir de ello ante Dios y ante nuestros hermanos. El inicio de cada celebración
me recuerda quién soy, pidiéndome que confiese mi pecado e invitándome a rogar a la
bienaventurada siempre Virgen María, a los ángeles, a los santos ya todos los hermanos y
hermanas, que intercedan por mí ante el Señor: ciertamente no somos dignos de entrar en su
casa, necesitamos una palabra suya para salvarnos (cfr. Mt 8,8). No tenemos otra gloria que la
cruz de nuestro Señor Jesucristo (cfr. Gál 6,14). La Liturgia no tiene nada que ver con un
moralismo ascético: es el don de la Pascua del Señor que, aceptado con docilidad, hace nueva
nuestra vida. No se entra en el cenáculo sino por la fuerza de atracción de su deseo de comer la
Pascua con nosotros: Desiderio desideravi hoc Pascha manducare vobiscum, antequam patiar
(Lc 22,15).
21. Sin embargo, tenemos que tener cuidado: para que el antídoto de la Liturgia sea eficaz, se
nos pide redescubrir cada día la belleza de la verdad de la celebración cristiana. Me refiere, una
vez más, a su significado teológico, como ha descrito admirablemente el n. 7 de la Sacrosanctum
Concilium: la Liturgia es el sacerdocio de Cristo revelado y entregado a nosotros en su Pascua,
presente y activo hoy a través de los signos sensibles (agua, aceite, pan, vino, gestos, palabras)
para que el Espíritu, sumergiéndonos en el misterio pascual, transforme toda nuestra vida,
conformándonos cada vez más con Cristo.
22. El redescubrimiento continuo de la belleza de la Liturgia no es la búsqueda de un esteticismo
ritual, que se complace solo en el cuidado de la formalidad exterior de un rito, o se satisface con
una escrupulosa observancia de las rúbricas. Evidentemente, esta sustentada no pretende avalar,
de ningún modo, la actitud contraria que confunde lo sencillo con una dejadez banal, lo esencial
con la superficialidad ignorante, lo concreto de la acción ritual con un funcionalismo práctico
exagerado
23. Seamos claros: hay que cuidar todos los aspectos de la celebración (espacio, tiempo, gestos,
palabras, objetos, vestiduras, cantos, música, ...) y observar todas las rúbricas: esta atención
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seria suficiente para no robar a la asamblea lo que le corresponde, es decir, el misterio pascual
celebrado en el modo ritual que la Iglesia establece. Pero, incluso, si la calidad y la norma de la
la acción celebrativa estarían garantizadas, esto no sería suficiente para que nuestra participación
fuera plena.
Asombro ante el misterio pascual, parte esencial de la acción litúrgica
24. Si faltara el asombro por el misterio pascual que se hace presente en la concreción de los
signos sacramentales, podemos correr el riesgo de ser realmente impermeables al océano de
gracia que inunda cada celebración. No bastan los esfuerzos, aunque loables, para una mejor
calidad de la celebración, ni una llamada a la interioridad: ésta incluso corre el riesgo de quedar
reducida a una subjetividad vacía si no acoge la revelación del misterio cristiano. El encuentro con
Dios no es fruto de una búsqueda interior individual, sino que es un acontecimiento regalado:
podemos encontrar a Dios por el hecho novedoso de la Encarnación que, en la última cena, llega
al extremo de querer ser comido por nosotros. ¿Cómo se nos puede escapar lamentablemente la
fascinación por la belleza de este don?
25. Cuando digo asombro ante el misterio pascual, no me refiero en absoluto a lo que, me parece,
se quiere expresar con la vaga expresión “sentido del misterio”: a veces, entre las supuestas
acusar contra la reforma litúrgica está la de haberlo – se dice – eliminado de la celebración.
El asombro del que hablo no es una especie de desorientación ante una realidad oscura o un rito
enigmático, sino que es, por el contrario, admiración ante el hecho de que el plan salvífico de Dios
nos haya sido revelado en la Pascua de Jesús (cfr. Ef 1,3-14), cuya eficacia sigue llegándonos en
la celebración de los “misterios”, es decir, de los sacramentos. Sin embargo, sigue siendo cierto
que la plenitud de la revelación tiene, en comparación con nuestra finitud humana, un exceso que
nos trasciende y que tendrá su cumplimiento al final de los tiempos, cuando vuelva el Señor. Si el
asombro es verdadero, no hay ningun riesgo de que no se perciba la alteridad de la presencia de
Dios, incluso en la cercanía que la Encarnación ha querido. Si la reforma hubiera eliminado ese
“sentido del misterio”, más que una acusación sería un mérito. La belleza, como la verdad,
siempre genera asombro y, cuando se refiere al misterio de Dios, conduce a la adoración.
26. El asombro es parte esencial de la acción litúrgica porque es la actitud de quien sabe que está
ante la peculiaridad de los gestos simbólicos; es la maravilla de quien experimenta la fuerza del
símbolo, que no consiste en referirse a un concepto abstracto, sino en contener y expresar, en su
concreción, lo que significa.
La necesidad de una seria y vital formación litúrgica
27. Es ésta, pues, la cuestión fundamental: ¿cómo recuperar la capacidad de vivir plenamente la
acción litúrgica? La reforma del Concilio tiene este objetivo. El reto es muy exigente, porque el
hombre moderno – no en todas las culturas del mismo modo – ha perdido la capacidad de
confrontarse con la acción simbólica, que es una característica esencial del acto litúrgico.
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28. La posmodernidad – en la que el hombre se siente aún más perdido, sin referencias de ningún
tipo, desprovisto de valores, porque se han vuelto indiferentes, huérfano de todo, en una
fragmentación en la que parece imposible un horizonte de sentido – sigue cargando con la
pesada herencia que nos dejó la época anterior, hecha de individualismo y subjetivismo (que
recuerdan, una vez más, al pelagianismo y al gnosticismo), así como por un espiritualismo
abstracto que contradice la naturaleza misma del hombre, espíritu encarnado y, por tanto, en sí
mismo capaz de acción y comprensión simbólica.
29. La Iglesia reunida en el Concilio ha querido confrontarse con la realidad de la modernidad,
reafirmando su conciencia de ser sacramento de Cristo, luz de las personas (Lumen Gentium),
poniéndose a la escucha atenta de la palabra de Dios (Dei Verbum) y reconociendo como propios
los gozos y las esperanzas (Gaudium et spes) de los hombres de hoy. Las grandes
Constituciones conciliares son inseparables, y no es casualidad que esta única gran reflexión del
Concilio Ecuménico – la más alta expresión de la sinodalidad de la Iglesia, de cuya riqueza estoy
llamado a ser, con todos vosotros, custodio – haya partido de la Liturgia (Sacrosanctum
Concilio).
30. Concluyendo la segunda sesión del Concilio (4 de diciembre de 1963) san Pablo VI se
expresaba así [7]:
«Por lo demás, no ha terminado sin fruto la ardua e intrincada discusión, puestos que uno de los
temas, el primero que fue examinado, y en un cierto sentido el primero también por la excelencia
intrínseca y por su importancia para la vida de la Iglesia, el de la sagrada Liturgia, ha sido
Terminado y es hoy promulgado por Nos solemnemente. Nuestro espiritu exulta de gozo ante este
resultado. Nos rendimos en esto el homenaje conforme a la escala de valores y deberes: Dios en
el primer puesto; la oración, nuestra primera obligación; la Liturgia, la primera fuente de la vida
divina que se nos comunica, la primera escuela de nuestra vida espiritual, el primer don que
podemos hacer al pueblo cristiano, que con nosotros que cree y ora, y la primera invitacion al
mundo para que desate en oracion dichosa y veraz su lengua muda y sienta el inefable poder
regenerador de cantar con nosotros las alabanzas divinas y las esperanzas humanas, por cristo
Señor en el Espíritu Santo».
31. En esta carta no puedo detenerme en la riqueza de cada una de las expresiones, que dejo a
tu meditación. Si la Liturgia es “la cumbre a la cual tiende la acción de la Iglesia y, al mismo
tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza” (Sacrosanctum Concilium, n. 10),
comprendemos bien lo que está en juego en la cuestión litúrgica. Sería banal leer las tensiones,
lamentablemente se presenta en torno a la celebración, como una simple divergencia entre
diferentes sensibilidades sobre una forma ritual. La problemática es, ante todo, eclesiológica. No
veo cómo se puede decir que se reconoce la validez del Concilio – aunque me sorprende un poco
que un católico pueda presumir de no hacerlo – y no aceptar la reforma litúrgica nacida de la
Sacrosanctum Concilium, que expresa la realidad de la Liturgia en íntima conexión con la visión
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de la Iglesia descrita admirablemente por la Lumen Gentium. Por ello – como explicado en la carta
enviado a todos los Obispos – me sentí en el deber de afirmar que “los libros litúrgicos
promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos
del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano” (Motu Proprio
Traditionis custodes, art. 1).
La no aceptación de la reforma, así como una comprensión superficial de la misma, nos distrae
de la tarea de encontrar las respuestas a la pregunta que repito: ¿cómo podemos crecer en la
¿Capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica? ¿Cómo podemos seguir asombrándonos de lo
que ocurre ante nuestros ojos en la celebración? Necesitamos una formación litúrgica seria y vital.
32. Volvamos de nuevo al Cenáculo de Jerusalén: en la mañana de Pentecostés nació la Iglesia,
celula inicial de la nueva humanidad. Sólo la comunidad de hombres y mujeres reconciliados,
porque han sido perdonados; vivos, porque Él está vivo; verdaderos, porque están habitados por
el Espíritu de la verdad, puede abrir el angosto espacio del individualismo espiritual.
33. Es la comunidad de Pentecostés la que puede partir el Pan con la certeza de que el Señor
está vivo, resucitado de entre los muertos, presente con su palabra, con sus gestos, con la
ofrenda de su cuerpo y de su sangre. Desde aquel momento, la celebración se convierte en el
lugar privilegiado, no el único, del encuentro con Él. Sabemos que, solo gracias a este encuentro,
el hombre llega a ser totalmente hombre. Sólo la Iglesia de Pentecostés puede concebir al
hombre como persona, abierto a una relación plena con Dios, con la creación y con los hermanos.
34. Aquí se plantea la cuestión decisiva de la formación litúrgica. Dice Guardini: “Así se perfila
también la primera tarea práctica: sostenidos por esta transformación interior de nuestro tiempo,
debemos aprender nuevamente a situarnos ante la relacion religiosa como hombres en sentido
pleno [8]. Esto es lo que hace posible la Liturgia, en esto es lo que nos debemos formar. El
propio Guardini no duda en afirmar que, sin formación litúrgica, “las reformas en el rito y en el
texto no sirve de mucho” [9]. No pretendo ahora tratar exhaustivamente el riquísimo tema de la
formación litúrgica: sólo quiero ofrecer algunos puntos de reflexión. Creo que podemos distinguir
dos aspectos: la formación para la Liturgia y la formación desde la Liturgia. El primero está en
función del segundo, que es esencial.
35. Es necesario encontrar cauces para una formación como estudio de la Liturgia: a partir del
movimiento litúrgico, se ha hecho mucho en este sentido, con valiosas aportaciones de muchas
estudiosos e instituciones academicas. Sin embargo, es necesario difundir este conocimiento
fuera del ámbito académico, de forma accesible, para que todo creyente crezca en el
conocimiento del sentido teológico de la Liturgia –ésta es la cuestión decisiva y fundante de todo
conocimiento y de toda práctica litúrgica–, así como en el desarrollo de la celebración cristiana,
adquiriendo la capacidad de comprender los textos eucológicos, los dinamismos rituales y su
valor antropológico.
9
36. Pienso en la normalidad de nuestras asambleas que se reúnen para celebrar la Eucaristía el
día del Señor, domingo tras domingo, Pascua tras Pascua, en momentos concretos de la vida de
las personas y de las comunidades, en diferentes edades de la vida: los ministros ordenados
realizan una acción pastoral de primera importancia cuando llevan de la mano a los fieles
bautizados para conducirlos a la repetida experiencia de la Pascua. Recordemos siempre que es
la Iglesia, Cuerpo de Cristo, el sujeto celebrante, no sólo el sacerdote. El conocimiento que
proviene del estudio es sólo el primer paso para poder entrar en el misterio celebrado. ES
evidente que, para poder guiar a los hermanos ya las hermanas, los ministros que presiden la
asamblea deben conocer el camino, tanto por haberlo estudiado en el mapa de la ciencia
teológica, como por haberlo frecuentado en la práctica de una experiencia de fe viva, alimentada
por la oración, seguramente no sólo como un compromiso que cumplir. En el día de la ordenación,
todo presbítero siente decir a su obispo: «Considera lo que realiza e imita lo que conmemora, y
conforme tu vida con el misterio de la cruz del Señor» [10].
37. La configuración del estudio de la Liturgia en los seminarios debe tener en cuenta también la
extraordinaria capacidad que la celebración tiene en sí misma para ofrecer una visión orgánica
del conocimiento teológico. Cada disciplina de la teología, desde su propia perspectiva, debe
mostrar su íntima conexión con la Liturgia, en virtud de la cual se revela y realiza la unidad de la
formación sacerdotal (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 16). Una configuración litúrgico-sapiencial
de la formación teológica en los seminarios tendrá seguramente efectos positivos, también en la
acción pastoral. No hay ningún aspecto de la vida eclesial que no encuentre su culmen y su
fuente en ella. La pastoral de conjunto, orgánica, integrada, más que ser el resultado de la
elaboración de complicados programas, es la consecuencia de situar la celebración eucarística
dominical, fundamento de la comunión, en el centro de la vida de la comunidad. La comprensión
teológica de la Liturgia no permite, de ninguna manera, entender estas palabras como si todo se
reduce el aspecto cultural. Una celebración que no evangeliza, no es auténtica, como no lo es un
anuncio que no lleva al encuentro con el Resucitado en la celebración: ambos, pues, sin el
testimonio de la caridad, son como un metal que resuena o un címbalo que aturde (cfr. 1Cor
13,1).
38. Para los ministros y para todos los bautizados, la formación litúrgica, en su primera acepción,
no es algo que se pueda conquistar de una vez para siempre: puesto que el don del misterio
celebró super nuestra capacidad de conocimiento, este compromiso deberá con seguridad
acompañar la formación permanente de cada uno, con la humildad de los pequeños, actitud que
abre al asombro.
39. Una última observación sobre los seminarios: además del estudio, deben ofrecer también la
oportunidad de experimentar una celebración, no sólo ejemplar desde el punto de vista ritual, sino
auténtica, vital, que permita vivir esa verdadera comunión con Dios, a la cual debe tender también
el conocimiento teológico. Sólo la acción del Espíritu puede perfeccionar nuestro conocimiento del
misterio de Dios, que no es cuestión de comprensión mental, sino de una relación que toca la
10
vida. Esta experiencia es fundamental para que, una vez sean ministros ordenados, puedan
acompaña a las comunidades en el mismo camino de conocimiento del misterio de Dios, que es
misterio de amor.
40. Esta última consideración nos lleva a reflexionar sobre el segundo significado con el que
Podemos entender la expresión “formación litúrgica”. Me refiero al ser formados, cada uno segun
su vocación, por la participación en la celebración litúrgica. Incluso el conocimiento del estudio
que acabo de mencionar, para que no se convierta en racionalismo, debe estar en funcion de la
puesta en práctica de la acción formativa de la liturgia en cada creyente en cristo.
41. De cuanto hemos dicho sobre la naturaleza de la Liturgia, resulta evidente que el
conocimiento del misterio de Cristo, decisiva cuestion para nuestra vida, no consiste en una
asimilación mental de una idea, sino en una implicación real existencial con su persona. En este
sentido, la Liturgia no tiene que ver con el “conocimiento”, y su finalidad no es primordialmente
pedagógica (aunque tiene un gran valor pedagógico: cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 33) sino que
es la alabanza, la acción de gracias por la Pascua del Hijo, cuya fuerza salvadora llega a nuestra
vida. La celebración tiene que ver con la realidad de nuestro ser dóciles a la acción del Espíritu,
que actúa en ella, hasta que Cristo se forma en nosotros (cfr. Gál 4,19). La plenitud de nuestra
formación es la conformación con Cristo. Repito: no se trata de un proceso mental y abstracto,
sino de llegar a ser el. Esta es la finalidad para la cual se ha dado el Espíritu, cuya acción es
siempre y únicamente confeccionar el Cuerpo de Cristo. Es así con el pan eucarístico, es así para
todo bautizado llamado a ser, cada vez más, lo que recibió como don en el bautismo, es decir, ser
miembro del Cuerpo de Cristo. León Magno escribe: «Nuestra participación en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo no tiende a otra cosa sino a convertirnos en lo que comemos» [11].
42. Esta implicación existencial tiene lugar – en continuidad y coherencia con el método de la
Encarnación – por vía sacramental. La Liturgia está hecha de cosas que son exactamente lo
contrario de abstracciones espirituales: pan, vino, aceite, agua, perfume, fuego, ceniza, piedra,
tela, colores, cuerpo, palabras, sonidos, silencios, gestos, espacio, movimiento, acción, orden,
tiempo, luz. Toda la creación es manifestación del amor de Dios: desde que ese mismo amor se
ha manifestado en plenitud en la cruz de Jesús, toda la creación es atraída por Él. Es toda la
creación la que es asumida para ser puesta al servicio del encuentro con el Verbo encarnado,
crucificado, muerto, resucitado, ascendido al Padre. Así como canta la plegaria sobre el agua
para la fuente bautismal, al igual que la del aceite para el sagrado crisma y las palabras de la
presentación del pan y el vino, frutos de la tierra y del trabajo del hombre.
43. La Liturgia da gloria a Dios no porque podamos añadir algo a la belleza de la luz inaccesible
en la que Él habita (cfr. 1 Tim 6,16) oa la perfección del canto angélico, que resuena eternamente
en las moradas celestiales. La Liturgia da gloria a Dios porque nos permite, aquí en la tierra, ver a
Dios en la celebración de los misterios y, al verlo, revivir por su Pascua: nosotros, que estábamos
muertos por los pecados, hemos revivido por la gracia con Cristo (cfr. Ef 2,5), somos la gloria de
11
Dios. Ireneo, doctor unitatis, nos lo recuerda: «La gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del
hombre consiste en la visión de Dios: si ya la revelación de Dios a través de la creación da vida a
todos los seres que viven en la tierra, ¡cuánto más la manifestación del Padre a través del Verbo
es causa de vida para los que ven a Dios!» [12].
44. Guardini escribe: «Con esto se delinea la primera tarea del trabajo de la formación litúrgica: el
hombre ha de volver a ser capaz de símbolos» [13]. Esta tarea concierne a todos, ministros
ordenados y fieles. La tarea no es fácil, porque el hombre moderno es analfabeto, ya no sabe leer
los simbolos, apenas conoce su existencia. Esto tambien ocurre con el simbolo de nuestro
cuerpo. Es un simbolo porque es la union intima del alma y el cuerpo, visibilidad del alma
espiritual en el orden de lo corpóreo, y en ello consiste la unicidad humana, la especificidad de la
persona irreductible a cualquier otra forma de ser vivo. Nuestra apertura a lo trascendente, a Dios,
es constitutiva: no reconocerla nos lleva inevitablemente a un no conocimiento, no sólo de Dios,
sino también de nosotros mismos. No hay más que ver la forma paradójica en que se trata al
cuerpo, o bien tratado casi obsesivamente en pos del mito de la eterna juventud, o bien reducido
a una materialidad a la cual se le niega toda dignidad. El hecho es que no se puede dar valor al
cuerpo solo desde el cuerpo. Todo símbolo es a la vez poderoso y frágil: si no se respeta, si no se
trata como lo que es, se rompe, pierde su fuerza, se vuelve insignificante.
Ya no tenemos la mirada de San Francisco, que miraba al sol –al que llamaba hermano porque
así lo sentí –, lo veía bellu e radiante cum grande splendore y, lleno de asombro, cantaba: de te
Altissimu, porta significatione. [14] Haber perdido la capacidad de comprender el valor simbólico
del cuerpo y de toda criatura hace que el lenguaje simbólico de la Liturgia sea casi inaccesible
para el hombre moderno. No se trata, sin embargo, de renunciar a ese lenguaje: no se puede
eliminando a él porque es el que la Santísima Trinidad ha elegido para llegar a nosotros en la carne
del Verbo. Se trata más bien de recuperar la capacidad de plantear y comprender los símbolos de
la liturgia. No hay que desesperar, porque en el hombre esta dimensión, como acabo de decir, es
constitutiva y, a pesar de los males del materialismo y del espiritualismo – ambas negaciones de la
unidad cuerpo y alma –, está siempre dispuesta a reaparecer, como toda verdad.
45. Entonces, la pregunta que nos hacemos es ¿cómo volver a ser capaz de símbolos? ¿Cómo
volver a saber leerlos para vivirlos? Sabemos muy bien que la celebracion de los sacramentos es
– por la gracia de Dios – eficaz en sí misma (ex opere operato), pero esto no garantiza una plena
implicación de las personas sin un modo adecuado de situarse frente al lenguaje de la
celebración. La lectura simbólica no es una cuestión de conocimiento mental, de adquisición de
conceptos, sino una experiencia vital.
46. ??Ante todo, debemos recuperar la confianza en la creación. Con esto quiero decir que las
cosas – con las cuales “se hacen” los sacramentos – vienen de Dios, están orientadas a Él y han
sido asumidas por Él, especialmente con la encarnación, para que pudieran convertirse en
instrumentos de salvación, vehículos del Espíritu, canales de gracia. Aquí se advierte la distancia,
12
tanto de la visión materialista, como espiritualista. Si las cosas creadas son parte irrenunciable de
la acción sacramental que lleva a nuestro cabo de salvación, debemos situarnos ante ellas con una
mirada nueva, no superficial, respetuosa, agradecida. Desde el principio, contiene la semilla de
la gracia santificante de los sacramentos.
47. Otra cuestión decisiva – reflexionando de nuevo sobre cómo nos forma la Liturgia – es la
educación necesaria para adquirir la actitud interior, que nos permita situar y comprender los
símbolos litúrgicos. Lo expreso de forma sencilla. Pienso en los padres y, más aún, en los
abuelos, pero también en nuestros párrocos y catequistas. Muchos de nosotros aprendimos de
ellos el poder de los gestos litúrgicos, como la señal de la cruz, el arrodillarse o las fórmulas de
nuestra fe. Quizás puede que no tengamos un vivo recuerdo de ello, pero podemos imaginar
fácilmente el gesto de una mano más grande que toma la pequeña mano de un niño y
acompañándola lentamente mientras traza, por primera vez, la señal de nuestra salvación. El
movimiento va acompañado de las palabras, también lentas, como para apropiarse de cada
instante de ese gesto, de todo el cuerpo: «En el nombre del Padre... y del Hijo... y del Espíritu
Santo... Amén». Para después soltar la mano del niño y, dispuesto a acudir en su ayuda, ver
cómo repite él solo ese gesto ya entregado, como si fuera un hábito que crecerá con él,
vistiéndolo de la manera que sólo el Espíritu conoce. A partir de ese momento, ese gesto, su
fuerza simbólica, nos pertenece o, mejor dicho, pertenecemos a ese gesto, nos da forma, somos
formados por él. No es necesario hablar demasiado, no es necesario haber entendido todo sobre
ese gesto: es necesario ser pequeño, tanto al entregarlo, como al recibirlo. El resto es obra del
Espíritu. Así hemos sido iniciados en el lenguaje simbólico. No podemos permitir que nos roben
esta riqueza. A medida que crecemos, podemos tener más medios para comprender, pero
siempre con la condición de seguir siendo pequeños.
Ars celebrando
48. Un modo para custodiar y para crecer en la comprensión vital de los símbolos de la Liturgia
es, sin duda, cuidar el arte de celebrar. This expression also is object of different
interpretaciones. Se entiende más claramente teniendo en cuenta el sentido teológico de la
Liturgia descrita en el número 7 de Sacrosanctum Concilium, al cual nos hemos referido varias
veces El ars celebrandi no puede reducirse a la mera observación de un aparato de rúbricas, ni
tampoco puede pensarse en una fantasiosa – a veces salvaje – creatividad sin reglas. El rito es
en sí mismo una norma, y ??la norma nunca es un fin en sí mismo, sino que siempre está al servicio
de la realidad superior que quiere custodio.
49. Como cualquier arte, requiere diferentes conocimientos.
En primer lugar, la comprensión del dinamismo que describe la Liturgia. El momento de la acción
celebrativa es el lugar donde, a través del memorial, se hace presente el misterio pascual para
que los bautizados, en virtud de su participación, puedan experimentarlo en su vida: sin esta
comprensión, se cae fácilmente en el “exteriorismo” (más o menos refinado) y en el rubricismo
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(más o menos rígido).
Es necesario, pues, conocer cómo actúa el Espíritu Santo en cada celebración: el arte de celebrar
debe estar en sintonía con la acción del Espíritu. Sólo así se librará de los subjetivismos, que son
el resultado de la prevalencia de las sensibilidades individuales, y de los culturalismos, que son
incorporaciones sin criterio de elementos culturales, que nada tienen que ver con un correcto
proceso de inculturación.
Por último, es necesario conocer la dinámica del lenguaje simbólico, su peculiaridad, su eficacia.
50. De estas breves observaciones se desprende que el arte de celebrar no se puede improvisar.
Como cualquier arte, requiere una aplicación asidua. Un artesano sólo necesita la técnica; Naciones Unidas
artista, además de los conocimientos técnicos, no puede carecer de inspiración, que es una forma
positiva de posesión: el verdadero artista no posee un arte, ni es poseído por él. Uno no aprende
el arte de celebrar porque asiste a un curso de oratoria o de técnicas de comunicación persuasiva
(no juzgo las intenciones, veo los efectos). Toda herramienta puede ser útil, pero siempre debe
estar sujeto a la naturaleza de la Liturgia ya la acción del Espíritu. Es necesaria una dedicacion
diligente a la celebración, dejando que la propia celebración nos transmita su arte. Guardini
escribe: «Debemos darnos cuenta de lo profundamente arraigados que estamos todavía en el
individualismo y el subjetivismo, de lo poco acostumbrados que estamos a la llamada de las
cosas grandes y de lo pequeño que es la medida de nuestra vida religiosa. Hay que despertar el
sentido de la grandeza de la oración, la voluntad de implicar también nuestra existencia en ella.
Pero el camino hacia estas metas es la disciplina, la renuncia a un sentimentalismo blando; Naciones Unidas
trabajo serio, realizado en obediencia a la Iglesia, en relacion con nuestro ser y nuestro
comportamiento religioso» [15]. Así es como se aprende el arte de la celebración.
51. Al hablar de este tema, podemos pensar que sólo concierne a los ministros ordenados que
ejercen el servicio de la presidencia. En realidad, es una actitud a la que están llamados a vivir
todos los bautizados. Pienso en todos los gestos y palabras que pertenecen a la asamblea:
reunirse, caminar en procesión, sentarse, estar de pie, arrodillarse, cantar, estar en silencio,
aclamar, mirar, escuchar. Son muchas las formas en que la asamblea, como un solo hombre
(Neh 8,1), participa en la celebración. Realizar todos juntos el mismo gesto, hablar todos a la vez,
transmite a los individuos la fuerza de toda la asamblea. Es una uniformidad que no solo no
mortifica, sino que, por el contrario, educa a cada fiel a descubrir la auténtica singularidad de su
personalidad, no con actitudes individualistas, sino siendo conscientes de ser un solo cuerpo. No
se trata de tener que seguir un protocolo litúrgico: se trata más bien de una “disciplina” – en el
sentido utilizado por Guardini – que, si se observa con autenticidad, nos forma: son gestos y
palabras que ponen orden en nuestro mundo interior, haciéndonos experimentar sentimientos,
actitudes, comportamientos. No son el enunciado de un ideal en el que inspirarnos, sino una
acción que implica al cuerpo en su totalidad, es decir, ser unidad de alma y cuerpo.
14
52. Entre los gestos rituales que pertenecen a toda la asamblea, el silencio ocupa un lugar de
absoluta importancia. Varias veces se prescribe expresamente en las rúbricas: toda la celebración
eucarística está inmersa en el silencio que precede a su inicio y marca cada momento de su
desarrollo ritual. En efecto, está presente en el acto penitencial; después de la invitación a la
oración; en la Liturgia de la Palabra (antes de las lecturas, entre las lecturas y después de la
homilía); en la plegaria eucarística; después de la comunión [16]. No es un refugio para
esconderse en un aislamiento intimista, padeciendo la ritualidad como si fuera una distracción: tal
silencio estaría en contradicción con la esencia misma de la celebración. El silencio litúrgico es
mucho más: es el símbolo de la presencia y la acción del Espíritu Santo que anima toda la acción
celebrativa, por lo que, a menudo, constituye la culminación de una secuencia ritual.
Precisamente porque es un símbolo del Espíritu, tiene el poder de expresar su acción multiforme.
Así, retomando los momentos que grabó anteriormente, el silencio se mueve al
arrepentimiento y al deseo de conversión; suscita la escucha de la Palabra y la oración; dispone de
la adoración del Cuerpo y la Sangre de Cristo; sugiere a cada uno, en la intimidad de la
comunión, lo que el Espíritu quiere obrar en nuestra vida para conformarnos con el Pan partido.
Por eso, estamos llamados a realizar con extremo cuidado el gesto simbólico del silencio: en él
nos da forma el Espíritu.
53. Cada gesto y cada palabra contienen una acción precisa que es siempre nueva, porque
encuentra un momento siempre nuevo en nuestra vida. Permitidme explicarlo con un sencillo
ejemplo. Nos arrodillamos para pedir perdón; para doblegar nuestro orgullo; para entregar
nuestras lágrimas a Dios; para suplicar su intervención; para agradecerle un don recibido: es
siempre el mismo gesto, que expresa abundantemente nuestra pequeñez ante Dios. Sin embargo,
realizado en diferentes momentos de nuestra vida, modela nuestra profunda interioridad y
posteriormente se manifiesta externamente en nuestra relación con Dios y con nuestros
hermanos. Arrodillarse debe hacerse también con arte, es decir, con plena conciencia de su
significado simbólico y de la necesidad que tenemos de expresar, mediante este gesto, nuestro
Modo de estar en presencia del Señor. Si todo esto es cierto para este simple gesto, ¿cuánto más
para la celebración de la Palabra? ¿Qué arte estamos llamados a aprender al proclamar la
Palabra, al escucharla, al hacer la inspiración de nuestra oración, al hacer que se haga vida? Que hacer
ello merece el máximo cuidado, no formal, exterior, sino vital, interior, porque cada gesto y cada
palabra de la celebración expresada con “arte” forma la personalidad cristiana del individuo y de
lacomunidad.
54. Si bien es cierto que el ars celebrandi concierne a toda la asamblea que celebra, no es menos
cierto que los ministros ordenados deben cuidarlo especialmente. Visitando comunidades
cristianas comprobó, a menudo, que su forma de vivir la celebración está condicionada –
para bien, y desgraciadamente también para mal – por la forma en que su párroco preside la
Asamblea. Podríamos decir que existen diferentes “modelos” de presidencia. He aquí una posible
lista de actitudes que, aunque opuestas, caracterizan a la presidencia de forma
inadecuado: rigidez austera o creatividad exagerada; misticismo espiritualizador o funcionalismo
15
práctico; prisa precipitada o lentitud acentuada; descubierto desalinizado o refinamiento excesivo;
afabilidad sobreabundante o impasibilidad hierática. A pesar de la amplitud de este abanico, creo
que la inadecuación de estos modelos tiene una raíz común: un exagerado personalismo en el
estilo celebrativo que, en ocasiones, expresa una mal disimulada manía de protagonismo. Esto
ser más evidente cuando nuestras celebraciones se difunden en rojo, cosa que no siempre
es oportuno y sobre la que deberíamos reflexionar. Eso sí, no son estas las actitudes más
extendidas, pero las asambleas son objeto de ese “maltrato” frecuentemente.
55. Se podría decir mucho sobre la importancia y el cuidado de la presidencia. en varias
ocasiones me he detenido en la exigente tarea de la homilía [17]. Me limitaré ahora a algunas
considerando más amplias, queriendo, de nuevo, reflexionando con vosotros sobre cómo somos
formados por la liturgia. Pienso en la normalidad de las Misas dominicales en nuestras
comunidades: me refiero, pues, a los presbíteros, pero implicanmente a todos los ministros
ordenados.
56. El presbítero vive su participación propia durante la celebración en virtud del don recibido en
el sacramento del Orden: esta tipología se expresa precisamente en la presidencia. como todos
los oficios que esta llamado a desempeñar, éste no es, primariamente, una tarea asignada por la
comunidad, sino la consecuencia de la efusión del Espíritu Santo recibida en la ordenación, que le
capacita para esta tarea. El presbítero también está formado al presidir la asamblea que celebra.
57. Para que este servicio se haga bien – con arte – es de fundamental importancia que el
presbítero tenga, ante todo, la viva conciencia de ser, por misericordia, una presencia particular
del Resucitado. El ministro ordenado es en sí mismo uno de los modos de presencia del Señor
que hacen que la asamblea cristiana sea única, diferente de cualquier otra (cfr. Sacrosanctum
Concilio, n. 7). Este hecho da profundidad “sacramental” –en sentido amplio– a todos los gestos
y palabras de quien preside. La asamblea tiene derecho a poder sentir en esos gestos y palabras
el deseo que tiene el Señor, hoy como en la última cena, de seguir comiendo la Pascua con
nosotros. Por tanto, el Resucitado es el protagonista, y no nuestra inmadurez, que busca asumir
un papel, una actitud y un modo de representar, que no le corresponde. El propio presbítero se
ve sobrecogido por este deseo de comunión que el Señor tiene con cada uno: es como si
estuviera colocado entre el corazón ardiente de amor de Jesús y el corazón de cada creyente,
objeto de su amor. Presidir la Eucaristía es sumergirse en el horno del amor de Dios. Cuando se
comprende o, incluso, se intuye esta realidad, seguramente ya no necesitamos un directorio que
nos dicta el adecuado comportamiento. Si lo necesitamos, es por la dureza de nuestro corazón.
La norma más excelsa y, por tanto, más exigente, es la realidad de la propia celebración
eucarística, que selecciona las palabras, los gestos, los sentimientos, haciéndonos comprender si
son o no adecuados a la tarea que han de desempeñar. Evidentemente, esto tampoco se puede
improvisar: es un arte, requiere la aplicación del sacerdote, es decir, la frecuencia asidua del
fuego del amor que el Señor vino a traer a la tierra (cfr. Lc 12,49).
dieciséis
58. Cuando la primera comunidad parte el pan en obediencia al mandato del Señor, lo hace bajo
la mirada de María, que acompaña los primeros pasos de la Iglesia: “perseveraban unánimes en
la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús” (Hch 1,14). la virgen madre
“supervisa” los gestos de su Hijo encomendados a los Apóstoles. Como ha conservado en su
seno al Verbo hecho carne, despues de acoger las palabras del angel Gabriel, la Virgen conserva
también ahora en el seno de la Iglesia aquellos gestos que conforman el cuerpo de su Hijo. El
presbítero, que en virtud del don recibido por el sacramento del Orden repite esos gestos, es
custodiado en las entrañas de la Virgen. ¿Necesitamos una norma que nos diga cómo
comportarnos?
59. Convertidos en instrumentos para que arda en la tierra el fuego de su amor, custodios en
las entrañas de María, Virgen hecha Iglesia (como cantaba san Francisco), los presbíteros se
dejan modelar por el Espíritu que quiere llevar a cabo a término la obra que comenzó en su ordenación.
La acción del Espíritu les ofrece la posibilidad de ejercer la presidencia de la asamblea eucarística
con el temor de Pedro, consciente de su condición de pecador (cfr. Lc 5,1-11), con la humildad
fuerte del siervo sufriente (cfr. Is 42 ss), con el deseo de “ser comido” por el pueblo que se les
confía en el ejercicio diario de su ministerio.
60. La propia celebración educa a esta calidad de la presidencia; repetimos, no es una adhesión
mental, aunque toda nuestra mente, así como nuestra sensibilidad, estén implicadas en ella. El
presbítero está, por tanto, formado para presidir mediante las palabras y los gestos que la Liturgia
pone en sus labios y en sus manos.
No se sienta en un trono [18], porque el Señor reina con la humildad de quien sirve.
No roba la centralidad del altar, signo de Cristo, de cuyo lado, traspasado en la cruz, brotó sangre
y agua, inicio de los sacramentos de la Iglesia y centro de nuestra alabanza y acción de gracias
[19].
Al acercarse al altar para la ofrenda, se enseña al presbítero la humildad y el arrepentimiento con
las palabras: «Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que este mar
hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro» [20].
No puede presumir de sí mismo por el ministerio que se le ha confiado, porque la Liturgia le invita
a pedir ser purificado, con el signo del agua: «Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado»
[21].
Las palabras que la Liturgia pone en sus labios tienen distintos significados, que requieren
tonalidades específicas: por la importancia de estas palabras, se pide al presbítero un verdadero
ars dicendi. Estas dan forma a sus sentimientos interiores, ya sea en la súplica al Padre en
nombre de la asamblea, como en la exhortación dirigida a la asamblea, así como en las
17
aclamaciones junto con toda la asamblea.
Con la plegaria eucarística –en la que participan también todos los bautizados escuchando con
reverencia y silencio e interviniendo con aclamaciones [22]– el que preside tiene la fuerza, en
nombre de todo el pueblo santo, de recordar al Padre la ofrenda de su Hijo en la última cena, para
que ese enorme don se haga de nuevo presente en el altar. Participa en esa ofrenda con la
ofrenda de sí mismo. El presbítero no puede hablar al Padre de la última cena sin participar en
ella. No se puede decir: «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será
entregado por vosotros», y no vivir el mismo deseo de ofrecer su propio cuerpo, su propia vida
por el pueblo a el confiado. Esto es lo que ocurre en el ejercicio de su ministerio.
El presbítero está formado continuamente en la acción celebrativa por todo esto y mucho más.
* * *
61. He querido ofrecer simplemente algunas reflexiones que seguramente no agotan el enorme
tesoro de la celebración de los santos misterios. Pido a todos los obispos, presbíteros y diáconos,
a los formadores de los seminarios, a los profesores de las facultades teológicas y de las
escuelas de teología, ya todos los catequistas, que ayuden al pueblo santo de Dios a beber de la
que siempre ha sido la fuente principal de la espiritualidad cristiana. continuamente estamos
llamados a redescubrir la riqueza de los principios generales expuestos en los primeros numeros
de la Sacrosanctum Concilium, comprendiendo el vínculo íntimo entre la primera Constitución
conciliar y todas las demás. Por eso, no podemos volver a esa forma ritual que los Padres
Conciliares, cum Petro y sub Petro, sintieron la necesidad de reformar, aprobando, bajo la guía
del Espíritu y según su conciencia de pastores, los principios de los que nació la reforma. Los
Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, al aprobar los libros litúrgicos reformados ex decreto
Sacrosancti OEcumenici Concilii Vaticani II, garantizan la fidelidad de la reforma al Concilio. por
eso, escribi Traditionis custodes, para que la Iglesia pueda elevar, en la variedad de lenguas, una
únicas e idénticas oraciones capaces de expresar su unidad [23]. Esta unidad que, como ya he escrito,
pretendo ver restablecida en toda la Iglesia de Rito Romano.
62. Quisiera que esta carta nos ayude a revivir el asombro por la belleza de la verdad de la
celebración cristiana, a recordar la necesidad de una auténtica formación litúrgica ya reconocer la
importancia de un arte de la celebración, que esté al servicio de la verdad del misterio pascual y
de la participación de todos los bautizados, cada uno con la especificidad de su vocación.
Toda esta riqueza no está lejos de nosotros: está en nuestras iglesias, en nuestras fiestas
cristianas, en la centralidad del domingo, en la fuerza de los sacramentos que celebramos. La
vida cristiana es un camino continuo de crecimiento: estamos llamados a dejarnos formar con
18
alegria y en comunion.
63. Por eso, me gustaría dejaros una indicación más para proseguir en nuestro camino. Os invitan
a redescubrir el sentido del año litúrgico y del día del Señor: también esto es una consigna del
Concilio (cfr. Sacrosanctum Concilium, nn. 102-111).
64. A la luz de lo que hemos grabado anteriormente, entendemos que el año litúrgico es la
posibilidad de crecer en el conocimiento del misterio de Cristo, sumergiendo nuestra vida en el
misterio de su Pascua, mientras esperamos su vuelta. Se trata de una verdadera formacion
continua. Nuestra vida no es una sucesión casual y caótica de acontecimientos, sino un camino
que, de Pascua en Pascua, nos conforma a Él mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo [24].
65. En el correr del tiempo, renovado por la Pascua, cada ocho días la Iglesia celebra, en el
domingo, el acontecimiento de la salvacion. El domingo, antes de ser un precepto, es un regalo
que Dios hace a su pueblo (por eso, la Iglesia lo protege con un precepto). La celebración
dominical ofrece a la comunidad cristiana la posibilidad de formarse por medio de la Eucaristía.
De domingo a domingo, la Palabra del Resucitado ilumina nuestra existencia queriendo realizar
en nosotros aquello para lo que ha sido enviado (cfr. Is 55,10-11). de domingo a domingo, la
comunión en el Cuerpo y la Sangre de Cristo quiere hacer también de nuestra vida un sacrificio
agradable al Padre, en la comunión fraterna que se transforma en compartir, acoger, servir. Delaware
domingo a domingo, la fuerza del Pan partido nos sostiene en el anuncio del Evangelio en el que
se manifiesta la autenticidad de nuestra celebración.
Abandonemos las polémicas para escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia,
mantengamos la comunión, sigamos asombrándonos por la belleza de la Liturgia. Se nos ha dado
la Pascua, conservamos el deseo continuo que el Señor sigue teniendo poder comerla con
nosotros. Bajo la mirada de María, Madre de la Iglesia.
Dado en Roma, en San Juan de Letrán, a 29 de junio, solemnidad de los Santos Pedro y Pablo,
Apóstoles, del año 2022, décimo de mi pontificado.
FRANCISCO
¡Tiemble el hombre todo entero, estremézcase el mundo todo
y exulte el cielo cuando Cristo, el Hijo de Dios vivo,
se encuentra sobre el altar en manos del sacerdote!
19
¡Oh celsitud admirable y condescendencia asombrosa!
¡Oh sublime humildad, oh humilde sublimidad:
que el Señor del mundo universo, Dios e Hijo de Dios,
se humilla hasta el punto de esconderse,
para nuestra salvación, bajo una pequeña forma de pan!
Mirad, hermanos, la humildad de Dios
y derramó ante Él vuestros corazones;
humillaos también vosotros, para ser enaltecidos por Él.
En conclusión:
nada de vosotros retengáis para vosotros mismos
a fin de enteros os reciben el que todo entero se os entrega.
San Francisco de Asís, Carta a toda la Orden II, 26-29
[1] Cfr. León Magno, Sermo LXXIV: De ascensione Domini II, 1: «quod […] Redemptoris nostri
conspicuum fuit, in sacramenta transivit».
[2] Præfatio paschalis III, Missale Romanum (2008) p.367: «Qui immolátus iam non móritur, sed
semper vivit occísus».
[3] Cfr. Missale Romanum (2008) p. 532.
[4] Cfr. Agustín, Enarrationes in psalmos. PD. 138,2; Oratio post septimam lectionem, Vigilia
Paschalis, Missale Romanum (2008) p. 359; Súper oblata, Pro Ecclesia (B), Missale Romanum
(2008) pág. 1076.
[5] Cfr. Agustín, In Ioannis Evangelium tractatus XXVI,13.
[6] Litteræ encíclicaæ Mediator Dei (20 de noviembre de 1947) en AAS 39 (1947) 532.
[7] AAS 56 (1964) 34.
[8] R. Guardini, Liturgische Bildung (1923) en Liturgie und liturgische Bildung (Mainz 1992) p. 43.
[9] R. Guardini, Der Kultakt und die gegenwärtige Aufgabe der Liturgischen Bildung (1964) en
Liturgie und liturgische Bildung (Mainz 1992) p. 14
20
[10] De Ordinatione Episcopi, Presbyterorum et Diaconorum (1990) p. 95: «Agnosce quod edades,
imitare quod tractabis, et vitam tuam mysterio dominicæ crucis conforma».
[11] León Magno, Sermo XII: De Passione III, 7.
[12] Irenæus Lugdunensis, Adversus hæreses IV, 20, 7.
[13] R. Guardini, Liturgische Bildung (1923) en Liturgie und liturgische Bildung (Mainz 1992) p. 36.
[14] Cantico delle Creature, Fonti Francescane, n. 263.
[15] R. Guardini, Liturgische Bildung (1923) en Liturgie und liturgische Bildung (Mainz 1992) p. 99
[16] Cfr. Institutio Generalis Missalis Romani, nn. 45; 51; 54-56; 66; 71; 78; 84; 88; 271.
[17] Ver Exhortación apostólica Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013), nn. 135-144.
[18] Cfr. Institutio Generalis Missalis Romani, n. 310.
[19] Prex dedicacionis en Ordo dedicacionis ecclesiæ et altaris (1977) p. 102.
[20] Missale Romanum (2008) p. 515: «In spiritu humilitatis et in animo contrito suscipiamur a te,
dominar; et sic fiat sacrificium nostrum in conspectu tuo hodie, ut placeat tibi, Domine Deus».
[21] Missale Romanum (2008) p. 515: «Lava me, Domine, ab iniquitate mea, et a peccato meo
mundame».
[22] Cfr. Institutio Generalis Missalis Romani, nn. 78-79.
[23] Cfr. Paulus VI, Constitutio apostolica Missale Romanum (3 de abril de 1969) en AAS 61 (1969)
222.
[24] Missale Romanum (2008) p. 598: «… exspectantes beatam spem et adventum Salvatoris
nostri Iesu Christi».


MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO 1 ENERO 2023, Jornada Mundial de la Paz

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Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2023

« Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz » es el título del  Mensaje del papa Francisco para la 56 Jornada Mundial de la Paz , que  se celebra  el  1 de enero de 2023.

La Santa Sede ha hecho público el viernes 16 de diciembre este Mensaje que gira en torno a dos temas: la  pandemia de la Covid-19 y la guerra en Ucrania .

«Nadie puede salvarse sola. Recomendar desde
el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz«
(texto íntegro)

«Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche»  ( Primera carta de san Pablo a los Tesalonicenses  5,1-2). 

1. Con estas palabras, el apóstol Pablo invitaba a la comunidad de Tesalónica, que esperaba el encuentro con el Señor, a permanecer firme, con los pies y el corazón bien plantados en la tierra, capaz de una mirada atenta a la realidad ya las vicisitudes de la historia. Por eso,  aunque los acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza, confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, guía nuestro camino. Con este ánimo san Pablo exhorta constantemente a la comunidad a estar vigilante, buscando el bien, la justicia y la verdad: «No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanecemos despiertos y seamos sobrios» (5,6). Es una invitación a mantenerse alerta, a no encerrarnos en el miedo, el dolor o la resignación, a no ceder a la distracción, a no desanimarnos, sino a ser como centinelas capaz de velar y distinguir las primeras luces del alba, especialmente en las horas mas oscuras.  

2.   El COVID-19 nos sumió en medio de la noche , desestabilizando nuestra vida ordinaria, trastornando nuestros planes y costumbres, perturbando la aparente tranquilidad incluso de las sociedades más privilegiadas, mostrando desorientación y sufrimiento, y provocando la muerte de tantos hermanos y hermanas nuestros.

Empujado dentro de una vorágine de desafíos inesperados y en una situación que no estaba del todo claro ni siquiera desde el punto de vista científico, el mundo sanitario se movilizó para aliviar el dolor de tantos y tratar de ponerle remedio; del mismo modo, las autoridades políticas tuvieron que tomar medidas drásticas en materia de organización y gestión de la emergencia.

Junto con las manifestaciones físicas,  el COVID-19 utilizó  —también con efectos a largo plazo—  un malestar generalizado que caló en los corazones de muchas personas y familias , con secuelas a tener en cuenta, alimentadas por largos períodos de aislamiento y diversas restricciones la libertad.

Además, no podemos olvidar cómo  la pandemia tocó la fibra sensible del tejido social y económico, sacando a relucir contradicciones y desigualdades . Amenazó la seguridad laboral de muchos y agravó la soledad cada vez más extendida en nuestras sociedades, sobre todo la de los más débiles y la de los pobres. Pensemos, por ejemplo, en los millones de trabajadores informales de muchas partes del mundo, a los que se dejaron sin empleo y sin ningún apoyo durante todo el confinamiento.

Rara vez los individuos y la sociedad avanzan en situaciones que generan tal sentimiento de derrota y amargura ; pues esto debilita los esfuerzos dedicados a la paz y provoca conflictos sociales, frustración y violencia de todo tipo. En este sentido,  la pandemia parece haber sacudido incluso las zonas más pacíficas de nuestro mundo, haciendo aflorar innumerables carencias.

3.  Transcurridos tres años, ha llegado el momento de tomarnos un tiempo para cuestionarnos, aprender, crecer y dejarnos transformar  —de forma personal y comunitaria—; un tiempo privilegiado para prepararnos al “día del Señor”.  Ya he dicho varias veces que de los momentos de crisis nunca se sale igual: de ellos salimos mejores o peores. Hoy estamos llamados a preguntarnos: ¿qué hemos aprendido de esta situación pandémica? ¿Qué nuevos caminos debemos emprender para liberarnos de las cadenas de nuestros viejos hábitos, para estar mejor preparados, para atrevernos con lo nuevo? ¿Qué señales de vida y esperanza podemos aprovechar para seguir adelante e intentar hacer de nuestro mundo un lugar mejor?   

Seguramente, después de haber palpado la fragilidad que caracteriza la realidad humana y nuestra existencia personal,  podemos decir que la mayor lección que nos deja en herencia el COVID-19 es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo.  Por tanto,  es urgente que busquemos y promovamos juntos los valores universales que trazan el camino de esta fraternidad humana.  Tambien hemos aprendido que la fe depositada en el progreso, la tecnología y los efectos de la globalización no sólo ha sido excesivo, sino que se ha convertido en una intoxicación individualista e idolátrica, comprometiendo la deseada garantía de justicia, armonía y paz.  En nuestro mundo acelerado, muy a menudo los problemas generalizados de desequilibrio, injusticia, pobreza y marginación alimentan el malestar y los conflictos, y generan violencia e incluso guerras.

Si, por un lado, la pandemia sacó a relucir todo esto, por otro,  hemos logrado hacer descubrimientos positivos:  un beneficio  retorno a la humildad ; una reducción de ciertas pretensiones consumistas ; un  renovado sentido de la solidaridad  que nos anima a salir de nuestro egoísmo para abrirnos al sufrimiento de los demás ya sus necesidades; así como  un compromiso, en algunos casos verdaderamente heroico, de tantas personas que no escatimaron esfuerzos para que todos pudieran superar mejor el drama de la emergencia.

De esta experiencia  ha surgido una conciencia más fuerte que invita a todos, pueblos y naciones, a volver a poner la palabra “juntos” en el centro . En efecto, es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos. De hecho, las respuestas más eficaces a la pandemia han sido aquellas en las que grupos sociales, instituciones públicas y privadas y organizaciones internacionales se unieron para hacer frente al desafío, dejando de lado intereses particulares. Sólo la paz que nace del amor fraterno y desinteresado puede ayudarnos a superar las crisis personales, sociales y mundiales.

4. Al mismo tiempo,  en el momento en que nos atrevimos a esperar que lo peor de la noche de la pandemia del COVID-19 había pasado, un nuevo y terrible desastre se abatió sobre la humanidad.  Fuimos testigos del inicio de otro azote: una nueva guerra, en parte comparable a la del COVID-19, pero impulsada por decisiones humanas reprobables. La guerra en Ucrania se cobra víctimas inocentes y propaga la inseguridad , no sólo entre los directamente afectados, sino de forma generalizada e indiscriminada en todo el mundo; afecta a quienes, incluso a miles de kilómetros de distancia, sufren también sus efectos colaterales —basta pensar en la escasez de trigo y los precios del combustible—.

Ciertamente,  esta no es la era post-COVID que esperábamos o preveíamos . De hecho,  esta guerrajunto con los demás conflictos en todo el planeta, representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las partes directamente implicadas.  Aunque se ha encontrado una vacuna contra el COVID-19, aún no se han encontrado soluciones eficaces para poner fin a la guerra . En efecto,  el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que progresan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano, corrompido por el pecado  (cf.  Evangelio según san Marcos  7,17-23) .

5.  ¿Qué se nos pide, entonces, que hagamos? En primer lugar,  dejarnos cambiar el corazón  por la emergencia que hemos vivido, es decir,  permitir que Dios transforme nuestros criterios habituales de interpretación del mundo y de la realidad a través de este momento histórico. Ya no podemos pensar sólo en preservar el espacio de nuestros intereses personales o nacionales, sino que debemos concebirnos a la luz del bien común, con un sentido comunitario, es decir, como un “nosotros” abierto a la fraternidad universal. No podemos buscar sólo protegernos a nosotros mismos; es hora de que todos nos comprometamos con la sanación de nuestra sociedad y nuestro planeta, creando las bases para un mundo más justo y pacífico, que se involucre con seriedad en la búsqueda de un bien que sea verdaderamente común.

Para lograr esto y vivir mejor después de la emergencia del COVID-19, no podemos ignorar un hecho fundamental: las diversas crisis morales, sociales, políticas y económicas que padecemos están todas interconectadas, y lo que consideramos como problemas autónomos son en realidad uno la causa o consecuencia de los otros. Así pues,  estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión.  Debemos retomar la cuestión de  garantizar la sanidad pública para todos ; promover  acciones de paz para poner fin a los conflictos y guerras  que siguen viendo víctimas y pobreza; cuidar  de forma conjunta  nuestra casa común  y aplicar medidas claras y eficaces para hacer frente al cambio climaticoluchar contra el virus de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos , apoyando a quienes ni siquiera tienen un salario mínimo y atraviesan grandes dificultades. El escándalo de los pueblos hambrientos nos duele. Hemos de  desarrollar, con políticas adecuadas, la acogida y la integración , especialmente de los migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades. Sólo invirtiendo en estas situaciones, con un deseo altruista inspirado por el amor infinito y misericordioso de Dios, podremos construir un mundo nuevo y ayudar a edificar el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de justicia y de paz.

Al compartir estas reflexiones,  espero que en el nuevo año podamos caminar juntos, aprovechando lo que la historia puede enseñarnos . Expreso mis mejores votos a los jefes de Estado y de gobierno, a los directores de las organizaciones internacionales ya los líderes de las diferentes religiones.  A todos los hombres y mujeres de buena voluntad,  les deseo un feliz año, en el que puedan construir, día a día, como artesanos, la paz . Que María Inmaculada, Madre de Jesús y Reina de la Paz, interceda por nosotros y por el mundo entero.  

Vaticano, 8 de diciembre de 2022 

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CARTA APOSTOLICA "TOTUM AMORIS EST" DEL SANTO PADRE FRANCISCO EN EL IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE S. FRANCISCO DE SALES

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CARTA APOSTOLICA "TOTUM AMORIS EST" 
DEL SANTO PADRE FRANCISCO
 EN EL IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE S. FRANCISCO DE SALES

Todo pertenece al amor».[1]En estas palabras podemos recoger la herencia espiritual legada por san Francisco de Sales, que murió hace cuatro siglos, el 28 de diciembre de 1622, en Lyon. Tenía poco más de cincuenta años y, durante los últimos veinte años, había sido obispo y príncipe “exiliado” de Ginebra. Había llegado a Lyon después de su última misión diplomática. El duque de Saboya le había pedido que acompañara al cardenal Mauricio de Saboya a Aviñón. Juntos habrían rendido homenaje al joven rey Luis XIII, que regresó a París, subiendo el valle del Ródano, luego de una victoriosa campaña militar en el sur de Francia. Cansado y con la salud deteriorada, Francisco se había puesto en camino por puro espíritu de servicio. «Si no fuera tan útil a su servicio que yo haga este viaje, muy buenas y sólidas razones para eximirme de él; pero, si se trata de su servicio, vivo o muerto, no me echaré atrás, sino que iré o me haré arrastrar».[2]Este era su carácter. Finalmente, cuando llegó a Lyon se alojó en el monasterio de las Visitandinas, en la casa del jardinero, para no causar demasiadas molestias y, al mismo tiempo, ser más libre para encontrarse con quien lo necesitara.

Poco impresionado desde hacía bastante tiempo por «las débiles grandezas de la corte»,[3]también había consumido sus últimos días llevando adelante el ministerio de pastor en una sucesión de compromisos: confesiones, coloquios, conferencias, predicaciones y las últimas, infaltables, cartas de amistad espiritual. La profunda razón de este estilo de vida llena de Dios se le había hecho cada vez más nítida a lo largo del tiempo, y él la había formulado con sencillez y precisión en su célebreTratado del amor de Dios: «Tan pronto como el hombre fija con alguna atención su pensamiento en la consideración de la divinidad, siente cierta dulce emoción en su corazón, que muestra que Dios es Dios del corazón humano».[4]Es la síntesis de su pensamiento. La experiencia de Dios es una evidencia del corazón humano. Esto no es una construcción mental, más bien es un reconocimiento lleno de asombro y de gratitud, que resulta de la manifestación de Dios. En el corazón y por medio del corazón es donde se realiza ese sutil e intenso proceso unitario en virtud del cual el hombre reconoce a Dios y, al mismo tiempo, a sí mismo, su propio origen y profundidad, su propia realización en la llamada al amor. Descubre que la fe no es un movimiento ciego, sino sobre todo una disposición del corazón. A través de ella el hombre confía en una verdad que se presenta a la conciencia como una “dulce emoción”, capaz de suscitar un correspondiente e irrenunciable bien-querer por cada realidad creada, como a él le gustó decir. En el corazón y por medio del corazón es donde se realiza ese sutil e intenso proceso unitario en virtud del cual el hombre reconoce a Dios y, al mismo tiempo, a sí mismo, su propio origen y profundidad, su propia realización en la llamada al amor. Descubre que la fe no es un movimiento ciego, sino sobre todo una disposición del corazón. A través de ella el hombre confía en una verdad que se presenta a la conciencia como una “dulce emoción”, capaz de suscitar un correspondiente e irrenunciable bien-querer por cada realidad creada, como a él le gustó decir. En el corazón y por medio del corazón es donde se realiza ese sutil e intenso proceso unitario en virtud del cual el hombre reconoce a Dios y, al mismo tiempo, a sí mismo, su propio origen y profundidad, su propia realización en la llamada al amor. Descubre que la fe no es un movimiento ciego, sino sobre todo una disposición del corazón. A través de ella el hombre confía en una verdad que se presenta a la conciencia como una “dulce emoción”, capaz de suscitar un correspondiente e irrenunciable bien-querer por cada realidad creada, como a él le gustó decir.

A esta luz se comprende cómo para san Francisco de Sales no hay mejor lugar donde encontrar a Dios y ayudar a buscarlo que en el corazón de cada mujer y hombre de su tiempo. Lo había aprendido desde su juventud, observándose a sí mismo con fina atención y escrutando el corazón humano.

En el último encuentro de esos días en Lyon, y con el sentido íntimo de una cotidianidad habitada por Dios, había dejado a sus Visitandinas la expresión con la que posteriormente había querido que fuera sellada su memoria: «He resumido todo en estas dos palabras, cuando os dijo: nada pedir, nada rehusar. No tengo más que deciros».[5]Sin embargo, no se utilizó de un ejercicio de mero voluntarismo, «una voluntad sin humildad»,[6]aquella sutil tentación del camino hacia la santidad, que la confunde con la justificación por medio de las propias fuerzas, con la adoración de la voluntad humana y de la propia capacidad, «que se traduce en una autocomplacencia egocéntrica y elitista privada del verdadero amor».[7]Mucho menos se trató de un mero quietismo, de un abandono pasivo y sin afectos en una doctrina sin carne y sin historia. [8]Nacía más bien de la contemplación de la misma vida del Hijo encarnado. Era el 26 de diciembre, y el santo hablaba a las hermanas en el corazón del misterio de la Navidad: «¿Veis al Niño Jesús en el pesebre? Acepta todas las inclemencias del tiempo, el frío y todo lo que su Padre permite le suceda. No está escrito que haya extendido alguna vez sus manos a los pechos de su Madre, se abandonó totalmente a su cuidado y previsión, sin rehusar los pequeños alivios que ella le daba. Del mismo modo nosotros no debemos desear ni rehusar nada, sino aceptar igualmente todo lo que la Providencia de Dios permita que nos suceda, el frío y las inclemencias del tiempo».[9]Es conmovedora su atención en reconocer el cuidado de lo que es humano como indispensable. En la escuela de la encarnación había aprendido a leer la historia ya habitarla con confianza.

El criterio del amor

Por medio de la experiencia había conocido el deseo como la raíz de toda vida espiritual verdadera y, al mismo tiempo, como lugar de su falsificación. Por eso, recogiendo a manos llenas de la tradición espiritual que lo había precedido, había comprendido la importancia de poner constantemente a prueba el deseo, mediante un ejercicio continuo de discernimiento. El último criterio para su evaluación lo había redescubierto en el amor. En esa última estadía en Lyon, en la fiesta de san Esteban, dos días antes de su muerte, había dicho: «El amor es lo que da valor a nuestras obras. Os digo más aún: una persona que sufre el martirio por Dios con una onza de amor, merece mucho, pues la vida es lo más que se puede dar; pero si hay otra persona que solo sufre un golpe con dos onzas de amor tendrá mucho más mérito,

Con sorprendente concreción había continuado ilustrando la difícil relación entre contemplación y acción: «Sabéis o debéis saber que la contemplación es mejor que la acción y la vida activa; pero si en esta hay más unión [con Dios], entonces es mejor que aquella. Si una hermana que está en la cocina manejando la sartén junto al fuego tiene más amor y caridad que otra, el fuego material no le quitará el mérito, al contrario, le ayudará y será más grata a Dios. Con bastante frecuencia se está tan unido a Dios en la acción como en la soledad. En fin, vuelvo siempre a la cuestión, donde se encuentra más amor».[11]Esta es la verdadera pregunta que disipar instantáneamente toda rigidez inútil o todo repliegue sobre sí mismo: interrogarse en todo momento, en toda decisión, en toda circunstancia de la vida donde reside el mayor amor. No es casualidad que san Francisco de Sales haya sido llamado por san Juan Pablo II «doctor del amor divino»,[12]no fue sólo porque escribió un magníficoTratadosobre este tema, sino sobre todo porque fue testigo de ese amor. Por otra parte, sus escritos no se pueden considerar como una teoría redactada en un escritorio, lejos de las preocupaciones del hombre común. Su enseñanza, en efecto, nació de una escucha atenta de la experiencia. Él no hizo más que transformar en doctrina lo que vivía y leía en su singular e innovadora acción pastoral, gracias a una agudeza sus no se pueden considerar como una teoría redactada en un escritorio, lejos de las preocupaciones del hombre común. Su enseñanza, en efecto, nació de una escucha atenta de la experiencia. Él no hizo más que transformar en doctrina lo que vivía y leía en su singular e innovadora acción pastoral, gracias a una agudeza sus no se pueden considerar como una teoría redactada en un escritorio, lejos de las preocupaciones del hombre común. Su enseñanza, en efecto, nació de una escucha atenta de la experiencia. Él no hizo más que transformar en doctrina lo que vivía y leía en su singular e innovadora acción pastoral, gracias a una agudeza

iluminada por el Espíritu. Una síntesis de este modo de proceder se encuentra en el Prólogo del mismo Tratado del amor de Dios: «Todo en la Iglesia es para el amor, en el amor, por el amor y del amor».[13]

Los años de la primera formación: la aventura de conocerse en Dios

Nació el 21 de agosto de 1567, en el castillo de Sales, cerca de Thorens, de Francisco de Nouvelles, señor de Boisy, y de Francisca de Sionnaz. «Vivió a caballo entre dos siglos, el XVI y el XVII, recogió en sí lo mejor de las enseñanzas y de las conquistas culturales del siglo que terminaba, reconciliando la herencia del humanismo con la tendencia hacia lo absoluto propio de las corrientes místicas». [14]

Después de la formación cultural inicial, primero en el colegio de La Roche-sur-Foron y después en el de Annecy, llegó a París, al colegio jesuita Clermont, que había sido fundado recientemente. En la capital del Reino de Francia, devastada por las guerras de religión, experimentó en poco tiempo dos crisis interiores consecutivas, que marcaron su vida de modo indeleble. Esa ardiente oración hecha en la Iglesia de Saint-Étienne-des-Grès, frente a la Virgen Negra de París, en medio de la oscuridad, le encenderá en el corazón una llama que terminará viva en él para siempre, como clave de lectura de su propia experiencia y de la de otros. «Señor, tú que tienes todo en tus manos y cuyos caminos son justicia y verdad, cualquier cosa que suceda, […] yo te amaré, Señor […], te amaré aquí, oh Dios mío, y siempre esperaré en tu misericordia, y siempre cantaré tus alabanzas. […] Oh, Señor Jesús, tú siempre serás mi esperanza y mi salvación en la tierra de los vivientes».[15]

Eso había escrito en su cuaderno, recuperando la paz. Y esta experiencia, con sus inquietudes y sus interrogantes, para él siempre será iluminadora y le dará un singular camino de acceso al misterio de la relación de Dios con el hombre. Le ayudará a escuchar la vida de los demás ya reconocer, con fino discernimiento, la actitud interior que une el pensamiento al sentimiento, la razón a los afectos, y que de ese modo es capaz de llamar por nombre al “Dios del corazón humano” . Por este camino Francisco no corrió el peligro de atribuir un valor teórico a la propia experiencia personal, absolutizándola, sino que aprendió algo extraordinario, fruto de la gracia: a leer en Dios lo vivido por él y por los demás.

Aunque nunca haya pretendido elaborar un sistema teológico propiamente dicho, su reflexión sobre la vida espiritual tuvo una notable dignidad teológica. Aparecen en él los rasgos esenciales del quehacer teológico, para el cual es necesario no olvidar dos dimensiones constitutivas. La primera es precisamente la vida espiritual, porque es en la oración humilde y perseverante, en la apertura al Espíritu Santo, que se puede tratar de comprender y de expresar al Verbo de Dios. Los teólogos se fraguan en el crisol de la oración. La segunda dimensión esla vida eclesial: sentir en la Iglesia y con la Iglesia. También la teología se ha visto afectada por la cultura individualista, pero el teólogo cristiano elabora su pensamiento inmerso en la comunidad, partiendo en ella el pan de la Palabra.[16]La reflexión de Francisco de Sales,

El descubrimiento de un mundo nuevo

Cuando finalizó los estudios humanísticos, continuó con los de derecho en la Universidad de Padua. Al regresar a Annecy ya había decidido la orientación de su vida, no obstante las

resistencias de sus padres. Fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de 1593. En los primeros días de septiembre del año siguiente, por invitación del obispo, Mons. Claude de Granier, fue llamado a la difícil misión en el Chablais, territorio perteneciente a la diócesis de Annecy, de confesión calvinista, que, en el intrincado laberinto de guerras y tratados de paz, había pasado nuevamente a estar bajo el control del ducado de Saboya. Fueron años intensos y dramáticos. Aquí descubierto, junto con alguna rígida intransigencia que luego le hará reflexionar, sus aptitudes de mediador y hombre de diálogo. Además, se descubrió inventor de originales y audaces praxis pastorales, como las famosas “hojas volantes”, que se colgaban en todas partes e incluso se deslizaban debajo de las puertas de las casas.

En 1602 volvió a París, ocupado en llevar adelante una delicada misión diplomática, en nombre del mismo Granier y con instrucciones precisas de la Sede Apostólica, después de la enésima modificación del cuadro político-religioso del territorio de la diócesis de Ginebra. A pesar de la buena disposición por parte del rey de Francia, la misión fracasó. Él mismo escribió al Papa Clemente VIII: «Después de nueve meses, me vi obligado a dar marcha atrás sin haber concluido casi nada».[17]Sin embargo, aquella misión se reveló para él y para la Iglesia de una riqueza inesperada bajo el perfil humano, cultural y religioso. En el tiempo libre que los negociados diplomáticos le concedieron, Francisco predicó ante la presencia del rey y de la corte de Francia, estableció relaciones importantes y, sobre todo,

Alli todo habia cambiado y estaba cambiando. Él mismo se dejó tocar e interrogar tanto por los grandes problemas que se presentaban en el mundo y el nuevo modo de observarlos, como por la sorprendente demanda de espiritualidad que había nacido y las cuestiones inéditas que esto planteaba. En pocas palabras, percibió un verdadero “cambio de época”, al que era necesario responder con lenguajes antiguos y nuevos. Ciertamente, no era la primera vez que encontré cristianos fervorosos, pero se trataron de algo distinto. No era la París devastada por las guerras de religión, que había visto en sus años de formación, ni la lucha encarnizada librada en los territorios del Chablais. Era una realidad inesperada: una multitud «de santos, de verdaderos santos, numerosos y que estaban en todas partes».[18]Eran hombres y mujeres de cultura, profesores de la Sorbona, representantes de las instituciones, príncipes y princesas, siervos y siervas, religiosos y religiosas. Un mundo que estaba sentado de Dios.

Conocer a esas personas y tomar conciencia de sus interrogantes fue una de las circunstancias providenciales más importantes de su vida. Así, días aparentemente inútiles e infructuosos se transformaron en una escuela incomparable para leer los estados de ánimo de esa época, sin nunca elogiarlos. En él, el hábil e infatigable controversista se estaba transformando, por la gracia, en un fino intérprete del tiempo y extraordinario director de almas. Su acción pastoral, las grandes obras (Introduccióna la vida devotayTratado del amor de Dios), la infinidad de cartas de amistad espiritual que fueron enviadas, dentro y fuera de los muros de los conventos y los monasterios, a religiosos y religiosas, a hombres y mujeres de la corte ya la gente común, el encuentro con Juana Francisca de Chantal y la misma fundación de la Visitación en 1610 resultarían incomprensibles sin este cambio interior. Evangelio y cultura encontraron de ese modo una síntesis fecunda, de la que derivaba la intuición de un método auténtico, maduro y listo para una cosecha duradera y prometedora.

En una de las primeras cartas de dirección y amistad espiritual que Francisco de Sales envió a una de las comunidades que visitó en París, mencionaba, con humildad, un “método suyo”, que

se diferenciaba de los demás, con vistas a una verdadera reforma. Un método que renunciaba a la severidad y confiaba plenamente en la dignidad y capacidad de un alma devota, no obstante sus debilidades: «Me viene la duda de que a vuestra reforma también se puede oponer otro impedimento: tal vez aquellos que os la han impuesto han curado la llaga con mucha dureza. […] Yo alabo su método, aunque no sea el que suelo usar, especialmente con respecto a espíritus nobles y bien educados como los vuestros. Creo que sea mejor limitarse a mostrarles el mal ya poner el bisturí en sus manos para que ellos mismos practiquen la incisión necesaria. Pero no descuidéis por ello la reforma que necesitáis».[19]En estas palabras se trasluce esa mirada que ha hecho célebre el optimismo salesiano,

Cuando volvió a Annecy, fue ordenado obispo el 8 de diciembre del mismo año 1602. El influjo de su ministerio episcopal en la Europa de esa época y de los siglos posteriores resulta enorme. «Fue apóstol, predicador, escritor, hombre de acción y de oración; comprometido en hacer realidad los ideales del concilio de Trento; implicado en la controversia y en el diálogo con los protestantes, experimentando cada vez más la eficacia de la relación personal y de la caridad, más allá del necesario enfrentamiento teológico; encargado de misiones diplomáticas a nivel europeo, y de tareas sociales de mediación y reconciliación».[20]Sobre todo, fue intérprete del cambio de época y guía de las almas en un tiempo que tenía sed de Dios de un modo nuevo.

La caridad hace todo por sus hijos

Entre 1620 y 1621, es decir, ya al final de su vida, Francisco dirigió a un sacerdote de su diócesis unas palabras capaces de iluminar su visión de la época. Lo animaba a secundar su deseo de dedicarse a la escritura de textos originales, que lograran interceptar los nuevos interrogantes, intuyendo en ellos las necesidades. «Os debo decir que el conocimiento que voy adquiriendo cada día de los estados de ánimo del mundo me lleva a desear apasionadamente que la divina Bondad inspire a alguno de sus siervos a escribir según el gusto de este pobre mundo».[21]La razón de este estímulo la encontré en la propia visión del tiempo: «El mundo se está volviendo tan delicado, que dentro de poco nadie se atreverá más a tocarlo, sino con guantes de seda, ni a medicar sus llagas, sino con cataplasmas de cebolla; pero, ¿qué importa, si los hombres son curados y, en definitiva, salvados? Nuestra reina, la caridad, hace todo por sus hijos».[22]No era algo que se daba por sentado, ni mucho menos una rendición final frente a una derrota. Se encontró, más bien, de la intuición de un cambio que estaba en curso y de la exigencia, totalmente evangélica, de comprender cómo poder habitarlo.

La misma conciencia, además, la había madurado y expresó en elPrólogo, al introducir elTratado del amor de Dios: «He tenido en cuenta la condición de las almas en estos, y además debía tenerla, porque importa mucho mirar la condición de los tiempos en que se escribe».[23]Rogando, igualmente, la benevolencia del lector, afirmaba: «Y si encontrares el estilo un poco diferente del que he usado escribiendo aFilotea, y ambos muy diversos del que empleé en laDefensa de la cruz, debes saber que en diecinueve años se aprenden y se olvidan muchas cosas; que el lenguaje de la guerra no es igual que el de la paz, y que de una manera se habla a los muchachos principiantes y de otro a los viejos compañeros».[24]Pero, frente a este cambio, ¿por dónde empezar? No lejos de la misma historia de Dios con el hombre. De aquí el objetivo final de su Tratado:

ni aderezos de estilo, la historia del nacimiento, progreso, decadencia, operaciones, propiedades, beneficios y excelencias del amor divino».[25]

Las preguntas de un cambio de epoca

En la memoria del cuarto centenario de la muerte de san Francisco de Sales, me preguntó sobre su legado para nuestra época, y encontró iluminadas su flexibilidad y su capacidad de visión. Un poco por don de Dios, un poco por naturaleza personal, y también por la profundización constante de sus vivencias, había tenido la nítida percepción del cambio de los tiempos. Ni él mismo hubiera llegado a un imaginario que en esto reconocería una gran oportunidad para el anuncio del Evangelio. La Palabra que había amado desde su juventud era capaz de hacerse camino abriendo nuevos horizontes e impredecibles en un mundo en rápida transición.

Es lo que también nos espera como tarea esencial para este cambio de época: una Iglesia no autorreferencial, libre de toda mundanidad pero capaz de habitar el mundo, de compartir la vida de la gente, de caminar juntos, de escuchar y de acoger.[ 26]Es lo que realizó Francisco de Sales leyendo su época con ayuda de la gracia. Por eso, él nos invita a salir de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por las estructuras, por la imagen social, ya preguntarnos más bien adecuados son las necesidades concretas y las esperanzas espirituales de nuestro pueblo.[27]Por tanto, releer algunas de sus decisiones cruciales es importante también hoy, para vivir el cambio con sabiduría evangélica.

La brisa y las alas

La primera de dichas decisiones fue la de releer y volver a proponer a cada uno, en su condición específica, la feliz relación entre Dios y el ser humano. En definitiva, la última razón y el objetivo concreto delTratadoera precisamente ilustrar a los contemporáneos el encanto del amor de Dios. «¿Cuáles son —se preguntaba— los lazos habituales por los cuales la Providencia divina atrae nuestros corazones a su amor?».[28]Partiendo sugestivamente del texto de Oseas 11,4,[29]definía tales medios ordinarios como «lazos de humanidad, o de caridad y amistad».«No cabe duda —escribía— de que Dios no nos atrae con cadenas de hierro, como a los toros ya los búfalos, sino mediante invitaciones, dulces encantos y santas inspiraciones, que son loslazos de Adán y de la humanidad, es decir, los propios y convenientes al corazón humano, que naturalmente está dotado de libertad».[30]Es a través de estos lazos que Dios ha sacado a su pueblo de la esclavitud, enseñándole a caminar, llevándolo de la mano, como hace un papá o una mamá con el propio hijo. Por consiguiente, ninguna imposición externa, ninguna fuerza despótica y arbitraria, ninguna violencia. Más bien, la forma persuasiva de una invitación que deja intacta la libertad del hombre. «La gracia —proseguía, pensando seguramente en tantas historias de vida que había conocido— tiene fuerza, no para obligar, sino para atraer el corazón; ejerce una santa violencia, no para vulnerar, sino para enamorar nuestra libertad; obra dura, mas con suavidad tan admirable, que nuestra voluntad no queda agobiada bajo tan poderosa accion; nos presiona, pero no sofoca nuestra libertad. Así, pues, en medio de toda su fuerza,

Poco antes había bosquejado dicha relación utilizando el curioso ejemplo del “ápodo”: «Hay cierta clase de pájaros, oh Teótimo, a los cuales Aristóteles llama “ápodos”, esto es, sin pies, porque, teniendo las piernas extremadamente cortas y los pies sin fuerza, no les sirven más que si realmente no los tuvieran. Por donde sucede que, si una vez cae en tierra, permanecerá como

clavados en ella, sin que nunca puedan por sí mismos recobrar el vuelo, porque, no pudiéndose valer de sus piernas ni de sus pies, no tienen medio ninguno para tomar impulso y lanzarse de nuevo al aire. Así, quedan allí inmóviles y hasta llegan a morir, si el viento propicio a su impotencia, soplando duro sobre la faz de la tierra, no viene a arrebatarlos y levantarlos, como hace con otras cosas; porque entonces, si empleando ellos sus alas, corresponde a este impulso y primer vuelo que el viento les da, el mismo viento continúa ayudándoles, impeliéndoles cada vez más a volar».[32]Así es el hombre: hecho por Dios para volar y desplegar todas sus potencialidades en la llamada al amor, corre el riesgo de volverse incapaz de levantar el vuelo cuando cae a tierra y no acepta volver a abrir las alas a la brisa del Espíritu.

Esta es, pues, la “forma” a través de la cual la gracia de Dios se concede a los hombres: la de los preciosos y muy humanos vínculos de Adán. La fuerza de Dios no deja de ser absolutamente capaz de restaurar el vuelo y, sin embargo, su dulzura hace que la libertad de consentimiento no sea violada o inútil. Corresponde al hombre levantarse o no levantarse. Aunque la gracia lo haya tocado para despertarlo, sin él, esta no quiere que el hombre se levante sin su consentimiento. De esa manera obtiene su reflexión conclusiva: «Las inspiraciones, oh Teótimo, nos previenen, y antes de que hayamos pensado en ellas, experimentamos su presencia, mas después de haberlas sentido, a nosotros toca consentir, secundándolas y siguiendo sus impulsos, o disentir y rechazandolas: ellas se sienten en nosotros y sin nosotros,

Ahora bien, esta gracia nunca hace al hombre pasivo, sino que lleva a comprender que estamos precedidos radicalmente por el amor de Dios, y que su primer don consiste precisamente en haber recibido su mismo amor. Pero cada uno tiene el deber de cooperar en su propia realización, desplegando con confianza las propias alas a la brisa de Dios. Aquí vemos un aspecto importante de nuestra vocación humana: «El mandato de Dios a Adán y Eva en el relato del Génesis es ser fecundos. La humanidad ha recibido el mandato de cambiar, construir y dominar la creación en el sentido positivo de crear desde y con ella. Entonces, el futuro no depende de un mecanismo invisible en el que los humanos son espectadores pasivos. No, somos protagonistas, somos —forzando la palabra—cocreadores».

La verdadera devocion

Una segunda y gran decisión crucial fue la de centrado en la cuestión de la devoción. También en este caso, el nuevo cambio de época había formulado no pocos interrogantes, tal como ocurrió en nuestros días. Dos aspectos en particular requieren que sean comprensivos y revitalizados también hoy. El primero se refiere a la misma idea de devoción, el segundo, a su carácter universal y popular. Indicar, ante todo, qué se entiende por devoción es la primera consideración que encontramos al comienzo de Filotea: «Es necesario que conozcas, desde el principio, en qué consiste la virtud de la devoción, pues son numerosas las devociones falsas e inútiles y sólo hay una verdadera, que, si no la conoces, podrías sufrir engaño determinándote a seguir alguna devoción inconveniente y supersticiosa».[35]

La descripción de Francisco de Sales acerca de la falsa devoción, en la que no nos es difícil reconocernos, es amena y siempre actual, sin dejar fuera una pizca eficaz de sano sentido del humor: «El que se siente inclinado a ayunar se considerará muy devoto si no viene, aunque su

corazón está lleno de rencor; y mientras por sobriedad no se atreve a mojar su lengua, no digo en vino, pero ni siquiera en agua, no temerá teñirla en la sangre del prójimo mediante maledicencias y calumnias. Otro se creerá devoto porque reza diariamente un sinnúmero de oraciones, aunque después su lengua se desató de continuo en palabras insolentes, arrogantes e injuriosas contra sus familiares y vecinos. Algún otro abra su bolsa de buena gana para distribuir limosnas entre los pobres, pero no es capaz de sacar dulzura de su corazón perdonando a sus enemigos. Aquel perdonará a sus enemigos, pero no saldará sus deudas si no es apremiado por la justicia».[36]Evidentemente, son los vicios y las dificultades de siempre, también de hoy, por lo que el santo concluye: «Todos estos son tenidos vulgarmente por devotos;

En cambio, la novedad y la verdad de la devoción se encuentran en otro lado, en una raíz profundamente unida a la vida divina en nosotros. De ese modo «la devoción viva y verdadera […] presupone el amor de Dios; mejor dicho, no es otra cosa que el verdadero amor de Dios, y no un amor cualquiera».[38]En su ferviente imaginación la devoción no es más que, «en resumen, una agilidad o viveza espiritual por cuyo medio la caridad actúa en nosotros y nosotros actuamos en ella con prontitud y alegría».[39]Por eso no se coloca junto a la caridad, sino que es una de sus manifestaciones y, al mismo tiempo, conduce a ella. Es como una llama con respecto al fuego: reviva su intensidad, sin cambiar su naturaleza. «En conclusión, se puede decir que entre la caridad y la devoción no existe mayor diferencia que entre la llama y el fuego; siendo la caridad fuego espiritual, cuando está bien inflamada, se llama devoción; así que la devoción nada añade al fuego de la caridad fuera de la llama que la hace pronta, activa, diligente, no sólo en la observancia de los mandamientos, sino también en el ejercicio de los consejos e inspiraciones celestiales».[40]Una devoción así entendida no tiene nada de abstracto. Es, más bien, un estilo de vida, un modo de ser en lo concreto de la existencia cotidiana. Esta recoge e interpreta las pequeñas cosas de cada día, la comida y el vestido, el trabajo y el descanso, el amor y la descendencia, la atención a las obligaciones profesionales; en síntesis, ilumina la vocación de cada uno. no sólo en la observancia de los mandamientos, sino también en el ejercicio de los consejos e inspiraciones celestiales».[40]Una devoción así entendida no tiene nada de abstracto. Es, más bien, un estilo de vida, un modo de ser en lo concreto de la existencia cotidiana. Esta recoge e interpreta las pequeñas cosas de cada día, la comida y el vestido, el trabajo y el descanso, el amor y la descendencia, la atención a las obligaciones profesionales; en síntesis, ilumina la vocación de cada uno. no sólo en la observancia de los mandamientos, sino también en el ejercicio de los consejos e inspiraciones celestiales».[40]Una devoción así entendida no tiene nada de abstracto. Es, más bien, un estilo de vida, un modo de ser en lo concreto de la existencia cotidiana. Esta recoge e interpreta las pequeñas cosas de cada día, la comida y el vestido, el trabajo y el descanso, el amor y la descendencia, la atención a las obligaciones profesionales; en síntesis, ilumina la vocación de cada uno. el trabajo y el descanso, el amor y la descendencia, la atención a las obligaciones profesionales; en síntesis, ilumina la vocación de cada uno. el trabajo y el descanso, el amor y la descendencia, la atención a las obligaciones profesionales; en síntesis, ilumina la vocación de cada uno.

Aquí se intuye la raíz popular de la devoción, afirmada desde las primeras líneas deFilotea: «Casi todos los que hasta ahora han tratado de la devoción, se han dirigido a los que viven alejados de este mundo o, por lo menos, han trazado caminos que empujan a un retiro absoluto. Mi intención es instruir a los que viven en las ciudades, con sus familias, en la corte y, por su condición, están obligados, por las conveniencias sociales, a vivir en medio de los demás».[41]Es por ello que está muy equivocado quien piensa en relegar la devoción a algún ámbito protegido o reservado. Esta es, más bien, de todos y para todos, dondequiera que estemos, y cada uno la puede practicar según la propia vocación. Como escribía san Pablo VI en el cuarto centenario del nacimiento de Francisco de Sales, «la santidad no es prerrogativa de una clase o de otra; sino que a todos los cristianos se les dirige esta invitación apremiante: “¡Amigo, siéntate en un lugar más destacado!” (Lc 14,10); todos están vinculados por el deber de subir al monte de Dios, aunque no todos por el mismo camino. “La devoción se ha de ejercitar de diversas maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno”».[42]Recorrer la ciudad secular manteniendo la interioridad y conjugar el deseo de perfección con cada estado de vida, volviendo a encontrar un centro que no se separa del mundo, sino que enseña a habitarlo, a apreciarlo, aprendiendo también a tomar de él una justa distancia;

Este es el tema conciliar de la vocación universal a la santidad: «Todos los fieles, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre celestial».[43]“Cada uno por su camino”. «Entonces, no se trata de desalentarse cuando uno contempla modelos de santidad que le parecen inalcanzables».[44]La madre Iglesia no nos los propone para que intentemos copiarlos, sino para que nos alienten a caminar por la senda única y particular que el Señor ha pensado para nosotros. «Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él (cf. 1 Co12,7)».[45]

El éxtasis de la vida

Todo ello condujo al santo obispo a considerar la vida cristiana en su totalidad como«el éxtasis de la obra y de la vida».[46]Pero no hay que confundirla con una fuga fácil o una retirada intimista, mucho menos con una obediencia triste y gris. Sabemos que este peligro siempre está presente en la vida de fe. En efecto, «hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. […] Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias».[47]

Permitir que se despierte la alegría es precisamente lo que expresa Francisco de Sales al describir “el éxtasis de la obra y de la vida”. Gracias a ella «no sólo llevamos una vida civil, honesta y cristiana, sino también una vida sobrehumana, espiritual, devota y extática, es decir, una vida, bajo todos los conceptos, fuera y por encima de nuestra condición natural».[48 ]Nos encontramos aquí en las páginas centrales y más luminosas delTratado. El éxtasis es el desbordamiento feliz de la vida cristiana, lanzada más allá de la mediocridad de la mera observancia: «No robar, no mentir, no cometer actos lujuriosos, orar a Dios, no jurar en vano, amar y honrar a los padres, no matar; todo esto es vivir segun la razon natural del hombre. Mas dejar todos nuestros bienes, amar la pobreza, buscarla y estimarla como la mas deliciosa señora, tener los oprobios, desprecios, humillaciones, persecuciones y martirios por felicidad y dicha, contenerse en los términos de una castidad absoluta, y, en fin, vivir en medio del mundo y en esta vida mortal en oposición a todas las opiniones y máximas mundanas y contra la corriente del río de esta vida, con resignación habitual, renuncias y abnegaciones de nosotros mismos, todo esto no es vivir humana, sino sobrehumanamente; no es vivir en nosotros, sino fuera de nosotros y sobre nosotros. Y porque nadie puede salir de este modo sobre sí mismo si el Padre Eterno no le atrae, por eso este género de vida debe ser un rapto continuo y un éxtasis perpetuo de acción y de operación».[49] vivir en medio del mundo y en esta vida mortal en oposición a todas las y máximas opiniones mundanas y contra la corriente del río de esta vida, con habitual resignación, renuncias y abnegaciones de nosotros mismos, todo esto no es vivir humana, sino sobrehumanamente; no es vivir en nosotros, sino fuera de nosotros y sobre nosotros. Y porque nadie puede salir de este modo sobre sí mismo si el Padre Eterno no le atrae, por eso este género de vida debe ser un rapto continuo y un éxtasis perpetuo de acción y de operación».[49] vivir en medio del mundo y en esta vida mortal en oposición a todas las y máximas opiniones mundanas y contra la corriente del río de esta vida, con habitual resignación, renuncias y abnegaciones de nosotros mismos, todo esto no es vivir humana, sino sobrehumanamente; no es vivir en nosotros, sino fuera de nosotros y sobre nosotros. Y porque nadie puede salir de este modo sobre sí mismo si el Padre Eterno no le atrae, por eso este género de vida debe ser un rapto continuo y un éxtasis perpetuo de acción y de operación».[49]

Es una vida que, ante toda aridez y frente a la tentación de replegarse sobre sí, ha encontrado nuevamente la fuente de la alegría. En efecto, «el gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entra los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se ajustan en seres resentidos, quejosos, sin vida».[50]

A la descripción del “éxtasis de la obra y de la vida”, san Francisco añade dos observaciones importantes, válidas también para nuestro tiempo. La primera se refiere a un criterio eficaz para el discernimiento de la verdad de ese mismo estilo de vida y la segunda a su origen profundo. En cuanto al criterio de discernimiento, él afirma que, si por un lado dicho éxtasis se comporta un auténtico salir de sí mismo, por otro lado, no significa un abandono de la vida. Es importante no olvidarlo nunca, para evitar desviaciones peligrosas. En otras palabras, quien presume de elevarse hacia Dios, pero no vive la caridad para con el prójimo, se engaña a sí mismo ya los demás.

Volvemos a encontrar aquí el mismo criterio que él aplicaba a la calidad de la verdadera devoción. «Cuando se ve una persona que en la oración tiene raptos por los cuales sale y sube encima de sí mismo hasta Dios, y, sin embargo, no tiene éxtasis en su vida, esto es, no lleva una vida elevada y unida a Dios , […] sobre todo, por medio de una continua caridad, creedme que todos estos raptos son grandemente dudosos y peligrosos». Su conclusión es muy eficaz: «Estar sobre sí mismo en la oración y bajo sí mismo en las obras y en la vida, ser angélico en la meditación y bestial en la conversación […] es una señal cierta de que tales raptos y tales éxtasis no son más que ardides y engaños del espíritu maligno».[51]Se trata, en definitiva, de lo que ya recordaba Pablo a los corintios en el himno a la caridad:«Aunque tenía toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada» (1 Co13,2-3).

Por tanto, para san Francisco de Sales la vida cristiana nunca está exenta de éxtasis y, sin embargo, el éxtasis no es auténtico sin la vida. En efecto, la vida sin éxtasis corre el riesgo de reducirse a una obediencia opaca, a un Evangelio que ha olvidado su alegría. Por otra parte, el éxtasis sin la vida se expone fácilmente a la ilusión y al engaño del Maligno. Las grandes polaridades de la vida cristiana no se pueden resolver la una en la otra. En todo caso, una mantiene a la otra en su autenticidad. De ese modo, la verdad no es tal sin justicia; la satisfacción, sin responsabilidad; la espontaneidad, sin ley; y viceversa.

Por otra parte, en cuanto al origen profundo de este éxtasis, él lo vincula sabiamente al amor manifestado por el Hijo encarnado. Si, por un lado, es verdad que «el amor es el primer acto y el principio de nuestra vida devota o espiritual por el cual vivimos, sentimos y nos movemos» y, por otro lado, que «nuestra vida espiritual consiste toda en nuestros movimientos afectivos», está claro que «un corazón que no tiene afecto, no tiene amor», como también que «un corazón que tiene amor, no puede estar sin movimiento afectivo».[52]Pero el origen de este amor que atrae el corazón es la vida de Jesucristo: «Nada urge y aprieta tanto al corazón del hombre como el amor», y el culmen de dicha urgencia es que «Jesucristo murió por nosotros, nos ha dado la vida con su muerte. Nosotros sólo vivimos porque Él murió; murió por nosotros,

Es conmovedora esta indicación que, más allá de una visión iluminada y no evidente de la relación entre Dios y el hombre, manifiesta el estrecho vínculo afectivo que unía al santo obispo con el Señor Jesús. La verdad del éxtasis de la vida y de la acción no es genérica, sino que se manifiesta según la forma de la caridad de Cristo, que culmina en la cruz. Este amor no anula la existencia, sino que la hace brillar de una manera extraordinaria.

Es por ello que, con una imagen muy hermosa, san Francisco de Sales describía el Calvario como «el monte

l amor, ni el amor sin la muerte del Redentor; mas, fuera de allí, todo es o muerte eterna o amor eterno, y toda la sabiduría cristiana consiste en elegir bien».[55]De esta manera puede cerrar suTratadoremitiendo a la conclusión de un discurso de san Agustín sobre la caridad: «¿ ¿Qué hay más fiel que el amor, no al servicio de la vanidad, sino de la eternidad? En efecto, tolera todo en la vida presente, porque cree todo lo referente a la vida futura, y sufre todo lo que aquí le sobreviene, porque espera todo lo que allí se le promete; con razon nunca desfallece. Así, pues, perseguid el amor y, pensando devotamente en él, aportad frutos de justicia. Y cualquier alabanza que vosotros hayáis encontrado más exuberante de lo que yo haya podido decir, muéstrese en vuestras costumbres».[56]

Esto es lo que nos deja ver la vida del santo obispo de Annecy, y que se nos entrega nuevamente a cada uno. Que la celebración del cuarto centenario de su nacimiento al cielo nos ayude a hacer de ello devota memoria; y que, por su intercesión, el Señor infunda con abundancia los dones del Espíritu en el camino del santo Pueblo fiel de Dios.

Roma, San Juan de Letrán, 28 de diciembre de 2022.

FRANCISCO



Nuestro pequeño homenaje a BENEDICTO XVI, agradeciendo su vida y el legado que nos dejó.

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Selección de algunos libros anteriores a su Pontificado: 

ELOGIO DE LA CONCIENCIA. LA VERDAD INTERROGA AL CORAZON

RATZINGER, JOSÉ

PALABRA ESPAÑA

ENSEÑAR Y APRENDER EL AMOR DE DIOS

RATZINGER, JOSÉ

BAC

FIESTA DE LA FE: ENSAYO DE TEOLOGÍA LITURGICA

RATZINGER, JOSÉ

DESCLEE

FRATERNIDAD DE LOS CRISTIANOS

RATZINGER, JOSÉ

SIGUEME

HOMILIAS DE PENTLING

RATZINGER, JOSÉ

CRISTIANDAD

INTRODUCCIÓN AL CRISTIANISMO. LECCIONES SOBRE EL CREDO APOSTOLICO

RATZINGER, JOSÉ

SIGUEME

JESÚS DE NAZARET. LA FIGURA Y EL MENSAJE

RATZINGER, JOSÉ

SAN PABLO COLOMBIA

LIBERAR LA LIBERTAD. FE Y POLÍTICA EN EL TERCER MILENIO

RATZINGER, JOSÉ

BAC

MARÍA, IGLESIA NACIENTE

RATZINGER, JOSEPH- BALTASAR, HANS URS VON

ENCUENTRO

MIRA A CRISTO. EJERCICIOS DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD

RATZINGER, JOSÉ

ENCUENTRO

NUEVO PUEBLO DE DIOS. ESQUEMAS PARA UNA ECLESIOLOGIA

RATZINGER, JOSÉ

PASTOR

OBRAS COMPLETAS JOSEPH RATZINGER 4. INTRODUCCIÓN AL CRISTIANISMO

RATZINGER, JOSÉ

BAC

OBRAS COMPLETAS RATZINGER 1. PUEBLO Y CASA DE DIOS EN LA DOCTRINA DE SAN AGUSTIN SOBRE LA IGLESIA

RATZINGER, JOSÉ

BAC

OBRAS COMPLETAS RATZINGER 11.TEOLOGIA DE LA LITURGIA

RATZINGER, JOSÉ

BAC

OBRAS COMPLETAS RATZINGER 6-1. JESÚS DE NAZARET. ESCRITOS DE CRISTOLOGIA

RATZINGER, JOSÉ

BAC

POR AMOR

RATZINGER, JOSÉ

BAC

SER CRISTIANO EN LA ERA NEOPAGANA

RATZINGER, JOSÉ

ENCUENTRO

TEORÍA DE LOS PRINCIPIOS TEOLÓGICOS

RATZINGER, JOSÉ

PASTOR

UN CANTO NUEVO PARA EL SEÑOR

RATZINGER, JOSÉ

SIGUEME

UNIDAD DE LAS NACIONES

RATZINGER, JOSÉ

CRISTIANDAD

VÍA CRUCIS

RATZINGER, JOSEPH Y VARIOS

ENCUENTRO

EPISCOPADO Y PRIMADO

RAHNER, KARL-RATZINGER, JOSEPH

PASTOR

POR QUE SOY TODAVIA CRISTIANO. POR QUE PERMANEZCO EN LA IGLESIA

BALTASAR, HANS URS VON-RATZINGER, JOSEPH

SIGUEME

REVELACIÓN Y TRADICIÓN

RAHNER, KARL-RATZINGER, JOSEPH

PASTOR

CAMINO PASCUAL. EJERCICIOS ESPIRITUALES DADOS EN EL VATICANO

RATZINGER, JOSÉ

BAC

CAMINOS DE JESUCRISTO

RATZINGER, JOSÉ

CRISTIANDAD

CONVOCATORIAS EN EL CAMINO DE LA FE

RATZINGER, JOSÉ

CRISTIANDAD

¿DEMOCRACIA EN LA IGLESIA?

RATZINGER, JOSÉ

SAN PABLO ESPAÑA

DIOS DE LA FE Y EL DIOS DE LOS FILOSOFOS

RATZINGER, JOSÉ

ENCUENTRO

DIOS DE LOS CRISTIANOS. MEDITACIONES

RATZINGER, JOSÉ

SIGUEME

FRATERNIDAD DE LOS CRISTIANOS

RATZINGER, JOSÉ

SIGUEME

INFORME SOBRE LA FE

RATZINGER, JOSEPH- MESSORI, VITTORI

SAN PABLO GUATEMALA

LA IGLESIA. UNA COMUNIDAD SIEMPRE EN CAMINO

RATZINGER, JOSÉ

SAN PABLO ESPAÑA

OBRAS COMPLETAS DE JOSEPH RATZINGER. 8/2. IGLESIA SIGNO ENTRE LOS PUEBLOS

RATZINGER, JOSÉ

BAC

OBRAS COMPLETAS JOSEPH RATZINGER 8-1. IGLESIA SIGNO ENTRE LOS PUEBLOS

RATZINGER, JOSÉ

BAC

OBRAS COMPLETAS RATZINGER 10. RESURRECCIÓN Y VIDA ETERNA

RATZINGER, JOSÉ

BAC

OBRAS COMPLETAS RATZINGER 12. PREDICADORES DE LA PALABRA Y SERVIDORES DE VUESTRA ALEGRIA

RATZINGER, JOSÉ

BAC

OBRAS COMPLETAS RATZINGER 2. COMPRENSION DE LA REVELACION Y TEOLOGIA

RATZINGER, JOSÉ

BAC

PERMANECER EN EL AMOR. UNA VISIÓN TEOLÓGICA DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

RATZINGER, JOSÉ

BAC

¡SANTO YA!

RATZINGER, JOSÉ

LUMEN ARGENTINA

SIGNOS DE LA NUEVA VIDA. HOMILIAS SOBRE LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

RATZINGER, JOSÉ

PASTOR

OBRAS COMPLETAS JOSEPH RATZINGER 7-2. SOBRE LA ENSEÑANZA DEL CONC. IVA. II

RATZINGER, JOSÉ

BAC

FE Y FUTURO

RATZINGER, JOSÉ

DESCLEE

INSTRUCCION DONUM VITAE (SOBRE EL RESPETO DE LA VIDA HUMANA NACIENTE)

RATZINGER, JOSÉ

SAN PABLO GUATEMALA

OBRAS COMPLETAS JOSEPH RATZINGER 7-1. SOBRE LA ENSEÑANZA DEL CONC.VAT.II

RATZINGER, JOSÉ

BAC

Selección de libros siendo ya Benedicto XVI:

HACIA UN ECOEVANGELIO. EL LLAMADO ECOLÓGICO DE LOS PAPAS BENEDICTO Y FRANCISCO

BENEDICTO XVI- FRANCISCO

HERDER

ALEGRÍA DE LA FE

BENEDICTO XVI

SAN PABLO COLOMBIA

AMIGOS DE JESÚS

BENEDICTO XVI

ENCUENTRO

ARRAIGADOS Y EDIFICADOS EN CRISTO, FIRMES EN LA FE

BENEDICTO XVI

SAN PABLO ESPAÑA

CARITAS IN VERITATE (CARIDAD EN LA VERDAD)

BENEDICTO XVI

SAN PABLO GUATEMALA

DISCURSOS EN TIERRA SANTA

BENEDICTO XVI

BAC

ENSEÑANZAS DE BENEDICTO XVI.( 2-2006)

BENEDICTO XVI

EDIBESA

ESCUELA DE ORACIÓN 1. CATEQUESIS DEL PAPA

BENEDICTO XVI

CIUDAD NUEVA

EVANGELIO DE BENEDICTO XVI

BENEDICTO XVI

PALABRA ESPAÑA

FE Y CIENCIA

BENEDICTO XVI

SAL TERRA

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD XXVI

BENEDICTO XVI

SAN PABLO ESPAÑA

LA FÉ. EL DON MAS GRANDE

BENEDICTO XVI

SAN PABLO ESPAÑA

LEYENDO LA BIBLIA CON EL PAPA BENEDICTO

BENEDICTO XVI

CRISTIANDAD

MAESTROS Y MISTICAS MEDIEVALES. CATEQUESIS DEL PAPA

BENEDICTO XVI

CIUDAD NUEVA

MARÍA, MADRE DEL SI. PENSAMIENTOS MARIANOS

BENEDICTO XVI

CIUDAD NUEVA

NO ESTA AQUI HA RESUCITADO. HOMILIAS Y DISCURSOS

BENEDICTO XVI

DESCLEE

PENSAMIENTOS SOBRE LA FAMILIA

BENEDICTO XVI

SAN PABLO ESPAÑA

PENSAMIENTOS SOBRE LA FE

BENEDICTO XVI

PALABRA ESPAÑA

¿POR QUÉ CREO?

BENEDICTO XVI

SAN PABLO COLOMBIA

SOBRE TODO, EL AMOR

BENEDICTO XVI

SAL TERRA

ALEGRÍA DE LA FE

BENEDICTO XVI

SAN PABLO ESPAÑA

AÑO LITURGICO PREDICADO POR BENEDICTO XVI. CICLO A

BENEDICTO XVI

BAC

CATEQUESIS SOBRE SAN PABLO

BENEDICTO XVI

SAN PABLO GUATEMALA

DESDE ROMA A TODOS LOS CAMINOS. LOS VIAJES DE BENEDICTO XVI EN 2010

BENEDICTO XVI

COBEL EDICIONES

LOS SANTOS. TESTIGO DE LA FE

BENEDICTO XVI

SAN PABLO ESPAÑA

SOBRE EL FUNDAMENTO DE LOS APOSTOLES. CATEQUESIS SOBRE LA EXPERIENCIA Y MIS

BENEDICTO XVI

EDICIO

SPE SALVI (EN ESPERANZA FUIMOS SALVADOS)

BENEDICTO XVI

SAN PABLO GUATEMALA

ULTIMAS CONVERSACIONES CON PETER SEEWALD

BENEDICTO XVI

MENSAJERO

CREER. MANUAL DE LA FE Y DE LA VIDA CRISTIANA

BENEDICTO XVI

ROMANA

DESDE COLONIA A LOS JOVENES

BENEDICTO XVI

PALABRA ESPAÑA

LA FAMILIA

BENEDICTO XVI

PALABRA ESPAÑA

PENSAMIENTOS SOBRE LA MUJER

BENEDICTO XVI

SAN PABLO ESPAÑA

VIDA HUMANA Y ECOLOGIA

BENEDICTO XVI

PALABRA ESPAÑA

BENEDICTO XVI EN EL AÑO DE LA FE

BENEDICTO XVI

CRISTIANDAD

LUZ DEL MUNDO. EL PAPA, LA IGLESIA Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

BENEDICTO XVI

PASTOR

ABRID LAS PUERTAS A CRISTO! MEDITACIONES SOBRE JUAN PABLO II

BENEDICTO XVI

MENSAJERO

SACRAMENTUM CARITATIS

BENEDICTO XVI

SAN PABLO GUATEMALA

VERBUM DOMINI. LA PALABRA DEL SEÑOR

BENEDICTO XVI

SAN PABLO GUATEMALA

VERBUM DOMINI. LA PALABRA DEL SEÑOR(DESC.)

BENEDICTO XVI

KYRIOS

PORTA FIDEI (PUERTA DE LA FE)

BENEDICTO XVI

SAN PABLO GUATEMALA

PORTA FIDEI (PUERTA DE LA FE)

BENEDICTO XVI

KYRIOS

CATECISMO JOVEN DE LA IGLESIA CATÓLICA

BENEDICTO XVI

VERBO DIVINO

 



COMUNICADO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE GUATEMALA, 27-01-2023

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ONFERENCIA EPISCOPAL DE GUATEMALA (CEG “Gracia y paz a ustedes de parte de Dios Padre y de Jesucristo”


1.     Los obispos de Guatemala nos hemos reunido en asamblea plenaria anual del 23 al 27 de enero del presente año y al finalizar la misma queremos compartir con ustedes este mensaje con la información sobre lo decidido y también nuestras consideraciones.

2.     Iniciamos la asamblea viendo la realidad del país desde una reflexión teológico - pastoral que ilumina nuestra misión como cristianos, obispos y ciudadanos.
Las realidades que vivimos nos recuerdan nuestra vocación de pastores y nos desafían a trabajar buscando nuevos caminos.  Nos sentimos llamados a escuchar estos signos de los tiempos y a continuar el camino de reflexión, escucha y discernimiento propuestos por el sínodo universal de la Iglesia.

3.     La dura realidad de los migrantes nos ha llevado a poner estructuras y espacios de la Iglesia disponibles para brindar acogida y consuelo a miles de personas en esta situación. Este servicio está puesto seriamente en riesgo debido a las exigencias establecidas por el estado guatemalteco en el marco del proceso de registro de albergues, específicamente en las obligaciones dispuestas en el artículo 101 del Acuerdo de Autoridad Migratoria Nacional número 7-2019, Reglamento del Código de Migración. Por lo anterior, expresamos aquí nuestra inconformidad en cuanto a lo exigido ya que consideramos que nuestras Casas del Migrante deben mantenerse como un servicio de caridad respetuoso y gratuito, la aplicación estricta de la normativa impediría el mismo y nos obligaría a clausurarlas.

4.     Nos cuestiona también el tiempo de la postpandemia que ha tenido consecuencias en lo económico, en la salud física y mental. Esta experiencia nos pide no dejar en el olvido las desigualdades e injusticias que la misma develó. Tuvo también consecuencias en el desarrollo de las actividades de la Iglesia, por lo que urgimos a volver a reunirnos presencialmente sobre todo en la celebración eucarística.

5.     Es evidente el deterioro social y la violencia contra la mujer. Nos preocupan los conflictos territoriales en Nahualá-Ixtahuacán y Tajumulco-Ixchiguán. Hacemos un llamado a la paz y la reconciliación a los habitantes y pedimos a las autoridades responsables que ejerzan su mandato constitucional para favorecer la solución del problema.

6.     El deterioro de la democracia y de la aplicación de la justicia debido a la corrupción se ha hecho cada vez más evidente y el inicio del proceso electoral, en este contexto, se torna complejo y provoca escepticismo y desconfianza en el país.  No obstante, creemos en la posibilidad de la democracia como sistema de gobierno que evite la centralización y manipulación del poder. Es posible promover, aún en esas circunstancias, un proceso honesto y transparente. Hemos de actuar de tal manera que tanto electores como candidatos busquemos el bien común.

7.     Hemos orado pidiendo al Señor la unidad en el contexto de la semana de oración dedicada en la Iglesia  a este fin, al constatar constantemente la realidad de la división entre los cristianos.

8.     En esta asamblea plenaria se eligió la nueva junta directiva de la CEG para un período de tres años (2023-2026), la cual quedó integrada de la siguiente manera:
Presidente:
Mons. Rodolfo Valenzuela Núñez, obispo de La Verapaz
Vicepresidente:
Mons. Bernabé de Jesús Sagastume Lemus, obispo de San Marcos
Tesorero:
Mons. Domingo Buezo Leiva, obispo de Sololá-Chimaltenango
Secretario general:
Mons. Antonio Calderón, obispo de Jutiapa.
Miembro por oficio:
Mons. Gonzalo de Villa, Arzobispo de Santiago de Guatemala
Vocales:
            Mons. Ángel Antonio Recinos, obispo de Zacapa y prelado de Esquipulas.
            Mons. Pablo Vizcaíno Prado, obispo de Suchitepéquez-Retalhuleu.

Se eligió a Mons. Juan Manuel Cuá, obispo auxiliar de Los Altos, como delegado para el sínodo universal y a Mons. Víctor Hugo Palma Paúl, obispo de Escuintla, como delegado suplente; y también se eligieron nuevos responsables de las comisiones episcopales de pastoral y delegaciones episcopales; lo cual nos permite continuar de forma colegial con la misión que tenemos como Iglesia, integrada por las diferentes diócesis, vicariatos y prelatura.

9.     La asamblea plenaria también nos permitió tener un encuentro fraterno con algunas instituciones o instancias de la Iglesia: Seminario Mayor Nacional, Conferencia de Religiosos de Guatemala (CONFREGUA), Plan de asistencia y previsión social del clero (PAPS) y otros; que nos ha permitido el intercambio de experiencias y trabajos que nos ayudan a ver hacia el futuro para trabajar mejor. Asimismo pudimos escuchar los planes de trabajo de servidores públicos de nuestro país a quienes les pedimos dedicarse verdaderamente a favor del pueblo de Guatemala.

10.  Momento importante de comunión y oración eclesial fue la celebración de la Eucaristía presidida por Mons. Rodolfo Valenzuela Núñez, nuevo Presidente de la CEG, concelebrada por todos los obispos, numerosos presbíteros, y se contó con la participación de numerosos laicos para orar por nuestro país.

11. Agradecemos a Mons. Gonzalo de Villa por su servicio como Presidente de la CEG los últimos seis años. Todos renovamos nuestra disponibilidad de seguir trabajando en la construcción de Reino de Dios en los diferentes servicios y pedimos la oración del pueblo de Dios para que nuestro ministerio pastoral lo desarrollemos de acuerdo a la voluntad de Aquel que nos llamó y nos envió a servir a los hermanos.

12.  Finalmente, queremos pedir a nuestra madre, la Virgen del Rosario, que todos nos unamos para mantener viva la esperanza cristiana en nuestra amada Guatemala.


MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA XXXI JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO

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La Santa Sede 
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA XXXI JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 
11 de febrero de 2023
 «Cuida de él». La enfermedad como ejercicio sinodal de sanación 

Queridos hermanos y hermanas: 
La enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana. Pero, si se vive en el aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la compasión, puede llegar a ser inhumana. Cuando caminamos juntos, es normal que alguien se siente mal, que tenga que detenerse debido al cansancio o por algún contratiempo. Es ahí, en esos momentos, cuando podemos ver cómo estamos caminando: si realmente caminamos juntos, o si vamos por el mismo camino, pero cada uno lo hace por su cuenta, velando por sus propios intereses y dejando que los demás “se las arreglen ”. Por eso, en esta XXXI Jornada Mundial del Enfermo, en pleno camino sinodal, los invito a reflexionar sobre el hecho de que, es precisamente a través de la experiencia de la fragilidad y de la enfermedad,como podemos aprender a caminar juntos según el estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura. 

En el libro del profeta Ezequiel, en un gran oráculo que constituye uno de los puntos culminantes de toda la Revelación, el Señor dice así: «Yo mismo apacentaré mis ovejas y las llevaré a descansar —oráculo del Señor—. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma […]. Yo las apacentaré con justicia» (34,15-16). La experiencia del extravío, de la enfermedad y de la debilidad forman parte de nuestro camino de un modo natural, no nos excluyen del pueblo de Dios; al contrario, nos llevan al centro de la atención del Señor, que es Padre y no quiere perder a ninguno de sus hijos por el camino. Se trata, por tanto, de aprender de Él, para ser verdaderamente una comunidad que camina unida, capaz de no dejarse contagiar por la cultura del descarte. 

La Encíclica Fratelli tutti, como ustedes saben, propone una lectura actualizada de la parábola del buen samaritano. La escogí como eje, como punto de inflexión, para poder salir de las “sombras de un mundo cerrado” y “pensar y gestar un mundo abierto” (cf. n. 56). De hecho, existe una conexión profunda entre esta parábola de Jesús y las múltiples formas en las que se niega hoy la fraternidad. En particular, el hecho de que la persona golpeada y despojada sea abandonada al borde del camino, representa la condición en la que se deja a muchos de nuestros hermanos y hermanas cuando más necesitados están de ayuda. No es fácil distinguir las agresiones contra la vida y su dignidad proceden de causas naturales y adecuadas, en cambio, provienen de la injusticia y la violencia. En realidad, el nivel de las desigualdades y la prevalencia de los intereses de unos pocos ya surgen a todos los entornos humanos, hasta tal punto que resulta difícil considerar cualquier experiencia como “natural”. Todo sufrimiento tiene lugar en una “cultura” y en medio de sus contradicciones. 

Sin embargo, lo importante aquí es reconocer la condición de soledad, de abandono. Se trata de una atrocidad que puede superarse antes que cualquier otra injusticia, porque, como nos dice la parábola, todo lo que se necesita para eliminarla es un momento de atención, el movimiento interior de la compasión. Dos transeúntes, considerados religiosos, ven al herido y no se detienen. El tercero, en cambio, un samaritano, objeto de desprecio, sentimiento de compasión y se hizo cargo de aquel forastero en el camino, tratándolo como a un hermano. Obrando de ese modo, sin siquiera pensarlo, cambió las cosas, terminó un mundo más fraterno. 

Hermanos, hermanas, nunca estamos preparados para la enfermedad. Y, a menudo, ni siquiera para admitir el avance de la edad. Tenemos miedo a la vulnerabilidad y la cultura omnipresente del mercado nos empuja a negarla. No hay lugar para la fragilidad. Y, de este modo, el mal, cuando irrumpe y nos asalta, nos deja aturdidos. Puede suceder, entonces, que los demás nos abandonen, o que nos parezca que debemos abandonarlos, para no ser una carga para ellos. Así comienza la soledad, y nos llega el sentimiento amargo de una injusticia, por el que incluso el Cielo parece cerrarse. de hecho, nos cuesta permanecer en paz con Dios, cuando se arruina nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. Por eso es tan importante que toda la Iglesia, también en lo que se refiere a la enfermedad, se confronte con el ejemplo evangélico del buen samaritano, para llegar a convertirse en un auténtico “hospital de campaña”. Su misión, sobre todo en las circunstancias históricas que atravesamos, se expresa, de hecho, en el ejercicio del cuidado. Todos somos frágiles y vulnerables; todos necesitamos esa atención compasiva, que sabe detenerse, acercarse, curar y levantar. La situación de los enfermos es, por tanto, una llamada que interrumpe la indiferencia y frena el paso de quienes avanzan como si no tuvieran hermanas y hermanos. 

La Jornada Mundial del Enfermo, en efecto, no sólo invita a la oración ya la cercanía con los que sufren. También tiene como objetivo sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias ya la sociedad civil sobre una nueva forma de avanzar juntos. La profecía de Ezequiel, citada al principio, contiene un juicio muy duro acerca de las prioridades de quienes ejercen el poder económico, cultural y de gobierno sobre el pueblo: «Ustedes se alimentan con la leche, se visten 2 con la lana, sacrifican a las ovejas más gordas, y no apacientan el rebaño. No han fortalecido a la oveja débil, no han curado a la enferma, no han vendado a la herida, no han hecho volver a la descarriada, ni han buscado a la que estaba perdida. Al contrario, las han dominado con rigor y crueldad» (34,3-4). La Palabra de Dios es siempre iluminadora y actual. No sólo en su denuncia, sino también en su propuesta. De hecho, la conclusión de la parábola del buen samaritano nos sugiere cómo el ejercicio de la fraternidad, iniciado por un encuentro de tú a tú, puede extenderse a un cuidado organizado. La posada, el posadero, el dinero, la promesa de mantenerse mutuamente informados (cf. Lc 10,34-35): todo esto nos hace pensar en el ministerio de los sacerdotes; en la labor de los agentes sanitarios y sociales; en el compromiso de los familiares y de los voluntarios, gracias a los cuales, cada día, en todas las partes del mundo, el bien se opone al mal. 

Los años de la pandemia han aumentado nuestro sentimiento de gratitud hacia quienes trabajan cada día por la salud y la investigación. Pero, de una tragedia colectiva tan grande, no basta salir honrando a unos héroes. El COVID-19 puso a dura prueba esta gran red de capacidades y de solidaridad, y mostró los límites estructurales de los actuales sistemas de bienestar. Por tanto, es necesario que la gratitud vaya acompañada de una búsqueda activa, en cada país, de estrategias y de recursos, para que a todos los seres humanos se les garantice el acceso a la asistencia y el derecho fundamental a la salud.

«Cuida de él» (Lc 10,35) es la recomendación del samaritano al posadero. Jesús nos lo repite también a cada uno de nosotros, y al final nos exhorta: «Anda y haz tú lo mismo». Como subrayé en Fratelli tutti, «la parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común» (n. 67). En Realidad, «hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor» (n. 68).

El 11 de febrero de 2023, miremos también al Santuario de Lourdes como una profecía, una lección que se encomienda a la Iglesia en el corazón de la modernidad. No vale solamente lo que funciona, ni cuentan solamente los que producen. Las personas enfermas están en el centro del pueblo de Dios, que avanza con ellos como profecía de una humanidad en la que todos son valiosos y nadie debe ser descartado. 

Encomiendo a la intercesión de María, Salud de los enfermos, a cada uno de ustedes, que se encuentran enfermos; a quienes se encargan de atenderlos —en el ámbito de la familia, con su trabajo, en la investigación o en el voluntariado—; y a quienes están comprometidos en forjar vínculos personales, eclesiales y civiles de fraternidad. A todos les envío cordialmente mi Bendición Apostólica. 

Roma, San Juan de Letrán, 10 de enero de 2023 

 Francisco


MENSAJE CUARESMAL DEL PAPA FRANCISCO 2023

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PAPA FRANCISCO

La Santa Sede
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2023
Ascesis cuaresmal, un camino sinodal

Queridos hermanos y hermanas:
Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración
de Jesús. En este evento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando
estos manifiestan incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un
auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús
como el Cristo, el Hijo de Dios, contra su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo aprendió
enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después,
Jesús tomó a Pedro, a Santiago ya su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado»
(Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma.
En efecto, en este tiempo litúrgico, el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun
cuando nuestros compromisos diarios nos obligan a permanecer allí donde nos encontramos
Habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva ya veces aburrida, en Cuaresma se
nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios
una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animada siempre por la gracia, para superar
faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a jesus en el camino de la cruz. Era precisamente lo
que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del
Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el
don total de si por amor, debemos dejarnos conducir por el a un lugar desierto y elevado,
distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un
camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la
Montana. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos
hemos comprometido a realizar. Nos hara bien reflexionar sobre esta relacion que existe entre la
ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos
de un acontecimiento unico. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino
compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo
juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la
Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje.
Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que
nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos
del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el
itinerario litúrgico como en el Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y
profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de
ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz»
(Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo
alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria,
resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedió del exterior, sino que se irradió
de Él mismo. La belleza divina de esta vision fue incomparablemente mayor que cualquier
esfuerzo que los discípulos pudieron hacer para subir al Tabor. como en cualquier
excursión exigente de montaña, a medida que se aumente es necesario mantener la mirada fija
en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la
pena También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede
desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos
ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús
transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas
(cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es
inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar,
el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la
novedad La tradicion es fuente de inspiracion para buscar nuevos caminos, impidiendo las
tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración
personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y
se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda
realizar en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a
Jesús y llegó con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras
contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo»
(Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es una
tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla?
Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en
saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada
día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a
a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de
quienes necesitan ayuda. Pero quisiera agregar también otro aspecto, muy importante en el
proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y
hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y
que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tendrán miedo”. Cuando alzaron
los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para
esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de
experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus
dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la
gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la
Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con
fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe
hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunos
experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tendrán
miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser
artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en
nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en
la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

Francisco


LISTADO DE TEMAS PASCUALES

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PASCUA DE LA CREACION. ESCATOLOGIA    

   PASCUA UN PASO HACIA LO QUE NO PASA  

   LECTIO DIVINA 4. TIEMPO DE PASCUA    

LIBRO DE LA PASCUA    

ORAR Y CONTEMPLAR A LA LUZ DE LA PASXUA  

RELATO DE LA PASCUA    

RESUCITEMOS EN COMUNIDAD. CARTAS DE PASCUA   


   VIVIR EN EL ESPIRITU DE LA PASCUA    


CINCUENTENA PASCUAL   


EVANGELIO EXPLICADO 3. PASCUA A PENTECOSTES A-B-C  

HOMILIAS PASCUALES   



COMUNICADO DE LA CEG DEL 3 DE JULIO 2023.

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COMUNICADO DE LOS OBISPOS DE GUATEMALA DEL 3 DE JULIO 2023

(Vatican News)

 

Este domingo 2 de julio la Corte de Constitucionalidad de Guatemala publicó un comunicado donde expresaba que, de manera provisional, el Tribunal Supremo Electoral debe “suspender la calificación y oficialización de resultados a efecto de que, para la fecha prevista para la segunda vuelta para elección presidencial, todo haya quedado debidamente depurado”.

La soberanía es del pueblo

La Conferencia Episcopal de Guatemala hizo público un mensaje, ayer 3 de julio, donde remarcaba que “la soberanía corresponde al pueblo de Guatemala y no a los tribunales”. Como explican en su comunicado, la participación de la ciudadanía en las elecciones se realizó “dentro de las normas de respeto y emisión libre del voto”. Frente a la anulación provisoria y la ampliación para realizar impugnaciones – que ha establecido la Corte de Constitucionalidad – los obispos guatemaltecos piden a las instituciones que las atiendan lo antes posible, asegurando y contribuyendo “a la transparencia y al fortalecimiento del proceso electoral” para “que no haya dudas entre la ciudadanía sobre su honorabilidad y apego a la ley”.  

Cumplir con la voluntad de la ciudadanía

Por su parte, la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (UE) – un equipo formado por expertos electorales, ubicados en Guatemala, comisionado por la UE – hace un llamamiento a los cargos políticos y judiciales de Guatemala “para que respeten la separación de poderes y el Estado de derecho como único modo para que las inconformidades que puedan surgir sobre el proceso electoral se resuelvan con apego a la ley, en el foro establecido para ello, y cumpliendo con la voluntad popular depositada en las urnas”. Es decir: respetar el voto de los ciudadanos en las elecciones del pasado 25 de junio, que señalaron “claramente” los candidatos para la segunda vuelta el 20 de agosto, ha expresado el grupo europeo.

Obispos confían en Guatemala

 

El episcopado de Guatemala ha finalizado su comunicado reiterando su confianza en el país, invitando a los demás ciudadanos y políticos a mantenerse “firmes en la oración y en la solidaridad común”.


COMUNICADO DE LA CEG DEL 17 AGOSTO 2023

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COMUNICADO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE GUATEMALA

"Bienaventurados los que trabajan por la paz” (Mt 5, 9)

 

1. Los Obispos de Guatemala en estos últimos días antes de las votaciones en la segunda vuelta, queremos manifestar nuestro apoyo a los ciudadanos y ciudadanas de los que depende la transparencia y la eficiencia, de esta última jornada electoral.

2. La junta receptora de los votos y las juntas electorales municipales a quienes se suman los digitalizadores, los voluntarios y auxiliares, son la garantía de que se realice un proceso de votación transparente. Su vocación ciudadana se ha manifestado ampliamente en la primera vuelta y ha sido reconocida por la confianza que la población en general les ha manifestado.

3. Queremos agradecer su disponibilidad y tiempo ofrecido al servicio del pueblo de Guatemala y les invitamos a mantener esa actitud a pesar de las dificultades encontradas.

4. Exhortamos a las instituciones del Estado en particular al Ministerio Publico, a que, en apego a la Ley, favorezcan un clima de participación ciudadana en paz y armonía y no intervengan en el proceso electoral cuya responsabilidad recae en el Tribunal Supremo Electoral.

5. Invitamos a toda la población a acercarse a votar con conciencia ciudadana y amor por Guatemala, sin miedo y con responsabilidad. Pedimos a todos a aceptar con madurez y respeto la voluntad popular manifestada libremente en las urnas en un contexto democrático.

 

Guatemala de la Asunción, 17 de agosto 2023

 

+Rodolfo Valenzuela Núñez                                                    +Antonio Caldearon Cruz

Obispo de la Verapaz y                                                             Obispo de Jutiapa y

Presidente de la CEG                                                                 Secretario General de la CEG


MENSAJE DE LA CEG, 30 SEPTIEMBRE 2023

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CEG


EXHORTACION 'LAUDATE DEUM' 4 octubre 2023

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Papa Francisco

La Santa Sede

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA

LAUDATE DEUM

DEL SANTO PADRE FRANCISCO

A TODAS LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD SOBRE LA CRISIS CLIMÁTICA

 

1. «Alaben a Dios por todas sus criaturas». Esta era la invitación que hacía san Francisco de Asís con su vida, con sus cánticos, con sus gestos. Así recogía la propuesta de los salmos de la Biblia y reproducía la sensibilidad de Jesús ante las criaturas de su Padre: «Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos» (Mt 6,28-29). «¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos» (Lc 12,6). ¡Cómo no admirar esta ternura de Jesús ante todos los seres que nos acompañan en el camino!

2. Han pasado ya ocho años desde que publiqué la Carta encíclica Laudato si’, cuando quise compartir con todos ustedes, hermanas y hermanos de nuestro sufrido planeta, mis más sentidas preocupaciones sobre el cuidado de la casa común. Pero con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre. Más allá de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc.

3. Es un problema social global que está íntimamente relacionado con la dignidad de la vida humana. Los obispos de Estados Unidos manifestaron muy bien el sentido social de nuestra preocupación por el cambio climático que va más allá de un planteo meramente ecológico, porque «nuestro cuidado mutuo y nuestro cuidado de la tierra están íntimamente unidos. El cambio climático es uno de los principales desafíos a los que se enfrentan la sociedad y la comunidad mundial. Los efectos del cambio climático son soportados por las personas más vulnerables, ya sea en casa o en todo el mundo». [1] En pocas palabras lo dijeron también los obispos en el Sínodo para la Amazonia: «Los atentados contra la naturaleza tienen consecuencias contra la vida de los pueblos». [2] Y para expresar de modo contundente que ya no se trata de una cuestión secundaria o ideológica sino de un drama que nos daña a todos, los obispos africanos afirmaron que el cambio climático pone de manifiesto «un impactante ejemplo de pecado estructural». [3]

4. La reflexión y la información que podemos recoger de estos últimos ocho años, nos permite precisar y completar lo que podíamos afirmar tiempo atrás. Por esta razón, y porque la situación se vuelve más imperiosa todavía, he querido compartir con ustedes estas páginas.

1. La crisis climática global

5. Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos. Es verdad que no cabe atribuir de modo habitual cada catástrofe concreta al cambio climático global. Sin embargo, sí es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos. Por eso sabemos que cada vez que aumente la temperatura global en 0,5 grados centígrados, aumentarán también la intensidad y la frecuencia de grandes lluvias y aluviones en algunas zonas, sequías severas en otras, calores extremos en ciertas regiones y grandes nevadas en otras. [4] Si hasta ahora podíamos tener olas de calor algunas veces al año, ¿qué pasaría con un aumento de la temperatura global de 1,5 grados centígrados, del cual estamos cerca? Esas olas de calor serán mucho más frecuentes y con mayor intensidad. Si llega a superar los 2 grados, se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida, [5] con enormes y gravísimas consecuencias para todos.

Resistencias y confusiones

6. En los últimos años no han faltado personas que pretendieron burlarse de esta constatación. Mencionan supuestos datos científicamente sólidos, como el hecho de que el planeta siempre tuvo y tendrá períodos de enfriamiento y de calentamiento. Olvidan mencionar otro dato relevante: que lo que estamos verificando ahora es una inusual aceleración del calentamiento, con una velocidad tal que basta una sola generación —no siglos ni milenios— para constatarlo. El aumento del nivel del mar y el derretimiento de los glaciares pueden ser fácilmente percibidos por una persona a lo largo de su vida, y probablemente en pocos años muchas poblaciones deberán trasladar sus hogares a causa de estos hechos. 2

7. Para ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acude al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos. Se olvida que éste y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta. Tanto las sequías como las inundaciones, tanto los lagos que se secan como las poblaciones arrasadas por maremotos o desbordes, tienen en definitiva el mismo origen. Por otra parte, si hablamos de un fenómeno global no podemos confundirlo con eventos transitorios y cambiantes, que se explican en buena parte por factores locales.

8. La falta de información lleva a confundir las grandes proyecciones climáticas que suponen períodos largos —hablamos al menos de décadas— con las previsiones meteorológicas que a lo sumo pueden abarcar algunas semanas. Cuando hablamos del cambio climático nos referimos a una realidad global —con constantes variaciones locales— que persiste durante varias décadas.

9. Con la pretensión de simplificar la realidad, no faltan quienes responsabilizan a los pobres porque tienen muchos hijos y hasta pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados. Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres. [6] ¿Cómo olvidar que África, que alberga más de la mitad de los más pobres del planeta, es responsable de una mínima parte de las emisiones históricas?

10. También suele decirse que los esfuerzos por mitigar el cambio climático, reduciendo el uso de combustibles fósiles y desarrollando formas de energía más limpias, provocará una reducción de los puestos de trabajo. Lo que ocurre es que millones de personas pierden su empleo debido a las diversas consecuencias del cambio climático: tanto el aumento del nivel del mar como las sequías y muchos otros fenómenos que afectan al planeta, han dejado a mucha gente a la deriva. Por otra parte, la transición hacia formas renovables de energía, bien gestionada, así como todos los esfuerzos de adaptación a los daños del cambio climático, son capaces de generar innumerables puestos de trabajo en diferentes sectores. Esto requiere que los políticos y empresarios estén ahora mismo ocupándose de ello.

Las causas humanas

11. Ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático. Veamos por qué. La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que por ese efecto provocan el calentamiento de la tierra, se mantuvo estable hasta el siglo XIX, por debajo de las 300 partes por millón en volumen. Pero a mediados de ese siglo, en coincidencia con el desarrollo industrial, comenzaron a crecer las emisiones. En los últimos cincuenta años el aumento se aceleró notablemente, como lo ha certificado el observatorio de Mauna Loa, que toma medidas diarias de dióxido de carbono desde el año 1958. Mientras escribía la Laudato si’ se alcanzó el máximo de la historia —400 partes por millón— hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por 3 millón. [7] Más del 42% del total de las emisiones netas a partir del año 1850 se produjeron después de 1990. [8]

12. Al mismo tiempo verificamos que en los últimos cincuenta años la temperatura aumentó con una velocidad inédita, sin precedentes en los últimos dos mil años. En este período la tendencia fue de un calentamiento de 0,15 grados centígrados por década, el doble de lo ocurrido en los últimos 150 años. Desde 1850 hasta hoy la temperatura global aumentó 1,1 grados centígrados, fenómeno que se amplifica en las áreas polares. A este ritmo, es posible que en diez años alcanzaremos el límite máximo global deseable de 1,5 grados centígrados. [9] El aumento no se dio sólo en la superficie terrestre, sino también en varios kilómetros hacia arriba en la atmósfera, en la superficie de los océanos y aun en profundidades por cientos de metros. Así se incrementó además la acidificación de los mares y se redujeron sus niveles de oxígeno. Los glaciares se retraen, disminuye la cobertura nevosa y sube constantemente el nivel del mar. [10]

13. No es posible ocultar la coincidencia de estos fenómenos climáticos globales con el crecimiento acelerado de la emisión de gases de efecto invernadero sobre todo desde mediados del siglo XX. Una abrumadora mayoría de científicos especializados en clima sostienen esta correlación y sólo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia. Lamentablemente la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda.

14. Me veo obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica. Pero ya no podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios es un hecho inocultable: las enormes novedades que tienen que ver con la desbocada intervención humana sobre la naturaleza en los dos últimos siglos. Los elementos de origen natural que suelen provocar calentamiento, como las erupciones volcánicas y otros, son insuficientes para explicar la proporción y la velocidad de los cambios de las últimas décadas. [11] La evolución de las temperaturas medias superficiales no se sostiene sin el efecto del aumento de los gases de efecto invernadero.

Daños y riesgos

15. Algunas manifestaciones de esta crisis climática ya son irreversibles al menos por cientos de años, como el aumento de la temperatura global de los océanos, su acidificación y disminución de oxígeno. Las aguas oceánicas tienen una inercia térmica y se requieren siglos para normalizar la temperatura y la salinidad, lo cual afecta la supervivencia de muchas especies. Este es un signo entre tantos otros de que las demás criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas. 4

16. Lo mismo hay que decir del proceso que lleva a la disminución del hielo continental. El derretimiento de los polos no podrá revertirse por cientos de años. En lo que respecta al clima, hay factores que siguen adelante durante mucho tiempo, independientemente de los hechos que los hayan desencadenado. Por esta razón, ya no podemos detener el enorme daño que hemos causado. Sólo estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos.

17. Ciertos diagnósticos apocalípticos suelen parecer poco racionales o insuficientemente fundados. Esto no debería llevarnos a ignorar que la posibilidad de llegar a un punto crítico es real. Pequeños cambios pueden provocar cambios mayores, imprevistos y quizás ya irreversibles, debido a los factores de inercia. Así se terminaría desencadenando una cascada de acontecimientos que se precipiten como una bola de nieve. En un caso así siempre se llegará tarde, porque ninguna intervención podrá detener el proceso ya iniciado. De allí no se regresa. No podemos afirmar con certeza que en las condiciones actuales esto vaya a suceder. Sí es seguro que no deja de ser una posibilidad si tenemos en cuenta fenómenos ya en curso que “sensibilizan” al clima, como la disminución de los hielos, las modificaciones de flujos oceánicos, la deforestación en las selvas tropicales, el derretimiento del permafrost en Rusia, etc. [12]

18. Por consiguiente, urge una mirada más amplia que nos permita no sólo admirarnos por las maravillas del progreso, sino también es apremiante prestar atención a otros efectos que probablemente ni siquiera podían imaginarse un siglo atrás. Se nos pide nada más que algo de responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo.

19. Finalmente podemos agregar que la pandemia del covid-19 ha constatado la estrecha relación de la vida humana con la de otros seres vivientes y con el medio ambiente. Pero en especial ha confirmado que lo que ocurre en cualquier lugar del mundo tiene repercusiones en todo el planeta. Esto me permite repetir dos convicciones en las cuales insisto hasta el cansancio: “todo está conectado” y “nadie se salva solo”.

2. Más paradigma tecnocrático

20. En Laudato si’ ofrecí un breve desarrollo acerca del paradigma tecnocrático que está detrás del proceso actual de degradación del ambiente. Es «un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla». [13] En el fondo consiste en pensar «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico». [14] Como lógica consecuencia, «de aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos». [15]

21. Durante los últimos años hemos podido confirmar este diagnóstico al mismo tiempo que hemos asistido a un nuevo avance de dicho paradigma. La inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas parten de la idea de un ser humano sin límite alguno, cuyas capacidades 5 y posibilidades podrían ser ampliadas hasta el infinito gracias a la tecnología. Así, el paradigma tecnocrático se retroalimenta monstruosamente.

22. Sin duda no son ilimitados los recursos naturales que requiere la tecnología, como el litio, el silicio y tantos otros, pero el mayor problema es la ideología que subyace a una obsesión: acrecentar el poder humano más allá de lo imaginable, frente al cual la realidad no humana es un mero recurso a su servicio. Todo lo que existe deja de ser un don que se agradece, se valora y se cuida, y se convierte en un esclavo, en víctima de cualquier capricho de la mente humana y sus capacidades.

23. Provoca escalofríos advertir que las capacidades ampliadas por la tecnología «dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo […]. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad». [16]

Repensar nuestro uso del poder

24. No todo aumento de poder es un progreso para la humanidad. Basta pensar en las tecnologías “admirables” que fueron utilizadas para diezmar poblaciones, lanzar bombas atómicas, aniquilar etnias. Fueron momentos históricos donde la admiración ante el progreso no dejaba ver lo horroroso de sus efectos. Pero este riesgo está siempre presente, porque «el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia […]. Está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación». [17] No es extraño que un poder tan grande en semejantes manos sea capaz de arrasar con la vida, mientras la matriz de pensamiento propia del paradigma tecnocrático nos enceguece y no nos permite advertir este gravísimo problema de la humanidad actual.

25. En contra de este paradigma tecnocrático decimos que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada. Ni siquiera podemos decir que la naturaleza es un mero “marco” donde desarrollamos nuestra vida y nuestros proyectos, porque «estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados», [18] de manera que «el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro». [19]

26. Esto mismo excluye la idea de que el ser humano sea un extraño, un factor externo sólo capaz de dañar el ambiente. Debe ser considerado como parte de la naturaleza. La vida humana, la inteligencia y la libertad integran la naturaleza que enriquece a nuestro planeta y son parte de 6 sus fuerzas internas y de su equilibrio.

27. Por eso un ambiente sano también es producto de la interacción del ser humano con el ambiente, como ocurre en las culturas indígenas y como ha ocurrido durante siglos en distintas regiones de la tierra. Los grupos humanos muchas veces han “creado” ambiente, [20] lo han remodelado de alguna manera sin destruirlo ni ponerlo en peligro. El gran problema actual es que el paradigma tecnocrático ha destrozado esta sana y armónica relación. De todos modos, la indispensable superación de ese paradigma tan dañino y destructivo no se encontrará en una negación del ser humano, sino que incluye la interacción de los sistemas naturales «con los sistemas sociales». [21]

28. Necesitamos repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites. Porque nuestro poder ha aumentado frenéticamente en pocas décadas. Hemos hecho impresionantes y asombrosos progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia. Cabe repetir hoy la ironía de Soloviev: «Un siglo tan avanzado que era también el último». [22] Hace falta lucidez y honestidad para reconocer a tiempo que nuestro poder y el progreso que generamos se vuelven contra nosotros mismos. [23]

El aguijón ético

29. La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen mayores recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos. Con la ayuda de estos mecanismos, cuando se piensa iniciar un emprendimiento con fuerte intervención sobre el ambiente y altos efectos contaminantes, se ilusiona a los pobladores de la zona hablando del progreso local que podrá generarse o de las posibilidades económicas, laborales y de promoción humana que esto significará para sus hijos. Pero en realidad no parece interesarles de verdad el futuro de estas personas, porque no se les dice con claridad que detrás de ese emprendimiento quedarían una tierra arrasada; unas condiciones mucho más desfavorables para vivir y prosperar; una región desolada, menos habitable, sin vida y sin la alegría de la convivencia y de la esperanza; además del daño global que termina perjudicando a muchos más.

30. Basta pensar en el efímero entusiasmo del dinero que se recibió a cambio de depositar en un lugar residuos nucleares. La casa que se pudo comprar con ese dinero se convirtió en una tumba a causa de las enfermedades que se desencadenaron. Y no hablo movido por una imaginación desbordada sino a partir de algo que hemos vivido. Podría decirse que se trata de un ejemplo extremo, pero no cabe hablar aquí de daños “menores”, porque es precisamente la sumatoria de muchos daños que se consideran tolerables lo que termina llevándonos a la situación en la que ahora nos encontramos. 7

31. Esta situación no tiene que ver sólo con la física o la biología, sino también con la economía y nuestro modo de concebirla. La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad. En los últimos años podemos advertir que, aturdidos y extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos.

32. Se desarrollan planteos equivocados en torno a la llamada “meritocracia”, convertida en un “merecido” poder humano al que todo debe someterse, en un dominio de los que nacieron con mejores condiciones de desarrollo. Una cosa es un sano planteo sobre el valor del esfuerzo, el desarrollo de las propias capacidades y un loable espíritu de iniciativa, pero si no se busca una real igualdad de oportunidades esto se convierte fácilmente en una pantalla que consolida más aún los privilegios de unos pocos con mayor poder. Dentro de esta lógica perversa, ¿qué les importa el daño a la casa común si ellos se sienten seguros bajo la supuesta armadura de los recursos económicos que han conseguido con su capacidad y con su esfuerzo?

33. En la propia conciencia, y ante el rostro de los hijos que pagarán el daño de sus acciones, aparece la pregunta por el sentido: ¿qué sentido tiene mi vida, qué sentido tiene mi paso por esta tierra, qué sentido tienen, en definitiva, mi trabajo y mi esfuerzo?

3. La debilidad de la política internacional

34. Si bien «la historia da muestras de estar volviendo atrás […] cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino. El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día». [24] Para que haya avances sólidos y duraderos, me permito insistir que «deben ser favorecidos los acuerdos multilaterales entre los Estados». [25]

35. No es conveniente confundir el multilateralismo con una autoridad mundial concentrada en una persona o en una élite con excesivo poder: «Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal». [26] Hablemos sobre todo de «organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales». [27] La cuestión es que deben estar dotadas de autoridad real de manera que se pueda “asegurar” el cumplimiento de algunos objetivos irrenunciables. De este modo se daría lugar a un multilateralismo que no dependa de las circunstancias políticas cambiantes o de los intereses de unos pocos y que tenga una eficacia estable. 8

36. Sigue siendo lamentable que las crisis mundiales sean desaprovechadas cuando serían la ocasión para provocar cambios saludables. [28] Es lo que ocurrió en la crisis financiera de 2007- 2008 y ha vuelto a ocurrir en la crisis del covid-19. Porque «las verdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes». [29]

 

 

Reconfigurar el multilateralismo

37. Más que salvar el viejo multilateralismo, parece que el desafío actual está en reconfigurarlo y recrearlo teniendo en cuenta la nueva situación mundial. Los invito a reconocer que «tantas agrupaciones y organizaciones de la sociedad civil ayudan a paliar las debilidades de la Comunidad internacional, su falta de coordinación en situaciones complejas, su falta de atención frente a derechos humanos». [30] Por ejemplo, el proceso de Ottawa contra el uso, producción y manufactura de las minas antipersonales es un ejemplo que muestra cómo la sociedad civil con sus organizaciones es capaz de crear dinámicas eficientes que las Naciones Unidas no logran. De este modo, se aplica el principio de subsidiariedad también a la relación mundial-local.

38. A mediano plazo, la globalización favorece intercambios culturales espontáneos, mayor conocimiento mutuo y caminos de integración de las poblaciones que terminen provocando un multilateralismo “desde abajo” y no simplemente decidido por las élites del poder. Las exigencias que brotan desde abajo en todo el mundo, donde luchadores de los más diversos países se ayudan y se acompañan, pueden terminar presionando a los factores de poder. Es de esperar que esto ocurra con respecto a la crisis climática. Por eso reitero que «si los ciudadanos no controlan al poder político —nacional, regional y municipal—, tampoco es posible un control de los daños ambientales». [31]

39. La cultura posmoderna generó una nueva sensibilidad hacia los que son más débiles y menos dotados de poder. Esto se conecta con mi insistencia en la Carta encíclica Fratelli tutti sobre el primado de la persona humana y la defensa de su dignidad más allá de toda circunstancia. Es otro modo de invitar al multilateralismo en orden a resolver los problemas reales de la humanidad, procurando ante todo el respeto a la dignidad de las personas de manera que la ética prime por sobre las conveniencias locales o circunstanciales.

40. No se trata de reemplazar a la política, porque por otro lado las potencias emergentes se vuelven cada vez más relevantes y de hecho son capaces de obtener resultados importantes en la resolución de problemas concretos, como algunas de ellas han demostrado en la pandemia. Precisamente el hecho de que las respuestas a los problemas puedan venir de cualquier país, aunque sea pequeño, termina presentando al multilateralismo como un camino inevitable.

41. La vieja diplomacia, también en crisis, sigue mostrando su importancia y su necesidad. 9 Todavía no ha logrado generar un modelo de diplomacia multilateral que responda a la nueva configuración del mundo, pero, si sabe reconfigurarse, debe ser parte de la solución, porque la experiencia de siglos tampoco puede ser desechada.

42. El mundo se vuelve tan multipolar y a la vez tan complejo que se requiere un marco diferente de cooperación efectiva. No basta pensar en los equilibrios de poder sino también en la necesidad de dar respuesta a los nuevos desafíos y de reaccionar con mecanismos globales ante los retos ambientales, sanitarios, culturales y sociales, especialmente para consolidar el respeto a los derechos humanos más elementales, a los derechos sociales y al cuidado de la casa común. Se trata de establecer reglas globales y eficientes que permitan “asegurar” esta tutela mundial.

43. Todo esto supone generar un nuevo procedimiento de toma de decisiones y de legitimación de esas decisiones, porque el establecido varias décadas atrás no es suficiente ni parece eficaz. En este marco necesariamente se requieren espacios de conversación, de consulta, de arbitraje, de resolución de conflictos y de supervisión, y en definitiva una suerte de mayor “democratización” en el ámbito global para que se expresen e incorporen las variadas situaciones. Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos.

4. Las conferencias sobre el clima: avances y fracasos

44. Desde hace décadas, representantes de más de 190 países se reúnen periódicamente para tratar la cuestión climática. La Conferencia de Río de Janeiro de 1992 llevó a la adopción de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), un tratado que entró en vigor cuando se alcanzaron las necesarias ratificaciones de los países firmantes en 1994. Estos Estados se reúnen cada año en la Conferencia de las Partes (COP), máximo organismo para la toma de decisiones. Algunas fueron fracasos, como la de Copenhague (2009), mientras otras permitieron dar pasos importantes, como la COP3 de Kyoto (1997). Su valioso Protocolo es el que puso como objetivo reducir las emisiones complexivas de gases de efecto invernadero un 5% con respecto a 1990. El plazo era el año 2012, pero evidentemente no se cumplió.

45. Todas las partes se comprometían además a implementar programas de adaptación para reducir los efectos del cambio climático ya en curso. Se preveía también una ayuda para cubrir los costos de estas medidas en los países en vías de desarrollo. El Protocolo en realidad entró en vigor en 2005.

46. Posteriormente se propuso un mecanismo relativo a las pérdidas y los daños (loss and damage) causados por el cambio climático, que reconoce como principales responsables a los países más ricos y procura compensar los daños y las pérdidas que el cambio climático produce en los países más vulnerables. No se trata ya de financiar la “adaptación” de estos países sino de 10 compensarlos por los daños ya sufridos. Esta cuestión fue objeto de importantes discusiones en varias COP.

47. La COP21 de París (2015) fue otro momento significativo, porque generó un acuerdo que involucró a todos. Puede considerarse un nuevo comienzo, teniendo en cuenta el incumplimiento de los objetivos planteados en la etapa anterior. El acuerdo entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Si bien es un acuerdo vinculante, no todas las prescripciones son obligaciones en sentido estricto y algunas de ellas dan lugar a una amplia discrecionalidad. Por otra parte, aun para las obligaciones incumplidas no se prevén estrictamente sanciones ni hay instrumentos eficaces para garantizar su cumplimiento. Prevé también formas de flexibilidad para países en vías de desarrollo.

48. El Acuerdo de París presenta un gran objetivo a largo plazo: mantener el aumento de las temperaturas medias globales por debajo de los 2 grados con respecto a los niveles preindustriales, intentando aun bajar a los 1,5 grados. Todavía se está trabajando para consolidar prácticas concretas de monitorización y facilitar criterios generales que permitan comparar los objetivos de los distintos países. Esto dificulta una valoración más objetiva (cuantitativa) de los resultados reales.

49. Después de algunas Conferencias con escasos resultados, y la decepción de la COP25 de Madrid (2019), se esperaba revertir esta inercia en la COP26 de Glasgow (2021). Básicamente, su resultado fue relanzar el Acuerdo de París puesto en duda por los condicionamientos y efectos de la pandemia. Por lo demás, abundaron las “exhortaciones” cuya incidencia real era poco previsible. Las propuestas tendientes a asegurar una transición rápida y efectiva hacia formas alternativas de energía menos contaminantes no pudieron avanzar.

50. La COP27 de Sharm El Sheikh (2022) estuvo desde el inicio amenazada por la situación que creó la invasión a Ucrania, que causó una importante crisis económica y energética. El uso del carbón aumentó y todos querían asegurarse su abastecimiento. Los países en vías de desarrollo consideraban una prioridad urgente acceder a la energía y a las posibilidades de desarrollo. Hubo un claro sinceramiento al reconocer que de hecho los combustibles fósiles proveen todavía el 80% de la energía mundial y que su uso sigue en aumento.

51. Esta Conferencia egipcia fue un ejemplo más de la dificultad de las negociaciones. Podría decirse que produjo al menos un avance en la consolidación del sistema de financiación por “las pérdidas y los daños” en los países más afectados por los desastres climáticos. Esto parecía dar nueva voz y mayor participación a los países en vías de desarrollo. Pero aun en esta cuestión muchos puntos quedaron imprecisos, sobre todo la responsabilidad concreta de los países que deben aportar.

52. Hoy podemos seguir afirmando que «los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación 11 porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos. Los principios enunciados siguen reclamando caminos eficaces y ágiles de ejecución práctica». [32] También que «las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad». [33]

5. ¿Qué se espera de la COP28 de Dubai?

53. Los Emiratos Árabes Unidos hospedarán la próxima Conferencia de las Partes (COP28). Es un país del Golfo Pérsico que se caracteriza por ser un gran exportador de energías fósiles, si bien ha hecho importantes inversiones en energías renovables. Mientras tanto, las empresas de gas y petróleo ambicionan nuevos proyectos allí para ampliar más aún la producción. Decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida, porque implicaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático.

54. Si confiamos en la capacidad del ser humano de trascender sus pequeños intereses y de pensar en grande, no podemos dejar de soñar que esta COP28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente. Esta Convención puede ser un punto de inflexión, que muestre que todo lo que se ha hecho desde 1992 iba en serio y valió la pena, o será una gran decepción y pondrá en riesgo lo bueno que se haya podido lograr hasta ahora.

55. A pesar de tantas negociaciones y acuerdos, las emisiones globales siguieron creciendo. Es verdad que se puede afirmar que sin estos acuerdos habrían crecido todavía más. Pero en otros temas relacionados con el medio ambiente, cuando hubo voluntad, se obtuvieron resultados muy significativos, como ocurrió con la protección de la capa de ozono. En cambio, la transición que se necesita, hacia energías limpias como la eólica y la solar, abandonando los combustibles fósiles, no tiene la velocidad necesaria. Por consiguiente, lo que se está haciendo corre el riesgo de interpretarse sólo como un juego para distraer.

56. Necesitamos superar la lógica de aparecer como seres sensibles y al mismo tiempo no tener la valentía de producir cambios sustanciales. Sabemos que, a este ritmo, sólo en pocos años superaremos el límite máximo deseable de 1,5 grados centígrados y en poco tiempo más podríamos llegar a los 3 grados, con un alto riesgo de alcanzar un punto crítico. Aunque no se llegara a este punto de no retorno, lo cierto es que las consecuencias serían desastrosas y deberían tomarse medidas de modo precipitado, con costos enormes y con gravísimas e intolerables consecuencias económicas y sociales. Si las medidas que tomemos ahora tienen costos, estos serán muchos más pesados mientras más esperemos.

57. Considero imprescindible insistir en que «buscar sólo un remedio técnico a cada problema 12 ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial». [34] Es verdad que son necesarios los esfuerzos de adaptación frente a los males que son irreversibles en el corto plazo. También son positivas algunas intervenciones y avances tecnológicos que permitan absorber o capturar los gases emitidos. Pero corremos el riesgo de quedarnos encerrados en la lógica de emparchar, colocar remiendos, atar con alambre, mientras por lo bajo avanza un proceso de deterioro que continuamos alimentando. Suponer que cualquier problema futuro podrá ser resuelto con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo homicida, como patear hacia adelante una bola de nieve.

58. Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos. Aceptemos finalmente que es un problema humano y social en un variado arco de sentidos. Por eso se requiere un acompañamiento de todos. Suelen llamar la atención en las Conferencias sobre el clima las acciones de grupos que son criticados como “radicalizados”. Pero en realidad ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana “presión”, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos.

59. Si hay un interés sincero en lograr que la COP28 sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo cabe esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente. Esto para lograr que se inicie un nuevo proceso destacado por tres aspectos: que sea drástico, que sea intenso y que cuente con el compromiso de todos. No es lo que ocurrió en el camino recorrido hasta ahora, y sólo con ese proceso se podría recuperar la credibilidad de la política internacional, porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males.

60. Ojalá quienes intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza. A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: «¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?». [35]

 

6. Las motivaciones espirituales

61. A los fieles católicos no quiero dejar de recordarles las motivaciones que brotan de la propia fe. Aliento a los hermanos y hermanas de otras religiones a que hagan lo mismo, porque sabemos que la fe auténtica no sólo da fuerzas al corazón humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado. 13

A la luz de la fe

62. La Biblia narra que «Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno» ( Gn 1,31). De Él es «la tierra y todo lo que hay en ella» ( Dt 10,14). Por eso Él nos dice: «La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes» ( Lv 25,23). Entonces, «esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo». [36]

63. Por otra parte, «el conjunto del universo, con sus múltiples relaciones, muestra mejor la inagotable riqueza de Dios». Por consiguiente, para ser sabios, «necesitamos captar la variedad de las cosas en sus múltiples relaciones». [37] En este camino de sabiduría, no es irrelevante para nosotros que desaparezcan tantas especies, que la crisis climática ponga en riesgo la vida de tantos seres.

64. Jesús «podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atención llena de cariño y asombro. Cuando recorría cada rincón de su tierra se detenía a contemplar la hermosura sembrada por su Padre, e invitaba a sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino». [38]

65. Al mismo tiempo, «las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa». [39] Si «el universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo, entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre». [40] El mundo canta un Amor infinito, ¿cómo no cuidarlo?

Caminar en comunión y compromiso

66. Dios nos ha unido a todas sus criaturas. Sin embargo, el paradigma tecnocrático nos puede aislar del mundo que nos rodea, y nos engaña haciéndonos olvidar que todo el mundo es una “zona de contacto”. [41]

67. La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres, pero hoy nos vemos obligados a reconocer que sólo es posible sostener un “antropocentrismo situado”. Es decir, reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas, porque «todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde». [42] 14

68. Esto no es producto de nuestra voluntad, tiene otro origen que está en la raíz de nuestro ser, ya que «Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación». [43] Así terminamos con la idea de un ser humano autónomo, todopoderoso, ilimitado, y nos repensamos a nosotros mismos para entendernos de una manera más humilde y más rica.

69. Invito a cada uno a acompañar este camino de reconciliación con el mundo que nos alberga, y a embellecerlo con el propio aporte, porque ese empeño propio tiene que ver con la dignidad personal y con los grandes valores. Sin embargo, no puedo negar que es necesario ser sinceros y reconocer que las soluciones más efectivas no vendrán sólo de esfuerzos individuales sino ante todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional.

70. No obstante, todo suma, y evitar entre todos un aumento de una décima de grado en la temperatura global ya puede ser suficiente para evitar algunos sufrimientos a muchas personas. Pero lo que importa es algo menos cuantitativo: recordar que no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas.

71. El esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, va creando una nueva cultura. Este solo hecho de modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios alimenta la preocupación frente a las responsabilidades incumplidas de los sectores políticos y la indignación ante el desinterés de los poderosos. Advirtamos entonces que, aun cuando esto no produce de inmediato un efecto muy notable desde el punto de vista cuantitativo, sí colabora para gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad.

72. Si consideramos que las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres, [44] podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo.

73. «Alaben a Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo.

Dado en Roma, en la Basílica de San Juan de Letrán, el 4 de octubre, Fiesta de san Francisco de Asís, del año 2023, décimo primero de mi Pontificado.

FRANCISCO


CARTA AL PUEBLO DE DIOS. La Sinodalidad. 25 Octubre 2023

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Carta al Pueblo de Dios: La sinodalidad es el camino de la Iglesia del tercer milenio

Este miércoles, 25 de octubre, fue publicada la Carta de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios. Compartimos el texto integral de la “Carta al Pueblo de Dios” que fue aprobada por la Asamblea Sinodal.

Queridas hermanas, queridos hermanos:

Cuando se acerca la conclusión de los trabajos de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, queremos, con todos vosotros, dar gracias a Dios por la hermosa y rica experiencia que acabamos de vivir. Este tiempo bendecido lo hemos vivido en profunda comunión con todos vosotros. Hemos sido sostenidos por vuestras oraciones, llevando con nosotros vuestras expectativas, vuestras preguntas y también vuestros miedos.

Han pasado ya dos años desde que, a petición del Papa Francisco, se inició un largo proceso de escucha y discernimiento, abierto a todo el pueblo de Dios, sin excluir a nadie para “caminar juntos”, bajo la guía del Espíritu Santo, discípulos misioneros siguiendo a Jesucristo.

La sesión que nos ha reunido en Roma desde el 30 de septiembre constituye una etapa importante en este proceso. Por muchos motivos, ha sido una experiencia sin precedentes. Por primera vez, por invitación del Papa Francisco, hombres y mujeres han sido invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse en la misma mesa para formar parte no solo de las discusiones, sino también de las votaciones de esta Asamblea del Sínodo de los Obispos. Juntos, en la complementariedad de nuestras vocaciones, de nuestros carismas y de nuestros ministerios, hemos escuchado intensamente la Palabra de Dios y la experiencia de los demás. Utilizando el método de la conversación en el Espíritu, hemos compartido con humildad las riquezas y las pobrezas de nuestras comunidades en todos los continentes, tratando de discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia hoy.

Así hemos experimentado también la importancia de favorecer intercambios recíprocos entre la tradición latina y las tradiciones del Oriente cristiano. la participación de delegados fraternos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales ha enriquecido profundamente nuestros debates. Nuestra asamblea

se ha llevado a cabo en el contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y escandalosas desigualdades han resonado dolorosamente en nuestros corazones y han dado a nuestros trabajos una gravedad peculiar, más aún cuando algunos de nosotros venimos de países en los que la guerra se intensifica.

Hemos rezado por las víctimas de la violencia homicida, sin olvidar a todos a los que la miseria y la corrupción les han arrojado a los peligrosos caminos de la emigración. Hemos garantizado nuestra solidaridad y nuestro compromiso al lado de las mujeres y de los hombres que en cualquier lugar del mundo actúan como artesanos de justicia y de paz.

Por invitación del Santo Padre, hemos dado un espacio importante al silencio, para favorecer entre nosotros la escucha respetuosa y el deseo de comunión en el Espíritu. Durante la vigilia ecuménica de apertura, experimentamos cómo la sed de unidad crece en la contemplación silenciosa de Cristo crucificado. “La cruz es, de hecho, la única cátedra de Aquel que, dando su vida por la salvación del mundo, encomendó sus discípulos al Padre, para que ‘todos sean uno’ (Jn 17,21). Firmemente unidos en la esperanza que nos da Su Resurrección, Le hemos encomendado nuestra Casa común, donde resuenan, cada vez con mayor urgencia, el clamor de la tierra y el clamor de los pobres: ‘¡Laudate Deum!’”, recordó el Papa Francisco precisamente al inicio de nuestros trabajos. Día tras día, hemos sentido el apremiante llamamiento a la conversión pastoral y misionera. Porque la vocación de la Iglesia es anunciar el Evangelio no concentrándose en sí misma, sino poniéndose al servicio del amor infinito con el que Dios ama el mundo (cf. Jn 3,16).

Ante la pregunta de qué esperan de la Iglesia con ocasión de este sínodo, algunas personas sin hogar que viven en los alrededores de la Plaza de San Pedro respondieron: “¡Amor!” Este amor debe seguir siendo siempre el corazón ardiente de la Iglesia, amor trinitario y eucarístico, como recordó el Papa, evocando el 15 de octubre, en la mitad del camino de nuestra asamblea, el mensaje de Santa Teresa del Niño Jesús. “Es la confianza” lo que nos da la audacia y la libertad interior que hemos experimentado, sin dudar en expresar nuestras convergencias y nuestras diferencias, nuestros deseos y nuestras preguntas, libremente y humildemente.

25/10/2023 El Papa: El clericalismo es una forma de mundanidad que daña al pueblo fiel de Dios

¿Y ahora? Esperamos que los meses que nos separan de la segunda sesión, en octubre de 2024, permitan a cada uno participar concretamente en el dinamismo de la comunión misionera indicada en la palabra “sínodo”. No se trata de una ideología, sino de una experiencia arraigada en la Tradición

Apostólica. Como nos recordó el Papa al inicio de este proceso: “Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad […] promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos” (9 de octubre de 2021). Los desafíos son múltiples y las preguntas numerosas: la relación de síntesis de la primera sesión aclarará los puntos de acuerdo alcanzados, evidenciará las cuestiones abiertas e indicará cómo continuar el trabajo”.

Para progresar en su discernimiento, la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos, comenzando por los más pobres. Eso requiere, por su parte, un camino de conversión, que es también un camino de alabanza: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños” ( Lc 10,21). Se trata de escuchar a aquellos que no tienen derecho a la palabra en la sociedad o que se sienten excluidos, también de la Iglesia. Escuchar a las personas víctimas del racismo en todas sus formas, en particular en algunas regiones de los pueblos indígenas cuyas culturas han sido humilladas. Sobre todo, la Iglesia de nuestro tiempo tiene el deber de escuchar, con espíritu de conversión, a aquellos que han sido víctimas de abusos cometidos por miembros del cuerpo eclesial, y de comprometerse concretamente y estructuralmente para que eso no vuelva a suceder.

La Iglesia necesita también escuchar a los laicos, a las mujeres y a los hombres, todos llamados a la santidad en virtud de su vocación bautismal: el testimonio de los catequistas, que en muchas situaciones son los primeros en anunciar el Evangelio; la sencillez y la vivacidad de los niños, el entusiasmo de los jóvenes, sus preguntas y sus peticiones; los sueños de los ancianos, su sabiduría y su memoria. La Iglesia necesita escuchar a las familias, sus preocupaciones educativas, el testimonio cristiano que ofrecen en el mundo de hoy. Necesita acoger las voces de aquellos que desean ser involucrados en ministerios laicales o en organismos participativos de discernimiento y de decisión. La Iglesia necesita particularmente, para progresar en el discernimiento sinodal, recoger todavía más las palabras y la experiencia de los ministros ordenados: los sacerdotes, primeros colaboradores de los obispos, cuyo ministerio sacramental es indispensable en la vida de todo el cuerpo; los diáconos, que a través de su ministerio representan la preocupación de toda la Iglesia por el servicio a los más vulnerables. Debe también dejarse interpelar por la voz profética de la vida consagrada, centinela vigilante de las llamadas del Espíritu. Y debe también estar atenta a aquellos que no comparten su fe, pero que buscan la verdad, y en los que está presente y activo el Espíritu, Él que ofrece “a todos la

posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (Gaudium et spes 22).

“El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Papa Francisco, 17 de octubre de 2015). No debemos tener miedo de responder a esta llamada. La Virgen María, primera en el camino, nos acompaña en nuestro peregrinaje. En las alegrías y en los dolores Ella nos muestra a su Hijo y nos invita a la confianza. ¡Es Él, Jesús, nuestra única esperanza!

Ciudad del Vaticano, 25 de octubre de 2023


EXHORTACION APOSTOLICA SOBRE LA CONFIANZA EN EL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS

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Papa Francisco

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
DEL SANTO PADRE FRANCISCO
SOBRE LA CONFIANZA EN EL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS
CON MOTIVO DEL 150.º ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE
SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS Y DE LA SANTA FAZ

1. « C’est la confiance et rien que la confiance qui doit nous conduire à l'Amour»: «La confianza, y
nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor». [1]
2. Estas palabras tan contundentes de santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz lo dicen
todo, resumen la genialidad de su espiritualidad y bastarían para justificar que se la haya
declarado doctora de la Iglesia. Sólo la confianza, “nada más”, no hay otro camino por donde
podamos ser conducidos al Amor que todo lo da. Con la confianza, el manantial de la gracia
desborda en nuestras vidas, el Evangelio se hace carne en nosotros y nos convierte en canales
de misericordia para los hermanos.
3. Es la confianza la que nos sostiene cada día y la que nos mantendrá de pie ante la mirada del
Señor cuando nos llame junto a Él: «En la tarde de esta vida, compareceré delante de ti con las
manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias
tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor
la posesión eterna de Ti mismo». [2]
4. Teresita es una de las santas más conocidas y queridas en todo el mundo. Como sucede con
san Francisco de Asís, es amada incluso por no cristianos y no creyentes. También ha sido
reconocida por la UNESCO entre las figuras más significativas para la humanidad
contemporánea. [3] Nos hará bien profundizar su mensaje al conmemorar el 150.º aniversario de
su nacimiento, que tuvo lugar en Alençon el 2 de enero de 1873, y el centenario de su
beatificación. [4] Pero no he querido hacer pública esta Exhortación en alguna de esas fechas, o
el día de su memoria, para que este mensaje vaya más allá de esa celebración y sea asumido
como parte del tesoro espiritual de la Iglesia. La fecha de esta publicación, memoria de santa
Teresa de Ávila, quiere presentar a santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz como fruto
maduro de la reforma del Carmelo y de la espiritualidad de la gran santa española.
5. Su vida terrena fue breve, apenas veinticuatro años, y sencilla como una más, transcurrida
primero en su familia y luego en el Carmelo de Lisieux. La extraordinaria carga de luz y de amor
que irradiaba su persona se manifestó inmediatamente después de su muerte con la publicación
de sus escritos y con las innumerables gracias obtenidas por los fieles que la invocaban.
6. La Iglesia reconoció rápidamente el valor extraordinario de su figura y la originalidad de su
espiritualidad evangélica. Teresita conoció al Papa León XIII con motivo de la peregrinación a
Roma en 1887 y le pidió permiso para entrar en el Carmelo a la edad de quince años. Poco
después de su muerte, san Pío X percibió su enorme estatura espiritual, tanto que afirmó que se
convertiría en la santa más grande de los tiempos modernos. Declarada venerable en 1921 por
Benedicto XV, que elogió sus virtudes centrándolas en el “caminito” de la infancia espiritual,
[5] fue beatificada hace cien años y luego canonizada el 17 de mayo de 1925 por Pío XI, quien
agradeció al Señor por permitirle que Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz fuera “la primera
beata que elevó a los honores de los altares y la primera santa canonizada por él”. [6] El mismo
Papa la declaró patrona de las Misiones en 1927. [7]Fue proclamada una de las patronas de
Francia en 1944 por el venerable Pío XII, [8] que en varias ocasiones profundizó el tema de la
infancia espiritual. [9] A san Pablo VI le gustaba recordar su bautismo, recibido el 30 de
septiembre de 1897, día de la muerte de santa Teresita, y en el centenario de su nacimiento
dirigió al obispo de Bayeux y Lisieux un escrito sobre su doctrina. [10] Durante su primer viaje
apostólico a Francia, en junio de 1980, san Juan Pablo II fue a la basílica dedicada a ella y en
1997 la declaró doctora de la Iglesia, [11] considerándola además «como experta en la scientia
amoris». [12] Benedicto XVI retomó el tema de su “ ciencia del amor”, proponiéndola como «guía
para todos, sobre todo para quienes, en el pueblo de Dios, desempeñan el ministerio de
teólogos». [13] Finalmente, tuve la alegría de canonizar a sus padres Luis y Celia en el año 2015,
durante el Sínodo sobre la familia, y recientemente le dediqué una catequesis en el ciclo sobre el
celo apostólico. [14]
1. Jesús para los demás
7. En el nombre que ella eligió como religiosa se destaca Jesús: el “Niño” que manifiesta el
misterio de la Encarnación y la “Santa Faz”, es decir, el rostro de Cristo que se entrega hasta el
fin en la Cruz. Ella es “santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz”.
8. El Nombre de Jesús es continuamente “respirado” por Teresa como acto de amor, hasta el
último aliento. También había grabado estas palabras en su celda: “Jesús es mi único amor”. Fue
su interpretación de la afirmación culminante del Nuevo Testamento: «Dios es amor» (1 Jn
4,8.16).
2
Alma misionera
9. Como sucede en todo encuentro auténtico con Cristo, esta experiencia de fe la convocaba a la
misión. Teresita pudo definir su misión con estas palabras: «En el cielo desearé lo mismo que
deseo ahora en la tierra: amar a Jesús y hacerle amar». [15] Escribió que había entrado al
Carmelo «para salvar almas». [16] Es decir, no entendía su consagración a Dios sin la búsqueda
del bien de los hermanos. Ella compartía el amor misericordioso del Padre por el hijo pecador y el
del Buen Pastor por las ovejas perdidas, lejanas, heridas. Por eso es patrona de las misiones,
maestra de evangelización.
10. Las últimas páginas de Historia de un alma [17] son un testamento misionero, expresan su
modo de entender la evangelización por atracción, [18] no por presión o proselitismo. Vale la pena
leer cómo lo sintetiza ella misma: «“ Atráeme, y correremos tras el olor de tus perfumes”. ¡Oh,
Jesús!, ni siquiera es, pues, necesario decir: Al atraerme a mí, atrae también a las almas que
amo. Esta simple palabra, “Atráeme”, basta. Lo entiendo, Señor. Cuando un alma se ha dejado
fascinar por el perfume embriagador de tus perfumes, ya no puede correr sola, todas las almas
que ama se ven arrastradas tras de ella. Y eso se hace sin tensiones, sin esfuerzos, como una
consecuencia natural de su propia atracción hacia ti. Como un torrente que se lanza
impetuosamente hacia el océano arrastrando tras de sí todo lo que encuentra a su paso, así,
Jesús mío, el alma que se hunde en el océano sin riberas de tu amor atrae tras de sí todos los
tesoros que posee... Señor, tú sabes que yo no tengo más tesoros que las almas que tú has
querido unir a la mía». [19]
11. Aquí ella cita las palabras que la novia dirige al novio en el Cantar de los Cantares (1,3-4),
según la interpretación profundizada por los dos doctores del Carmelo, santa Teresa de Jesús y
san Juan de la Cruz. El Esposo es Jesús, el Hijo de Dios que se unió a nuestra humanidad en la
Encarnación y la redimió en la Cruz. Allí, desde su costado abierto, dio a luz a la Iglesia, su
amada Esposa, por la que entregó su vida (cf. Ef 5,25). Lo que llama la atención es cómo
Teresita, consciente de que está cerca de la muerte, no vive este misterio encerrada en sí misma,
sólo en un sentido consolador, sino con un ferviente espíritu apostólico.
La gracia que nos libera de la autorreferencialidad
12. Algo semejante ocurre cuando se refiere a la acción del Espíritu Santo, que adquiere de
inmediato un sentido misionero: «Esa es mi oración. Yo pido a Jesús que me atraiga a las llamas
de su amor, que me una tan íntimamente a Él que sea Él quien viva y quien actúe en mí. Siento
que cuanto más abrase mi corazón el fuego del amor, con mayor fuerza diré: “Atráeme”; y que
cuanto más se acerquen las almas a mí (pobre trocito de hierro, si me alejase de la hoguera
divina), más ligeras correrán tras los perfumes de su Amado. Porque un alma abrasada de amor
no puede estarse inactiva». [20]
3
13. En el corazón de Teresita, la gracia del bautismo se convierte en un torrente impetuoso que
desemboca en el océano del amor de Cristo, arrastrando consigo una multitud de hermanas y
hermanos, lo que ocurrió especialmente después de su muerte. Fue su prometida «lluvia de
rosas». [21]
2. El caminito de la confianza y del amor
14. Uno de los descubrimientos más importantes de Teresita, para el bien de todo el Pueblo de
Dios, es su “caminito”, el camino de la confianza y del amor, también conocido como el camino de
la infancia espiritual. Todos pueden seguirlo, en cualquier estado de vida, en cada momento de la
existencia. Es el camino que el Padre celestial revela a los pequeños (cf. Mt 11,25).
15. Teresita relató el descubrimiento del caminito en la Historia de un alma: [22] «A pesar de mi
pequeñez, puedo aspirar a la santidad. Agrandarme es imposible; tendré que soportarme tal cual
soy, con todas mis imperfecciones. Pero quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy
recto y muy corto, por un caminito totalmente nuevo». [23]
16. Para describirlo, usa la imagen del ascensor: «¡El ascensor que ha de elevarme hasta el cielo
son tus brazos, Jesús! Y para eso, no necesito crecer; al contrario, tengo que seguir siendo
pequeña, tengo que empequeñecerme más y más». [24] Pequeña, incapaz de confiar en sí
misma, aunque firmemente segura en la potencia amorosa de los brazos del Señor.
17. Es el “dulce camino del amor”, [25] abierto por Jesús a los pequeños y a los pobres, a todos.
Es el camino de la verdadera alegría. Frente a una idea pelagiana de santidad, [26] individualista
y elitista, más ascética que mística, que pone el énfasis principal en el esfuerzo humano, Teresita
subraya siempre la primacía de la acción de Dios, de su gracia. Así llega a decir: «Sigo teniendo
la misma confianza audaz de llegar a ser una gran santa, pues no me apoyo en mis méritos
—que no tengo ninguno—, sino en Aquel que es la Virtud y la Santidad mismas. Sólo Él,
conformándose con mis débiles esfuerzos, me elevará hasta Él y, cubriéndome con sus méritos
infinitos, me hará santa». [27]
Más allá de todo mérito
18. Este modo de pensar no contrasta con la tradicional enseñanza católica sobre el crecimiento
de la gracia; es decir que, justificados gratuitamente por la gracia santificante, somos
transformados y capacitados para cooperar con nuestras buenas acciones en un camino de
crecimiento en la santidad. De este modo somos elevados de tal manera que podemos tener
reales méritos para el desarrollo de la gracia recibida.
19. Teresita, sin embargo, prefiere destacar el primado de la acción divina e invitar a la confianza
plena mirando el amor de Cristo que se nos ha dado hasta el fin. En el fondo, su enseñanza es
4
que, dado que no podemos tener certeza alguna mirándonos a nosotros mismos, [28] tampoco
podemos tener certeza de poseer méritos propios. Entonces no es posible confiar en estos
esfuerzos o cumplimientos. El Catecismo ha querido citar las palabras de santa Teresita cuando
dice al Señor: «Compareceré delante de ti con las manos vacías», [29] para expresar que «los
santos han tenido siempre una conciencia viva de que sus méritos eran pura gracia». [30] Esta
convicción despierta una gozosa y tierna gratitud.
20. Por consiguiente, la actitud más adecuada es depositar la confianza del corazón fuera de
nosotros mismos: en la infinita misericordia de un Dios que ama sin límites y que lo ha dado todo
en la Cruz de Jesucristo. [31] Por esta razón Teresita nunca usa la expresión, frecuente en su
tiempo, “me haré santa”.
21. Sin embargo, su confianza sin límites alienta a quienes se sienten frágiles, limitados,
pecadores, a dejarse llevar y transformar para llegar alto: «Si todas las almas débiles e
imperfectas sintieran lo que siente la más pequeña de todas las almas, el alma de tu Teresita, ni
una sola perdería la esperanza de llegar a la cima de la montaña del amor, pues Jesús no pide
grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud». [32]
22. Esta misma insistencia de Teresita en la iniciativa divina hace que, cuando habla de la
Eucaristía, no ponga en primer lugar su deseo de recibir a Jesús en la sagrada comunión, sino el
deseo de Jesús que quiere unirse a nosotros y habitar en nuestros corazones. [33] En la Ofrenda
al amor misericordioso, sufriendo por no poder recibir la comunión todos los días, dice a Jesús:
«Quédate en mí como en el sagrario». [34] El centro y el objeto de su mirada no es ella misma
con sus necesidades, sino Cristo que ama, que busca, que desea, que habita en el alma.
El abandono cotidiano
23. La confianza que Teresita promueve no debe entenderse sólo en referencia a la propia
santificación y salvación. Tiene un sentido integral, que abraza la totalidad de la existencia
concreta y se aplica a nuestra vida entera, donde muchas veces nos abruman los temores, el
deseo de seguridades humanas, la necesidad de tener todo bajo nuestro control. Aquí es donde
aparece la invitación al santo “abandono”.
24. La confianza plena, que se vuelve abandono en el Amor, nos libera de los cálculos obsesivos,
de la constante preocupación por el futuro, de los temores que quitan la paz. En sus últimos días
Teresita insistía en esto: «Los que corremos por el camino del amor creo que no debemos pensar
en lo que pueda ocurrirnos de doloroso en el futuro, porque eso es faltar a la confianza». [35] Si
estamos en las manos de un Padre que nos ama sin límites, eso será verdad pase lo que pase,
saldremos adelante más allá de lo que ocurra y, de un modo u otro, se cumplirá en nuestras vidas
su proyecto de amor y plenitud.
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Un fuego en medio de la noche
25. Teresita vivía la fe más fuerte y segura en la oscuridad de la noche e incluso en la oscuridad
del Calvario. Su testimonio alcanzó el punto culminante en el último período de su vida, en la gran
«prueba contra la fe», [36] que comenzó en la Pascua de 1896. En su relato, [37] ella pone esta
prueba en relación directa con la dolorosa realidad del ateísmo de su tiempo. Vivió de hecho a
finales del siglo XIX, que fue la “edad de oro” del ateísmo moderno, como sistema filosófico e
ideológico. Cuando escribió que Jesús había permitido que su alma «se viese invadida por las
más densas tinieblas», [38] estaba indicando la oscuridad del ateísmo y el rechazo de la fe
cristiana. En unión con Jesús, que recibió en sí toda la oscuridad del pecado del mundo cuando
aceptó beber el cáliz de la Pasión, Teresita percibe en esa noche tenebrosa la desesperación, el
vacío de la nada. [39]
26. Pero la oscuridad no puede extinguir la luz: ella ha sido conquistada por Aquel que ha venido
al mundo como luz (cf. Jn 12,46). [40] El relato de Teresita manifiesta el carácter heroico de su fe,
su victoria en el combate espiritual, frente a las tentaciones más fuertes. Se siente hermana de
los ateos y sentada, como Jesús, a la mesa con los pecadores (cf. Mt 9,10-13). Intercede por
ellos, mientras renueva continuamente su acto de fe, siempre en comunión amorosa con el
Señor: «Corro hacia mi Jesús y le digo que estoy dispuesta a derramar hasta la última gota de mi
sangre por confesar que existe un cielo; le digo que me alegro de no gozar de ese hermoso cielo
aquí en la tierra para que Él lo abra a los pobres incrédulos por toda la eternidad». [41]
27. Junto con la fe, Teresa vive intensamente una confianza ilimitada en la infinita misericordia de
Dios: «la confianza puede conducirnos al Amor». [42] Vive, aun en la oscuridad, la confianza total
del niño que se abandona sin miedo en los brazos de su padre y de su madre. Para Teresita, de
hecho, Dios brilla ante todo a través de su misericordia, clave de comprensión de cualquier otra
cosa que se diga de Él: «A mí me ha dado su misericordia infinita, ¡y a través de ella contemplo y
adoro las demás perfecciones divinas…! Entonces todas se me presentan radiantes de amor;
incluso la justicia (y quizás ésta más aún que todas las demás) me parece revestida de amor».
[43] Este es uno de los descubrimientos más importantes de Teresita, una de las mayores
contribuciones que ha ofrecido a todo el Pueblo de Dios. De modo extraordinario penetró en las
profundidades de la misericordia divina y de allí sacó la luz de su esperanza ilimitada.
Una firmísima esperanza
28. Antes de su entrada en el Carmelo, Teresita había experimentado una singular cercanía
espiritual con una de las personas más desventuradas, el criminal Henri Pranzini, condenado a
muerte por triple asesinato y no arrepentido. [44] Al ofrecer la Misa por él y rezar con total
confianza por su salvación, sin dudar lo pone en contacto con la Sangre de Jesús y dice a Dios
que está segurísima de que en el último momento Él lo perdonaría y que ella lo creería «aunque
no se confesase ni diese muestra alguna de arrepentimiento». Da la razón de su certeza: «Tanta
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confianza tenía en la misericordia infinita de Jesús». [45] Cuánta emoción, luego, al descubrir que
Pranzini, subido al cadalso, «de repente, tocado por una súbita inspiración, se volvió, cogió el
crucifijo que le presentaba el sacerdote ¡y besó por tres veces sus llagas sagradas…!». [46] Esta
experiencia tan intensa de esperar contra toda esperanza fue fundamental para ella: «A partir de
esta gracia sin igual, mi deseo de salvar almas fue creciendo de día en día». [47]
29. Teresita es consciente del drama del pecado, aunque siempre la vemos inmersa en el
misterio de Cristo, con la certeza de que «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» ( Rm
5,20). El pecado del mundo es inmenso, pero no es infinito. En cambio, el amor misericordioso del
Redentor, este sí es infinito. Teresita es testigo de la victoria definitiva de Jesús sobre todas las
fuerzas del mal a través de su pasión, muerte y resurrección. Movida por la confianza, se atreve a
plantear: «Jesús, haz que yo salve muchas almas, que hoy no se condene ni una sola [...]. Jesús,
perdóname si digo cosas que no debiera decir, sólo quiero alegrarte y consolarte». [48] Esto nos
permite pasar a otro aspecto de ese aire fresco que es el mensaje de santa Teresa del Niño
Jesús y de la Santa Faz.
3. Seré el amor
30. “Más grande” que la fe y la esperanza, la caridad nunca pasará (cf. 1 Co 13,8-13). Es el
mayor regalo del Espíritu Santo y es «madre y raíz de todas las virtudes». [49]
La caridad como trato personal de amor
31. La Historia de un alma es un testimonio de caridad, donde Teresita nos ofrece un comentario
sobre el mandamiento nuevo de Jesús: «Ámense los unos a los otros, como yo los he amado» (
Jn 15,12). [50] Jesús tiene sed de esta respuesta a su amor. De hecho, «no vacila en mendigar
un poco de agua a la Samaritana. Tenía sed… Pero al decir: “Dame de beber”, lo que estaba
pidiendo el Creador del universo era el amor de su pobre criatura. Tenía sed de amor». [51]
Teresita quiere corresponder al amor de Jesús , devolverle amor por amor. [52]
32. El simbolismo del amor esponsal expresa la reciprocidad del don de sí entre el novio y la
novia. Así, inspirada por el Cantar de los Cantares (2,16), escribe: «Yo pienso que el corazón de
mi Esposo es sólo para mí, como el mío es sólo para él, y por eso le hablo en la soledad de este
delicioso corazón a corazón, a la espera de llegar a contemplarlo un día cara a cara». [53]
Aunque el Señor nos ama juntos como Pueblo, al mismo tiempo la caridad obra de un modo
personalísimo, “de corazón a corazón”.
33. Teresita tiene la viva certeza de que Jesús la amó y conoció personalmente en su Pasión:
«Me amó y se entregó por mí» ( Ga 2,20). Contemplando a Jesús en su agonía, ella le dice: «Me
has visto». [54] Del mismo modo le dice al Niño Jesús en los brazos de su Madre: «Con tu
pequeña mano, que halagaba a María, sustentabas el mundo y la vida le dabas. Y pensabas en
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mí». [55] Así, también al comienzo de la Historia de un alma, ella contempla el amor de Jesús por
todos y cada uno como si fuera único en el mundo. [56]
34. El acto de amor “Jesús, te amo”, continuamente vivido por Teresita como la respiración, es su
clave de lectura del Evangelio. Con ese amor se sumerge en todos los misterios de la vida de
Cristo, de los cuales se hace contemporánea, habitando el Evangelio con María y José, María
Magdalena y los Apóstoles. Junto a ellos penetra en las profundidades del amor del Corazón de
Jesús. Veamos un ejemplo: «Cuando veo a Magdalena adelantarse, en presencia de los
numerosos invitados, y regar con sus lágrimas los pies de su Maestro adorado, a quien toca por
primera vez, siento que su corazón ha comprendido los abismos de amor y de misericordia del
corazón de Jesús y que, por más pecadora que sea, ese corazón de amor está dispuesto, no sólo
a perdonarla, sino incluso a prodigarle los favores de su intimidad divina y a elevarla hasta las
cumbres más altas de la contemplación». [57]
El amor más grande en la mayor sencillez
35. Al final de la Historia de un alma, Teresita nos regaló su Ofrenda como víctima de holocausto
al amor misericordioso de Dios. [58] Cuando ella se entregó en plenitud a la acción del Espíritu
recibió, sin estridencias ni signos vistosos, la sobreabundancia del agua viva: «los ríos, o, mejor
los océanos de gracias que han venido a inundar mi alma». [59] Es la vida mística que, aun
privada de fenómenos extraordinarios, se propone a todos los fieles como experiencia diaria de
amor.
36. Teresita vive la caridad en la pequeñez, en las cosas más simples de la existencia cotidiana, y
lo hace en compañía de la Virgen María, aprendiendo de ella que « amar es darlo todo, darse
incluso a sí mismo». [60] De hecho, mientras que los predicadores de su tiempo hablaban a
menudo de la grandeza de María de manera triunfalista, como alejada de nosotros, Teresita
muestra, a partir del Evangelio, que María es la más grande del Reino de los Cielos porque es la
más pequeña (cf . Mt 18,4), la más cercana a Jesús en su humillación. Ella ve que, si los relatos
apócrifos están llenos de episodios llamativos y maravillosos, los Evangelios nos muestran una
vida humilde y pobre, que transcurre en la simplicidad de la fe. Jesús mismo quiere que María sea
el ejemplo del alma que lo busca con una fe despojada. [61] María fue la primera en vivir el
“caminito” en pura fe y humildad; así que Teresita no duda en escribir:
«Yo sé que en Nazaret, Madre llena de gracia,
viviste pobremente sin ambición de más.
¡ Ni éxtasis, ni raptos, ni sonoros milagros
tu vida embellecieron, Reina del Santoral…!
Muchos son en la tierra los pequeños y humildes:
sus ojos hacia ti pueden sin miedo alzar.
Madre, te place andar por la vía común,
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para guiar las almas al feliz Más Allá». [62]
37. Teresita también nos ha ofrecido relatos que dan cuenta de algunos momentos de gracia
vividos en medio de la sencillez diaria, como su repentina inspiración cuando acompañaba a una
hermana enferma con carácter difícil. Pero siempre se trata de experiencias de una caridad más
intensa vivida en las situaciones más ordinarias: «Una tarde de invierno estaba yo, como de
costumbre, cumpliendo con mi tarea. Hacía frío y era de noche… De pronto, oí a lo lejos el sonido
armonioso de un instrumento musical. Entonces me imaginé un salón muy iluminado, todo
resplandeciente de ricos dorados; unas jóvenes elegantemente vestidas se hacían unas a otras
toda suerte de cumplidos y de cortesías mundanas. Luego mi mirada se posó sobre la pobre
enferma a la que estaba sosteniendo: en vez de una melodía, escuchaba de tanto en tanto sus
gemidos lastimeros; en vez de ricos dorados, veía los ladrillos de nuestro austero claustro apenas
alumbrado por una lucecita. No puedo expresar lo que pasó en mi alma. Lo que sí sé es que el
Señor la iluminó con los rayos de la verdad, que excedían de tal forma el brillo tenebroso de las
fiestas de la tierra, que no podía creer en mi felicidad... No, no cambiaría los diez minutos que me
llevó realizar mi humilde servicio de caridad por gozar mil años de fiestas mundanas». [63]
En el corazón de la Iglesia
38. Teresita heredó de santa Teresa de Ávila un gran amor a la Iglesia y pudo llegar a lo hondo
de este misterio. Lo vemos en su descubrimiento del “corazón de la Iglesia”. En una larga oración
a Jesús, [64] escrita el 8 de septiembre de 1896, sexto aniversario de su profesión religiosa, la
santa confió al Señor que se sentía animada por un inmenso deseo, por una pasión por el
Evangelio que ninguna vocación por sí sola podía satisfacer. Y así, en busca de su “lugar” en la
Iglesia, había releído los capítulos 12 y 13 de la Primera Carta de san Pablo a los corintios.
39. En el capítulo 12, el Apóstol utiliza la metáfora del cuerpo y sus miembros para explicar que la
Iglesia incluye una gran variedad de carismas ordenados según un orden jerárquico. Pero esta
descripción no es suficiente para Teresita. Ella continuó su investigación, leyó el “himno a la
caridad” del capítulo 13, allí encontró la gran respuesta y escribió esta página memorable: «Al
mirar el cuerpo místico de la Iglesia, yo no me había reconocido en ninguno de los miembros
descritos por san Pablo; o, mejor dicho, quería reconocerme en todos ellos... La caridad me dio la
clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto de diferentes
miembros, no podía faltarle el más necesario, el más noble de todos ellos. Comprendí que la
Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que sólo el
amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los
apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre…
Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el
amor abarcaba todos los tiempos y lugares... En una palabra, ¡que el amor es eterno...! Entonces,
al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío..., al fin he encontrado mi vocación!
¡Mi vocación es el amor...! Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios mío, eres
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tú quien me lo ha dado… En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor... Así lo seré
todo... ¡¡¡Así mi sueño se verá hecho realidad…!!!». [65]
40. No es el corazón de una Iglesia triunfalista, es el corazón de una Iglesia amante, humilde y
misericordiosa. Teresita nunca se pone por encima de los demás, sino en el último lugar con el
Hijo de Dios, que por nosotros se convirtió en siervo y se humilló, haciéndose obediente hasta la
muerte en una cruz (cf. Flp 2,7-8).
41. Tal descubrimiento del corazón de la Iglesia es también una gran luz para nosotros hoy, para
no escandalizarnos por los límites y debilidades de la institución eclesiástica, marcada por
oscuridades y pecados, y entrar en su corazón ardiente de amor, que se encendió en
Pentecostés gracias al don del Espíritu Santo. Es ese corazón cuyo fuego se aviva más aún con
cada uno de nuestros actos de caridad. “Yo seré el amor”, esta es la opción radical de Teresita,
su síntesis definitiva, su identidad espiritual más personal.
Lluvia de rosas
42. Después de muchos siglos en que tantos santos expresaron con mucho fervor y belleza sus
deseos de “ir al cielo”, santa Teresita reconoció, con gran sinceridad: «Yo sufría por aquel
entonces grandes pruebas interiores de todo tipo (hasta llegar a preguntarme a veces si existía un
cielo)». [66] En otro momento dijo: «Cuando canto la felicidad del cielo y la eterna posesión de
Dios, no experimento la menor alegría, pues canto simplemente lo que quiero creer». [67] ¿Qué
ha sucedido? Que ella estaba escuchando la llamada de Dios a poner fuego en el corazón de la
Iglesia más que a soñar con su propia felicidad.
43. La transformación que se produjo en ella le permitió pasar de un fervoroso deseo del cielo a
un constante y ardiente deseo del bien de todos, culminando en el sueño de continuar en el cielo
su misión de amar a Jesús y hacerlo amar. En este sentido, en una de sus últimas cartas escribió:
«Tengo la confianza de que no voy a estar inactiva en el cielo. Mi deseo es seguir trabajando por
la Iglesia y por las almas». [68] Y en esos mismos días dijo, de modo más directo: «Pasaré mi
cielo en la tierra hasta el fin del mundo. Sí, yo quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra».
[69]
44. Así Teresita expresaba su respuesta más convencida al don único que el Señor le estaba
regalando, a esa luz sorprendente que Dios estaba derramando en ella. De este modo llegaba a
la última síntesis personal del Evangelio, que partía de la confianza plena hasta culminar en el
don total por los demás. Ella no dudaba de la fecundidad de esa entrega: «Pienso en todo el bien
que podré hacer después de la muerte». [70] «Dios no me daría este deseo de hacer el bien en la
tierra después de mi muerte, si no quisiera hacerlo realidad». [71] «Será como una lluvia de
rosas». [72]
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45. Se cierra el círculo. « C’est la confiance». Es la confianza la que nos lleva al Amor y así nos
libera del temor, es la confianza la que nos ayuda a quitar la mirada de nosotros mismos, es la
confianza la que nos permite poner en las manos de Dios lo que sólo Él puede hacer. Esto nos
deja un inmenso caudal de amor y de energías disponibles para buscar el bien de los hermanos.
Y así, en medio del sufrimiento de sus últimos días, Teresita podía decir: « Sólo cuento ya con el
amor». [73] Al final sólo cuenta el amor. La confianza hace brotar las rosas y las derrama como
un desbordamiento de la sobreabundancia del amor divino. Pidámosla como don gratuito, como
regalo precioso de la gracia, para que se abran en nuestra vida los caminos del Evangelio.
4. En el corazón del Evangelio
46. En Evangelii gaudium insistí en la invitación a regresar a la frescura del manantial, para poner
el acento en aquello que es esencial e indispensable. Creo que es oportuno retomar y proponer
nuevamente aquella invitación.
La doctora de la síntesis
47. Esta Exhortación sobre santa Teresita me permite recordar que, en una Iglesia misionera «el
anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al
mismo tiempo lo más necesario. La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y
verdad, y así se vuelve más contundente y radiante». [74] El núcleo luminoso es « la belleza del
amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado». [75]
48. No todo es igualmente central, porque hay un orden o jerarquía entre las verdades de la
Iglesia, y «esto vale tanto para los dogmas de fe como para el conjunto de las enseñanzas de la
Iglesia, e incluso para la enseñanza moral». [76] El centro de la moral cristiana es la caridad, que
es la respuesta al amor incondicional de la Trinidad, por lo cual «las obras de amor al prójimo son
la manifestación externa más perfecta de la gracia interior del Espíritu». [77] Al final, sólo cuenta
el amor.
49. Precisamente, el aporte específico que nos regala Teresita como santa y como doctora de la
Iglesia no es analítico, como podría ser, por ejemplo, el de santo Tomás de Aquino. Su aporte es
más bien sintético, porque su genialidad consiste en llevarnos al centro, a lo que es esencial, a lo
que es indispensable. Ella, con sus palabras y con su propio proceso personal, muestra que, si
bien todas las enseñanzas y normas de la Iglesia tienen su importancia, su valor, su luz, algunas
son más urgentes y más estructurantes para la vida cristiana. Allí es donde Teresita puso la
mirada y el corazón.
50. Como teólogos, moralistas, pensadores de la espiritualidad, como pastores y como creyentes,
cada uno en su propio ámbito, todavía necesitamos recoger esta intuición genial de Teresita y
sacar las consecuencias teóricas y prácticas, doctrinales y pastorales, personales y comunitarias.
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Se precisan audacia y libertad interior para poder hacerlo.
51. Algunas veces, de esta santa se citan sólo expresiones que son secundarias, o se mencionan
cuestiones que ella puede tener en común con cualquier otro santo: la oración, el sacrificio, la
piedad eucarística, y tantos otros hermosos testimonios, pero de ese modo podríamos privarnos
de lo más específico del regalo que ella hizo a la Iglesia, olvidando que «cada santo es una
misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la
historia, un aspecto del Evangelio». [78] Por lo tanto, «para reconocer cuál es esa palabra que el
Señor quiere decir a través de un santo, no conviene entretenerse en los detalles […]. Lo que hay
que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja
algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su
persona». [79] Esto vale más aún para santa Teresita, por tratarse de una “doctora de la síntesis”.
52. Del cielo a la tierra, la actualidad de santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz perdura
en toda su “pequeña grandeza”.
En un tiempo que nos invita a encerrarnos en los propios intereses, Teresita nos muestra la
belleza de hacer de la vida un regalo.
En un momento en que prevalecen las necesidades más superficiales, ella es testimonio de la
radicalidad evangélica.
En un tiempo de individualismo, ella nos hace descubrir el valor del amor que se vuelve
intercesión.
En un momento en el que el ser humano se obsesiona por la grandeza y por nuevas formas de
poder, ella señala el camino de la pequeñez.
En un tiempo en el que se descarta a muchos seres humanos, ella nos enseña la belleza de
cuidar, de hacerse cargo del otro.
En un momento de complicaciones, ella puede ayudarnos a redescubrir la sencillez, la primacía
absoluta del amor, la confianza y el abandono, superando una lógica legalista o eticista que llena
la vida cristiana de observancias o preceptos y congela la alegría del Evangelio.
En un tiempo de repliegues y de cerrazones, Teresita nos invita a la salida misionera, cautivados
por la atracción de Jesucristo y del Evangelio.
53. Un siglo y medio después de su nacimiento, Teresita está más viva que nunca en medio de la
Iglesia peregrina, en el corazón del Pueblo de Dios. Está peregrinando con nosotros, haciendo el
bien en la tierra, como tanto deseó. El signo más hermoso de su vitalidad espiritual son las
innumerables “rosas” que va esparciendo, es decir, las gracias que Dios nos da por su intercesión
colmada de amor, para sostenernos en el camino de la vida.
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Querida santa Teresita,
la Iglesia necesita hacer resplandecer
el color, el perfume, la alegría del Evangelio.
¡Mándanos tus rosas!
Ayúdanos a confiar siempre,
como tú lo hiciste,
en el gran amor que Dios nos tiene,
para que podamos imitar cada día
tu caminito de santidad.
Amén.
Dado en Roma, en San Juan de Letrán, el 15 de octubre, memoria de santa Teresa de Ávila, del
año 2023, décimo primero de mi Pontificado.

                                                        FRANCISCO

[1] Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, Obras completas, Cta 197, A sor María del
Sagrado Corazón (17 septiembre 1896), ed. Monte Carmelo, Burgos 2006, p. 555.
Para la versión española de los escritos de la santa se utiliza siempre dicha edición, con las
siguientes siglas: Ms A: Manuscrito «A»; Ms B: Manuscrito «B»; Ms C: Manuscrito «C»; Cta:
Cartas; PN: Poesías; Or: Oraciones; CA: Cuaderno amarillo de la madre Inés de Jesús; UC:
Últimas conversaciones.
[2] Or 6, Ofrenda de mí misma como víctima de holocausto al amor misericordioso de Dios (9
junio 1895), p. 758.
[3] La UNESCO ha inscrito a santa Teresa del Niño Jesús entre las personalidades a homenajear
durante el bienio 2022-2023, con motivo del 150.º aniversario de su nacimiento.
[4] 29 de abril de 1923.
[5] Cf. Decreto de Virtudes (14 agosto 1921): AAS 13 (1921), 449-452.
[6] Cf. Homilía para la canonización (17 mayo 1925): AAS 17 (1925), 211. Texto italiano en D.
Bertetto, Discorsi di Pio XI, vol. I, Torino 1959, 383-384.
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[7] Cf. AAS 20 (1928), 147-148.
[8] Cf. AAS 36 (1944), 329-330.
[9] Cf. Carta a Mons. François-Marie Picaud, obispo de Bayeux y Lisieux (7 agosto 1947). Texto
francés en Analecta OCD 19 (1947), pp. 168-171. Texto español en Revista de Espiritualidad 24
(1947), pp. 241-245. Radiomensaje para la consagración de la Basílica de Lisieux (11 julio 1954):
AAS 46 (1954), 404-407.
[10] Cf. Carta a Mons. Jean-Marie-Clément Badré, obispo de Bayeux y Lisieux, con ocasión del
centenario del nacimiento de santa Teresa del Niño Jesús (2 enero 1973): AAS 65 (1973), 12-15.
[11] Cf. AAS 90 (1998), 409-413, 930-944.
[12] Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 42: AAS 93 (2001), 296.
[13] Catequesis (6 abril 2011): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (10 abril
2011), p. 12.
[14] Catequesis (7 junio 2023): L’Osservatore Romano (7 junio 2023), pp. 2-3.
[15] Cta 220, Al abate Bellière (24 febrero 1897), p. 575.
[16] Ms A, 69vº, p. 217.
[17] Cf. Ms C, 33vº-37rº, pp. 321-326.
[18] Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 14; 264: AAS 105 (2013), 1025-1026.
[19] Ms C, 34rº, p. 322.
[20] Ibíd., 36rº, p. 325.
[21] CA (9 junio 1897, 3), p. 809; UC (9 junio 1897), p. 979.
[22] Cf. Ms C, 2vº-3rº, pp. 273-275.
[23] Ibíd., 2vº, p. 274.
[24] Ibíd., 3rº, p. 274.
[25] Cf. Ms A, 84vº, p. 247.
14
[26] Cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate (19 marzo 2018), 47-62: AAS 110 (2018), 1124-1129.
[27] Ms A, 32rº, p. 139.
[28] Lo explicó el Concilio de Trento: «Cualquiera, al mirarse a sí mismo y a su propia flaqueza e
indisposición, puede temblar y temer por su gracia» ( Decreto sobre la justificación, IX: DS 1534).
Lo retoma el Catecismo de la Iglesia Católica cuando enseña que es imposible tener certeza
mirándose a sí mismo o a las propias acciones (cf. n. 2005). La certeza de la confianza no se
encuentra en uno mismo, el propio yo no otorga fundamentos para esa seguridad, que no se basa
en una introspección. De algún modo lo expresaba san Pablo: «Ni siquiera yo mismo me juzgo.
Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el
Señor» ( 1 Co 4,3-4). Santo Tomás de Aquino lo explicaba de la siguiente manera: puesto que la
gracia «no sana perfectamente al hombre» ( Summa Theologiae, I-II, q. 109, art. 9, ad 1), «queda
además cierta oscuridad de ignorancia en el entendimiento» ( ibíd., co).
[29] Or 6, p. 758.
[30] Catecismo de la Iglesia Católica, 2011.
[31] Lo afirma también con claridad el Concilio de Trento: «Ningún hombre piadoso puede dudar
de la misericordia de Dios» ( Decreto sobre la justificación, IX: DS 1534). «Todos deben colocar y
poner en el auxilio de Dios la más firme esperanza» ( ibíd., XIII: DS 1541).
[32] Ms B, 1vº, pp. 254-255.
[33] Cf. Ms A, 48vº, pp. 171-173; Cta 92, A María Guérin (30 mayo 1889), pp. 416-418.
[34] Or 6, p. 758.
[35] CA (23 julio 1897, 3), p. 850.
[36] Ms C, 31rº, p. 317.
[37] Cf. ibíd., 5rº-7vº, pp. 277-281.
[38] Ibíd., 5vº, p. 278.
[39] Cf. ibíd., 6vº, pp. 279-280.
[40] Cf. Carta enc. Lumen fidei (29 junio 2013), 17: AAS 105 (2013), 564-565.
[41] Ms C, 7rº, p. 280.
15
[42] Cta 197, A sor María del Sagrado Corazón (17 septiembre 1896), pp. 554-555.
[43] Ms A, 83vº, p. 245.
[44] Cf. ibíd., 45vº-46vº, pp. 165-168.
[45] Ibíd., 46rº, p. 167.
[46] Ibíd.
[47] Ibíd., 46vº, p. 167.
[48] Or 2 (8 septiembre 1890), pp. 753-754.
[49] Summa Theologiae, I-II, q. 62, art. 4.
[50] Cf. Ms C, 11vº-31rº, pp. 286-317.
[51] Ms B, 1vº, p. 255.
[52] Cf. ibíd., 4rº, p. 262.
[53] Cta 122, A Celina (14 octubre 1890), p. 449.
[54] PN 24, 21, p. 686.
[55] Ibíd., 6, p. 682.
[56] Cf. Ms A, 3rº, p. 85.
[57] Cta 247, Al abate Belliére (21 junio 1897), p. 601.
[58] Cf. Or 6, pp. 757-759.
[59] Ms A, 84rº, p. 246.
[60] PN 54, 22, p. 741.
[61] Cf. ibíd., 15, p. 740.
[62] Ibíd., 17, p. 740.
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[63] Ms C, 29vº-30rº, p. 315.
[64] Cf. Ms B, 2rº-5vº, pp. 256-268.
[65] Ibíd., 3vº, p. 261.
[66] Ms A, 80vº, p. 239. No era una falta de fe. Santo Tomás de Aquino enseñaba que en la fe
obran la voluntad y la inteligencia. La adhesión de la voluntad puede ser muy sólida y arraigada,
mientras la inteligencia puede estar oscurecida. Cf. De Veritate 14, 1.
[67] Ms C, 7vº, p. 281.
[68] Cta 254, Al P. Roulland (14 julio 1897), p. 606.
[69] CA (17 julio 1897), p. 846.
[70] Ibíd. (13 julio 1897, 17), p. 839.
[71] Ibíd. (18 julio 1897, 1), p. 846.
[72] Ibíd. (9 junio 1897, 3), p. 809; UC (9 junio 1897), p. 979.
[73] Cta 242, A sor María de la Trinidad (6 junio 1897), p. 596.
[74] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 35: AAS 105 (2013), 1034.
[75] Ibíd., 36: AAS 105 (2013), 1035.
[76] Ibíd.
[77] Ibíd., 37: AAS 105 (2013), 1035.
[78] Exhort. ap. Gaudete et exsultate (19 marzo 2018), 19: AAS 110 (2018), 1117.
[79] Ibíd., 22: AAS 110 (2018), 1117.
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MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO - VII JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES, 19-11-2023

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO

VII JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario
19 de noviembre de 2023

«No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7)

 

1. La Jornada Mundial de los Pobres, signo fecundo de la misericordia del Padre, llega por séptima vez para apoyar el camino de nuestras comunidades. Es una cita que la Iglesia va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el contenido central del Evangelio. Cada día nos comprometemos a acoger a los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte. Por eso, el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos reunimos en torno a su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de servir a los pobres.

«No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7). Esta Palabra nos ayuda a captar la esencia de nuestro testimonio. Detenernos en el Libro de Tobías, un texto poco conocido del Antiguo Testamento, fascinante y rico en sabiduría, nos permitirá adentrarnos mejor en lo que el autor sagrado desea transmitir. Ante nosotros se despliega una escena de la vida familiar: un padre, Tobit, despide a su hijo Tobías, que está a punto de emprender un largo viaje. El anciano teme no volver a ver a su hijo y por ello le deja su “testamento espiritual”. Tobit había sido deportado a Nínive y se había quedado ciego, por lo que era doblemente pobre, pero siempre había tenido una certeza, expresada en el nombre que lleva: “El Señor ha sido mi bien”. Este hombre, que siempre confió en el Señor, como buen padre no desea tanto dejarle a su hijo algún bien material, cuanto el testimonio del camino a seguir en la vida, por eso le dice: «Acuérdate del Señor todos los días de tu vida, hijo mío, y no peques deliberadamente ni quebrantes sus mandamientos. Realiza obras de justicia todos los días de tu vida y no sigas los caminos de la injusticia» (4,5).

2. Como se puede apreciar inmediatamente, lo que el anciano Tobit pide a su hijo que recuerde no se limita a un simple acto de memoria o a una oración dirigida a Dios. Se refiere a gestos concretos que consisten en hacer buenas obras y vivir con justicia. La exhortación se hace aún más específica: a todos los que practican la justicia, «da limosna de tus bienes y no lo hagas de mala gana» (4,7).

Las palabras de este sabio anciano no dejan de sorprendernos. En efecto, no olvidemos que Tobit había perdido la vista precisamente después de realizar un acto de misericordia. Como él mismo cuenta, su vida desde joven estuvo dedicada a hacer obras de caridad: «Hice muchas limosnas a mis hermanos y a mis compatriotas deportados conmigo a Nínive, en el país de los Asirios. [...] Daba mi pan a los hambrientos, vestía a los que estaban desnudos y enterraba a mis compatriotas, cuando veía que sus cadáveres eran arrojados por encima de las murallas de Nínive» (1,3.17).

Por su testimonio de caridad, el rey lo había privado de todos sus bienes, dejándolo completamente pobre. Pero el Señor aún lo necesitaba; habiendo recuperado su puesto como administrador, no tuvo miedo de continuar con su estilo de vida. Escuchemos su relato, que también nos habla hoy a nosotros: «En nuestra fiesta de Pentecostés, que es la santa fiesta de las siete Semanas, me prepararon una buena comida y yo me dispuse a comer. Cuando me encontré con la mesa llena de manjares, le dije a mi hijo Tobías: “Hijo mío, ve a buscar entre nuestros hermanos deportados en Nínive a algún pobre que se acuerde de todo corazón del Señor, y tráelo para que comparta mi comida. Yo esperaré hasta que tú vuelvas”» (2,1-2). Sería muy significativo si, en la Jornada de los Pobres, esta preocupación de Tobit fuera también la nuestra. Invitar a compartir el almuerzo dominical, después de haber compartido la Mesa eucarística. La Eucaristía celebrada sería realmente criterio de comunión. Por otra parte, si en torno al altar somos conscientes de que todos somos hermanos y hermanas, ¡cuánto más visible sería esta fraternidad compartiendo la comida festiva con quien carece de lo necesario!

Tobías hizo como le había dicho su padre, pero regresó con la noticia de que habían asesinado a un pobre y lo habían abandonado en medio de la plaza. Sin vacilar, el anciano Tobit se levantó de la mesa y fue a enterrar a aquel hombre. Al volver a su casa, cansado, se durmió en el patio; sobre los ojos le cayó estiércol de unos pájaros y se quedó ciego (cf. 2,1-10). Ironía de la suerte: haces un gesto de caridad y te sucede una desgracia. El hecho nos lleva a pensar así; pero la fe nos enseña a ir más en profundidad. La ceguera de Tobit será su fuerza para reconocer aún mejor las numerosas formas de pobreza que le rodeaban. Y el Señor se encargará a su tiempo de restituir al anciano padre la vista y la alegría de volver a ver a su hijo Tobías. Cuando llegó ese día, Tobit «lo abrazó llorando y le dijo: “¡Te veo, hijo mío, luz de mis ojos!”. Y añadió: “¡Bendito sea Dios! ¡Bendito sea su gran Nombre! ¡Benditos sean todos sus santos ángeles! ¡Que su gran Nombre esté sobre nosotros! Benditos sean los ángeles por todos los siglos! Porque él me había herido, pero […] ahora veo a mi hijo Tobías”» (11,13-15).

3. Podemos preguntarnos: ¿de dónde le vienen a Tobit la valentía y la fuerza interior que le permiten servir a Dios en medio de un pueblo pagano y de amar al prójimo hasta el punto de poner en peligro su propia vida? Estamos frente a un ejemplo extraordinario: Tobit era un esposo fiel y un padre atento; fue deportado lejos de su tierra y sufría injustamente; fue perseguido por el rey y por sus vecinos. A pesar de tener un alma tan buena, fue puesto a prueba. Como a menudo nos enseña la Sagrada Escritura, Dios no les evita las pruebas a los que hacen el bien. ¿Cómo es posible? No lo hace para humillarnos, sino para afianzar nuestra fe en Él.

Tobit, en el momento de la prueba, descubre su propia pobreza, que lo hace capaz de reconocer a los pobres. Es fiel a la Ley de Dios y observa los mandamientos, pero esto no le es suficiente. La atención efectiva hacia los pobres le era posible porque había experimentado la pobreza en su propia carne. Por lo tanto, las palabras que dirige a su hijo Tobías son su auténtica herencia: «No apartes tu rostro de ningún pobre» (4,7). En definitiva, cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Y fijémonos bien en esa expresión «de ningún pobre». Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer quién es el hermano que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio.

4. Vivimos un momento histórico que no favorece la atención hacia los más pobres. La llamada al bienestar sube cada vez más de volumen, mientras las voces del que vive en la pobreza se silencian. Se tiende a descuidar todo aquello que no forma parte de los modelos de vida destinados sobre todo a las generaciones más jóvenes, que son las más frágiles frente al cambio cultural en curso. Lo que es desagradable y provoca sufrimiento se pone entre paréntesis, mientras que las cualidades físicas se exaltan, como si fueran la principal meta a alcanzar. La realidad virtual se apodera de la vida real y los dos mundos se confunden cada vez más fácilmente. Los pobres se vuelven imágenes que pueden conmover por algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la calle, entonces intervienen el fastidio y la marginación. La prisa, cotidiana compañera de la vida, impide detenerse, socorrer y hacerse cargo de los demás. La parábola del buen samaritano (cf. Lc 10,25-37) no es un relato del pasado, interpela el presente de cada uno de nosotros. Delegar en otros es fácil; ofrecer dinero para que otros hagan caridad es un gesto generoso; la vocación de todo cristiano es implicarse en primera persona.   

5. Agradecemos al Señor porque son muchos los hombres y mujeres que viven entregados a los pobres y a los excluidos y que comparten con ellos; personas de todas las edades y condiciones sociales que practican la acogida y se comprometen junto a aquellos que se encuentran en situaciones de marginación y sufrimiento. No son súper-hombres, sino “vecinos de casa” que encontramos cada día y que en el silencio se hacen pobres y con los pobres. No se limitan a dar algo; escuchan, dialogan, intentan comprender la situación y sus causas, para dar consejos adecuados y referencias justas. Están atentos a las necesidades materiales y también espirituales, a la promoción integral de la persona. El Reino de Dios se hace presente y visible en este servicio generoso y gratuito; es realmente como la semilla caída en la tierra buena de estas personas que da fruto (cf. Lc 8,4-15). La gratitud hacia tantos voluntarios pide hacerse oración para que su testimonio pueda ser fecundo.

6. En el 60 aniversario de la Encíclica Pacem in terris, es urgente retomar las palabras del santo Papa Juan XXIII cuando escribía: «Observamos que [el hombre] tiene un derecho a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso nivel de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables que a cada uno debe prestar el Estado. De lo cual se sigue que el hombre posee también el derecho a la seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y, por último, cualquier otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su sustento» (n. 11).

Cuánto trabajo tenemos todavía por delante para que estas palabras se hagan realidad, también por medio de un serio y eficaz compromiso político y legislativo. Que pueda desarrollarse la solidaridad y la subsidiariedad de tantos ciudadanos que creen en el valor del compromiso voluntario de entrega a los pobres, no obstante los límites y en ocasiones las deficiencias de la política en ver y servir al bien común. Se trata ciertamente de estimular y hacer presión para que las instituciones públicas cumplan bien su deber; pero no sirve permanecer pasivos en espera de recibir todo “desde lo alto”; quienes viven en condiciones de pobreza también han de ser implicados y acompañados en un proceso de cambio y de responsabilidad.

7. Lamentablemente, debemos constatar una vez más nuevas formas de pobreza que se suman a las que se han descrito anteriormente. Pienso de modo particular en las poblaciones que viven en zonas de guerra, especialmente en los niños privados de un presente sereno y de un futuro digno. Nadie podrá acostumbrarse jamás a esta situación; mantengamos vivo cada intento para que la paz se afirme como don del Señor Resucitado y fruto del compromiso por la justicia y el diálogo.

Tampoco puedo olvidar las especulaciones que, en diversos sectores, llevan a un dramático aumento de los costes que vuelven a muchísimas familias aún más indigentes. Los salarios se acaban rápidamente, obligando a privaciones que atentan contra la dignidad de las personas. Si en una familia se debe elegir entre la comida para subsistir y las medicinas para recuperar la salud, entonces debe hacerse escuchar la voz del que reclama el derecho de ambos bienes, en nombre de la dignidad de la persona humana.

¿Cómo no llamar la atención, además, sobre el desorden ético que marca el mundo del trabajo? El trato deshumano que se reserva a tantos trabajadores y trabajadoras; la retribución que no corresponde al trabajo realizado; el flagelo de la precariedad; las excesivas víctimas de accidentes, provocadas a menudo por una mentalidad que prefiere el beneficio inmediato en detrimento de la seguridad. Vuelven a la mente las palabras de san Juan Pablo II: «El primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo. […] El hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está “en función del hombre” y no el hombre “en función del trabajo”» (Carta enc. Laborem exercens, 6).

8. Esta enumeración, ya de por sí dramática, describe sólo parcialmente las situaciones de pobreza que forman parte de nuestra cotidianidad. No puedo pasar por alto, en particular, un modo de sufrimiento que cada día es más evidente y que afecta al mundo juvenil. Cuántas vidas frustradas e incluso suicidios de jóvenes, engañados por una cultura que los lleva a sentirse “incompletos” y “fracasados”. Ayudémosles a reaccionar ante estas instigaciones nefastas, para que cada uno pueda encontrar el camino a seguir para adquirir una identidad fuerte y generosa.

Es fácil, hablando de los pobres, caer en la retórica. También es una tentación insidiosa la de quedarse en las estadísticas y en los números. Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas. Son hermanos y hermanas con sus cualidades y defectos, como todos, y es importante entrar en una relación personal con cada uno de ellos.

El Libro de Tobías nos enseña cómo actuar de forma concreta con y por los pobres. Es una cuestión de justicia que nos compromete a todos a buscarnos y encontrarnos recíprocamente, para favorecer la armonía necesaria, de modo que una comunidad pueda identificarse como tal. Por tanto, el interés por los pobres no se agota en limosnas apresuradas; exige restablecer las justas relaciones interpersonales que han sido afectadas por la pobreza. De ese modo, “no apartar el rostro del pobre” conduce a obtener los beneficios de la misericordia, de la caridad que da sentido y valor a toda la vida cristiana.

9. Nuestra atención hacia los pobres siempre está marcada por el realismo evangélico. Lo que se comparte debe responder a las necesidades concretas de los demás, no se trata de liberarse de lo superfluo. También en esto es necesario el discernimiento, bajo la guía del Espíritu Santo, para reconocer las verdaderas exigencias de los hermanos y no nuestras propias aspiraciones. Lo que de seguro necesitan con mayor urgencia es nuestra humanidad, nuestro corazón abierto al amor. No lo olvidemos: «Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 198). La fe nos enseña que cada uno de los pobres es hijo de Dios y que en él o en ella está presente Cristo: «Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).

10. Este año se conmemora el 150 aniversario del nacimiento de santa Teresa del Niño Jesús. En una página de su Historia de un alma escribió: «Sí, ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar. Pero, sobre todo, comprendí que la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón: Nadie, dijo Jesús, enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Yo pienso que esa lámpara representa a la caridad, que debe alumbrar y alegrar, no sólo a los que me son más queridos, sino a todos los que están en la casa, sin exceptuar a nadie» (Ms C, 12r°: Obras completas, Burgos 2006, 287-288).

En esta casa que es el mundo, todos tienen derecho a ser iluminados por la caridad, nadie puede ser privado de ella. Que la perseverancia del amor de santa Teresita pueda inspirar nuestros corazones en esta Jornada Mundial, que nos ayude a “no apartar el rostro del pobre” y a mantener nuestra mirada siempre fija en la faz humana y divina de nuestro Señor Jesucristo.

Roma, San Juan de Letrán, 13 de junio de 2023, Memoria de san Antonio de Padua, patrono de los pobres.

 

Francisco

 


57 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ, 1 DE ENERO 2024

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Papa Francisco

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MENSAJE
DE SU SANTIDAD
FRANCISCO
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
57 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

1 DE ENERO DE 2024

Inteligencia artificial y paz

Al iniciar el año nuevo, tiempo de gracia que el Señor nos da a cada uno de nosotros, quisiera dirigirme al Pueblo de Dios, a las naciones, a los Jefes de Estado y de Gobierno, a los Representantes de las distintas religiones y de la sociedad civil, y a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo para expresarles mis mejores deseos de paz.

1. El progreso de la ciencia y de la tecnología como camino hacia la paz

La Sagrada Escritura atestigua que Dios ha dado a los hombres su Espíritu para que tengan «habilidad, talento y experiencia en la ejecución de toda clase de trabajos» (Ex 35,31). La inteligencia es expresión de la dignidad que nos ha dado el Creador al hacernos a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26) y nos ha hecho capaces de responder a su amor a través de la libertad y del conocimiento. La ciencia y la tecnología manifiestan de modo particular esta cualidad fundamentalmente relacional de la inteligencia humana, ambas son producto extraordinario de su potencial creativo.

En la Constitución pastoral Gaudium et spes, el Concilio Vaticano II ha insistido en esta verdad, declarando que «siempre se ha esforzado el hombre con su trabajo y con su ingenio en perfeccionar su vida». [1] Cuando los seres humanos, «con ayuda de los recursos técnicos», se esfuerzan para que la tierra «llegue a ser morada digna de toda la familia humana», [2] actúan según el designio de Dios y cooperan con su voluntad de llevar a cumplimiento la creación y difundir la paz entre los pueblos. Asimismo, el progreso de la ciencia y de la técnica, en la medida en que contribuye a un mejor orden de la sociedad humana y a acrecentar la libertad y la comunión fraterna, lleva al perfeccionamiento del hombre y a la transformación del mundo.

Nos alegramos justamente y agradecemos las extraordinarias conquistas de la ciencia y de la tecnología, gracias a las cuales se ha podido poner remedio a innumerables males que afectaban a la vida humana y causaban grandes sufrimientos. Al mismo tiempo, los progresos técnico-científicos, haciendo posible el ejercicio de un control sobre la realidad, nunca visto hasta ahora, están poniendo en las manos del hombre una vasta gama de posibilidades, algunas de las cuales representan un riesgo para la supervivencia humana y un peligro para la casa común. [3]

Los notables progresos de las nuevas tecnologías de la información, especialmente en la esfera digital, presentan, por tanto, entusiasmantes oportunidades y graves riesgos, con serias implicaciones para la búsqueda de la justicia y de la armonía entre los pueblos. Por consiguiente, es necesario plantearse algunas preguntas urgentes. ¿Cuáles serán las consecuencias, a medio y a largo plazo, de las nuevas tecnologías digitales? ¿Y qué impacto tendrán sobre la vida de los individuos y de la sociedad, sobre la estabilidad internacional y sobre la paz?

2. El futuro de la inteligencia artificial entre promesas y riesgos

Los progresos de la informática y el desarrollo de las tecnologías digitales en los últimos decenios ya han comenzado a producir profundas transformaciones en la sociedad global y en sus dinámicas. Los nuevos instrumentos digitales están cambiando el rostro de las comunicaciones, de la administración pública, de la instrucción, del consumo, de las interacciones personales y de otros innumerables aspectos de la vida cotidiana.

Además, las tecnologías que usan un gran número de algoritmos pueden extraer, de los rastros digitales dejados en internet, datos que permiten controlar los hábitos mentales y relacionales de las personas con fines comerciales o políticos, frecuentemente sin que ellos lo sepan, limitándoles el ejercicio consciente de la libertad de elección. De hecho, en un espacio como la web, caracterizado por una sobrecarga de información, se puede estructurar el flujo de datos según criterios de selección no siempre percibidos por el usuario.

Debemos recordar que la investigación científica y las innovaciones tecnológicas no están desencarnadas de la realidad ni son «neutrales», [4] sino que están sujetas a las influencias culturales. En cuanto actividades plenamente humanas, las direcciones que toman reflejan decisiones condicionadas por los valores personales, sociales y culturales de cada época. Lo mismo se diga de los resultados que consiguen. Estas, precisamente en cuanto fruto de planteamientos específicamente humanos hacia el mundo circunstante, tienen siempre una dimensión ética, estrictamente ligada a las decisiones de quien proyecta la experimentación y enfoca la producción hacia objetivos particulares.

Esto vale también para las formas de inteligencia artificial, para la cual, hasta hoy, no existe una definición unívoca en el mundo de la ciencia y de la tecnología. El término mismo, que ha entrado ya en el lenguaje común, abraza una variedad de ciencias, teorías y técnicas dirigidas a hacer que las máquinas reproduzcan o imiten, en su funcionamiento, las capacidades cognitivas de los seres humanos. Hablar en plural de “formas de inteligencia” puede ayudar a subrayar sobre todo la brecha infranqueable que existe entre estos sistemas y la persona humana, por más sorprendentes y potentes que sean. Estos son, a fin de cuentas, “fragmentarios”, en el sentido de que sólo pueden imitar o reproducir algunas funciones de la inteligencia humana. El uso del plural pone en evidencia además que estos dispositivos, muy distintos entre sí, se deben considerar siempre como “sistemas socio-técnicos”. En efecto, su impacto, independientemente de la tecnología de base, no sólo depende del proyecto, sino también de los objetivos y de los intereses del que los posee y del que los desarrolla, así como de las situaciones en las que se usan.

La inteligencia artificial, por tanto, debe ser entendida como una galaxia de realidades distintas y no podemos presumir a priori que su desarrollo aporte una contribución benéfica al futuro de la humanidad y a la paz entre los pueblos. Tal resultado positivo sólo será posible si somos capaces de actuar de forma responsable y de respetar los valores humanos fundamentales como «la inclusión, la transparencia, la seguridad, la equidad, la privacidad y la responsabilidad». [5]

No basta ni siquiera suponer, de parte de quien proyecta algoritmos y tecnologías digitales, un compromiso de actuar de forma ética y responsable. Es preciso reforzar o, si es necesario, instituir organismos encargados de examinar las cuestiones éticas emergentes y de tutelar los derechos de los que utilizan formas de inteligencia artificial o reciben su influencia. [6]

La inmensa expansión de la tecnología, por consiguiente, debe ser acompañada, para su desarrollo, por una adecuada formación en la responsabilidad. La libertad y la convivencia pacífica están amenazadas cuando los seres humanos ceden a la tentación del egoísmo, del interés personal, del afán de lucro y de la sed de poder. Tenemos por ello el deber de ensanchar la mirada y de orientar la búsqueda técnico-científica hacia la consecución de la paz y del bien común, al servicio del desarrollo integral del hombre y de la comunidad. [7]

La dignidad intrínseca de cada persona y la fraternidad que nos vincula como miembros de una única familia humana, deben estar en la base del desarrollo de las nuevas tecnologías y servir como criterios indiscutibles para valorarlas antes de su uso, de modo que el progreso digital pueda realizarse en el respeto de la justicia y contribuir a la causa de la paz. Los desarrollos tecnológicos que no llevan a una mejora de la calidad de vida de toda la humanidad, sino que, por el contrario, agravan las desigualdades y los confictos, no podrán ser considerados un verdadero progreso. [8]

La inteligencia artificial será cada vez más importante. Los desafíos que plantea no son sólo técnicos, sino también antropológicos, educativos, sociales y políticos. Promete, por ejemplo, un ahorro de esfuerzos, una producción más eficiente, transportes más ágiles y mercados más dinámicos, además de una revolución en los procesos de recopilación, organización y verificación de los datos. Es necesario ser conscientes de las rápidas transformaciones que están ocurriendo y gestionarlas de modo que se puedan salvaguardar los derechos humanos fundamentales, respetando las instituciones y las leyes que promueven el desarrollo humano integral. La inteligencia artificial debería estar al servicio de un mejor potencial humano y de nuestras más altas aspiraciones, no en competencia con ellos.

3. La tecnología del futuro: máquinas que aprenden solas

En sus múltiples formas la inteligencia artificial, basada en técnicas de aprendizaje automático (machine learning), aunque se encuentre todavía en una fase pionera, ya está introduciendo cambios notables en el tejido de las sociedades, ejercitando una profunda influencia en las culturas, en los comportamientos sociales y en la construcción de la paz.

Desarrollos como el machine learning o como el aprendizaje profundo (deep learning) plantean cuestiones que trascienden los ámbitos de la tecnología y de la ingeniería y tienen que ver con una comprensión estrictamente conectada con el significado de la vida humana, los procesos básicos del conocimiento y la capacidad de la mente de alcanzar la verdad.

La habilidad de algunos dispositivos para producir textos sintáctica y semánticamente coherentes, por ejemplo, no es garantía de confiabilidad. Se dice que pueden “alucinar”, es decir, generar afirmaciones que a primera vista parecen plausibles, pero que en realidad son infundadas o delatan prejuicios. Esto crea un serio problema cuando la inteligencia artificial se emplea en campañas de desinformación que difunden noticias falsas y llevan a una creciente desconfianza hacia los medios de comunicación. La confidencialidad, la posesión de datos y la propiedad intelectual son otros ámbitos en los que las tecnologías en cuestión plantean graves riesgos, a los que se añaden ulteriores consecuencias negativas unidas a su uso impropio, como la discriminación, la interferencia en los procesos electorales, la implantación de una sociedad que vigila y controla a las personas, la exclusión digital y la intensificación de un individualismo cada vez más desvinculado de la colectividad. Todos estos factores corren el riesgo de alimentar los conflictos y de obstaculizar la paz.

4. El sentido del límite en el paradigma tecnocrático

Nuestro mundo es demasiado vasto, variado y complejo para poder ser completamente conocido y clasificado. La mente humana nunca podrá agotar su riqueza, ni siquiera con la ayuda de los algoritmos más avanzados. Estos, de hecho, no ofrecen previsiones garantizadas del futuro, sino sólo aproximaciones estadísticas. No todo puede ser pronosticado, no todo puede ser calculado; al final «la realidad es superior a la idea» [9] y, por más prodigiosa que pueda ser nuestra capacidad de cálculo, habrá siempre un residuo inaccesible que escapa a cualquier intento de cuantificación.

Además, la gran cantidad de datos analizados por las inteligencias artificiales no es de por sí garantía de imparcialidad. Cuando los algoritmos extrapolan informaciones, siempre corren el riesgo de distorsionarlas, reproduciendo las injusticias y los prejuicios de los ambientes en los que se originan. Cuanto más veloces y complejos se vuelven, más difícil es comprender porqué han generado un determinado resultado.

Las máquinas inteligentes pueden efectuar las tareas que se les asignan cada vez con mayor eficiencia, pero el fin y el significado de sus operaciones continuarán siendo determinadas o habilitadas por seres humanos que tienen un propio universo de valores. El riesgo es que los criterios que están en la base de ciertas decisiones se vuelvan menos transparentes, que la responsabilidad decisional se oculte y que los productores puedan eludir la obligación de actuar por el bien de la comunidad. En cierto sentido, esto es favorecido por el sistema tecnocrático, que alía la economía con la tecnología y privilegia el criterio de la eficiencia, tendiendo a ignorar todo aquello que no está vinculado con sus intereses inmediatos. [10]

Esto debe hacernos reflexionar sobre el “sentido del límite”, un aspecto a menudo descuidado en la mentalidad actual, tecnocrática y eficientista, y sin embargo decisivo para el desarrollo personal y social. El ser humano, en efecto, mortal por definición, pensando en sobrepasar todo límite gracias a la técnica, corre el riesgo, en la obsesión de querer controlarlo todo, de perder el control de sí mismo, y en la búsqueda de una libertad absoluta, de caer en la espiral de una dictadura tecnológica. Reconocer y aceptar el propio límite de criatura es para el hombre condición indispensable para conseguir o, mejor, para acoger la plenitud como un don. En cambio, en el contexto ideológico de un paradigma tecnocrático, animado por una prometeica presunción de autosuficiencia, las desigualdades podrían crecer de forma desmesurada, y el conocimiento y la riqueza acumularse en las manos de unos pocos, con graves riesgos para las sociedades democráticas y la coexistencia pacífica. [11]

5. Temas candentes para la ética

En el futuro, la fiabilidad de quien pide un préstamo, la idoneidad de un individuo para un trabajo, la posibilidad de reincidencia de un condenado o el derecho a recibir asilo político o asistencia social podrían ser determinados por sistemas de inteligencia artificial. La falta de niveles diversificados de mediación que estos sistemas introducen está particularmente expuesta a formas de prejuicio y discriminación. Los errores sistémicos pueden multiplicarse fácilmente, produciendo no sólo injusticias en casos concretos sino también, por efecto dominó, auténticas formas de desigualdad social.

Además, con frecuencia las formas de inteligencia artificial parecen capaces de influenciar las decisiones de los individuos por medio de opciones predeterminadas asociadas a estímulos y persuasiones, o mediante sistemas de regulación de las elecciones personales basados en la organización de la información. Estas formas de manipulación o de control social requieren una atención y una supervisión precisas, e implican una clara responsabilidad legal por parte de los productores, de quienes las usan y de las autoridades gubernamentales.

La dependencia de procesos automáticos que clasifican a los individuos, por ejemplo, por medio del uso generalizado de la vigilancia o la adopción de sistemas de crédito social, también podría tener repercusiones profundas en el entramado social, estableciendo categorizaciones impropias entre los ciudadanos. Y estos procesos artificiales de clasificación podrían llevar incluso a conflictos de poder, no sólo en lo que respecta a destinatarios virtuales, sino a personas de carne y hueso. El respeto fundamental por la dignidad humana postula rechazar que la singularidad de la persona sea identificada con un conjunto de datos. No debemos permitir que los algoritmos determinen el modo en el que entendemos los derechos humanos, que dejen a un lado los valores esenciales de la compasión, la misericordia y el perdón o que eliminen la posibilidad de que un individuo cambie y deje atrás el pasado.

En este contexto, no podemos dejar de considerar el impacto de las nuevas tecnologías en el ámbito laboral. Trabajos que en un tiempo eran competencia exclusiva de la mano de obra humana son rápidamente absorbidos por las aplicaciones industriales de la inteligencia artificial. También en este caso se corre el riesgo sustancial de un beneficio desproporcionado para unos pocos a costa del empobrecimiento de muchos. El respeto de la dignidad de los trabajadores y la importancia de la ocupación para el bienestar económico de las personas, las familias y las sociedades, la seguridad de los empleos y la equidad de los salarios deberían constituir una gran prioridad para la comunidad internacional, a medida que estas formas de tecnología se van introduciendo cada vez más en los lugares de trabajo.

6. ¿Transformaremos las espadas en arados?

En estos días, mirando el mundo que nos rodea, no podemos eludir las graves cuestiones éticas vinculadas al sector de los armamentos. La posibilidad de conducir operaciones militares por medio de sistemas de control remoto ha llevado a una percepción menor de la devastación que estos han causado y de la responsabilidad en su uso, contribuyendo a un acercamiento aún más frío y distante a la inmensa tragedia de la guerra. La búsqueda de las tecnologías emergentes en el sector de los denominados “sistemas de armas autónomos letales”, incluido el uso bélico de la inteligencia artificial, es un gran motivo de preocupación ética. Los sistemas de armas autónomos no podrán ser nunca sujetos moralmente responsables. La exclusiva capacidad humana de juicio moral y de decisión ética es más que un complejo conjunto de algoritmos, y dicha capacidad no puede reducirse a la programación de una máquina que, aun siendo “inteligente”, no deja de ser siempre una máquina. Por este motivo, es imperioso garantizar una supervisión humana adecuada, significativa y coherente de los sistemas de armas.

Tampoco podemos ignorar la posibilidad de que armas sofisticadas terminen en las manos equivocadas facilitando, por ejemplo, ataques terroristas o acciones dirigidas a desestabilizar instituciones de gobierno legítimas. En resumen, realmente lo último que el mundo necesita es que las nuevas tecnologías contribuyan al injusto desarrollo del mercado y del comercio de las armas, promoviendo la locura de la guerra. Si lo hace así, no sólo la inteligencia, sino el mismo corazón del hombre correrá el riesgo de volverse cada vez más “artificial”. Las aplicaciones técnicas más avanzadas no deben usarse para facilitar la resolución violenta de los conflictos, sino para pavimentar los caminos de la paz.

En una óptica más positiva, si la inteligencia artificial fuese utilizada para promover el desarrollo humano integral, podría introducir importantes innovaciones en la agricultura, la educación y la cultura, un mejoramiento del nivel de vida de enteras naciones y pueblos, el crecimiento de la fraternidad humana y de la amistad social. En definitiva, el modo en que la usamos para incluir a los últimos, es decir, a los hermanos y las hermanas más débiles y necesitados, es la medida que revela nuestra humanidad.

Una mirada humana y el deseo de un futuro mejor para nuestro mundo llevan a la necesidad de un diálogo interdisciplinar destinado a un desarrollo ético de los algoritmos — la algorética—, en el que los valores orienten los itinerarios de las nuevas tecnologías. [12]Las cuestiones éticas deberían ser tenidas en cuenta desde el inicio de la investigación, así como en las fases de experimentación, planificación, distribución y comercialización. Este es el enfoque de la ética de la planificación, en el que las instituciones educativas y los responsables del proceso decisional tienen un rol esencial que desempeñar.

7. Desafíos para la educación

El desarrollo de una tecnología que respete y esté al servicio de la dignidad humana tiene claras implicaciones para las instituciones educativas y para el mundo de la cultura. Al multiplicar las posibilidades de comunicación, las tecnologías digitales nos han permitido nuevas formas de encuentro. Sin embargo, continúa siendo necesaria una reflexión permanente sobre el tipo de relaciones al que nos está llevando. Los jóvenes están creciendo en ambientes culturales impregnados de la tecnología y esto no puede dejar de cuestionar los métodos de enseñanza y formación.

La educación en el uso de formas de inteligencia artificial debería centrarse sobre todo en promover el pensamiento crítico. Es necesario que los usuarios de todas las edades, pero sobre todo los jóvenes, desarrollen una capacidad de discernimiento en el uso de datos y de contenidos obtenidos en la web o producidos por sistemas de inteligencia artificial. Las escuelas, las universidades y las sociedades científicas están llamadas a ayudar a los estudiantes y a los profesionales a hacer propios los aspectos sociales y éticos del desarrollo y el uso de la tecnología.

La formación en el uso de nuevos instrumentos de comunicación debería considerar no sólo la desinformación, las falsas noticias, sino también el inquietante aumento de «miedos ancestrales que [...] han sabido esconderse y potenciarse detrás de nuevas tecnologías». [13]Lamentablemente, una vez más nos encontramos teniendo que combatir “la tentación de hacer una cultura de muros, de levantar muros para impedir el encuentro con otras culturas, con otra gente” [14]y el desarrollo de una coexistencia pacífica y fraterna.

8. Desafíos para el desarrollo del derecho internacional

El alcance global de la inteligencia artificial hace evidente que, junto a la responsabilidad de los estados soberanos de disciplinar internamente su uso, las organizaciones internacionales pueden desempeñar un rol decisivo en la consecución de acuerdos multilaterales y en la coordinación de su aplicación y actuación. [15]A este propósito, exhorto a la comunidad de las naciones a trabajar unida para adoptar un tratado internacional vinculante, que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas. Naturalmente, el objetivo de la reglamentación no debería ser sólo la prevención de las malas prácticas, sino también alentar las mejores prácticas, estimulando planteamientos nuevos y creativos y facilitando iniciativas personales y colectivas. [16]

En definitiva, en la búsqueda de modelos normativos que puedan proporcionar una guía ética a quienes desarrollan tecnologías digitales, es indispensable identificar los valores humanos que deberían estar en la base del compromiso de las sociedades para formular, adoptar y aplicar los marcos legislativos necesarios. El trabajo de redacción de las orientaciones éticas para la producción de formas de inteligencia artificial no puede prescindir de la consideración de cuestiones más profundas, relacionadas con el significado de la existencia humana, la tutela de los derechos humanos fundamentales y la búsqueda de la justicia y de la paz. Este proceso de discernimiento ético y jurídico puede revelarse como una valiosa ocasión para una reflexión compartida sobre el rol que la tecnología debería tener en nuestra vida personal y comunitaria y sobre cómo su uso podría contribuir a la creación de un mundo más justo y humano. Por este motivo, en los debates sobre la reglamentación de la inteligencia artificial, se debería tener en cuenta la voz de todas las partes interesadas, incluidos los pobres, los marginados y otros más que a menudo quedan sin ser escuchados en los procesos decisionales globales.

* * * * *

Espero que esta reflexión anime a hacer que los progresos en el desarrollo de formas de inteligencia artificial contribuyan, en última instancia, a la causa de la fraternidad humana y de la paz. No es responsabilidad de unos pocos, sino de toda la familia humana. La paz, en efecto, es el fruto de relaciones que reconocen y acogen al otro en su dignidad inalienable, y de cooperación y esfuerzo en la búsqueda del desarrollo integral de todas las personas y de todos los pueblos.

Mi oración al comienzo del nuevo año es que el rápido desarrollo de formas de inteligencia artificial no aumente las ya numerosas desigualdades e injusticias presentes en el mundo, sino que ayude a poner fin a las guerras y los conflictos, y a aliviar tantas formas de sufrimiento que afectan a la familia humana. Que los fieles cristianos, los creyentes de distintas religiones y los hombres y mujeres de buena voluntad puedan colaborar en armonía para aprovechar las oportunidades y afrontar los desafíos que plantea la revolución digital, y dejar a las generaciones futuras un mundo más solidario, justo y pacífico.

Vaticano, 8 de diciembre de 2023

FRANCISCO


[1] N. 33.

[2] Ibíd., n. 57.

[3] Cf. Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 104.

[4] Cf. ibíd., 114.

[5] Discurso a los participantes en el encuentro “Minerva Dialogues” (27 marzo 2023).

[6] Cf. ibíd.

[7] Cf. Mensaje al Presidente Ejecutivo del “World Economic Forum” en Davos-Klosters (12 enero 2018).

[8] Cf. Carta enc. Laudato si’, 194; Discurso a los participantes en un Seminario sobre “El bien común en la era digital” (27 septiembre 2019).

[9] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 233.

[10] Cf. Carta. enc. Laudato si’, 54.

[11] Cf. Discurso a los participantes en la Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida (28 febrero 2020).

[12] Cf. ibíd.

[13] Carta enc. Fratelli tutti (3 octubre 2020), 27.

[14] Cf. ibíd.

[15] Cf. ibíd., 170-175.

[16] Cf. Carta enc. Laudato si’, 177.

 



COMUNICADO DE LA CEG DEL 9 DE OCTUBRE 2023

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Comunicado de la Conferencia Episcopal de Guatemala
“Busquen un mismo sentir, y el Dios de la paz estará con ustedes”
(2 Co 13,11)

1. Los Obispos de Guatemala hemos analizado los acontecimientos que la sociedad guatemalteca ha vivido en los últimos días: manifestaciones populares de descontento y frustración y de reclamos crecientes. La situación de paro nacional que se ha desarrollado es el resultado de acciones de organismos del Estado, principalmente del Ministerio Público que, con apariencia de legalidad, son contrarias al bien común. El secuestro de las actas del proceso electoral estuvo amparado por la decisión de un juez y dicha acción se percibió como contraria a la ley que otorga supremacía al Tribunal Supremo Electoral en materia electoral y como una violación del respeto debido al voto ciudadano libremente emitido. Fue percibido como un acto de prevaricación. Algunas resoluciones de la Corte de Constitucionalidad y de la Corte Suprema de Justicia, que debían restablecer el orden político, no han resuelto los conflictos pues se perciben como interpretaciones interesadas de la ley. El Estado, a través de estas instituciones, no ha servido al bien común y por eso gran número de ciudadanos se ha levantado en protesta y pide la destitución de quienes de manera flagrante han atropellado el proceso electoral.
2. Urgimos al Señor Presidente de la República, Doctor Alejandro Giammattei Falla, a cumplir la responsabilidad que el mismo pueblo le ha confiado y que se explicita en los artículos 1 y 182 de la Constitución de la República. Es necesario que se pronuncie en defensa del bien común y que atienda el clamor de quienes manifiestan en la calle y pida la renuncia de la Fiscal General y jefe del Ministerio Público y que con ella renuncien sus colaboradores, ejecutores de las acciones que se han percibido como abusos y atropellos del proceso electoral. Consideramos que esta decisión demostrará la preocupación real de un gobernante que quiere la paz para sus conciudadanos. A la señora Fiscal General y al Fiscal Especial y sus colaboradores, les pedimos que consideren que ha llegado el momento de demostrar con acciones otro modo de evidenciar sus responsabilidades ciudadanas: presentar su renuncia. No solamente sus acciones han sido el detonante de la insatisfacción popular sino que la misma se mantendrá, con todos sus efectos negativos, hasta que el pueblo se dé cuenta de que sus peticiones han sido escuchadas.
3. Apelamos a la conciencia del Presidente de la República, de la Fiscal General y de los integrantes de la Corte de Constitucionalidad y de la Corte Suprema de Justicia para que, ante ese Dios que la constitución invoca en su preámbulo, dejen los intereses sectoriales o personales y tomen las decisiones y acciones que reconduzcan al país a la normalidad política y social. Sabemos que son decisiones muy difíciles, pero también sabemos que cuando morimos a nuestros intereses personales, seguimos el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo que nos pide siempre dar la vida por amor a los demás.
4. Finalmente, pedimos al pueblo de Guatemala, a los líderes sociales y a los que tienen influencia en la vida social, que utilicen los medios legales que la misma Constitución ofrece para expresar el descontento y la insatisfacción, sin recurrir a la violencia ni a ejercer ningún tipo de presión que coarte la libertad que cada ciudadano guatemalteco tiene. Es necesario que los manifestantes se mantengan dentro de la legalidad y por lo tanto no impidan el derecho de otros ciudadanos a la libre locomoción, al trabajo, a la educación y al comercio. La manifestación, para ser efectiva, debe producir algún tipo de restricción que suscite la reflexión y la decisión, pero no puede legalmente suprimir e impedir el derecho de los demás ciudadanos a moverse, a trabajar y servir. No se puede alcanzar el bien haciendo daño a los demás y provocando un drama humanitario por escasez de lo esencial para la vida.
5. Esperamos que estas consideraciones sean tomadas en cuenta pues nacen de una intención recta de cumplir con sinceridad la misión que tenemos de ser artífices de la paz. Esperamos que la visita de los delegados de la Organización de Estados Americanos a nuestro país, no sea una cortina de humo propiciada por el gobierno de Guatemala, que oculte lo que realmente estamos viviendo. Pedimos a todos que presten atención a los criterios éticos y morales que determinan sus acciones. El logro del bien común es el objetivo ético de la política y la razón por la que se constituye el Estado según el artículo 1 de nuestra Constitución.
6. Invocamos la intercesión del Nuestra Señora del Rosario, Madre del Señor, por la paz y la justicia en nuestro país.
Guatemala de la Asunción, octubre 09 de 2023.
+Rodolfo Valenzuela Núñez +  Antonio Calderón Cruz
Obispo de la Verapaz   y   Obispo de Jutiapa
                    Presidente de la CEG      Secretario General de la CEG


COMUNICADO DE LA CEG EL 31 DE OCTUBRE 2023

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Comunicado de la Conferencia Episcopal de Guatemala “…estén unidos en una misma mentalidad y en mismo juicio” (1 Co 1,10) 

Con ocasión de la publicación oficial de los resultados electorales por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE), los Obispos de Guatemala, conscientes de la importancia que tiene el fortalecimiento de la democracia en nuestro país, manifestamos nuestro reconocimiento y apoyo al excelente trabajo desarrollado por dicha entidad y por los más de 100,000 miembros de las mesas electorales que han permitido que la decisión popular manifestada en las urnas sea respetada. Agradecemos su dedicación y logros. Confiamos en que el resto del proceso hasta la toma de posesión del gobierno electo sea regido por el principio de la búsqueda del bien común y pedimos al Señor que todos colaboremos en el mismo.

 Guatemala de la Asunción, octubre 31 de 2023. 


 +Rodolfo Valenzuela Núñez +                                                 Antonio Calderón 

Cruz Obispo de la Verapaz y                                                  Obispo de Jutiapa 

 Presidente de la CEG                                                    Secretario General de la CEG


MENSAJE DEL SECRETARIADO DE OBISPOS C.A. 'SEDAC', 2023

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MENSAJE DEL SECRETARIADO DE LOS OBISPOS DE AMÉRICA CENTRAL
-SEDAC- 2023
CRISTO JESÚS ES NUESTRA ESPERANZA
(1 Timoteo 1,1)

Los Obispos del SEDAC en nuestra 81º. Asamblea Anual realizada en la ciudad de Guatemala, hemos vivido en el espíritu del camino sinodal en la escucha y el encuentro fraterno, para profundizar nuestro servicio a la comunión, participación y misión hacia las Iglesias diocesanas y hacia la sociedad en general. Desde esta Asamblea compartimos con nuestras Iglesias particulares y con todas nuestras naciones el siguiente mensaje.
Llamamos a todos a vivir aquella esperanza que no defrauda, que es Jesucristo Nuestro Señor, esperado en este tiempo de Adviento como el renuevo que vivifica la humanidad en su deterioro a causa del pecado del descarte, de la insolidaridad, de la creciente confusión sobre la realidad humana en su intimidad (cfr. Isaías 4,2-6). En efecto, se trata de una esperanza que surge de la maravillosa experiencia del Sínodo sobre la Sinodalidad del que participaron personalmente varios de nosotros y todos en comunión con el Papa Francisco.
El ejercicio de la escucha y el encuentro mutuo vivido en estos días, refuerzan la certeza de signos positivos en la vida de los centroamericanos: hay un deseo eclesial de renovación para ser luz, sal y levadura del Reino en medio de nuestras sociedades: en ellas como nos recuerda el Papa Francisco “todos” están llamados a descubrir en Jesucristo la vida nueva fundada en la verdad, la fraternidad, la solidaridad y sobre todo en la justicia, cuyo fruto es la paz (cf. Isaías 32, 7).
Aun así, advertimos realidades que ensombrecen los caminos de nuestros pueblos:
a) El drama migratorio constituye un grito no suficientemente escuchado, como denuncia el Papa Francisco, descubrimos la intensificación de este drama migratorio en la región, unida al del resto del mundo, las caravanas de jóvenes que no encuentran trabajo, las vidas en peligro por la violencia, los vulnerables al cambio climático. Muchos de ellos criminalizados en centros de detención y en la incerteza de su futuro, ellos son héroes de la economía de nuestros países con los envíos de las remesas ganadas en ambientes de subempleo y fuertes
privaciones. Advertimos la vitalidad creciente del servicio de la Pastoral de la Movilidad Humana de nuestras Iglesias, en contraste con la ineficacia de los programas gubernamentales, totalmente condicionados por las políticas que los países definen al migrante como un peligro a su seguridad. La Iglesia asume ese desafío y surgen varias iniciativas REMAM, CLAMOR, OSMECA etc.
b) El empobrecimiento y grave peligro la vida democrática en la región, con la proliferación de la corrupción administrativa y de nuevas formas de dictaduras que hacen de la ley instrumento de limitación de la justicia, etc. Esto causa fuertes tensiones sociales que amenazan la economía de las regiones y llevan al borde de acciones violentas más intensas.
c) El peligro creciente de la auténtica visión de la naturaleza y de la vida humana, con las propuestas culturales y hasta legales viciadas por la ideología de género y la dictadura del pensamiento único. Tanto la niñez como la juventud de nuestros países se ve expuesta a una visión del ser humano alejada del plan de Dios, y constantemente propuesta por los medios de educación del todo alejadas de la razón, la ciencia y la fe cristiana.
d) La pervivencia de los efectos de la pandemia en el empobrecimiento de la calidad de vida de población y ahora por el peligro de las guerras en diferentes áreas geográficas del planeta, afectan en lo económico a toda la región, si bien no en todas las naciones. Una situación que se agrega a la poca calidad sanitaria ofrecida por los gobiernos locales.
Durante este Adviento, en contemplación devota de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, les invitamos a perseverar en el bien que vence el mal (cf. Romanos 12,21) manteniendo el espíritu de la Iglesia en salida, puesta en el mundo como instrumento de la misericordia del Padre y siempre dispuesta a no apartar la mirada del pobre (Tobías 4, 7: Papa Francisco, VII Jornada del Pobre, 2023): Aquel que esperamos pero que vive ya en la mirada esperanzada de cada uno de nuestros hermanos.

Guatemala de la Asunción, 30 de noviembre 2023.

HÉCTOR DAVID GARCÍA OSORIO                                                              JOSÉ ANTONIO CANALES MOTIÑO
Obispo de Yoro                                                                                                 Obispo de Danlí
Presidente SEDAC                                                                                           Secretario General


MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO, CUARESMA 2024

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2024

A través del desierto Dios nos guía a la libertad

Queridos hermanos y hermanas:

Cuando nuestro Dios se revela, comunica la libertad: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Así se abre el Decálogo dado a Moisés en el monte Sinaí. El pueblo sabe bien de qué éxodo habla Dios; la experiencia de la esclavitud todavía está impresa en su carne. Recibe las diez palabras de la alianza en el desierto como camino hacia la libertad. Nosotros las llamamos “mandamientos”, subrayando la fuerza del amor con el que Dios educa a su pueblo. La llamada a la libertad es, en efecto, una llamada vigorosa. No se agota en un acontecimiento único, porque madura durante el camino. Del mismo modo que Israel en el desierto lleva todavía a Egipto dentro de sí -en efecto, a menudo echa de menos el pasado y murmura contra el cielo y contra Moisés-, también hoy el pueblo de Dios lleva dentro de sí ataduras opresoras que debe decidirse a abandonar. Nos damos cuenta de ello cuando nos falta esperanza y vagamos por la vida como en un páramo desolado, sin una tierra prometida hacia la cual encaminarnos juntos. La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser -como anuncia el profeta Oseas- el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17). Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida. Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones.

El éxodo de la esclavitud a la libertad no es un camino abstracto. Para que nuestra Cuaresma sea también concreta, el primer paso es querer ver la realidad. Cuando en la zarza ardiente el Señor atrajo a Moisés y le habló, se reveló inmediatamente como un Dios que ve y sobre todo escucha: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel» (Ex 3,7-8). También hoy llega al cielo el grito de tantos hermanos y hermanas oprimidos. Preguntémonos: ¿nos llega también a nosotros? ¿Nos sacude? ¿Nos conmueve? Muchos factores nos alejan los unos de los otros, negando la fraternidad que nos une desde el origen.

En mi viaje a Lampedusa, ante la globalización de la indiferencia planteé dos preguntas, que son cada vez más actuales: «¿Dónde estás?» (Gn 3,9) y «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). El camino cuaresmal será concreto si, al escucharlas de nuevo, confesamos que seguimos bajo el dominio del Faraón. Es un dominio que nos deja exhaustos y nos vuelve insensibles. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro; que ha contaminado la tierra, el aire y el agua, pero también las almas. Porque, si bien con el bautismo ya ha comenzado nuestra liberación, queda en nosotros una inexplicable añoranza por la esclavitud. Es como una atracción hacia la seguridad de lo ya visto, en detrimento de la libertad.

Quisiera señalarles un detalle de no poca importancia en el relato del Éxodo: es Dios quien ve, quien se conmueve y quien libera, no es Israel quien lo pide. El Faraón, en efecto, destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos. Es decir, logra mantener todo sujeto a él. Preguntémonos: ¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el viejo? El testimonio de muchos hermanos obispos y de un gran número de aquellos que trabajan por la paz y la justicia me convence cada vez más de que lo que hay que denunciar es un déficit de esperanza. Es un impedimento para soñar, un grito mudo que llega hasta el cielo y conmueve el corazón de Dios. Se parece a esa añoranza por la esclavitud que paraliza a Israel en el desierto, impidiéndole avanzar. El éxodo puede interrumpirse. De otro modo no se explicaría que una humanidad que ha alcanzado el umbral de la fraternidad universal y niveles de desarrollo científico, técnico, cultural y jurídico, capaces de garantizar la dignidad de todos, camine en la oscuridad de las desigualdades y los conflictos.

Dios no se cansa de nosotros. Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad. Jesús mismo, como recordamos cada año en el primer domingo de Cuaresma, fue conducido por el Espíritu al desierto para ser probado en su libertad. Durante cuarenta días estará ante nosotros y con nosotros: es el Hijo encarnado. A diferencia del Faraón, Dios no quiere súbditos, sino hijos. El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud. En Cuaresma, encontramos nuevos criterios de juicio y una comunidad con la cual emprender un camino que nunca antes habíamos recorrido.

Esto implica una lucha, que el libro del Éxodo y las tentaciones de Jesús en el desierto nos narran claramente. A la voz de Dios, que dice: «Tú eres mi Hijo muy querido» (Mc 1,11) y «no tendrás otros dioses delante de mí» (Ex 20,3), se oponen de hecho las mentiras del enemigo. Más temibles que el Faraón son los ídolos; podríamos considerarlos como su voz en nosotros. El sentirse omnipotentes, reconocidos por todos, tomar ventaja sobre los demás: todo ser humano siente en su interior la seducción de esta mentira. Es un camino trillado. Por eso, podemos apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas. Esas cosas en lugar de impulsarnos, nos paralizarán. En lugar de unirnos, nos enfrentarán. Existe, sin embargo, una nueva humanidad, la de los pequeños y humildes que no han sucumbido al encanto de la mentira. Mientras que los ídolos vuelven mudos, ciegos, sordos, inmóviles a quienes les sirven (cf. Sal 115,8), los pobres de espíritu están inmediatamente abiertos y bien dispuestos; son una fuerza silenciosa del bien que sana y sostiene el mundo.

Es tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo. Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará. Por tanto, desacelerar y detenerse. La dimensión contemplativa de la vida, que la Cuaresma nos hará redescubrir, movilizará nuevas energías. Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad; en lugar de amenazas y enemigos encontramos compañeras y compañeros de viaje. Este es el sueño de Dios, la tierra prometida hacia la que marchamos cuando salimos de la esclavitud.

La forma sinodal de la Iglesia, que en estos últimos años estamos redescubriendo y cultivando, sugiere que la Cuaresma sea también un tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de cambiar la cotidianeidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados. Invito a todas las comunidades cristianas a hacer esto: a ofrecer a sus fieles momentos para reflexionar sobre los estilos de vida; a darse tiempo para verificar su presencia en el barrio y su contribución para mejorarlo. Ay de nosotros si la penitencia cristiana fuera como la que entristecía a Jesús. También a nosotros Él nos dice: «No pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan» (Mt 6,16). Más bien, que se vea la alegría en los rostros, que se sienta la fragancia de la libertad, que se libere ese amor que hace nuevas todas las cosas, empezando por las más pequeñas y cercanas. Esto puede suceder en cada comunidad cristiana.

En la medida en que esta Cuaresma sea de conversión, entonces, la humanidad extraviada sentirá un estremecimiento de creatividad; el destello de una nueva esperanza. Quisiera decirles, como a los jóvenes que encontré en Lisboa el verano pasado: «Busquen y arriesguen, busquen y arriesguen. En este momento histórico los desafíos son enormes, los quejidos dolorosos —estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos—, pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto; no en el final, sino al comienzo de un gran espectáculo. Y hace falta coraje para pensar esto» ( Discurso a los universitarios, 3 agosto 2023). Es la valentía de la conversión, de salir de la esclavitud. La fe y la caridad llevan de la mano a esta pequeña esperanza. Le enseñan a caminar y, al mismo tiempo, es ella la que las arrastra hacia adelante. [1]

Los bendigo a todos y a vuestro camino cuaresmal.

Roma, San Juan de Letrán, 3 de diciembre de 2023, I Domingo de Adviento.

FRANCISCO

 


[1] Cf. Ch. Péguy, El pórtico del misterio de la segunda virtud, Madrid 1991, 21-23.